"El Elemento Perdido #2: Agua...

By DanielaHernandez1940

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Todo ha vuelto a la normalidad en Caudentry. La familia Vasilith esta más fuerte que nunca con el regreso de... More

PRÓLOGO
"CAPÍTULO 1"
"CAPITULO 2"
"CAPÍTULO 3"
"CAPITULO 4"
"CAPITULO 5"
"CAPITULO 6"
"CAPITULO 7"
"CAPITULO 8"
"CAPITULO 9"
"CAPÍTULO 10"
"CAPITULO 11"
"CAPITULO 12"
"CAPÍTULO 13"
"CAPITULO 14"
"CAPÍTULO 15"
"CAPÍTULO 16"
"CAPÍTULO 17"
"CAPITULO 18"
"CAPÍTULO 19"
"CAPÍTULO 20"
"CAPÍTULO 21"
"CAPITULO 22"
"CAPÍTULO 23"
"CAPÍTULO 24"
"CAPÍTULO 25"
"CAPÍTULO 26"
"CAPÍTULO 27"
...
"CAPÍTULO 28"
"CAPÍTULO 29"
"CAPÍTULO 30"
"CAPÍTULO 31"
"CAPÍTULO 33"
"CAPÍTULO 34"
"CAPÍTULO 35"
"CAPÍTULO 36"
"CAPÍTULO 37"
"CAPÍTULO 38"
"CAPÍTULO 39"
"CAPÍTULO 40"
"CAPÍTULO 41"
"CAPITULO 42"
"CAPÍTULO FINAL"
¡TERCERA PARTE!

"CAPÍTULO 32"

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By DanielaHernandez1940

Daniel salió con Nathan para arreglar el carro y yo me quedé con Janine. Me permitió cargar al bebé por un momento mientras ella calentaba la cena. Nina también había llegado, pero a pesar de que insistió en ayudarle a Janine, ésta se negó y la mandó a descansar. Me había dado mucho gusto verla. Su cabello ya se estaba tornando gris, pero se veía llena de vida igual que siempre.

Ya eran casi las nueve de la noche y Daniel aceptó la idea de que nos quedáramos a cenar. El que llegáramos de sorpresa no fue muy de su agrado. Y era comprensible. No todas las personas aceptan que una pareja de completos extraños entre a su casa con el clásico de "un auto descompuesto", y mucho menos los invitan a cenar como si fueran amigos de toda la vida. Pero así era Janine, su confianza no tenía límites y Daniel, bueno él tenía que seguir los instintos de su esposa.

—Es un niño hermoso —era muy lindo y se había dormido muy rápido.

Sus mejillas eran regordetas y muy rosaditas daban ganas de darle una gran mordida.

—Muchas gracias —Janine sonrió al verme con el bebé—. No quiero incomodarte, pero, ¿cuánto tiempo tenías de embarazo?

—Cinco meses —respondí sin ganas—. Fue un embarazo muy complicado desde el principio. Y aún sigo asimilando la situación. Fue por eso que vinimos a despejarnos unos días, pero hasta el clima conspira en mi contra.

—Lo lamento tanto linda, pero no debes preocuparte, sé que tendrás otra oportunidad, después de todo aún eres joven, ¿qué edad tienes?

—Casi veintiuno.

—Esa edad tendrían mis hijas —dijo mientras sacaba la lasaña del horno.

—Las extrañas mucho, ¿cierto?

—Cada día —respondió rápidamente—. No he dejado de pensar en ellas. Cada noche subo y reviso sus habitaciones como si fuera a verlas ahí, Dëni con su celular o en el caso de Alexia leyendo alguno de los libros de Daniel.

—Perdón, ya no diré nada —debía parar.

—Está bien Cara —dejó los guantes en la mesa—. Es sólo que el destino a veces juega tan raro con nosotros. Las conocí siendo tan joven y ellas eran unas niñas, nunca me imaginé que pasaría algo así. Trato de estar bien por Daniel, y por mis gemelas, sobre todo por Tabi. Desde que Dëni murió la escucho hablar con ella, en su habitación, o al menos eso pasó al principio. Y ella nos dice que Dëni está bien y que regresará. Por eso decidimos ir a Londres un tiempo.

Hasta yo llegué a pensar que Tabitha estaba loca pero no era así. Ella sí hablaba con Dëni, cada vez que venía a Ravenville.

—¿Cuándo se marchan? —pregunté.

Dëni dijo que tenía ganas de verlos, tendría que avisarle antes de que se fueran por un largo tiempo.

—Tal vez en una semana, máximo dos.

Dëni tenía que venir cuanto antes.

—Mis gemelas apenas tienen ocho años, y han tenido muchas cosas para asimilar, pero eso no impide que sean unos monstruos —dijo como para cambiar de tema.

Escuché unas carcajadas en la parte de arriba y luego unos fuertes pasos en las escaleras, al parecer venían para la cocina.

—¡Mamá, Tabitha sigue asustándome! —su voz había cambiado tanto.

Ya no era tan chillona como la recordaba. Estaban creciendo muy rápido.

—Y parece que las invoqué.

Ambas aparecieron en la cocina. Se veían tan hermosas, habían crecido unos cuantos centímetros y ahora cada una tenía un corte de cabello distinto. Se quedaron ahí y sentí la mirada de Tabitha. Me estaba examinando de pies a cabeza. Y eso me hizo sentir un poco nerviosa.

—Niñas, saluden —Janine las tomó de la mano y entraron a la cocina—. Ella es Cara, llegó aquí con su novio Adrián.

