“¿Y todavía me tenéis miedo, no?”
_____ apretó los labios mientras se debatía como contestar a esa pregunta. “¿Qué queréis que te diga?”
“Quiero la verdad.”
“Bien. Sí. Todavía hay una parte de mí que te tiene miedo. Lo admito. Vi dónde viviste y lo que te hicieron. Horrores como esos dejan su huella. Es así. No podéis caminar a través del infierno y no quemarte. Y si bien he visto la bondad en ti, también vi lo peor. Lo peor me aterra. Así que dado todo eso, decidí escuchar el consejo de Jaden y no decirte que era un chacal. No quería que me criticaras o me lastimaras por algo que no puedo cambiar.”
Pero estaba bien que ella se lo hubiera hecho a él. Porque ella no veía al hombre que tenía en frente.
Ella solo veía al esclavo sin cerebro de Noir. El animal en el que Noir lo había convertido. Ella pensaba mal de él, lo suficiente como para creer que no tenía un sentido del bien y el mal. Que podía caminar por el infierno, y si bien tenía sus cicatrices, todavía estaba completo.
Todavía tenía valor.
Sí, había veces cuando las heridas se abrían y volvían a sangrar… como en este momento.
Pero él no era un monstruo. No arremetía contra nadie sin una razón. Y nunca lo había hecho con ella.
Ella no tenía razones para dudar de él.
Pero lo hacía.
Hay algo que no está bien con él. Nunca se puede confiar en los dioses, ni en sus bastardos. Son hijos de puta, truculentos y traicioneros.
Pero no eran solo los dioses.
Eran todos. Todos los seres tenían sus propósitos ocultos. No había buenas acciones sin que se esperara algo a cambio.
Y él ya estaba podrido de que lo lastimaran y lo patearan sin razón. “¿Sabes, no soy tan estúpido como todos piensan que soy. Puedo diferenciarte de los chacales que me cagaron la vida… pero quizás no. Porque en este momento, estoy pensando que me heriste mucho más profundamente que ellos.”
Esperaba más de ti.
Guillermo se dirigió hacia las puertas dobles más cercanas que pudo encontrar. No tenía un destino fijo, sólo quería alejarse de este lugar lo más posible.
No puedo creer que fui tan estúpido. Después de todo lo que había arriesgado por ella. Ella todavía no confiaba en él.
¿Por qué me tomé la molestia? “Quizás debería volver con Noir,” dijo en voz baja.
Al menos en Azmodea, sabía las reglas y esas nunca cambiaban.
Ahí sabía cómo protegerse. Bueno, no era demasiado bueno en eso, pero sabía que hacer para que no lo lanzaran a través de una pared. Allí, veía venir los golpes y podía decidir de antemano si los quería o no.
Pero en este lugar…
Era un campo minado, donde lo atacaban cuando menos lo esperaba. Y los golpes que _____ le había dado dolían mucho más que la peor tortura que Noir pudiera planear.
“¿Guillermo?”
¿Por qué el sonido de su nombre en sus labios lo debilitaba tanto? Él no quería frenarse ni darse vuelta.
Pero no podía alejarse. No de ella.
Contra su voluntad, se frenó y esperó a que ella llegara a él.
_____ bajó la velocidad al acercarse a su lado. Él estaba con una postura tan orgullosa y poderosa como nunca, con esa melena en punta desordenada que suavizaban sus rasgos, y lo hacían ver tan hermoso como letal. Durante toda su vida, ella había soñado con encontrar a alguien que la hiciera sentir de la forma que él lo hacía.
Alguien que la hiciera reir cuando ella no debería, y alguien que le hablara sobre cosas triviales.
Alguien que pudiera sentarse con ella en silencio por horas, y eso también estaría bien.
Más que nada, ella soñaba con un hombre que la hiciera sentir hermosa cuando la mirara. No con palabras. Pero con una luz en sus ojos que brillaría sólo por ella.
La suavidad de su toque.
¿Quién habría soñado que ese hombre sería Guillermo?
Ella se movió para pararse frente a él, pero él todavía no la miraba. La forma en que miraba a su alrededor enfocándose en cualquier cosa le resultaría graciosa, si a ella no le importara su dolor.
Pero a ella le importaba.
“No te lastimaría por ninguna razón. No ahora. Al principio, sí. Pero…” Ella se preparó para cualquier reacción loca que pudiera tener. “Te amo, Guillermo. Sólamente quería que lo supieras.”
Guillermo se congeló al escuchar lo último que habría esperado que alguien le dijera. Lo único que nadie nunca le había dicho.
“¿Qué?”
“Te amo. Y sólo a ti.”
Él la miró con una incredulidad total mientras esas palabras hacían eco en su corazón. ¿Sería verdad?
¿Se atrevería a esperar o creer que fuera la verdad? ¿Cómo debía reaccionar? Honestamente no lo sabía. Una multitud de emociones indescifrables explotaron en su interior al mismo tiempo, paralizándolo.
Ella lo miró expectante. “¿No vas a decir nada?”
¿Qué? ¿Qué se suponía que tenía que decir? Nada en su retorcido pasado lo había preparado para responder con algo como esto. Al dolor, podia manejarlo. Ante el desprecio, también era un experto. Los insultos le resbalaban.
Pero el amor…
¿Qué hacían las personas con eso?
_____ esperó por algún tipo de respuesta, pero todo lo que él hizo fue quedarse ahí parado, con los ojos como platos, cual estatua que le hizo pensar que parecía estar esperando que una paloma le tirara una bomba.
De repente, él comenzó a mirar hacia todos lados nuevamente. Al cielo, al jardín, detrás de ellos, al frente. A todos lados.
“¿Qué estás haciendo?” ella le preguntó con una nota de humor ante su extraño comportamiento.
Él se inclinó sobre ella para susurrarle en un tono asombrado. “Estoy buscando a ver si pasa algo malo.”
Ella frunció el ceño. “No entiendo.”
“No podéis amarme. Nadie me ama.” La sinceridad en su voz y su expresión le apretaron el corazón.
Realmente no concebía la idea de importarle a alguien.
Ni siquiera a ella.
Riéndose, ella lo atrajo a sus brazos para poder enterrar su mano en su cuello, y
sostenerlo cerca. “Hombre tonto. Claro que puedo amarte.”
Guillermo la envolvió con sus brazos, paralizado y atónito, mientras ella lo mecía de adelante hacia atrás. Él no discernía entre el torrente de emociones que sentía en este momento.
Pero la base era una enorme cantidad de euforia….
Y la misma cantidad de terror.
¿Qué hacía la gente enamorada?
Él trató de recordar los pocos años que vivió con los chacales, pero había sido tanto tiempo atrás, que había enterrado todos esos recuerdos en la parte más sombría de su mente.
Ahora estaba en una situación completamente nueva y nada era familiar. Lo único que lo mantenía con los pies en la tierra era la mujer en sus brazos que sacudía su existencia por completo.
La mujer por la que moriría.
"¿Qué significa esto, _____?”
_____ le sonrió mientras finalmente entendió esa pregunta bizarra. Para un hombre con tanta
experiencia en el mundo y un completo entendimiento de las peores cosas en el universo, en muchos sentidos, era como un niño que estaba sorprendido por un simple acto de bondad.
“Bueno, cuando la gente se ama, generalmente se comprometen el uno con el otro…o el hombre sale corriendo por su vida, aterrorizado.”
Su mirada se tornó seria. “Yo no huyo por nada.”
“Lo sé, dulce.” Ella se puso en puntas de pie para besar su ceño fruncido. “Es una de las cosas que más amo de ti.” Ella levantó su mano con la seña que le había enseñado anteriormente en la cama. “Así es como se dice “te amo” en mi idioma.”
Él imitó la seña y apoyó su mano contra la de ella como lo había hecho anteriormente. La felicidad en su mirada hizo que el corazón le latiera todavía más rápido.
“¿Cómo se dice en egipcio antiguo?”
Él realmente tuvo que pensarlo. Algo que hizo que los ojos de _____ se llenaran de lágrimas al darse cuenta de por qué le estaba haciendo un esfuerzo por recordarlo. Después de unos segundos él se encogió de hombros. “No lo sé. Nunca escuché esas dos palabras juntas.”
Ella evitó llorar. “Tú siempre, siempre vas a escuchar esas palabras de mi boca. Todos los días. Te lo prometo.”
La mirada de _____ bajó hacia su cuello, donde ella planeaba darle un beso, pero algo más llamó su atención.
Eso era…
No. ¿Podía ser posible?
Poniéndose nuevamente de puntas de pie, ella retiró la parte de la armadura que cubría su cuello para
poder mirar nuevamente lo que pensó que había visto.
Guillermo dio un paso hacia atrás. “¿Qué estás haciendo?”
“La golondrina…”
“¿Qué pasa con la golondrina?” Preguntó unos segundos después, cuando ella se quedó callada.
_____ estaba atónita ante lo que veía. Ella no podía creerlo. “Es diferente ahora.”
“¿En qué sentido?”
Ella recorrió con la punta de su dedo las plumas de la cola. “El corazón dentro de la cola… ya no está roto.” Ella usó sus poderes para conjurar un espejo y mostrárselo. “Mirá….el corazón está completo.”
Guillermo tiró su cabeza hacia atrás para ver su marca. Ella tenía razón.
Finalmente, después de todo este tiempo, su golondrina podía volar nuevamente.
Él estaba completo.
Y ella era la razón.
Él se inclinó para besarla, pero antes de que pudiera hacerlo, algo brillante iluminó el lugar alrededor de ellos. Pasó tan rápido, que no estaba seguro si había sido real o imaginario.
Hasta que _____ arqueó su ceja. “¿Fue un relámpago?”
“No lo sé.”
Volvió a brillar. Y luego lo hizo cuatro veces más en una rápida sucesión.
Esta vez, Guillermo reconoció el patrón y lo que significaba. “Es Maahes. Está en batalla.”
Y sólo había una persona con la que Maahes podía estar peleando en este reino.
Verlyn los había encontrado.