Te necesito (Aguslina) (TE #1...

By Bernaslioff_07

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Se ha terminado la gira de Soy Luna, ¿qué sucedió después?, ¿habrán dejado de lado la ficción?. Agustín Berna... More

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ÚNICO ESPECIAL+AVISO+SORPRESA
AGRADECIMIENTOS+FECHA DE LA SEGUNDA TEMPORADA
AVISO

1.

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By Bernaslioff_07

Hoy
Hospital General de Buenos Aires

La sala de espera está que revienta de gente. Todos los doctores corriendo hacia el quirófano. Chicas con los ojos hinchados y la voz entre cortada deseando que su amiga esté bien. Chicos que tratan de mantener la calma, para ser el soporte de las chicas. Una familia con el corazón roto.

Nadie tiene noticias de la chica argentina de veinte años que llegó al hospital junto a diez chicos más hace más de dos horas. La chica llegó en una ambulancia junto a dos de esos chicos. Llegó en un estado abrumador. Más pálida que la nieve, su respiración cada vez más débil, heridas al rojo vivo por todos lados. Perdió la conciencia justo unos segundos después de haber recibido el impacto que le provocó más de una factura.

Nadie sabía que hacer, todos estaban más preocupados que nunca. Sabían que su amiga, se debatía entre la vida y la muerte. Sus padres llegaron justo cuando había iniciado la operación. Nunca en su vida se habían sentido tan desesperados. Varios tenían la intriga de si había sido un accidente o el claro ejemplo de un acto bien planificado.

-Voy por una botella de agua, ¿alguien quiere algo?- preguntó una chica rubia, alta, de ojos marrones.

-No, gracias.- contestó un chico morocho, de cabello corto.

-Yo sí, ¿me puedes traer una botella de agua a mi también, por favor?.- hablo una chica de melena larga y negra.

-Sí, claro- contestó la rubia que estaba por salir de la sala de espera- ¿nadie más quiere algo?.

-Yo, un jugo de naranja, por favor.- dijo la bajita pelirroja, que estaba con los ojos hinchados tanto como la que había pedido agua.

-Sí, ¿a mi también me puedes traer un jugo de naranja?.- intervino un chico de rulos con la voz quebrada.

Los demás murmuraron por lo bajo un "no", "no, gracias", "ahorita estoy bien", "después", ó simplemente no mencionaron palabra alguna.

-Te acompaño.- anunció un chico de ojos verdes, cabello negro y que dejaba a la vista una barba de más de tres días sin afeitar. La rubia asintió con la cabeza y los dos desaparecieron de ahí.

El silencio se volvió a hacer presente. Nadie comentaba nada, se limitaban a derramar lágrimas, a sollozar o simplemente mirar hacia la nada en busca de una respuesta.

-Chicos- llegó el padre de la chica a la cuál estaban por terminar de operar- ¿alguien me quiere explicar que pasó?.- todos alzaron la mirada y con el alma en un hilo no contestaron nada.

-Por favor, no sabemos que es lo que le pasa a nuestra hija. Estábamos llegando a la casa para preparar la bienvenida cuando suena el teléfono comunicándonos que nuestra hija había tenido un accidente. Acá no nos dijeron nada. Pero, ustedes si que nos pueden decir, estaban ahí.- llega la señora la cual hace unos minutos rezaba por la vida de su hija.

-Leonardo, Patricia- habla apenas en un susurro una chica pelirroja tirandole al castaño. Sus rizos estaban enrredados en la chamarra de un chico de rulos castaños- tampoco sabemos que es lo que pasó.

-Pero, ustedes estaban ahí.- alzo la voz Leonardo.

-¡Si!, ¡estabamos ahí!- se exaltó una rubia de ojos azules que había estado apartada de todos al igual que un chico morocho de expresión seria- pero, fue todo tan rápido, no nos dimos cuenta del momento en que se apartó de nosotros. Cuando volteamos fue cuando la vimos tirada en el piso.

Se volvió a hacer el silencio. Minutos después llegaron los dos chicos que habían ido a la cafetería. Le entregaron a cada quien lo que había pedido y volvieron a sentarse en dónde se encontraban antes.

Una hora después, ven caminar hacia ellos al doctor, venía saliendo del quirófano.

-¡Doctor!- gritó Patricia y corrió hasta el hombre que hace unos minutos operaba a su pequeña- ¿qué pasó?, ¿cómo está mi hija?.- su esposo se paró a lado de ella y observaron al doctor de la misma manera. Aterrados.

-Me gustaría tenerles buenas noticias, pero no es del todo así.

-¿Qué?, ¡¿de qué habla?!.- gritó el padre de la chica y todos sus amigos se pararon y fueron hacia ellos, excepto el morocho, que parecía no poder creer lo que estaba pasando. Veía la ventana y parecía que la chica morocha que tanto quería estaba parada a lado de un árbol.

-Afortunadamente la operación salió bien, logramos controlar el sangrado- todos dieron un suspiro de alivio- pero...aún no logra recobrar el conocimiento. Está inconsciente aún, perdió mucha sangre y se encuentra bastante débil, sin mencionar la cantidad de fracturas que hay en su cuerpo.

-Pero, se pondrá bien, ¿no?.- preguntó positivamente el chico de rulos negros.

-Esperemos que sí, sólo queda esperar a que reaccione. Si no lo hace habrá caído en estado de coma.

-No...- susurró Patricia, todos empezaron a alejarse y las lágrimas empezaban a hacerse presentes una vez más. El chico morocho de la ventana, escuchó todo y una lágrima escapó de sus ojos marrones- ¡no!, ¡mi hija!.- gritó la madre mientras se tiraba al suelo, su esposo paralizado apenas si podía sostenerla.

-Lo siento mucho, pero será mejor que se tranquilice. Estamos haciendo todo lo que podemos para que la chica esté bien.- el doctor contempló el rostro destruido de los padres de la paciente y apenado por no poder haberles dicho muy buenas noticias. Se dio la vuelta y caminó de nuevo hacia el quirófano.

En la noche, cuando habían logrado controlarse todos. El doctor les pidió que se retirarán, no podían estar todos ahí. Los padres anunciaron que se quedarían ahí. Los chicos resignados comenzaron a retirarse, mientras a las chicas las sacaban a la fuerza de ahí. Nadie quería abandonar a su amiga.

Cuando por fin se fueron todos, los padres tomaron asiento en la sala de espera. Esperando a que los dejarán ver a su hija.

-Doctor, ¿podemos verla?.- preguntó Leonardo cuando vio al doctor acercarse a la recepción.

-Aún no, apenas se estabilizó, deberán esperar un poco más- ambos asintieron con la mirada hacia abajo- deberían ir a descansar, su hija estará bien.

-No, nos quedaremos aquí hasta tener nuevas noticias de ella.- habló Patricia.

-Está bien, si es lo que quieren. Con permiso.- anunció su salida el doctor.

Patricia y Leonardo se quedaron juntos en un sillón. No podían evitar seguir llorando. Estaban rotos.

A la media noche, habían quedado profundamente dormidos, tanto que no lograron darse cuenta de la presencia de un intruso. Este los observó mientras dormían, y con pasos sigilosos caminó hacia el cuarto en el que habían llevado a su amiga después de la operación.

Cuando llegó, se dio cuenta que no había ningún doctor cerca, pero que la puerta estaba cerrada. Intentó abrirla una y otra vez, pero era en vano. Nada abriría esa puerta más que la llave. Contempló a la chica desde la puerta, esta era de cristal de la parte de arriba y se podía ver a la chica de ojos color marrón como el café, durmiendo, descansando o agonizando. Estaba tranquila, su cara estaba más pálida que nunca, sus brazos llenos de moretones y del mismo color que su cara. Sus piernas las cubría una pequeña sábana blanca. Escuchaba el aparato para medir el ritmo cardíaco a lado de ella, se veía bien. Pero sabía que no estaba así en realidad. Su cabello estaba esparcido por toda la almohada blanca. Ese cabello con el cuál había jugado más de una vez. El que le encantaba oler cada vez que se daban un tímido abrazo. Quería ver sus labios, esos labios que besó más de cincuenta veces en dos meses. Y, varias de esas veces lo había hecho porque así lo quería él. No por el seguimiento de un guión. No podía ver esos labios tan cálidos y suaves, un aparato para respirar se lo impedía. Estaba conectada a un tanque de oxígeno. Sonrió por lo bajo cuando recordó algo que una vez ella le dijo en una noche llena de estrellas.

