"El Elemento Perdido #2: Agua...

By DanielaHernandez1940

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Todo ha vuelto a la normalidad en Caudentry. La familia Vasilith esta más fuerte que nunca con el regreso de... More

PRÓLOGO
"CAPÍTULO 1"
"CAPITULO 2"
"CAPÍTULO 3"
"CAPITULO 4"
"CAPITULO 5"
"CAPITULO 6"
"CAPITULO 7"
"CAPITULO 8"
"CAPITULO 9"
"CAPÍTULO 10"
"CAPITULO 11"
"CAPITULO 12"
"CAPÍTULO 13"
"CAPITULO 14"
"CAPÍTULO 15"
"CAPÍTULO 16"
"CAPÍTULO 17"
"CAPITULO 18"
"CAPÍTULO 19"
"CAPÍTULO 20"
"CAPÍTULO 21"
"CAPITULO 22"
"CAPÍTULO 23"
"CAPÍTULO 24"
"CAPÍTULO 25"
"CAPÍTULO 26"
"CAPÍTULO 27"
...
"CAPÍTULO 28"
"CAPÍTULO 29"
"CAPÍTULO 30"
"CAPÍTULO 31"
"CAPÍTULO 32"
"CAPÍTULO 33"
"CAPÍTULO 34"
"CAPÍTULO 35"
"CAPÍTULO 36"
"CAPÍTULO 37"
"CAPÍTULO 39"
"CAPÍTULO 40"
"CAPÍTULO 41"
"CAPITULO 42"
"CAPÍTULO FINAL"
¡TERCERA PARTE!

"CAPÍTULO 38"

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By DanielaHernandez1940

—¡Ay, maldición!

Caímos en el suelo y no de la mejor forma. Al menos con Nath pude llegar de pie.

—Lo siento —Dëni me ayudó a levantarme—, ese idiota es quien hacía los portales cuando veníamos.

—Creí que dominabas esto —la cadera me estaba doliendo muchísimo y no sabía si era una buena señal—. Maldita mentirosa.

—Lo siento, estoy fuera de práctica.

Estábamos en el mismo lugar donde llegué con Nath pero algo no estaba bien. El sol brillaba en su punto más alto.

—¿Qué hora es?

Debía ser mediodía. Nath me había dicho que a veces el tiempo era muy complicado en cuanto a viajar a través de estas cosas, pero ahora fue demasiado.

—Es la tercera vez que diré lo siento, Alexia, esto es muy difícil. Si supieras hacerlos, sería más rápido con el flujo de magia que tú manejas.

Pff. Ya estaba harta de darme cuenta de que lo único que sabía hacer eran estúpidas bolas de fuego y una que otra técnica de defensa mágica, pero a comparación de lo que debía saber, esto era nada.

—No puede ser —murmuró Dëni— ¿Dónde está el auto?

Miramos por todos lados y yo estaba segura de que el auto se había quedado ahí la noche que Nath y yo partimos.

—Será imposible llegar así —Dëni caminó hacia el lago—. Míranos, estamos hechas un desastre.

Y vaya que tenía razón. No tuvimos tiempo de cambiarnos de ropa siquiera y seguíamos con lo que teníamos en Caudentry. Al menos yo estaba en pantalones y botas, no representaba un problema, pero la falda que Dëni llevaba y el estúpido vendaje en su brazo no nos permitiría pasar desapercibidas.

—¿Crees que pueda hacer lo que hice ayer?

—¿De qué hablas? —preguntó mientras enjuagaba sus manos.

—Ya sabes, desaparecimos de mi cuarto a la biblioteca.

Se quedó pensando un minuto, igual que yo. Fue mi idea, pero ahora ya no estaba tan segura. Fue un milagro que saliera a la primera pero no sabíamos lo que podía suceder.

—Alex, sabes lo que arriesgamos y no quiero que ellos estén involucrados...

—Será como tú dijiste.

Yo tampoco quería que nuestra familia tuviera que ver en esto. A estas alturas, Eric ya sabría que estábamos aquí y contábamos con muy poco tiempo antes de que nos encontrara.

—Una despedida para siempre.

Algo extraño apareció en su rostro. Terminó de lavarse las manos y recogió su cabello.

—Espero que pienses muy bien en tu habitación, Raven.

Pero no fue su habitación en la que pensé. Recuerdos de una habitación con cama doble pintada de dos colores distintos: morado y rosa, llena de ositos de peluche y muñecas a montón. Dëni se quedó observando todo mientras nos poníamos de pie. Estábamos en la habitación de las gemelas. Y todo estaba muy silencioso para mi gusto. Esperaba verlas aquí, jugando o algo más pero no se escuchaba ni una mosca; bueno si se escuchaba algo, el molesto tic-toc del reloj en forma de flor que estaba en la pared.

—No, no puedo creer que volví —Dëni fue hacía el tocador de las niñas—. Están cambiando tanto.

Y de repente recordé algo. Dëni no sabía nada acerca del bebé. Era una idiota, pero con tantos líos no se me vino a la cabeza.

—Mira esto —señaló la pared.

Había diversos posters pegados, bandas de chicos, películas y otras cosas; Tasha y Tabi estaban creciendo y nosotras no estábamos ahí para verlo. Recordaba como Dëni y yo hacíamos planes para llevarlas de compras por París junto con Emma cuando fueran mayores, enseñarles muchas cosas en distintas partes del mundo. En fin, ser las hermanas perfectas.

—Están comenzando a pegar cosas en la pared, adiós a los dibujos de crayón.

Dios.

Dëni tenía lágrimas en los ojos; no tenía idea de que esto le afectaría tanto. Ella ya había estado ahí, más veces que yo, supuse que al menos sería menos sorpresivo para ella.

—Hay que salir de aquí —la tomé de la mano—. Tengo una cosa que mostrarte y no quiero que te alteres.

Me miró confundida. Era más que lógico que se alteraría. Dëni siempre sobre actuaba por todo, aunque ahora estaría en todo su derecho.

Salimos de la habitación no sin antes fijarnos en el pasillo, pero no había nadie. Sólo había dos puertas para huéspedes en esta casa y una estaba al lado de la habitación de Janine y Daniel. Esa tenía que ser. Tomé la perilla de la puerta y abrí con mucho cuidado. Dejé que Dëni pasara primero y podría parecer pésima idea, pero ni modo.

—Oh dios mío —murmuró.

Un leve resplandor azul inundaba el cuarto. Era la habitación perfecta para un bebé. Janine siempre era perfecta para este tipo de cosas. Desde los juguetes hasta la pequeña cunita. Pequeños detalles como el papel tapiz de ositos o la alfombra de fútbol la cual sospechaba, estaba ahí por elección de Daniel.

—Se llama Albert —le dije cuando vio la fotito en la pared.

Eran Daniel y Janine con el bebé en brazos y las gemelas, una en cada lado. Sus sonrisas eran hermosas, parecían tan felices. Incluso yo sentí un nudo en la garganta al verla. En la sala había una foto igual del nacimiento de las gemelas, pero la diferencia era, que Dëni y yo estábamos a lado de Janine y Daniel tomó la fotografía.

—Es tan hermoso —Dëni tocó la foto con mucho cuidado—, Alex, se ven tan contentos, y las niñas, Dios, están enormes.

—Dëni yo...

—Cada vez que veníamos —me interrumpió—, apenas y podíamos acercarnos, no sabíamos manejar la magia tan bien como para siquiera hablarles, fue fácil con Tabi, era muy pequeña, y podía llegar a creer que era su imaginación, y ahora veo todo esto y me doy cuenta de que jamás estuve cerca de ellos, ni un poco. Tú pudiste hablarles, con otro cuerpo, pero pudiste verlos y estar aquí. No creo ser capaz de eso Alexia. Y no tienes idea de cuánto los extraño.

No pudo contenerse más y me abrazó. Me había dado cuenta de que se quebraría de un momento a otro. No importaba que se hiciera la fuerte, la guerrera en Caudentry, Dëni era muy frágil y siempre lo sería. Tenía que recordarme a mí misma que prometí cuidarla y hasta ahora, había sido al revés.

—Tranquila —dije mientras acariciaba su cabello—. Podrás hacerlo, yo sé que sí.

—Pero no quiero Alexia —sollozó—. Tenía la esperanza de volver, llegaría a esa puerta y tocaría el timbre. Alguno de los dos abriría la puerta y le diría: "Estoy viva, regresé" y todo volvería a la normalidad. Sería feliz por siempre. Pero ahora, no quiero dejarlos ir tan fácil. Ya me los quitaron una vez, no puedo permitir que pase de nuevo.

—No tendrás que hacerlo —le aseguré. Me aparté de ella y limpié sus mejillas—. Te prometo por mi vida que no será una despedida para siempre. Lo juro, hay que salir de aquí.

Dëni le dio un último vistazo a la habitación. Tenía ganas de llevarme algunas cosas de aquí. Al menos algo que me hiciera recordar que alguna vez pertenecí ahí.

Nuestras habitaciones estaban una a lado de la otra. Nos movimos con más confianza pues no había señal alguna de que alguien estuviera en casa. No sabía a cuál entrar primero, pero Dëni lo decidió por mí. Abrió la puerta de su habitación y todo estaba exactamente igual que el día de la fiesta. Los cuadernos y libros en el escritorio, los recortes de universidades pegados en el panel de la pared, las fotos, incluso la ropa de cama era la misma, pero Nina la lavaba cada semana. Había plástico encima de algunas cosas para evitar el polvo. Dëni se quedó parada en medio de la habitación y miró todo con mucha atención.

—¿Por qué nos pasó esto Alex? —dijo mientras tomaba la mochila que estaba en la silla— No logro entenderlo.

Comenzó a meter algunas cosas: fotos, ropa que sacó del armario e incluso un par de tenis. Quizás nadie notaría que esto faltaba.

—Fue mi culpa —respondí—, tu madre tenía razón al decir que yo no debía estar aquí.

—Eso no es verdad —cerró la mochila y acomodó las cosas para que no se notara—. Corine jamás tuvo razón en nada. Te amamos y ella sólo no aceptó el hecho de dejar de ser el centro de atención de papá.

Lo que Dëni no sabía era que incluso Corine sabía que yo era un peligro y que llegó a conocer a Peter... por ella. ¿Acaso Dëni no lo recordaba?

Salimos de ahí y fuimos a mi habitación. Su estado era exactamente el mismo que la de Dëni, la mínima diferencia era que había menos cosas, lo demás debía seguir en el ático. Dëni me convenció de llevarme algunas prendas que se habían quedado en el clóset, y algo que pudiera preservar para mi miserable existencia, si es que sobrevivía.

Cuando bajamos a la sala, Dëni quedo un tanto sorprendida al ver todas las cajas y las cosas empaquetadas.

—¿Se irán?

No sabía si la pregunta era para mí o para ella misma. Ya me sentía bastante culpable por no haberle dicho lo de Albert, como para ahora admitir que sabía esto.

—Eso parece.

Algo llamó mi atención. Había una notita fosforescente en la mesita de la entrada. Era la letra de Janine.

Daniel

Llevamos a las niñas al aeropuerto. Emma las estará esperando ahí. Te amo.

—Lo que hagamos tenemos que hacerlo ahora... —me quedé a medias al darme cuenta de que Dëni ya no estaba en la sala.

Esa nota era para Daniel, lo que significaba que Janine y probablemente Nina, se habían ido, pero no tenía ni idea de hacia cuánto tiempo y lo peor era que no tenía ni idea de en qué momento llegaría Daniel. Le daría un maldito ataque si nos encontraba, así como si nada, ya de por si la sorpresa sería gigantesca.

—Dëni —la llamé en voz baja.

—¡En la cocina!

Idiota y encima de todo gritaba. Alguien podría oírnos y las cosas saldrían peor de lo que ya estaban. Fui a la cocina y ahí estaba. Con el tarro de galletas en las manos. Parecía puerquito tragándose las galletas.

—No puede ser en serio —le quité el frasco y lo dejé en su lugar—, tienes que comportarte.

—Estas galletas eran mis favoritas —hizo un puchero—. Tiene tres años que no como una sola, es horrible, no pude resistirme.

—Lo sé —era como hablar con las gemelas, aunque pensándolo bien, ni ellas se comportarían así a estas alturas—, pero debemos pensar muy bien lo que haremos antes de que...

Dëni miró fijamente la entrada. Estaba totalmente pálida y eso no era buena señal. Me giré lentamente y ahí estaba. Parado en la entrada totalmente inmóvil. Sus ojos parecían no dar sentido a lo que estaba viendo, y si le sumábamos nuestro horrible aspecto, era peor. Tomó mi mano como si necesitara sujetarse a algo para no caerse. Cuánto tiempo habíamos soñado con este momento. Tenerlo de nuevo frente a nosotras, decirle que estábamos vivas, sanas y salvas, darle un abrazo y decirle cuanto lo extrañábamos. Que todo estaría bien y no volveríamos a separarnos.

El momento llegó y no sabíamos ni como respirar.

—Somos nosotras papá —dijo Dëni.

Su voz apenas y se oyó. Daniel estaba totalmente quieto.

—¡Daniel! —gritó Janine, era probable que esa nota tuviera horas o pudo haber algún cambio de planes— Has visto el jarrón de...

Janine tiró el florero que llevaba en las manos y se hizo añicos en el suelo.

—De verdad —murmuró Dëni—, somos nosotras papá. Soy yo, Doni.

Daniel cerró los ojos al escuchar eso. Era el nombre que él había elegido originalmente para ella, pero Corine lo cambió un poco. Caminó hacia donde estábamos y extendió una de sus manos. Tocó lentamente el rostro de Dëni y después con la otra mano me hizo lo mismo. Una sonrisa apareció en su rostro poco a poco, mientras las lágrimas corrían por su rostro.

—Mis niñas —susurró—. Realmente son ustedes.

Nos tomó entre sus brazos y nos apretó contra él. No dudamos ni un segundo e hicimos lo mismo. Su agarre era fuerte, como si tuviera la sensación de estar abrazando un espejismo que desaparecería en unos segundos, pero no lo haríamos, al menos no en unas horas.

Sentí unos brazos extras. Era Janine. Me aparté un poco de ellos y la abracé. La había tenido tan cerca hacia unos días, pero ahora de verdad tenía la oportunidad de mostrarme sin que pensaran que era una extraña. Además de que quería darle espacio a Daniel y Dëni. Después de todo, ella era su hija, su verdadera hija y el dolor de perderla fue mayor que el que sintió cuando yo me fui. Y estaba bien, ni siquiera me sentía mal por pensarlo, pero era lógico.

Los lazos de sangre eran demasiado fuertes.

—No es posible —dijo Daniel—. Yo te vi aquella noche, te pusimos en el féretro y en esa maldita tumba.

—Estoy aquí, papi —Dëni no tenía intenciones de dejarlo ir—. Jamás me fui, jamás.

Daniel la llenó de besos y la observaba una y otra vez. Janine no dejaba de acariciar mi cabello y decirme que ella estaba segura de que volvería.

—Tabi me lo dijo —sollozó—, que ustedes volverían, que volveríamos a estar juntos.

—Esa niña tiene algo que me hace sentir miedo —dije entre risas.

—Alexia.

Daniel me llamó. Apenas y se había apartado de Dëni. Lo había dejado aquella tarde, lo dejé ver el daño que las personas como yo podían causar y para acabar, Lena había matado a Tony en la sala, sin mencionar que casi mató a Janine. No estaba segura de si él quería estar cerca de mí.

—También volví —cuando dije eso me atrajo hacia él—. Volví papá.

Vi como Janine envolvía a Dëni en sus brazos y le susurraba algo, pero no era entendible con tantas lágrimas de por medio.

—Supe que no podía perder a mis niñas —murmuró en mi cabello—. Jamás dejé de sentirlas en mi corazón.

—Estuvimos más cerca de lo que te imaginas, pero las cosas siguen siendo complicadas.

—Eso no me importa —me respondió sin dejar de abrazarme—. Ambas están aquí, y si es un sueño, no despertaré jamás.

—No es un sueño papá.

Esto era totalmente real. Estábamos de vuelta en casa. Estábamos con las personas que amábamos.

Pero no podía durar para siempre.

...

Eran casi las diez de la noche. Y yo seguía sin creer que Dëni y yo estuviéramos de vuelta en esta casa. Habíamos tomado una ducha y cambiado la horrible ropa. Fue una suerte que no vieran el corte en el brazo de Dëni o se habrían vuelto más locos de lo que ya estaban ahora.

La casa estaba cerrada totalmente. Nina se había ido con las gemelas y Albert a Londres, y Emma los había esperado en el aeropuerto. Fue una lástima que Dëni no pudiera ver a Albert.

Todas las luces estaban apagadas en la casa, solo estábamos atenidas a la leve lucecita que brindaban las lámparas de noche. Estaba acostada en mi cama. Tenía casi media hora escribiendo la maldita nota, pero apenas y llegaba a unas cuantas palabras, las lágrimas comenzaban a salir y no podía seguir. Anhelaba con toda mi alma quedarme ahí y volar con ellos a Londres. Pero sabía que era totalmente imposible. No podía dejar Caudentry tan fácil. Nath y Vanessa todavía estaban ahí, y a pesar de todo lo sucedido, también tenía una familia en ese lugar, que, aunque fuera una porquería y estuviera llena de traidores, no se merecía que les diera la espalda.

Janine no se había separado de nosotras, hasta hacía apenas una hora que decidió darse un buen baño. Daniel por su parte no había salido de la habitación de Dëni. Seguía creyendo que esto era un sueño y que en algún momento despertaría y nosotras no estaríamos con él. No me atreví a responder que eso si pasaría. Tenía que disfrutar al menos esta noche, compensar los tres años no sería fácil, pero este día sería al menos el comienzo.

Alguien tocó la puerta y guardé la libreta rápidamente. Daniel se asomó y se quedó ahí parado por un momento. No supe que hacer, así que no me moví. Sonrió un poco y entró a la habitación. Miró todo a su alrededor como si no estuviera de verdad ahí, pero si lo estaba, al igual que yo. Se sentó a mi lado en la cama. Me hice a un lado para que pudiera acomodarse mejor. Pasó su brazo para que pudiera recostarme y besó mi cabello.

—No sé cuántos pellizcos tendré que darme.

—Puedo darte uno más si eso ayuda —rió—, pero será lo mismo, estás despierto.

—No sabes cuánto he soñado con esto —su voz sonaba muy rara—. Verlas entrar por la puerta de nuevo, radiantes, llenas de vida, llegando con noticias como que las aceptaron en la universidad o que viajarían por todo el mundo primero. Y ahora las tengo aquí, cada una en su habitación y no quiero dormir.

—¿Por qué? —pregunté.

—Temo que, si duermo, mañana cuando despierte a lado de Janine me daré cuenta de que ya no están, que se han ido de nuevo.

Lo abracé muy fuerte. Estábamos rompiendo el alma de este hombre. Y ahora me daba cuenta de que haber venido a este lugar no fue tan buena idea. Solo echamos sal a la herida. Él tenía razón en todo. Cuando él despertara, Dëni y yo nos habríamos ido. Y quizá para siempre.

—Te amo Alex, las amo muchísimo.

—Nosotras a ti papá.

Me quedé así, con los brazos alrededor de su cuerpo y cerré los ojos. Necesitaba al menos conservar un poco de su aroma. Algo que me hiciera recordar buenos momentos.

...

—Abre los ojos princesa, es hora de volver —me desperté de golpe cuando escuché esa voz.

Aún estaba en mi habitación y Daniel estaba dormido a mi lado. Miré a mi alrededor y una sombra junto a la ventana llamó mi atención.

Maldición, ya era hora.

Me levanté con mucho cuidado para que Daniel no despertara. Le di una última mirada.

—Volveremos, lo prometo.

...

Papá

Espero que puedas entender esto. Desde que las dos abandonamos este lugar, muchas cosas cambiaron en nosotras y me atrevo a decir que ya no hay nada normal. Creo que los cuentos de hadas nos superaron, y de una forma u otra, se volvieron realidad. Ya sabes, como Cenicienta. Ella podría estar con el príncipe hasta la media noche, pero todo se acabaría después, pues nos pasó algo parecido. Solo pudimos estar aquí hasta las doce y quizá cinco minutos más. Esa fue la condición de nuestro deseo. Estar una vez más con ustedes, poder abrazarlos, verlos y decirles que jamás nos fuimos y que jamás nos iremos.

Ten por seguro que estamos diciendo la verdad, jamás nos iremos; de una manera u otra, tendremos un ojo en ustedes todo el tiempo. Debemos solucionar muchas cosas antes de quedarnos, pues no podemos ponerlos en peligro. Eso jamás.

Te amamos papá, y a Janine y a las gemelas y al pequeño Albert, aun cuando no pudimos verlos.

Te prometemos que estaremos juntos de nuevo, como la hermosa familia que somos y no te dejaremos por ningún motivo, pero por ahora necesitamos tiempo. Mucho tiempo.

Lamentamos terminar con tu sueño y que tengas que despertar, pero esta carta será la prueba de que estuvimos aquí y pudimos decirte cuánto los amamos.

Llegaremos a Londres. Después de todo, Emma siempre deja la llave debajo del tapete. Espéranos ahí. Espéranos.

Te amamos.

Alex y Dëni

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