Distraction {Elijah Mikaelson}

By ValMarquet

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◤Cuando la paz se creía una realidad, ella llegó a poner su mundo de cabeza en todas las formas posibles. Eli... More

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Epílogo
LIBRO 2 (COME BACK)

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By ValMarquet

—¡Oh dios, no quiero! —Gritaba Skylar tratando de correr hacia atrás, pero Logan y Maya la trataban de empujar por la entrada de la enorme mansión blanca, solo estaba el problema de que Skylar los igualaba a ambos en fuerza. —¡Logan, me arrepentí! —Pataleaba cual niña pequeña y llamaba la atención de todos.

—¿Skylar? —Esa voz hizo que Logan y Maya la soltaran tan repentinamente que Sky terminó en el suelo. — ¡Mi niña! —Gritó la señora Butterfield corriendo a levantar a la que solía ser su nuera.

—Hola, Mer. —Su sonrisa era autentica al ver a la elegante mujer. Se levantó con su ayuda y se abrazaran como si fueran madre e hija. —Qué linda estás. —Alabó con honestidad.

—Oh, gracias mi niña. No todos los días tu hijo se casa. —La mujer dijo lo último con los dientes ligeramente apretados, demostrando su disgusto.

—Lo sé. —Contestó viendo a su alrededor, pero más que todo hacia la salida. —El día es perfecto para una boda. —Recalcó viendo las nubes blancas en el cielo azul.

Era autentica su cortesía ¿Por qué? Bien pudo decir que la tormenta se aproximaría en cualquier momento, alguna cosa ¡Pero no! Estaba auténticamente despreocupada de que las cosas salieran mal.

—Mi niña, sabes que sería perfecto si tu fueras la novia. —Eso hizo a Skylar temblar mientras la señora sonreía con añoranza, imaginando que el vestido salía volando del cuerpo de la novia y terminaba en Skylar. —Solo soy honesta. —Afirmó al notar cierta incomodidad en la pelirroja. —Te veré luego. —Se empinó un poco y besó la mejilla de Sky mientras ella trataba de no sonreír.

Al fin, ahí estaba la alegría maldadosa que tanto esperaba.

—Debo... Baño... —Tartamudeó y sin esperar aprobación fue a buscar uno de los tantos baños que había en esa mansión.

La conocía de pies a cabeza desde hacía mucho tiempo, por lo cual no podía perderse, pero como todos los baños en el primer piso estaban ocupados se vio obligada a ir al segundo, donde casi no había personas.

La mansión estaba repleta de gente ¿Cómo no? La familia Butterfield era una de las más acaudaladas en Wichita, lo cual los hacía muy populares tanto entre el gobierno como para las demás personas pudientes, era obvio que a la boda del heredero asistiera cualquiera que deseara publicidad o debiera favores, además que la familia era más grande de lo que pensaban.

A Skylar le tomó tiempo adaptarse a eso, pero superando el sentimiento de hipocresía que cada mañana le presionaba el pecho era fácil vivir con ello, además que Jesse también se lo facilitaba bastante.

No todos sabían que en la habitación de huéspedes había un baño, supuso que estaría vacío y entró sin siquiera tocar. La sangre escapó de su cuerpo cuando encontró ahí a quien menos quería ver en aquel momento.

Iba a retirarse, pero ya era tarde, él la había visto a través del espejo gigante que tenía en frente.

—Sky... —Dijo con su voz masculina, pero que a la vez era suave.

—Jesse... —No lo había visto desde hacía meses y seguía igual de guapo que el día en que se marchó.

El cabello marrón normalmente despeinado estaba arreglado de manera impecable y cuidadosa, el traje color negro le quedaba perfecto, lo único que estaba mal eran los ojos color azul, no había brillo en ellos desde hacía meses.

No esperó invitación y se acercó a abrazarla. Ella se quedó estática un momento, pero después correspondió de igual manera mientras suplicaba en silencio sentir algo aparte de ese sentimiento de ternura familiar y nostalgia.

Tal vez si lo pateaba en la entrepierna sentiría alegría.

—Fue bueno verte. —Dijo Sky en cuanto se separaron. —Ya debo ir...

—Espera. —La interrumpió. — ¿Podrías ayudarme con la corbata por favor? —En realidad a él no le importaba la corbata, planeaba casarse sin ella porque nunca aprendió a hacer el nudo, pero decidió aprovechar la oportunidad y todo lo que quería era ver esos ojos verdes llenos de secretos lo más cerca que pudiera una última vez.

Él ya conocía esos secretos por completo, todos y cada uno de ellos.

—Claro. —Le dedicó una sonrisa tímida que se convirtió en una mueca cuando tomó su mano para acercarla al espejo donde estaba la dichosa corbata. Ella la tomó y se acercó a Jesse para comenzar a hacer el nudo.

—Mamá no quiso ayudarme con esto. Dijo que, si tenía edad para embarazar a alguien, tenía edad para hacer el nudo de una corbata. —Escuchó el sonido sutil de como ella tragaba saliva. —No debí decir eso, lo lamento.

—No hay problema. —Ese era precisamente el problema, no sentía disgusto por oír aquello, solo pena por Jesse. — ¿Estas nervioso? —Terminó de hacer el nudo y acomodó la corbata de forma perfecta.

—Si.

—No deberías. —Suspiró. —Viste al diablo a la cara, bailaste con él e Incluso lo besaste. —Su labio tembló mientras apartaba las manos del cuerpo de Jesse y las volvía a dejar en sus costados.

—Convertí al diablo en ángel. —Ella rió negando con la cabeza.

—Eso no es posible y lo sabes. —Se apartó y le dio la espalda.

—Comenzaste a salir sin armas mientras estábamos juntos. —Sin permiso, corriendo el riesgo de ser despedazado colocó sus manos en la cintura de Skylar, palpando bajo las costillas. —Cartuchos de bala. —No preguntaba, afirmaba lo que sabía por el simple tacto.

—No volveré a salir desarmada. —Bajo el vestido de seda y encaje rojo llevaba cajetillas llenas de balas tanto de hierro como de madera, unidas a la zona del abdomen, lo cual se disimulaba gracias al corsé. La pistola calibre veinte la llevaba pegada a la pierna izquierda con un liguero que también era pistolera.

Y para rematar estaba lo más importante, en la pierna derecha, sujetado firmemente un cuchillo de aguja de diez centímetros, aquello con lo que daba final a todo lo que se le cruzara.

Había dejado de cargar el armamento como si se tratara de una navaja suiza hacía un tiempo y solo portaba el cuchillo en las noches frías para ir a buscar asesinos, pero no cometería ese error de nuevo después de lo que ocurrió en New Orleans.

—¿Puedo saber por qué?

—No. —Elijah, ese nombre era toda la respuesta. Sus armas no funcionarían contra él y lo sabía. Lo que no sabía era si su arma mortal funcionaria o no con él y su familia. Suplicaba no tener que averiguarlo.

—Entonces, ¿Puedo saber por qué viniste si siempre te negabas? —En todo ese tiempo no había apartado las manos de la cintura de Skylar a pesar de que en realidad estaba tocando los cartuchos de balas.

Ella era casi veinte centímetros más pequeña que Jesse, dejando en claro que en realidad no era alta, pero su cuerpo curvilíneo le ofrecía bastante estilo incluso con la ropa que ocultaba un arsenal; él era el único que sabía cómo era el cuerpo de Skylar Dollanger bajo todas esas armas, incluso bajo las telas.

—Buscaba el baño. —Era mejor dar otras respuestas que dar la auténtica.

—¿Por qué estás aquí? —Repitió, dejando claro que quería saber por qué no se había ido.

—Quería que me hicieras sentir algo. —Esas palabras parecieron herirlo, pero a ella no le importó. —Necesito sentir electricidad con alguien que no sea...

—Tienes novio.

—Si... No... Es complicado. —Bajó la cabeza recordando a Elijah y su peculiar familia, además el hecho de que en teoría no habían terminado, aunque eso podía creerse subliminalmente. Buscó en el bolsillo del vestido su caja de cigarrillos y sacó uno. —¿Te molesta si fumo?

—¿Me molesta? No ¿Me sorprende? Sí. —Lo encendió y se lo llevó a boca. Ya no recordaba tanto la historia de Marcus, recordaba la mirada destruida que le dio Elijah cuando le pidió que no la lastimará. Exhaló el humo. —¿Que pasó en New Orleans? —Él suplicaba en silencio que ella no dijera algo como "me enamoré" "te olvidé", eso lo destrozaría.

—Lo mismo que aquí: escapé de mis problemas como una cobarde. —Expulsó el humo de su segunda calada.

El hecho es que comenzaba a tener estilo al fumar, ya no tosía como si se fuera a morir y tampoco sujetaba el cigarrillo como si se lo fueran a robar.

—Ya no deberías hacerlo. Yo lo hice hace un tiempo y me sigo arrepintiendo. —Dio un paso hacia ella, tomando su delicado rostro entre sus manos.

Hace unos meses, cuando él la sujetaba de esa manera ella se derretía entre sus manos, pero ya no ocurría, era como si un amigo la tocara.

La pregunta salió por sí sola, no lo pudo evitar:

—¿Por qué terminaste conmigo? Tengo derecho a saber. —Sus labios se rozaban, pero ella no lograba sentir más que piel con piel.

—Te lo diré si tú me besas. —Ella se apartó de golpe con tal fuerza que terminó junto a la puerta de nuevo, negando con la cabeza.

—No necesito saberlo. —Declaró, negándose a besarlo así le ofreciera el mundo entero.

—Yo si necesito el beso. —Bajó la cabeza y ella aun con el cigarrillo en la mano abrió la puerta de la habitación.

—Te veré en el altar. No soy la de blanco. —Y salió, dejando a Jesse llorando en su interior por lo que hizo hace tiempo y estaba a punto de hacer.

Contra su naturaleza volvió a entrar, haciendo que la luz en el rostro de Jesse volviera por un segundo: — ¿Ella sabe tu secreto? —Preguntó con solo curiosidad.

—No. No le tengo tanta confianza. —En cuanto lo dijo cerró la puerta y salió, dejándolo aún más afligido.

