"CAPÍTULO 28"

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La cama estaba muy incómoda, se sentía muy dura. Me di la vuelta con mucho cuidado para no dejar mi vientre en una mala posición, mis manos se amoldaron mejor y entonces desperté de golpe. Mis manos bajaron para tocar mi vientre pero algo no andaba bien. No había nada, el gran bulto que se asomaba parecía haber desaparecido casi por completo.

Me senté en la cama y aparté las sábanas. Alcé la blusa que llevaba puesta y observé.
Recuerdos de dolor, mucho dolor, llegaron a mi y sentí como mis ojos se humedecían de inmediato. Ya no había nada que proteger. Se había ido. Se había ido para siempre.

—¿Alex?

Era Lena. Apareció delante de mí con una vela en la mano. Era como si no la hubiera visto en años. Su vientre estaba inmenso y eso sólo me hizo sentir peor. Dejó la vela en la mesita a lado de mi cama y fue conmigo. Me abrazó tan fuerte al igual que yo. No podía controlar mis lágrimas. Me sentía terrible. 

—Lena —sollocé—, no sé qué pasó, fue muy...

Ni siquiera pude terminar de hablar. Seguía llorando y al parecer Lena no tenía problema con ello. Acariciaba mi cabello y me repetía que ahora ella estaba conmigo.

—Lamento no haber estado aquí, te dejé sola.

Todo se había ido al demonio. Mi bebé ya no estaba. No pude ni llegar a saber que había sido. Todo lo que platiqué con Greta, ya nada tenía sentido.

—Estarás bien —susurró—. Eres fuerte, eres la persona más fuerte que conozco...

—No, yo soy la culpable de esto —la interrumpí. 

Era una idiota, sabía perfectamente que todo ese poder cobraría factura y lo hizo de la peor manera.

—No lo eres y no quiero que lo digas de nuevo —Lena se apartó de mi y tomó mi rostro entre sus manos—. Eres Alexia Raven, me escuchas, y no hay nada que pueda quebrarte. Ahora he vuelto y estare aquí para protegerte de cualquiera que intente dañarte o te diga que esto fue tu culpa.

—No sé cómo rayos podré hacerlo —y era verdad no tenía ni idea—, Lena, era mi bebé, ya podía sentirlo, todo el tiempo y simplemente, no pude cuidarlo. Cedric me lo dijo, incluso Nathan, y yo...

Sentía que me ahogaba con el llanto, y esperaba que pasara. Quería desaparecer de ese maldito lugar. Era este tipo de momentos en los que solo quería volver de nuevo a mi otra vida y dejar toda esta mierda detrás.

Ahora bien podría haber estado en la universidad o quizás en Londres o París con Dëni y la tía Emma, viendo a las niñas crecer y estar con Daniel y Janine. Con mi familia.

—Será difícil —Lena me sacó de esos pensamientos—, y mucho, pero me tienes aquí ahora y a las chicas y a todos los que te amamos, ¿de acuerdo?

¿Todos lo que me amaban?, Lena era muy graciosa. Estaba segura de que nadie me amaría después de esto.

—Fueron ellos.

Miré mi vientre y puse las manos sobre el como si aún pudiera sentir el calor que irradiaba antes.

—¿Ellos? —preguntó confundida— ¿Los Zerkjis?

Solté una pequeña risita ante el comentario. 

—No —respondí—. Los Dioses me cobraron la ayuda que me brindaron para proteger este lugar y dejé a su merced a la persona que más dependía de mi.

—Alex, no debes culparte, estas cosas pasan, y a veces les pasan a las personas que no lo merecen. Eso es todo.

¿Yo no lo merecía?

...

Lena se quedó conmigo pero el simple hecho de verla en ese estado me ponía muy mal. Me permitió acariciar su vientre pero eso sólo logró que la tristeza que me invadía, me consumiera por completo. Tocaron la puerta y Lena se levantó muy despacio para abrir. Le costaba más trabajo caminar. Estaba a punto de explotar. Y ya teníamos la noticia de que sería un niño. Me volví a acostar. Tenía muy pocos minutos sentada y ya me había mareado terriblemente.

—¿Está despierta?

—Creo que quiere descansar.

Rayos.

—Lena déjalo pasar.

Lo dudó por un momento pero luego abrió la puerta por completo y Cedric entró.

—Los dejaré solos, volveré en un rato.

Lena salió de la habitación y Cedric prendió las demás velas. Me di cuenta que apenas y me miraba. Di algo.

—¿Cómo te sientes? —preguntó mientras prendía la última vela de la habitación.

—No tengo idea —mi voz apenas y se escuchó.

Se sentó a mi lado en la cama y tomó mi mano. Su piel se sentía muy fría y no sólo su eso, también su actitud.

—Él te encontró —dijo muy serio—.  Estábamos en la sala con tu padre y bajó como loco. Tenía sangre en las manos. 

¿Así que era por Nathan?

—Pensé lo peor Alexia —siguió—. Y de repente llegué aquí y estabas en la cama, inconsciente, llena de sangre, y lo llamabas a él.

Me miró y sus ojos me causaron una extraña sensación. No sabía si era coraje, celos o resentimiento, pero por un momento me hizo sentir temor.

—Cedric yo...

—Te lo dije Alex —me detuvo antes de que pudiera decir algo—. Te dije que esto saldría muy caro.

—¿Qué? —pregunté un poco más alto— Si es lo que yo entiendo...

—Creo que es lo que entiendes —me soltó la mano y se levantó de la cama—.  Sabías que esto tendría consecuencias, todo ese poder del que alardeaste, me quitó lo más importante.

Era una maldita broma, ¿cierto?

—¿Cómo te atreves? —ahora si estaba furiosa— ¿Haces esto ahora? Estás culpándome y no es una pregunta Cedric, es lo que veo, te atreves a decir en estos momentos que yo tuve la culpa de lo que le ha pasado a nuestro bebé.

—Tómalo como quieras.

Me levanté de la cama sin importar el mareo ni el dolor que apareció en mi cadera. Mi mano se estampó en su mejilla dos veces.

—¡Eres un imbécil! —le grité— Me culpas de esto, como si yo lo hubiera provocado, ¡tú no lo tuviste en el vientre, tú no lo sentiste, tú no sentiste el dolor de ayer!

Lo empujé contra la pared y ni siquiera me detuvo. Mis ojos ardían por las lágrimas que aparecieron de nuevo pero ahora estaban ahí por la impotencia y la ira que tenía dentro de mí.

—¡Todo ese poder fue para defender a mi familia, mi hogar e incluso a ti!

—No digas que lo hiciste por nosotros Alexia —su voz era tan distinta.

¿Dónde había quedado el Cedric que decía amarme? Se estaba volviendo lo que en un principio se planeó.

—Lárgate —estaba a punto de quemarlo vivo— ¡Lárgate!

Lo golpee de nuevo en la cara pero tomó mis manos con fuerza. Sus ojos me atravesaban como dos cuchillos y no sólo su agarre me lastimaba, su actitud lo hacía.

—Habíamos dejado esto atrás Cedric —dije entre dientes—. Recuerda lo que pasará.

—Ya nada me importa Alexia, puedes hacer lo que quieras —me empujó y salió de la habitación.

—¡Te vas a arrepentir por esto! —le grité sin importar que alguien me escuchara.

¿Quería jugar? Bien. Retomaría lo que dejé por toda la farsa de la boda. Y Cedric tenía que prepararse.

"El Elemento Perdido #2: Agua" ⚠️ Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora