En la mañana todo parecía un poco más normal. La gente aún estaba limpiando el desastre que quedó. Y podía escuchar los susurros en la corte, acerca de mi y de lo que había hecho con aquellas personas. Decidí ignorarlos, después de todo ya no importaba. Adrián ya debía saberlo, pero no dijo nada. Había tenido la oportunidad de preguntar pero no lo hizo.
Dëni ya había llegado a mi habitación y me ayudó a vestirme. Se veía desanimada y el golpe de la cara solo lograba que se viera peor. Vanessa estaba con Greta preparando el desayuno.
—Alexia, debes tener mucho cuidado de ahora en adelante.
—¿De qué hablas? —pregunté.
—Estas embarazada —respondió como si fuera obvio—. Ya no más espectáculos de magia como el de ayer. Caíste como costal de papas justo después de hacer eso y ahora una personita depende de ti.
—Pero...
—No hay peros. Así tenga que meterte en un búnker mil metros bajo tierra, lo haré con tal de que no les pase nada.
—De acuerdo.
Me dio un rápido abrazo y terminó de ajustar mi vestido. Tocaron la puerta.
—Adelante.
—Dios mio, estás bien.
Cara entró como bala y fue hacia mí. Me abrazó fuertemente y luego me examinó de pies a cabeza.
—Vinimos en cuanto pudimos, estaba muy preocupada por ti, bueno por todos —no sabía qué decir—. Hola Dëni, Dios, no puede ser, tu ojo.
—Hola Cara —saludó Dëni—. Si, me convertiré en pirata, aún debo buscar el parche.
Cara rió ante el comentario de Deni. Yo en cambio no quería verla.
—Veo que por fin las conoces, mamá me dijo que le pediste a la reina que fueran tus nuevas doncellas, algo que me sorprendió un poco.
—No hay nada de que sorprenderse —mi tono no fue nada efusivo—. Sólo fue una idea. Y muy benéfica. Son excelentes peleando.
—Claro —Cara fue hacía la puerta—, James, tu hermana esta aquí.
Pude ver como Dëni apretó los puños en cuanto escuchó ese nombre. ¿Cómo podía atreverse a poner un pie aquí? Nathan apareció en la puerta y Cara lo tomó de la mano para que pasara. Ok. Podíamos ser muy amigas pero él tenía que mostrar respeto.
—Alexia, es el James, del que...
—¿Acaso no tienes modales? —pregunté— Estás ante la hija de los reyes.
Cara me miró confundida, pero luego se dio cuenta de que no me refería a ella, sino a él. Nath hizo una reverencia ante mi.
—Mucho mejor y no es necesario que nos presentes Cara —me di un último vistazo en el espejo.
—¿Ya lo conocías?
—Claro que no, pero no es necesario que lo conozca.
—Estaba buscando a mis hermanas, Alteza —dijo muy tranquilo.
Caminó hacia donde estaba Dëni con la intención de tocarla pero ella se apartó.
—Oh, oh, alto ahí muchachito, burbuja individual —Dëni dibujó una cruz en el aire—. No estoy de humor, hermanito.
—Sólo quería saber cómo estaban, eso es todo.
—Si dejamos a un lado mi ojo morado, mi costilla rota y el pie torcido de Nessie, estamos de maravilla.
—No puedo creer que las hayan atacado —Cara parecía muy preocupada—. Es algo horrible.
—Teníamos que defendernos, aunque ese hijo de perra fue más fuerte que yo —Dëni hizo énfasis en el insulto y hasta yo me sentí incómoda.
—Dëni, ya traje el desayuno...
Vanessa apareció en la puerta y se quedó ahí parada. Miró con los ojos muy abiertos a Nathan, como si no diera crédito a lo que veía.
—¡Nuestro hermanito volvió, Nessie!, le preocupaba encontrar nuestro cadáver pero todo esta bien, ¿no es así?
—Creo que te veré abajo, James —Cara dijo—. Parece que tienes mucho de que hablar con tus hermanas.
—Gracias cuñadita.
—Ya basta Dëni —Nathan la tomó por el brazo cuando Cara se fue—. Tengo que hablar con ustedes.
—Pueden hablar en su habitación Dëni —le di una última mirada a Nathan—, yo bajaré a desayunar con mis padres, necesito saber si tienen noticias de Cedric.
—Gracias Alteza —dijo Vanessa.
—Ay ya deja de fingir —Dëni se soltó del agarre de Nath—, ya se fue, y tú no te atrevas a tocarme de nuevo sí no quieres que te deje el ojo peor que el mío.
—¿Quieres dejar de comportarte así?
—No, no quiero, es lo mínimo que te mereces imbécil, ayer cruzaste el límite.
Nathan me miró a mi. Podía prenderle fuego ahora mismo.
—Todos aquí sabemos a lo que nos enfrentamos Dëni, en especial nosotros
—¡Eso no te da ningún derecho para hacer lo que se te venga en gana!
—Nath pudiste lastimarnos, y también a Alexia —Vanessa le habló de manera más tranquila.
—¿Ahora te preocupa?, después de todo lo que hemos pasado por ella, ¿quieres que sea piadoso?
No sabía por qué rayos estaba ahí parada escuchando todo lo que decían. Lo mejor era irme.
—¡Esta embarazada grandísimo idiota! —gritó Dëni.
Bravo hermanita. Nathan me miró fijamente. Y por un momento algo cambió en él. Parecía... arrepentido. Pero ya no sabía si era bueno creerle.
—No espero una felicitación, sólo para que lo sepas —mi voz casi se quebró pero me controlé—. Aunque sería bueno que me dieras al menos un regalo.
—Ya basta, nosotros tres tenemos que hablar.
Vanessa los tomó del brazo a los dos y se fueron por mi closet.
Cuando salí vi a Cara, estaba sentada en las escaleras. Era claro que no entendía nada de lo que pasaba entre esos tres. Y no necesitaba entenderlo. Era lo mejor para ella.
—Nunca terminan de soprenderme, son bastante raros.
—Que bueno.
—Alexia espera —Cara fue tras de mi—, tengo que preguntarte algo.
—¿Es algo urgente? Tengo que ver a mis padres.
Relájate.
—Tu madre habló conmigo esta mañana y debo decir que me sorprendió cuando dijo que ahora tengo que estar con ella.
—¿Y por qué te sorprendes? —pregunté.
No era muy difícil de entender. Ahora su lugar era con la corte de mi madre.
—Bueno pues, no lo sé, pareciera como si te hubieras librado de mi finalmente.
¡Bingo!
—No seas ridícula Cara —traté de sonar lo más indiferente posible—. Vi potencial en esas chicas, eso es todo. Además tú te fuiste con tu prometido, ¿cierto? Tienes cosas en las cuales preocuparte y eso no te dejará tiempo para estar aquí. Te estoy dando lo que querías, una vida lejos de la corte y tu madre.
—Sí, pero yo...
—Y ahora si me disculpas, tengo cosas más importantes que hacer, que preocuparme por tu trabajo y tu vida en este lugar.
Me di la vuelta dejándola ahí. No tenía ganas de hablar con ella. Ya bastante se había arruinado mi día viendo a Nathan ahí, queriendo arreglar todo como si nada hubiera pasado. Y Cara, bueno, ya se le pasaría. No había nadie en el comedor. Genial. Tendría que desayunar sola. ¿Dónde diablos estaban?
—Se fueron hace unos minutos —Greta salió del estudio de Adrián—. Dijeron que no tardarían.
—¿Se fueron todos?
—Su madre aún sigue dormida, pero sus tíos se fueron con el rey.
—Muy bien, supongo que desayunaré en la biblioteca.
—Claro, le diré a alguien que lleve todo para allá.
No sabía cómo estaban ellas. Ni Clara. Habían desaparecido durante el ataque.
—¿Estás bien Greta?
—Sí señorita —respondió con su usual sonrisa—. Pudimos llegar a uno de los cuartos. Aunque, debo pedirle una disculpa y entenderé si no la acepta.
—¿De qué hablas?
—La dejamos ahí, tuvimos que defenderla, y más en el estado en el que se encuentra. Fuimos unas cobardes.
Parecía muy avergonzada por ellos pero realmente no me importaba. Me aliviaba saber que estaban a salvo y que nadie más salió herido.
—No debes disculparte, fue instinto, existirán ocasiones en las que tu vida debe ir primero Greta, sólo tu vida, así que no te preocupes, todo esta bien.
Sacó un pañuelo de su mandil y limpió sus mejillas. Ni siquiera noté que estaba llorando.
—Y si ves a las chicas diles que las espero en la biblioteca —me di la vuelta pero Greta me llamó.
—Casi lo olvido —sacó un sobre de su mandil y me lo entregó—. Me la dieron anoche, es una carta del joven Cedric.
—Gracias Greta.
...
Querida Alexia
No tienes ni la más mínima idea de la desesperación que me invade en estos momentos. Nada quisiera más que estar contigo ahora mismo. Pero mi "deber" me lo impide y por deber me refiero a mi padre. Insiste en que esté con él como una sombra inútil. Pido a los Dioses que los días pasen más rápido sólo para estar a tu lado. Y también les pido que estés bien y que te protejan de cualquier mal. Me moriría si algo te pasara. Lo único que me alivia es la imagen que tengo de ti grabada en mi mente y en mi corazón. Es lo único que me da paz. Haber estado contigo, aunque fuera así de inesperado, me da un motivo para estar tranquilo y saber que unos días estaré a tu lado de nuevo. Por favor, no te pido que respondas esta carta, sólo te pido que te cuides. Las cosas se pondrán difíciles, pero no puedo decírtelo por medio de este mensaje. Regresaremos a casa en un mes aproximadamente. Anhelo tenerte entre mis brazos de nuevo.
Te amo. Sabes que lo hago y que siempre lo haré.
Cedric.
Un mes. Un maldito mes. Miré mi vientre. ¿Cómo estaría para ese entonces? No podía decirle nada a mis padres todavía. Cedric no era de mucha ayuda, pero lo necesitaba aquí para enfrentar esto juntos.
...
Maldición. La cama se estaba volviendo muy incómoda. Ya de por si era difícil ocultar el pequeño bultito en el palacio y para colmo ahora no podía dormir. Si esto era ahora no quería ni imaginar cómo serían los siguientes meses. Y apenas iba en el segundo mes. Qué horror.
El colchón se hundió de un lado. Pude sentirlo. Unos labios se posaron en mi frente, dejando un suave beso.
—No te vayas —lo tomé de la mano antes de que se levantara de la cama. No tenía ni idea de qué hora era.
—No quería despertarte, Greta dijo que necesitabas descansar.
—¿Qué hora es? —me senté en la cama. La luz del sol entraba de lleno a mi habitación.
—Casi las doce. Llegué hace un rato, las cosas están mal Alex y mi padre me envió de vuelta.
¿Las cosas? ¿Más ataques? Acaso ese era su plan, ¿estar tranquilos un tiempo y después atacar de nuevo?
—¿Y Magnus?
—Llegará en unos días, y tendremos refuerzos, yo creo que con esto de la boda...
En este punto, la boda me importaba un comino. Había cosas más importantes de las cuales preocuparse.
—Eso no importa ahora Cedric. Tengo una noticia que darte —dije antes de que siguiera hablando.
—¿Qué ocurre? —preguntó mientras se acomodaba a mi lado en la cama.
Respiré profundamente y quité las sábanas de encima. Me senté poco a poco y tomé sus manos. Me miró un tanto extrañado. Tenía las manos heladas igual que yo. Cuando las puse sobre mi vientre sus ojos se abrieron con sorpresa al notar el pequeño bulto. Ya no había duda alguna.
—Pero, Alex...
—Espero y no te importe, pero no quise decírtelo por carta —susurré—. Vamos a ser padres.
En contraste con la luz se veía totalmente blanco.
Vamos Cedric, di algo. Una sonrisa comenzó a aparecer en su rostro y sin pensarlo me levantó entre sus brazos y dimos vueltas.
—¡Voya ser papá!