"El Elemento Perdido #2: Agua...

By DanielaHernandez1940

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Todo ha vuelto a la normalidad en Caudentry. La familia Vasilith esta más fuerte que nunca con el regreso de... More

PRÓLOGO
"CAPÍTULO 1"
"CAPITULO 2"
"CAPÍTULO 3"
"CAPITULO 4"
"CAPITULO 5"
"CAPITULO 6"
"CAPITULO 7"
"CAPITULO 8"
"CAPITULO 9"
"CAPÍTULO 10"
"CAPITULO 11"
"CAPITULO 12"
"CAPÍTULO 13"
"CAPITULO 14"
"CAPÍTULO 15"
"CAPÍTULO 16"
"CAPÍTULO 17"
"CAPITULO 18"
"CAPÍTULO 19"
"CAPÍTULO 20"
"CAPÍTULO 21"
"CAPITULO 22"
"CAPÍTULO 23"
"CAPÍTULO 24"
"CAPÍTULO 26"
"CAPÍTULO 27"
...
"CAPÍTULO 28"
"CAPÍTULO 29"
"CAPÍTULO 30"
"CAPÍTULO 31"
"CAPÍTULO 32"
"CAPÍTULO 33"
"CAPÍTULO 34"
"CAPÍTULO 35"
"CAPÍTULO 36"
"CAPÍTULO 37"
"CAPÍTULO 38"
"CAPÍTULO 39"
"CAPÍTULO 40"
"CAPÍTULO 41"
"CAPITULO 42"
"CAPÍTULO FINAL"
¡TERCERA PARTE!

"CAPÍTULO 25"

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By DanielaHernandez1940

—No puedo creerlo —nos sentamos de nuevo en la cama—. Ten cuidado.

—Cedric no voy a romperme —le dije para que me quitara las manos del vientre.

Era muy gracioso verlo así.

—Es que no puedes hacer esfuerzos, además nada de magia, me dijeron lo que hiciste y...

—Basta —corté la conversación.

Ni yo me estaba preocupando tanto. Dëni, Vanessa y Greta se habían encargado de eso. Cada mañana desde que la noticia quedó confirmada me trataban como si fuera a romperme y honestamente era muy estresante. No necesitaba que Cedric se uniera a eso.

—No debes preocuparte, todo está bajo control.

Me metí de nuevo a la cama. No tenía ganas de levantarme. Clara me había dicho que los síntomas se presentaban de manera muy distinta y al parecer con muy pocos meses, mi único síntoma era que parecía oso. Dormía todo el maldito día. Y eso había sido muy difícil, pues Adrián insistía en que un médico me viera. Creía que se debía a el esfuerzo que había hecho cuando los Zerkjis atacaron el palacio. Pero no era así.

—Ok, pero, ¿cómo lo has ocultado?, ¿o es que acaso ya saben? —preguntó.

—No, obviamente no lo saben —respondí de mala gana—. Además, no han estado prestando mucha atención. Los problemas con los ataques es algo primordial.

En el último mes, el número de ataques subió como la espuma. Pero ya no eran hacia nosotros. Atacaban pequeñas aldeas, dejando una devastación total. Vanessa y Dëni estuvieron un tanto aliviadas al ver que Nath no volvió con ellos. Se había quedado con Cara. Pero incluso ellas sabían que el que se quedara aquí no significaba que ya no estaban con ellos. Ahora podía tener órdenes muy diferentes. Sólo abandonó el palacio para ir por Henrietta que insistía en ayudar. Pero no había nada ni nadie a quién ayudar.

—Lo sé —Cedric se levantó y fue a la ventana—, jamás había visto una situación como esta, es tan, rayos, no tengo ni palabras para describirlo.

Se giró hacia mí y trató de darme su mejor sonrisa. Se veía tan cansado. Sus ojeras eran muy notorias, una discreta barba comenzaba a asomarse, todo su aspecto era desaliñado. Y él no era el único. Todos en el palacio nos encontrábamos así. La situación se estaba saliendo de control y poco a poco ganaba terreno. Los planes militares de Adrián ya no eran tan precisos y Damon apenas y podía interferir. Incluso Daniela; pidiéndole a sus hermanos dejarla dirigir algunas de las misiones, pero todas esas peticiones fueron rechazadas. Ya no querían ni siquiera mandar a las tropas. Se iban en grandes números y eran muy pocos los que volvían.

—Mi padre le recomendó a Robert que no vuelvan —agregué—. Al parecer las tierras de tu familia no están siendo blancos fáciles como las nuestras.

—¿Quieres decir que Lena no sabe acerca de tu estado? —preguntó sorprendido.

La verdad no estaba muy segura de cómo iba a reaccionar Lena con todo ese asunto. Y no tenía ganas de enfrentarla en estos momentos. Lo mejor era que ella permaneciera con los Hathaway por un tiempo al menos. Nuestra familia estaba siendo blanco principal para los ataques. No necesitábamos a Luvia aquí ni a Lena. Ellos tenían que estar a salvo.