Sin importarle las miradas acusatorias le dio otra calada a su cigarrillo, olvidándose de que necesitaba el baño, aunque en realidad ¿Si lo necesitó en algún momento? Siguió así hasta sentir un tirón en la parte baja del vestido, bajó la mirada y ahí estaban un par de ojos marrones y dulces viéndola.

—¡Alice! —Soltó el cigarrillo y levantó a la hermosa niña del suelo dándole un par de giros que le hicieron reír, aprovechando eso dejó caer el cigarrillo y lo pisó con uno de sus tacones para que no se diera cuenta. —¿Cómo está mi angelito?

—¡Sky! —Chillaba la pequeña feliz de ver a su gran amiga. —¡Te extrañé mucho!

Finalmente la bajó para verla bien. La pequeña utilizaba un vestido blanco y una tiara de margaritas que la hacían lucir disfrazada.

—Estas enorme, linda. Eres toda una señorita. —Alice rió haciendo ver que le faltaba un diente.

—¡Y tu muy linda! —Alice Butterfield, la hermana pequeña de Jesse era la adoración de Sky. Se conocieron cuando Alice solo tenía un mes de vida y desde entonces fueron casi como hermanas. —¿Y tú vestido blanco? —Prefirió preguntar eso, que era lo que en realidad le preocupaba, a por qué olía tan raro.

Alice era muy pequeña para entenderlo, había estado tan emocionada con que su hermano y su mejor amiga se iban casar que no quiso asimilar la realidad, aunque nadie se tomó el tiempo de explicárselo con propiedad.

—Linda, yo no me caso, tu hermano y Hannah sí. —Sky y Hannah habían sido amigas desde niñas, se conocieron en el orfanato y fueron amigas desde los diez años, una amistad donde Skylar era la fuerte que defendía de los demás niños a la inocente, pero eso se acabó y Skylar la culpaba de que Jesse la hubiera dejado prácticamente en el altar.

En ese momento le daba igual.

—¡Yo no quiero a Hannah! —Gritó la niña logrando que todos las voltearan a ver. —Yo te quiero a ti. —Estaba por llorar, pero Skylar la tomó y la llevó hacia la primera habitación que encontró.

—Linda, no digas eso, Hannah te quiere mucho. —Trataba de calmar a la dulce niña que hasta hacía unos segundos creía que la novia era alguien más.

—No la quiero, tu tampoco la querías. —Sollozaba escondiendo su cabeza en el cuello de Sky, encajándole las margaritas de la tiara en la mejilla.

—¿Sky? —«Mierda, no» —Viniste...

—Hola... Hannah. —Tartamudeó sin soltar a Alice. Vio hacia quien solía ser su mejor amiga.

Viendo el rostro nada había cambiado, seguía con sus tiernas facciones definidas, sus cabellos castaños y la piel naturalmente pálida, lo que si resaltaba a la vista era el vientre abultado que el vestido trataba de ocultar.

>>—Si, vine... —Alice seguía abrazada al cuello de Skylar, quería desaparecer al igual que ella.

—Gracias. —Sonrió Hannah a su amiga.

Siempre deseaba tenerla de vuelta y lamentaba que una sola noche con un gran error se la hubiera arrebatado.

—No fue por ti. —Ya no la odiaba, pero sentía rencor por el hecho de que cargaba al hijo de su ex prometido. —Yo necesitaba venir.

—Gracias de cualquier forma.

—Vete al diablo. —Por un momento olvidó que cargaba a una niña de cinco años. —Esta vez no huiré de mis problemas, Hannah. Gracias a Jesse sé qué debo hacer. —Y salió, dejando a la castaña con lágrimas en los ojos, recordándole que había perdido a su amiga para siempre.

Al estar fuera dejó a Alice en el suelo. Ella la miraba confundida y curiosa. —¿Quieres jugar mientras empieza la ceremonia, Ali?

—¡No puedo! Iba a jugar con la hija de una amiga de mamá. —Se golpeó la frente exageradamente mientras recordaba.

—Oh... ¿Qué amiga?

—No sé su nombre, pero si el de su hija y es bonito. —Alice estaba por irse. —Se llama Hope. —Y se fue corriendo a buscar a su nueva amiga.

—Lindo nombre. —Se encogió de hombros y caminó en dirección contraria para buscar a su único salvavidas: su mellizo.

***

No tenía nada, ni siquiera una fotografía de ella, vivía solo en su memoria como en la película esa del barco que se hunde.

Había ido a la universidad, era lunes y tenía clase, pero no estaba ahí, no había vuelto.

—¿Elijah, me escuchaste? —Habló Freya.

—No. —Era obvio lo distraído que estaba por culpa de Skylar y no tenía sentido ocultarlo.

Aún era una distracción, pero ya no en el buen sentido.

—Hablé con Hayley, dice que la manada ha prometido unirse a los Creciente. —Esperaba alguna reacción por parte de su hermano al escuchar ese nombre, pero no pasó nada, la había superado.

—¿Cuál? —Estaba distraído por esos ojos verdes que tanto anhelaba.

— Butterfield

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