"CAPITULO 18"

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Hacía mucho frío, jalé la sábana para poder cubrirme un poco más pero alguien ya estaba haciendo ese trabajo. Abrí los ojos y pude apreciar una mata de pelo rubio recostada en mi pecho. Me quedé paralizada por un momento hasta que las imágenes de la noche anterior llegaron a mí como un tren.

—Rayos.

Miré hacia la ventana. No se veía el sol pero estaba segura que ya era de día. Seguía lloviendo, eso sí podía notarlo. El sonido del agua resbalando por las paredes del palacio y además la ventana estaba abierta. Por eso tenía tanto frío. Traté de moverme un poco, quería ir al baño, sólo que Cedric me tenía atrapada entre su brazo y su cabeza. Tendría que despertarlo pues esta era una emergencia matutina y me sentía un tanto extraña. ¿Qué esperabas?

—Buenos días.

Cedric levantó la cabeza y me miró. Una enorme sonrisa apareció en su rostro. No se me ocurrió otra cosa así que acaricié su cabello.

—Hola.

—¿Cómo dormiste? —preguntó en tono suave.

—Creo que bien —respondí—, pero debo ir al baño.

—Oh, que idiota.

Se apartó de mí y por fin pude sentarme. Me enredé con la sábana e hice una mueca cuando por fin estuve casi de pie. Las piernas me pesaban y estaba este extraño malestar. He ahí las consecuencias

—¿Te sientes bien?

Me giré hacia él. Quise meterme en un agujero cuando vi la pequeñisima, pero muy molesta mancha de sangre en la estúpida sábana. ¿Quién era? ¿María Bolena? Tomé la sábana y la hice una bola. La llevaría al baño y me encargaría de eso más tarde.

—No hagas caso a eso —dije cuando vi la cara de Cedric.

Él si fue criado en esta estúpida dimensión que era casi una copia del Renacimiento y estaba segura que a él le afectaba más que a mí la prueba de mi virtud perdida.

—Alex, antes de que vayas a hacer lo que tengas que hacer —dijo un tanto avergonzado—, tengo que hablar contigo.

Extendió la mano y lo miré un tanto extrañada, ¿qué quería? La tomé y fui de nuevo a la cama. Me senté a su lado y no soltó mi mano.

—El día que vine a verte, pues no era simple cortesía, tenemos que hablar.

—¿Qué ocurre? —pregunté un tanto alarmada.

El gesto de Cedric cambió un poco. No era buena señal.

—Tenemos que posponer la boda.

—¡Qué!

Tenía que ser una maldita broma. Posponer la boda, ahora que habíamos pasado por esto. Lo mataría.

—Claro —me levanté de la cama—, ahora que has logrado tirarte a la hija del rey, decides posponer la boda, ¡en unos días decidirás cancelarla!

—Alex, escúchame por favor...

Miré a mi alrededor, buscando algo lo suficientemente grande como para causarle un daño mayor. Tomé un cepillo del tocador y se lo lancé.

—¡Alex basta! —gritó cuando el cepillo se impacto en si frente.

Se levantó de la cama, completamente desnudo. Rayos. Controlate Alex. Me tomó de los brazos y me acercó a él.

—Ya conseguiste lo que querías —dijo en un tono suave—. Ahora escucha lo que tengo que decirte.

Respiré profundamente. Tenía que calmarme, o pensar qué golpe podía darle después.

—Mi padre me ha pedido ir a las tierras del oeste, con los Cornelius. Hay problemas y muy serios.

—¿De qué hablas? —ahora si tenía toda mi atención.

—Las cosas con los Zerkjis se están saliendo de control. Han atacado más aldeas y la gente se esta uniendo a ellos.

Al escuchar la palabra "Zerkjis" me puse completamente fría. Pensé en Dëni y Vanessa, incluso en Nath. Dëni había dicho que ellos estaban en una misión y no alcancé a saber siquiera de qué rayos estaba hablando. Peter había estado involucrado en ese rollo y ahora no sabía cómo resolverlo. Necesitaba liberar a Dëni y Vanessa de esos malditos.

—¿Cuánto tiempo? —pregunté un poco más tranquila.

—Un mes —respondió—, tal vez dos, prometo hacer todo lo posible para volver pronto.

—No, no debes preocuparte.

Lo envolví entre mis brazos y al parecer lo tomé desprevenido pues le tomó como cinco segundos devolverme el gesto.

—Puedes seguir con los planes de la boda —susurró en mi oido—, o bueno, Lena puede seguir con ello.

Reí ante el comentario. Era verdad. Yo no había estado involucrada en nada o al menos no de forma voluntaria.

—Sólo te pediré una cosa, cuídate mucho Cedric.

Levanté el rostro y me analizó con sus profundos ojos azules. Recordaba cuando eramos niños y me burlaba de él junto con Anabeth. Sus ojos no siempre fueron de ese color. Sino de un azul muy raro, que a veces pasaba a verde. Cedric había pasado por mucho pues era el típico niño enfermizo. Pero el juego se acabó el día que Cataline, su hermana menor le hizo algo practicando magia que la tonta desconocía. Cedric estuvo sin ver casi un año. Él tenía diez años y yo siete. Hasta que un día, sus ojos se tornaron de un raro azul violeta y su vista volvió. De pequeña pensaba que eran como pequeños arándanos.

—Lo haré Alex —tomó mi rostro entre sus manos—. Por ti.

Rápidamente sus labios se posaron en los míos y me dio un rápido beso.

—Ahora sí —murmuró en mis labios—, ya puedes ir al baño y hacer lo que necesitabas.

...

Era casi medio día y yo estaba en la entrada despiendome de Cedric. No es real. Algo extraño florecía en mi pecho y en verdad me preocupaba que Cedric tuviera que ir a enfrentar lo que estaba pasando con esas personas. Pero a decir verdad, necesitaba un tiempo a solas y aún debía trabajar con Dëni y Vanessa, las cosas tenían que mejorar.

—Estaré aquí en muy poco tiempo.

—Más te vale, o buscaré otro prometido —sonrió ante el comentario.

Besó mi mano y subió al caballo. Lo vi alejarse en el camino y sentí como una lágrima bajaba por mi mejilla.

—¿Qué diablos te ocurre Alexia?

La limpié de inmediato. Esta no era yo.
Bien. Ahora lo importante, tenía un mes para solucionar toda esta mierda y debía empezar de inmediato.

—Su Alteza, ¿podemos hablar?

Dos voces sonaron detrás de mí. Sonreí al oirlas. Las dos me miraban desde la puerta. El rostro de Dëni ya no era el mismo, y Vanessa, bueno, era ella.

—Por supuesto que sí jovencitas.

Extendí mis manos hacia ellas. Sabía exactamente dónde podíamos hablar.
Ambas las tomaron y entramos al palacio.

"El Elemento Perdido #2: Agua" ⚠️ Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora