"CAPÍTULO 1"

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Dios, hacía mucho calor. Me moví para poder quitar las mantas pero algo me lo impedía. Un pequeño brazo se aferraba a mi como la hiedra y no podía moverme ni un centímetro.  Rayos, ¿otra vez? Luvia ni siquiera sintió cuando quité su brazo. Se dio la media vuelta y quedó acostada boca abajo. Estaba segura que ya sabrían que ella estaba aquí conmigo, igual que en los últimos dos meses. Desde que supimos que Lena estaba embarazada de nuevo, Luvia se las ingeniaba cada noche para venir a mi alcoba y dormir conmigo. No me opuse en ningún momento, pero eso había cambiado dos noches atrás, cuando me desperté totalmente mojada. Quería matar a Lena.

Me levanté con mucho cuidado para que no se despertara. Miré el reloj en la pared, apenas eran las nueve de la mañana. Vaya, no había dormido hasta tan tarde desde hacia varios meses. Salí del cuarto y vi a Lena venir con una enorme sonrisa hacia mi cuarto. Se detuvo y regresó unos pasos más.

—¡Robert, esta con Alexia! —de nuevo caminó hacia mi y entró al cuarto—, buenos días, ¿amaneciste seca?

No quise responderle nada, porque estaba segura que iba a mandarla al demonio.

—Tienes que hacer algo con ella Lenn.

—O puedo traer otra cama a tu cuarto —respondió sonriente.

—Oh, aquí está —Robert apareció en la puerta antes de que pudiera hacerle una linda seña a Lena.

—¡Papi! —Luvia saltó de la cama y corrió a los brazos de Robert. Pequeña embustera. Los miré divertida— ¡Iremos a los caballos Alex!

—Diviértete linda —le di un beso en la mejilla.

—Las veo en un rato —dijo Robert y salió con Luvia que cantaba en voz alta por todo el pasillo.

Y bueno yo quería seguir durmiendo, así que Lena debía largarse. Cuando me giré para decirle que se fuera y pedirle que le dijera a mamá que me despertara hasta la cena, hubo algo raro. Lena tenía esa mirada rara que siempre era señal de malas noticias. ¿Tenía algo que decirme?

Me metí de nuevo a la cama y me cubrí con las mantas hasta la barbilla. Ella sólo tocó su barriga. El pequeño bultito que apenas comenzaba a salir.

—Creo que será mejor que te levantes ya y tomes un baño.

—¿Estás loca? —pregunté entre risas—, dormiré hasta tarde y nadie hará que cambie de opinión Lena.

—Alex...

—Así que —interrumpí— cuando salgas, cierras la puerta.

—¡Déjate de estupideces!

Bajó las mantas de un fuerte tirón. ¿Y ahora qué? La miré fijamente, hasta que se levantó y fue a mi armario. Escuché como abría los cajones, todos. No tenía ganas de cambiar de guardarropa. Sólo quería que se largara y me dejara dormir. ¿Era mucho pedir? De mala gana, fui a ver lo que hacía. Varios vestidos estaban regados en el piso, al igual que zapatos y otras de mis cosas.

—Vas a recoger eso antes de irte,  Helena.

Me miró de nuevo. Jamás le decía por su nombre completo. Sí, estaba molesta.

—Quería venir a hablar contigo antes que mamá o papá lo hicieran con su manera tan poco sutil. 

—¿Hablar de qué?

Antes de que pudiera responder, alguien tocó la puerta. La cabeza de Greta apareció detrás de la puerta y no venía sola, venía con una enorme sonrisa en ese regordete rostro.

—¿Qué ocurre? —pregunté con el tono más amable que encontré. Mi mañana no había empezado nada bien.

—Buenos días, Alteza, su madre me ha pedido que prepare el baño y la ayude a prepararse.

"El Elemento Perdido #2: Agua" ⚠️ Disponible Hasta El 31 De Diciembre⚠️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora