A falta de amor

By YouFailedMe

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Ada es torpe, pero a la vez la más brillante de su salón, tiene la capacidad de llegar a ser un completo dolo... More

El inicio de todo
Capítulo 1
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 8
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 9
Capítulo 12 Especial ♡
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Epílogo
Mason Jones

Capítulo 2

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By YouFailedMe

Ada.

Hoy es un nuevo día.

Respiré fuerte mientras pasaba por los pasillos del colegio, mi castigo empieza hoy, lo que significa que miraré a Homer más seguido. Seguro sería un desastre total, sin embargo, la Ada interior masoquista adolescente dice que seguro lo disfrutaré, no sólo por poder verlo desde más cerca, sino también por entablar una bonita relación amor-odio como en los clichés, pero la Ada interior es una tonta.

Caminé a paso seguro mientras hacía una lista mental de las cosas que tenía que hacer hoy en la tarde. A pesar de tener tareas y proyectos, a mi madre le parece que realizarlos es mi obligación, así que me dejaba quehaceres de la casa para ocupar el poco tiempo que me quedaba libre, supongo que es algo de todas las madres, no respetar el derecho al ocio. Entonces quería seguir organizando mis pensamientos cuando siento mi cuerpo chocar con el de alguien más mientras caía patéticamente al suelo golpeando mi trasero invisible.

—Fíjate por donde caminas, idiota — mencionó la voz del nada más y nada menos Homer Witmore.

—Estúpido — susurré mientras acomodaba mis lentes.

—Deberías tener más cuidado, nunca sabes cuándo vas a chocarte con tu crush — sentí mi rostro calentarse mientras las personas a mi lado soltaban carcajadas.

—No seas un imbécil, Homer, ven Ada, déjame ayudarte — ese, señoras y señores, es Mason Jones, otro de los chicos más lindos que mis ojos habían visto. No era tan apuesto como Homer, pero tenía un brillo que hacía a todas suspirar, es básicamente como un algodón de azúcar.
Le dí mis manos y me ayudó a pararme.

—Gracias — mencioné molesta mientras huía tratando de no sentirme más humillada.

Homer.

—¡¿Por qué diablos hiciste eso Mason?! — grité mientras cerraba mi casillero con fuerza.

—No seas ridículo, es una dama, debe ser tratada como tal — entorné los ojos con desesperación ante su acto de amabilidad.

—Esa "dama" hizo que me castigaran un mes limpiando baños — ya le había contado el incidente que tuve con Ada ayer, pero al parecer mis quejas entraron por un oído y salieron por el otro.

—¡La estabas humillando frente a mitad de la escuela! Te admiró por años, vamos hombre, no seas tan duro con ella — suspiré frustrado mientras caminaba a mi clase. Ya se me ocurriría algo mejor, algo en donde Mase no pudiera estar presente.

***

—Entonces, para poder poner en marcha un emprendimiento, se necesitan ideas innovadoras — mencionó el profesor de Economía. Odio esta clase, no es que fuera difícil de entender, pero se me hace eterna y aburrida.

—¿Quiere decir que si tengo una mala idea nada me va a salir bien? — esa voz....¡Ada!

—No es eso señorita, Nichols, depende de muchos factores para que su empresa crezca o quiebre, quizás no me ha entendido bien, pero — dejé de prestar atención a lo que dijo mientras me concentraba en aquella pelinegra con ojos profundamente oscuros. ¿Desde cuándo está en esta clase? Seguramente no lo había notado.

—No intente explicarle profesor, será inútil hacer que entienda algo — dije burlón. Noté que el color subía por su rostro rápidamente. Creo que eso era lo único que me gustaba de ella, la manera en la que se sonrojaba por cualquier cosa. No es que sea fea....pero simplemente no es mi tipo.

—Señor Witmore, no diga eso, la señorita Nichols es de las mejores estudiantes — dijo el viejo defendiéndola.

—Tan buena será que no puede entender algo tan básico.

—¿Cuál es tu problema? — la observé levantarse y caminar hacia mi puesto. Me puse de pie.

—Tú, tú eres mi problema — a mi lado ella parecía una hormiga, era alta, pero su delgado cuerpo no dejaba mucho que decir.

—¿Si? ¡Pues déjame te muestro lo mucho que me importa! — después de eso sentí una patada en mi parte más sensible mientras escuchaba una exclamación de parte del resto de personas presentes. Me doblé del dolor mientras la insultaba a susurros y ella salía furiosa de la habitación. Iba a vengarme.

Después de unos segundos dejando que el dolor pasara, salí en su búsqueda mientras le daba una larga mirada al profesor, suspiré molesto y me acerqué a su escritorio.

-Si no le dice nada de esto al director, prometo conseguirle una cita con la profesora de física - sabía que el pobre hombre soñaba con ella y viceversa, no sería difícil. Cuando aceptó mi trato salí en busca del demonio en persona,

Después de quince minutos buscándola, todos se habían ido a sus casas y era hora de limpiar los baños, por fin la encontraría. Aún no tengo en claro lo que voy a hacerle, pero quiero que tenga su merecido.
La encontré entrando a los baños.

—Así que saliste huyendo después de nuestra pequeña conversación — dije tratando de ponerla nerviosa. Sin embargo, me ignoró y empezó a limpiar los lavabos. —¿Piensas hacer como que no existo? — suspiró con molestia. — ¡Oye! — dije un poco más alto de lo que pretendía.

—No me molestes, Witmore. — parecía cansada, sin embargo, no me importó. Ya vería la forma de fastidiarla.

