Tres semanas y media después del accidente
Edificio de la Policía de Buenos Aires
En una sala callada, oscura y estrecha se encontraba un joven de veinticinco años, de Córdoba, Argentina, estaba esposado. Llevaba dos días en ese lugar.
Frente a este, estaba un hombre de treinta y seis años con un traje sastre, llevaba la placa colgada en su chaleco que traía encima del traje.
-No entiendo porque me tienen aquí, les dije que yo no tengo nada que ver con el accidente de Carolina.- dijo frustrado. Estaba cansado, se encontraba en un lugar injustamente, moría de sed y de hambre. Jamás lo habían tratado tan mal.
Dos días antes él iba saliendo de su trabajo, estaba por conducir en su viejo chevi azul marino cuándo la Policía llegó, lo esposaron y de un momento apareció en ese lugar que lo tenía devastado.
-Las evidencias dicen lo contrario- atacó el detective Cranston- encontramos los mensajes en su celular, además de que el auto que fue denunciado por el accidente, fue encontrado en un estacionamiento que esta atrás de su casa.
-Eso no prueba nada, puede ser de algún vecino.- se defendió.
-No, porque además se encontraron papeles en los que el automóvil esta a su nombre.
-Se los dije ayer, antier y se los seguiré diciendo; ese auto nunca antes lo había visto.
-Y justo lleva las placas que usted le describió a la señorita Kopelioff por mensaje.
-No tengo idea de que pasó- suspiró frustrado, no sabía que hacer- sí, las placas si son de mi auto, el cuál es un chevi, y si ya tiene más de un mes que me las robaron.
-Eso, o decidió cambiar el auto para que así no podamos culparlo por el accidente.
-Tengo ese chevi desde los veinte años, y en cinco años no he comprado otro.
-Puede decir todo lo que quiera, pero todas las pruebas apuntan a que es usted el culpable.
-¿Qué quiere que haga para que me crea?, no tengo nada que ver con Carolina.
-No puede hacer nada, el auto es suyo, al igual que el celular- se levantó el detective y caminó hacia la puerta- sólo es cuestión de tiempo para comprobar su culpabilidad y encerrarlo tras unas rejas.- le guiñó un ojo de forma modesta y salió del lugar.
Carlos gritó frustrado, no sabía como mostrar su inocencia. No tenía idea de como habían llegado esos mensajes a su celular, al igual que jamás había visto el auto que le mostraron por unas fotos ayer. Hace un mes y medio le habían robado las placas, pero por falta de dinero no denunció nada, tomó prestadas unas que eran de su tío.
Tenía que comprobar que era inocente a como diera lugar, no estaba dispuesto a pagar por algo de lo que no era culpable.
Agustín llegó junto a los padres de Carolina hace media hora, los detectives les habían llamado a primera hora para decirles que tenían a Carlos desde hace dos días.
Leonardo y Patricia se quedaron hablando con la detective Álvarez y Agustín tras haber estado insistiendo, el detective Cranston lo había acompañado a ver al desgraciado que se había atrevido a lastimar a Carolina.
-¿Puedo hablar con él?- preguntó Agustín al detective, los dos observaban al chico desde un cristal, el chico no podía verlos, así que cualquier movimiento en falso lo incriminaría más de lo que ya estaba.
-Está bien.- dijo el detective y le indicó a un policía que trajera al chico que estaba tras el cristal.
Minutos después apareció el chico, llevaba el uniforme que recordaba Agustín habérselo visto el día que desayuno en el lugar del trabajo de este, traía unas esposas y en cuanto vio a Agustín se puso tenso.
-El joven Bernasconi quiere hablar con usted.- anunció el detective.
-No tengo nada que hablar con él.- dijo Carlos y trató de no hacer contacto visual con Agustín.
-Yo creo que sí- habló el morocho y se acercó al chico con esposas- ¿por qué?
-¿Por qué, qué?.- preguntó sin entender Carlos.
-¿Por qué le hiciste daño a Carolina?- el chico sintió como su corazón crujía, creyó que no sería tan difícil ver a la cara al sujeto que se había atrevido a lastimar a su pequeña, pero se equivocó, sentía tanta ira y desprecio por la persona que tenía en frente que creía que en cualquier momento lo mataría- ¿qué te hizo?- gritó desesperado y tomó de la camisa al chico.
-Joven Bernasconi- se acercó el detective- será mejor que se tranquilice.
-Vamos, ¡dime a la cara que te hizo para que intentaras matarla!- gritó molesto sin importarle la presencia del detective.
-¡Yo no le hice nada a Carolina!- gritó exhausto el chico, se había cansado de estarlo diciendo los últimos días.
-Tranquilo, no ganará nada haciendo esto- los separó el detective y ordenó que llevaran a Carlos a la celda en la que estaba- estamos haciendo todo lo posible para poder declararlo como el culpable por el atentado contra Carolina Kopelioff- el detective trato de tranquilizar a Agustín que aún seguía echando humo- por ahora sólo es un sospechoso.
-Tengo que saber porque le hizo daño a Carolina, está más que claro que fue él- dijo molesto Agustín- pero tengo que saber porqué lo hizo.
-Lo averiguaremos, sé lo aseguramos.- prometió el detective y acompañó a Agustín con los padres de Carolina.
Una hora después, salieron de ese lugar, Agustín fue directo al hospital, necesitaba estar con Carolina. Cuándo entró a su auto se encontró con el sobre que había recibido hace unas semanas, y dentro de este había metido también la nota que encontró él, en el hospital. Lo había llevado para entregarlo a la Policía aunque no estaba tan seguro de hacerlo. Eran evidencia, sí, pero si había una pequeña posibilidad de que Carlos fuera inocente, no podría estar mandando notas mientras estaba siendo vigilado por la Policía. Si aparecía una nota más en estos días, eso sólo daría a entender que Carlos tal vez no era el culpable, y de ser así, él mismo encontraría al desgraciado y lo haría pagar por todo lo que estaba sufriendo Carolina.
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12 de mayo
Quito, Ecuador
-Amor, ¿en qué piensas?- preguntó la rubia a su novio, los dos estaban en una cama de playa, estaban solos mientras que todos los demás estaban en la piscina nadando.
Llevaba todo el rato pensando en Carolina, la veía nadando mientras se divertía con los demás en la piscina, estaba sonriendo y eso a él lo puso feliz, se veía hermosa cuando mostraba su sonrisa, hace mucho que no veía esa sonrisa y sintió un vuelco en su corazón.
-En nada.- dijo sin apartar la vista de la morocha. Llevaba un bikini negro que sólo la hacía verse más hermosa de lo que ya era, se podía ver su cuerpo lleno de pecas, esas pecas que tanto amaba. La noche antes de haberle roto el corazón, dejó un camino de besos en las partes de su cuerpo con pecas, quería volver a hacer eso. Extraña sentir la piel de la morocha bajo sus labios.
Carolina jugaba con Fausto, cuándo este la abrazó y alzó para aventarla al agua, Agustín sintió un nudo en su garganta, Carolina no paraba de reír por como actuaba Fausto y eso lo mataba de celos. Ella no dejaba de abrazarlo y este de pegarla más a su cuerpo.
-¿No quieres entrar a la piscina?- preguntó la rubia y Agustín negó, se dio cuenta de que él miraba en esa dirección- ¿Seguro?- Valentina abrazó por la espalda a su novio que estaba sentado en la orilla de la cama viendo atento hacia la piscina.
-Sí.- ignoró a la chica que estaba detrás de él abrazándolo.
Paso sus pies al rededor de la cadera del chico y lo atrajo más a ella, este se movió incómodo, Valentina comenzó a dar besos en los hombros del chico, se sacó la playera que traía puesta y dejó a la vista el bikini azul marino que llevaba.
Agustín ni siquiera volteó a verla, no podía sacar de su vista a la chica de bikini negro. Vio como Fausto se hundió y de un momento a otro Caro fue elevada, y se podía ver su cuerpo húmedo, se logró ver sólo la cara de Fausto que sostenía el cuerpo de la morocha.
El chico se levanto más y se pudo ver una porción de su torso, Carolina estaba sobre los hombros del chico, este agarraba a Carolina de las piernas evitando que se cayera, comenzó a caminar y en un abrir y cerrar de ojos había caído de los hombros del chico y habían comenzado a lanzarse agua, divertidos. Agustín gruñó.
Agustín se alejó de su novia y se puso de pie, las risas por parte de los chicos que jugaban en la piscina, comenzaron a molestarlo. Fue a la orilla de la piscina y se sacó su playera blanca de tirantes. Estaba por entrar al agua cuando su novia se paro junto a él.
-¿No era que no querías entrar?- puso sus manos en su cintura, y miró fijamente a su novio.
-Cambié de idea.- y sin que pudiera decir nada más, dio un clavado y entró a la piscina.
Nadó hacia el centro de la piscina donde estaban Carolina y Fausto, estos dos estaban muy cerca, ella tenía las manos en el cuello del chico y este la agarraba de la cintura. Agustín con una brazada que dio consiguió quedar en el medio de los dos.
Estos se separaron bruscamente, Carolina rodó los ojos cuando vio al chico que estaba a lado de ella. Fausto confundido observó a Agustín.
-Oh chicos, no los he visto.- mintió Agustín.
-Sí, no te preocupes, Agus.- dijo Fausto.
-Vaya que está rica el agua, por eso he decidido nadar- habló lo más relajado y comenzó a hacer movimientos para alejar a Carolina de Fausto- está justo para nadar, ¿no?
-Sí, muy rica.- dijo Fausto y notó la molestia en la cara de la chica.
-Vengan chicos, hay que nadar.- dijo Agustín y tomó de la mano a Carolina, esta se hizo a un lado y nadó hasta Fausto.
-Nada tu Agus, Caro y yo estábamos por salir.- dijo Fausto y tomó la mano de la chica, nadaban hacia la orilla, hasta que Agus volvió a tomar la mano de Carolina.
Esta trató de alejarse de él, pero él la jalo e hizo que se soltará de Fausto y que quedará muy cerca de él. Agustín tomó de la cintura a la morocha y sintió un gran alivio en cuanto sintió su piel, la pego más a él y Carolina molesta intentó zafarse de Agustín.
-Suéltame Agustín.- dijo en voz baja Carolina.
-Sólo nada conmigo un rato.- le suplicó con la mirada el morocho y esta siguió intentando ir con Fausto, este se acercó a los chicos y desafió con la mirada a Agustín.
-Agustín, mejor suéltala.- dijo tranquilo Fausto.
-Estoy hablando yo con ella, tú no te metas.- dijo con rabia y volteó a ver a Carolina. Estaba tensa y no dejaba de luchar por alejarse de él.
-Caro no quiere estar contigo, te ha dicho que no.- esta vez dijo un poco molesto Fausto, él sabía lo que el morocho le había hecho a su amiga hace unos días y no toleraba la actitud de Agustín. Odiaba ver a su amiga llorando por él, todas las noches lo hacía, no dejaba de culparse de todo y constantemente se insultaba a ella misma.
-Sólo quiero nadar un rato.
-Ve y nada con tu novia- dijo molesta Carolina, las palabras le dolieron decirlas a ella y para él, escucharlas, lo mataron- a mí déjame en paz.- Agustín se sintió tan miserable que soltó a Carolina, y esta aprovechó para alejarse de él e ir junto a su amigo.
Fausto tomó de la mano a Carolina y la puso detrás de él, debía de tener precaución, estaba consciente de que Agustín había sido cruel con Carolina, pero también se daba cuenta de que él realmente sentía algo por su amiga, no lograba ocultarlo, y Agustín celoso era lo que menos necesitaba Carolina en esos momentos.
-¿Podemos hablar Caro?- dijo Agustín y nadó hacia los dos. Carolina de inmediato retrocedió y Fausto hizo lo mismo, habían llegado a la orilla.
-No tengo nada de que hablar contigo Agustín- le pidió ayuda a Fausto para salir de ahí. Este la tomó de la cintura y la cargó para que logrará sentarse en la orilla de la piscina- ya todo está dicho Agustín- se levantó y vio fijamente los ojos con los que tanto soñaba por las noches- déjame en paz.- Fausto una vez fuera de la alberca, tomó la mano de su amiga y cubrió su cuerpo que no dejaba de temblar con una toalla.
-Caro, lo siento.- dijo Agustín una vez que logró salir de la alberca, se paró frente a los dos, y sintió que su mundo se iba abajo en cuanto vio a Fausto abrazar a su Carolina, alejándola de él.
Carolina estaba temblando y eso le partió el alma en dos, quería acercarse y tomarla entre sus brazos hasta lograr que se tranquilizara, pero esta vez su amigo era él que la reconfortaba. Hizo esfuerzos por no alejarlo de ella, no tenía derecho, pero lo mataba ver a su hermosa Carolina junto a alguien que no fuera él, sentía como se ahogaba con cada segundo que pasaba lejos de ella.
-Aléjate de mí Agustín.- dijo fríamente la morocha y junto a su amigo salió de ese lugar.
Agustín se quedó estático, sabía que se equivocó en haberle mentido a Carolina diciéndole que no la amaba, cuando era todo lo contrario. Él creyó que así la protegería, pero estaba mal, él no podía vivir sin Carolina, y ella jamás lo perdonaría, la había perdido para siempre y estaba más que arrepentido. Quería tener a Carolina a su lado, pero no había nada que hacer, ella ahora lo despreciaba y hacía cualquier cosa con tal de no estar cerca de él.
Se sentía el ser más tonto, ¿cómo pudo dejar lo que más amaba en la vida por temor?, por sus estúpidas ideas de poder hacerle daño y perderla, cuando al final eso había ocurrido, la había lastimado, bastante y ella no quería estar con él ni un segundo. "Que estúpido eres Agustín", susurró varias veces y siguió con la mirada a Carolina la cual seguía siendo abrazada por Fausto.
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Hola chicas, nuevo capítulo😱❤ espero les guste mucho. Voten y dejen sus comentarios😍💖
Gracias a todas por su apoyo, es muy lindo ver todo lo que me dicen.💗 Se me olvidó mencionar que con el siguiente capítulo voy a compensar el dolor que las he hecho pasar, será hermoso el siguiente😍