—Se fueron antes de que incluso me diera cuenta. Ya llegará el momento, pero ahora que ya volviste, tenemos que decirles a mis papás.

...

La cena estaba muy tranquila a decir verdad y aunque me hartaba a veces, extrañaba a Luvia. Nos encontrábamos Adrián, Katrina, Damon, Daniela, Cedric y yo y una gran sorpresa, Carl también estaba ahí. No habíamos hablado mucho desde la muerte de Jillian pero al menos parecía un poco más animado. Daniela le platicaba algo con mucho entusiasmo y Carl sonreía cada vez que decía algo típico de ella. Tenía un buen presentimiento de estos dos. Lo cual era algo intimidante.

¿Cómo demonios les diría que tendríamos un bebé?

—Y bien Cedric —Damon por fin rompió el silencio—, ¿cómo estuvo todo por allá?

Al parecer la pregunta no fue muy del agrado de Cedric pues su cara se tornó un tanto incómoda, ¿o era por Damon?

—Mi padre le envió los mensajes necesarios a Adrián —respondió—, y no es nada que no sepas. Los Cornelius nos culpan, y no piensan cooperar.

—Esto no es nuestra culpa —Daniela parecía molesta—. Esa gente está loca, el fin que buscan es estúpido. Quieren vivir bajo una autoridad distinta, pero ellos no darán un mejor gobierno.

—Dígales eso —Cedric se encogió de hombros—. Arthur tiene sus ideas y es lógico, le preocupa la integridad y seguridad de su reino. Y fue muy claro en decir que Adrián tiene que solucionar esto solo.

—No los necesito —Adrián nos miró—. El reino de los Cornelius es el más pequeño de todos, es claro que por eso no se interesan en ellos. Será problema suyo si los atacan entonces.

—¿No los ayudarías? —preguntó Damon.

Parecía sorprendido ante lo que Adrián había dicho. Yo no hubiera preguntado. La respuesta era más que clara.

—Tenemos a los Tornander de nuestro lado —respondió Adrián—, para mi es suficiente Damon.

Los dos se miraron fijamente y entendí a lo que todos se referían cuando hablaban sobre la relación de estos dos. Jamás estaban de acuerdo en nada.

—Pero tengo fe en que Ariana convenza a su padre —Cedric estaba muy nervioso.

Tomé su mano y le di un leve apretón sólo para que se calmara un poco.

—Ojalá y esa niña ascienda pronto al trono —dijo Adrián—, Arthur ya no sabe lo que es bueno para su reino.

Ariana Cornelius apenas tenía veintitrés años y era la hija mayor de los Cornelius. Su mano era muy valiosa para todos aquellos que la pedían en matrimonio, pero hasta ahora, no había aceptado ninguna.

—Igual que tú hermanito —escuché a Daniela.

Habló muy bajito y apenas yo pude oírla. La miré y ella se dio cuenta que había escuchado. Sonrió como si nada y terminó su copa de vino. Era claro que no le importaba lo que Adrián pensará acerca de los Cornelius. Se creía el rey perfecto cuando en realidad no lo era.

—Cedric y yo seremos papás —solté de repente.

Cedric escupió el vino, regándolo en la mesa. Todos se quedaron en silencio. Adrián me miró fijamente. Sentía que los ojos se le saldrían de las cuencas. Daniela y Damon por su parte parecían muy normales, lo que me llevó a pensar que quizás Damon ya lo sabía gracias a Daniela.

—¿Qué? —Katrina estaba en shock.

—Tengo poco más de dos meses.

—¿Cuándo pensaban decirnos? —preguntó Adrián en un tono muy serio.

—Lo estoy haciendo ahora.

—Su Majestad —Nathan apareció en la entrada del comedor—, me han pedido traerle esto.

—Ahora no James —Katrina no dejó de mirarme.

Nathan se dio cuenta de que todos nos miraban a Cedric y a mí.

—Claro, yo, supongo que puedo volver después.

—Está bien James —Adrián lo miró y éste entró—. Querida, sólo es una pequeña plática.

Nathan se quedó indeciso, pero al final fue con mi padre. Llevaba un pequeño sobre de color rojo. Tenía un sello, pero no pude distinguir de quién era. Cuando Adrián abrió el sobre y leyó la carta se levantó de inmediato de la silla. Fue hacia la ventana y se quedó mirando como si buscara algo.

—¿Padre que ocurre? —pregunté al ver que no se movía.

—¡Majestad, cuidado!

Nathan se abalanzó contra a él y lo quitó de la ventana justo cuando una gran roca se estampó donde estábamos. Fue un milagro que todos tuviéramos tiempo de apartarnos antes de que nos aplastara. Era gigante. Se impactó en una de las paredes y pedazos de ellas cayeron encima de nosotros. Cedric estaba encima de mí, cubriéndome con su cuerpo. No podía ser posible que nadie anticipara los ataques. Siempre llegaban sin que nos diéramos cuenta y parecía que ese sería su plan hasta que por fin acabaran con nosotros.

—¡Daniela! —Damon gritó el nombre de su hermana.

¿Dónde rayos estaba? El palacio estaba temblando por todas las rocas que se impactaban en el y ahora otra venía.

—¡Salgan de aquí! —gritó Adrián mientras Nathan lo ayudaba a ponerse de pie— ¡Katrina váyanse!

—¡No te dejaremos sólo! —respondió Katrina— ¡Cedric saca a Alexia de aquí, que se oculte!

Mis padres salieron corriendo del comedor junto con Nathan. Los impactos eran cada vez más fuertes. Era claro que querían derribar el palacio.

—¡Daniela! —gritó Carl.

Aparté a Cedric y busqué a mi tía. No la veía en el comedor y estaba segura de que ella no había salido de ahí.

—¡Debajo de las piedras! —señaló Cedric.

—¡Una más! —Carl fue hacia nosotros y nos ocultó con su enorme cuerpo.

Maldición. Teníamos que ayudar a Daniela. Damon se levantó del suelo y alzó sus manos. La gran roca se detuvo a medio camino y la lanzó de nuevo hacia ellos. Fui con Daniela para sacarla. Removí las piedras que tenía encima. Tenía la cara llena de sangre y estaba segura de que, si la movía más, su brazo se zafaría por completo.

—Alex tienes que irte —susurró—, tu bebé, vete.

Los gritos no se hicieron esperar. Teníamos que llegar al escondite. Los miembros de la corte y los sirvientes ya tenían que estar ahí. Ahora los guardias debían encargarse.

—¡Damon, llévalas al estudio de Adrián!

Katrina apareció en la entrada. Su vestido estaba hecho pedazos y lleno de tierra. Traía una espada en la mano. Jamás la había visto así.

—¡Carl ayúdalas!

—Tengo que ir con ellos Alex, escóndete por favor— Cedric me dio un rápido beso y salió corriendo detrás de mi madre.

Tenía que irme y buscar a las chicas. Ellas tenían que estar a salvo también.

—Carl llévala a ella, tengo que buscar a...

—Tu hermana —¿qué? —. Las conocí en Ravenville Alex, ¿acaso pensaste que no lo sabía?

—¡Alexia, quédate aquí! —gritó Damon.

Salí corriendo del comedor y fui hacia las escaleras. Era estúpido que hiciera esto, era una maldita imprudente.

—¡Alteza, tiene que salir de aquí! —uno de los guardias venía por las escaleras, pero lo ignoré.

Llegué al corredor, tenía que ir a mi habitación y ver sí ellas estaban ahi. Una de las puertas se abrió y alguien me tomó del brazo. Comencé a pelear hasta que me di cuenta de quién era. Nathan.

—¡Qué demonios haces aquí!, tu madre dijo que tenías ocultarte.

—Tengo que encontrarlas —dije tomando aire.

Me había cansado mucho en las escaleras.

—Eres una idiota, te quieren a ti, tienes que esconderte.

—¡No me esconderé mientras la gente muere por mí!

—¡Es su deber! —me tomó de por los hombros y aún en este cuarto oscuro podía sentir el brillo de sus ojos sobre mí— No sólo eres tú Alexia, ahora hay otra vida que depende de la tuya.

—Como si te importara —ahora iba a decirme que luego de casi matarme, ¿se preocupaba por mí y mi bebé?

—Siempre me has importado, lo juro Lexi.

Lexi. Odiaba cuando él me llamaba así. Sabía que detestaba que ese nombre, pero a la vez era maravilloso escucharlo de sus labios. Al principio dudé, pero tomé su rostro entre mis manos y lo besé. Lo besé como había querido hacerlo desde el momento en que supe que estaba vivo. Pero ahora las circunstancias eran distintas y este beso era como traicionar a Cedric.

¿De verdad te importa?

Se apartó de mi poco a poco y me mantuvo contra su pecho. ¿Y ahora qué?

—Tienes que quedarte aquí Alex, buscaré a mis hermanas y ayudaré a Cedric —me dio un rápido beso y me dejó en la habitación.

Me quedé ahí parada. Cuando sentí el temblor nuevamente, recordé lo que estaba pasando. Había un ataque. Y yo tenía que ayudar.

—Lo siento Nathan —salí de ese cuarto y me dirigí al único lugar en donde estaba segura de poder ayudar sin que nadie me interrumpiera.

Seguí corriendo hasta que por fin llegué a la puerta que daba a la torre. Era un caos total abajo. Los guardias peleaban como podían, pero los Zerkjis parecían ser más poderosos.

—Denme fuerza.

Cerré los ojos y extendí las manos hacia donde estaban todos. Tenía que concentrarme. Un fuerte crujido sonó por todo el lugar. El piso comenzó a partirse en dos. Desde ahí, pude ver como la gran grieta se tragó a todos aquellos que estaban en el patio. Los guardias del palacio buscaron algún lugar para no ser tragados también. En pocos segundos, la tierra dejó de moverse al igual que todo el lugar. En un momento ya no sentía las piernas. Nathan estaba detrás de mi justo a tiempo para atraparme.

Demonios.

—Tranquila, todo está bien

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