Luego de diez minutos, nos tocaba limpiar los inodoros, nadie había mencionado una palabra después de nuestro último diálogo y eso era desesperante. La observé entrar a un cubículo. No me detuve a pensar y cerré la puerta detrás de ella.

—¡¿Pero qué diablos?! — atranqué la puerta con un palo para evitar que saliera mientras reía un poco — ¡Ábreme Homer! Esto no es gracioso! — la ignoré completamente y salí por la puerta escuchando sus gritos. Regresaría después de un rato.

Ada.

Sentía las paredes cerrarse a mi alrededor. Sufría claustrofobia desde los 13 años.

*Flashback*

—¡Déjenme salir! — gritaba con todas mis fuerzas mientras escuchaba la música en el exterior.

Nunca fui de muchos amigos, a las personas les resultaba odioso el hecho de que me esforzara mucho en mis trabajos y tareas. Nunca presumía mis notas, pero aún así no me dejaban en paz.

Era el baile de primavera, me había puesto un vestido rojo que mi madre compró para mí. Creí que sería divertido ir y bailar un poco, pero estaba tan, tan equivocada.
Me encerraron en una habitación llena de globos en donde apenas podía respirar. Les parecía gracioso oírme gritar. Sentía que las paredes cada vez se unían más. Mi vista estaba nublada debido a las lágrimas que amenazaban con salir, mientras mis manos golpeaban la puerta y las uñas de mis dedos rasgaban las paredes derramando pequeños hilos de sangre por la desesperación.

—¡Fuego! — escucho a alguien gritar a lo lejos. Me quedo quieta procesando las palabras que acabo de escuchar. No es cierto, no lo es, me están jugando una broma.
Pero entonces, empiezo a escuchar gritos y personas corriendo por todos lados. Mi desesperación hace que azote más la puerta sin obtener alguna respuesta.
Después de cinco minutos detecto un olor a humor y el respirar se hace más difícil.

—¡Que alguien me ayude! — grito con mis últimas fuerzas. Mi garganta duele. Mis ojos se cierran. Y cuando creo que ya no podré aguantar más, veo la puerta abrirse mientras caigo desmayada.

*Fin del flashback*

Esa noche fue la peor de mi vida, me asusta estar en espacios cerrados, me aterra pensar en lo que podría pasar de nuevo. Luego de aquel episodio me sacaron de ese colegio y traté de hacer una nueva vida aquí. Pero me era imposible.

—¡Esto no es gracioso Homer! — estaba empezando a sudar, mientras intentaba a ciegas abrir la puerta. — ¡Es suficiente! Sácame — grité cuando empecé a sentir lágrimas rodar por mis mejillas. Empecé a marearme, sentía asfixia y pánico.
Me senté en la tapa del baño y agarré mi cabello tratando de calmar mi ansiedad. Pero no funcionaba. Empecé a gritar con todas las fuerzas que tenía. No me importaba cuán ridícula me escuchaba. Necesitaba salir de ahí. Necesitaba aire, espacio, libertad.

Después de veinte minutos mis lágrimas no cesaban, ya no me quedaba fuerzas para gritar, simplemente quería que terminara, me había movido a la esquina del cubículo, mi cabeza estaba enterrada entre mis brazos y rodillas, no veía nada, y aunque pensé que eso me ayudaría a imaginar que estaba afuera, no había funcionado.

Homer.

Se me había pasado el tiempo respecto a Ada, la dejé encerrada media hora. Era tiempo de volver.
Caminé a paso normal por los pasillos hasta llegar al baño en donde estaba ella. Escuché sollozos dentro del cubículo. No puede ser, ¿Ada Nichols llorando? Tenía que ver eso.

Quité el palo de escoba que atoraba la puerta y esta se abrió lentamente. Me preparé mentalmente para reírme, pero no fue así.

¿Qué estaba pasando?

Ada parecía estar a punto de desmayarse, las uñas de sus manos eran un desastre y pequeñas gotas de sangre se derramaban de ellas, sus ojos estaban medio cerrados pero rojos a simple vista, su cabello era un desastre. Y ella se mecía una y otra vez en la pequeña esquina del baño.

—¿Ada? ¿Estás bien? — ella sollozó y me agaché hasta tomarla en brazos. La saqué de ahí cuidando que no se golpeara la cabeza y la dejé suavemente sobre el lavamanos. Tomé un poco de agua y le aparté el cabello de la cara.

—No sabía que sufrías claustrofobia, lo siento tanto — mencioné en verdad arrepentido. Si hubiera sabido no le habría hecho tal cosa. Se sentía horrible saber que estaba así por mi culpa. No pensé en lo que diría, simplemente la acerqué a mi pecho y la abracé fuerte.
Sentí sus delicados brazos rodearme y la apreté.

—Perdóname — la llevé en brazos hasta la enfermería y la dejé en una camilla. Le dí un vaso con agua para que se calmara un poco mientras buscaba tiritas para cubrir los daños que se había hecho. No era doctor, pero algo había visto en la televisión.

Me acerqué y lentamente me aseguré de limpiar sus lágrimas. Ella había dejado de llorar, sin embargo aún no pronunciaba ninguna palabra respecto a lo que había pasado. No la culpaba si me odiaba, me lo tenía merecido.

—Yo...tengo que irme — dijo con voz ronca, bajó de la camilla y cuando estaba a punto de cruzar la puerta, la detuve.

—Ada, yo...

—No, Homer, por favor.. — susurró cansada. Asentí resignado y la dejé pasar. Al fin y al cabo, no éramos amigos. ¿Cierto?

Esto es un desastre. ¿Qué pasaría ahora?

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