—Es un gusto niñas —las saludé.

—Hola Cara, yo soy Tabitha y ella es Tasha.

—Hola.

Parecía que Tasha estaba molesta. A diferencia de Tabi que me miraba con mucha curiosidad, ella lo hacía con cierto ¿desagrado?

—Lávense las manos por favor, la cena ya está lista.

—Es muy tarde —dijo Tasha—. Ya no tenemos tanta hambre.

—Nos quedaremos viendo películas en el cuarto —Tabitha tomó la caja de cereal que estaba en la barra y luego salieron corriendo.

—¡Niñas! —gritó Janine.

—¿De nuevo el cereal?

Daniel y Nathan entraron por la puerta de la cocina. Se quitaron las chaquetas, estaban empapados.

—Sí —respondió Janine—. Me rindo por el día de hoy, y me quedo con mi pequeño Albert.

Le entregué al bebé y fui a lado de Nath. Me pasó un brazo por los hombros.

—¿Estás bien? —me preguntó al oído.

—Eso creo.

—Llevaré al bebé con Nina, así no podrán despertarlo, Daniel cielo, puedes sacar platos y ya sabes, lo demás.

—Claro.

Janine salió de la cocina y nos quedamos con Daniel. Por cómo nos miraba, sabía que estaba esperando a que robáramos algo para poder llamar a la policía. Eso no había cambiado.

—Muchas gracias por tenernos aquí —dije—. No era nuestra intención molestar.

—Le cayeron bien a mi esposa —respondió mientras acomodaba los platos y los cubiertos en la mesa de la cocina—. Y no es ninguna molestia, pero deberían considerar cambiar de auto o terminarán en la casa de más personas y no creo que todos sean como nosotros.

—Tiene razón.

—¿Y qué los trajo hasta aquí? —preguntó Daniel— Aún no hay muchos turistas por aquí, y menos con este clima.

—Sólo seguimos el camino —dijo Nathan—, hasta que nuestro auto ya no quiso...

—Y vivimos aquí hace un tiempo —Nath me miró como si estuviera loca—, incluso fuimos a la escuela con sus hijas.

Daniel dejó el plato a medio poner en cuanto dije eso. Nos miró con mucho cuidado. Él conocía prácticamente a todos en este pueblo. Estaba tratando de recordarnos.

—Espero y no les importe, pero no cenamos en el comedor —dijo Daniel como si ya hubiera olvidado mi comentario.

—No, no hay ningún problema —respondí—. La comida se va al mismo lugar sin importar en donde la comas.

Rayos.

Daniel me observó por un momento y luego siguió buscando cosas en los cajones.

—Mi hija solía decir eso —era una idiota—. Cada vez que no quería cenar con nosotros. Es raro escuchar que alguien lo diga igual que ella.

Daniel fruncio el ceño al escuchar lo que dije.

Estoy aquí papá. Soy yo, Alexia.

—Suele pasar —intervino Nathan.

—Claro, puede ser —dijo Daniel sin dejar de mirarme.

—¡Listo! —y Janine apareció en la cocina— Ya dejé a mi bebito con Nina, hay que cenar.

...

—Muchas gracias por todo, la cena fue fantástica, pero seguiremos nuestro camino ahora que la lluvia paró un poco.

—Niñas, despídanse —les dijo Daniel.

Las había hecho salir de la habitación para que bajaran a despedirse, pero Tasha se fue corriendo sin decir nada.

—Discúlpenla —Janine miraba hacia donde se había ido—, ha sido así por un tiempo.

—Pero yo no.

Tabitha le dio la mano a Nathan y a mí me sorprendió cuando me rodeó con sus brazos. Bajé un poco para poder estar a su altura y le devolví el abrazo.

—Sabía que eras tú Alex —dijo en mi oído—. Dile a Dëni que la extraño mucho.

Me quedé helada al escuchar que me llamaba por mi nombre. ¿Cómo rayos era posible?

—Guarda el secreto Tabi —le di un beso en la mejilla y me aparté de ella.

Daniel y Janine nos miraron de manera muy curiosa.

—Son adorables, bueno, todos ustedes, son una familia hermosa —Janine le dio a Daniel el bebé y me dio un abrazo también.

—Muchas gracias linda, les deseo lo mejor a ti y tu novio.

—Cuando vuelvan a venir de camping —dijo Daniel—, ya saben dónde encontrarnos, claro, cuando estemos aquí de nuevo.

¿Una invitación del señor Raven? Digno de grabar como evidencia de su amabilidad. Algo que muy pocos creían de él. Pero yo lo conocía, y esto lo estaba diciendo en serio.

—Muchas gracias, Daniel —Nath le dió la mano.

—Es hora de irnos Adrián —los miré por última vez—. Me alegró mucho verlos, quiero decir conocerlos.

Me moría por decirle "papá" al menos una vez. Pero no arruinaría esto, así estaba bien. Tomé a Nath de la mano y fuimos hacia el auto. Nos dijeron adiós desde la puerta. Ya no podían verme, gracias a Dios, o hubieran visto las lágrimas que salían de nuevo.

—¿Estás bien? —preguntó Nathan.

—De maravilla —y entré al auto.

...

Salimos del portal y ya éramos nosotros. Aún teníamos que cambiar de ropa. Apenas y estaba amaneciendo y no había señales de algo malo.

—De vuelta a la realidad.

—¡Por fin llegan! —Dëni venía corriendo hacia nosotros.

—¿Qué te pasa? —se veía muy alterada.

—¡Lena está dando a luz y todos están a punto de llegar!

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