"Cada vez que estoy cerca de ti, siento que necesito un tanque de oxígeno".

En ese momento ese comentario le había causado gracia, ternura. Pero, ahora le revolvía el estómago. Veía cables conectados a ella, se sentía tan mal de no poder tomar su mano y decirle al oído. "Todo estará bien".

-Aún tirada en esa cama, conectada a todas esas máquinas y con la ayuda de un tanque de oxigeno, te sigues viendo hermosa, más que nunca a decir verdad. ¿Sabes?, me siento tan impotente de no poder hacer nada, tan idiota por haberme alejado de ti- habló casi en un susurro mientras sus ojos contemplaban cada parte del pequeño cuerpo de la morocha- no sé qué fue lo que pasó, nadie lo sabe. Por estar distraído y por quererme alejar de ti, no me di cuenta de cuando te alejaste de todos nosotros. Si sólo hubiera continuado caminando contigo, tal vez no estarías aquí- una lágrima salió de sus ojos- aún no sabemos si fue un accidente o si fue a propósito. Pero, creeme que lo averiguaremos, encontraremos a esa persona que ni siquiera bajó del auto a ver que estuvieras bien- ya no había vuelta atrás, estaba hecho un mar de lágrimas- Kope, mi hermosa Kope, tienes que despertar, no nos puedes dejar. Todos te queremos y deseamos que estés bien. Danos el placer de ver una vez más tu hermosa sonrisa, danos el gusto de dejarnos contagiar por tu maravillosa risa. Haznos felices y abre esos ojitos hermosos que tienes. No nos dejes, te necesitamos- bajó la mirada y después de un largo suspiro, volvió a poner su mirada sobre la chica- no me dejes Caro, te necesito.- puso una mano sobre el cristal y sintió su alma irse por un precipicio.

-¿Agustín?, ¿qué haces aquí?.- volteó a ver y se encontró con los ojos de Caro, pero estos pertenecían a su mamá.

-Yo...- no sabía qué decir. En eso se acercó el doctor.

-¿Qué hacen acá?.- preguntó.

-Necesitaba verla.- soltó Agustín y se alejó de la puerta, no sin antes ver una última vez más a Caro.

Patricia y Agustín caminaron hacia la sala de espera y una vez ahí se sentaron. Ninguno dijo nada, sólo tomaron sus manos y tras un apretón de manos derramaron un par de lágrimas más.

Media hora después se acercó el doctor. Leonardo confundido por la presencia del que aspiraba a ser su yerno, despertó y se paró junto a su esposa y Agustín para recibir las noticias que traía el doctor.

-¿Y?, ¿qué pasó?.- preguntó Patricia.

-Cómo les había dicho está estable, pero no ha despertado, hemos ido a ver qué pasaba y nos hemos dado cuenta que- guardó silencio, los tres lo miraron desesperados- ha caído en estado de coma. Lo siento.- dicho esto se retiró dejando a tres almas por los suelos.

-No...no...no puede ser- comenzó a sollozar Patricia- ¡no!, ¡mi hija no!.- se tiró a los brazos de su esposo y comenzaron a compartir un ambiente lleno de lágrimas. Agustín por su parte estaba paralizado, no sabía qué hacer, qué decir. Estaba destrozado.

-No...- fue lo único que logró articular.

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Hola, espero que les guste mucho esta nueva novela Aguslina que estoy escribiendo. Ayudame si te gusto este primer capítulo dejando un comentario y si quieres que siga por favor vota. 😄😄

Soy fanática Aguslina y enserio espero que les guste mucho esta historia.❤

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