Juro enamorarte |BORRADOR|

By La_Carcache

5.4M 342K 79.8K

PRIMERA PARTE DE LA SAGA JURO. Cuando Katherine James era apenas una pequeña, su madre llenó su mente con his... More

Juro enamorarte
Dedicatoria
Advertencia!
¡Juro enamorarte en spotify!
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3 |NUEVO|
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 7
Capítulo 8 |Nueva edición|
Capítulo 9 |Nueva edición|
Capítulo 10 |Nueva edición|
Capítulo 11 |Nueva edición|
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24 |Nueva versión|
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29 |Nueva versión|
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
FIN
Epílogo
Agradecimientos
+Novelas
Creaciones ❤

Capítulo 6 |Nueva edición|

101K 4.5K 1K
By La_Carcache

Muchas veces había escuchado sobre Vincent Van Gogh y su ideología poco común sobre la vida y las teorías que los seres comunes le daban a esta. De hecho, se dice que por muchos años de su existencia consumió pintura amarilla como alimento y, si bien es cierto, que él mismo se intoxicaba al consumirla, también es cierto que el amarillo es un color que transmite felicidad y él lo que más deseaba era eso, felicidad; al igual que yo.

Por esta razón observaba mi plato con atención mientras que con ayuda de mi tenedor removía el huevo frito que mi madre había preparado exclusivamente para mí, idealizando que ese plato estaba repleto de pintura. Amarillo, amarillo es felicidad, felicidad es amarillo. Primer bocado de comida. Ian es parte de mi felicidad ¿pero dónde está? observé mi móvil aún sin sus llamas. Segundo bocado de comida. Van Gogh y su teoría son un total asco. Último bocado de comida.

Lo que más odiaba de las decepciones, en general, era esa sensación de malestar que invadía todo mi cuerpo. Los alimentos dejaban de ser deliciosos ante mi paladar, el frío llamado desamor o decepción invadía mi estómago, el sueño se apoderaba de mi sistema y por minutos u horas, todo dejaba de ser interesante, pues dentro de mi mente atacaban las teorías, las probabilidades y los porcentajes de querer saber cuándo tiempo iba a tardar en aparecer, cuánto tiempo iba a doler o cuánto tiempo iba a tardar en superar todo en caso de que fuera verdad. Entonces arrastrando mis pies entré a mi habitación, su perfume aún estaba en cada rincón y por si fuera poco, la camisa que usó la noche anterior también estaba tirada a un lado de mi cama.

Tomé la camisa buscando un momento de felicidad, entonces quité mis lentes y acerqué la tela fina hasta la punta de mi nariz e inhale, sonriendo en el acto y decepcionándome aún más. Enojada e indignada tome mí cepillo y de manera violenta pase las cerdas sobre los nudos de mi cabello, llevándome muchas hebras y quedando más calva de lo que ya era. Así forme una coleta alta y pasé mis manos por mi roba, intentando quitar algunas arrugas. Sostuve mi bolso en mano y despidiéndome de ese olor tan refrescante, salí de mi habitación.

En la afueras de mi casa una morena de cabellera manchada esperaba por mí mientras movía sus dedos desenfrenadamente sobre el táctil de su móvil. Esta, al escucharme a un lado de su cuerpo, elevó su mirada con una pequeña sonrisa e inmediatamente entrelazo nuestros brazos para comenzar a caminar en dirección opuesta.

— Buenos días, cariño — comenzó a decir sonriente —. Sabes, hoy es un hermoso día.

— ¿Lo es?

— Así es — dio pequeñas palmaditas sobre mi brazo —. Aunque imagino que no lo sabrás por la noche tan loca que tuviste ¿cierto? — detuve mis pasos extrañada por su comentario — Anoche no pude dormir y digamos que vi a un par de adolescentes saliendo de casa a altas horas de la madrugada y quiero aclarar que eso no me convierte en esa vecina loca que anda espiando — al ver mi cara de "ambas sabemos que eso es mentira" exhalo — . Vamos, soy joven e inocente, pero no estúpida. Sé muy bien lo que hacen dos personas fuera de su casa en plena noche y con las hormonas locas a flor de piel — detuvo sus pasos quedando frente a mí y colocando sus manos sobre su cintura —. Así que seré directa, ¿qué tan cierto son los rumores sobre el miembro de Ian?

Impactada por su pregunté parpadee un sin número de veces intentando acomodar las palabras de su pregunta dentro de mi mente y buscando una respuesta aceptable para ambas. Al notar que no había respuesta alguna, di un paso a un lado para continuar con nuestro camino, pero su delgado cuerpo se sincronizaba con el mío para no dejarme pasar. Esos fueron los próximos segundos, un paso a la derecha y otro a la izquierda, uno a la izquierda y otro a la derecha. Pero era imposible esquivarla pues era uno de esos momentos donde tenía que contestar sin importar que y mi única opción era admitir que no tenía ni idea sobre los comentarios que rodeaban el miembro de mi novio.

— ¿Qué comentarios? — su rostro reflejaba incredulidad. Se acercó hasta rodear mis hombros con su brazo y colocar su mano a un lado de mi oreja para luego susurrar.

— ¿La salchicha es para hot dog o para asado? — dijo a un ritmo rápido — ¿en verdad es un león en la cama? ¿Es cierto que tiene tatuajes en las nachas? Se dice que es todo un semental ¿Cuanta probabilidad hay que salgas embarazada?

Apenada por sus preguntas poco discretas, alejé su brazo de mi cuerpo y caminé a paso rápido intentando evadir más preguntas que por supuesto no pensaba contestar. Por su lado, ella iba caminando por detrás de mí a un poco más de un metro, sus carcajadas llamaban la atención de los vecinos que nos miraban con intriga y sus pasos, al igual que los míos, ruidosos y rápidos. Gritaba mi nombre en medio de sus carcajadas, aplaudía y estoy segura de que más de una vez escapó de ahogarse con su propia saliva.

Entonces el sonido tan peculiar de su móvil al recibir un texto omitió su carcajada y en ese momento, por alguna extraña razón, algo que quizás jamás podré explicar, mi corazón comenzó a bombardear precipitadamente pues dentro de mí sabía que algo no estaba bien. Escuché sus pasos bajando la intensidad, el tono al deslizar su dedo sobre la pantalla táctil de su móvil y un suspiro lleno de impresión, miedo e incluso hasta podría jurar que de nostalgia. Detuve mis pasos, transforme mis manos en puños llenos de presión hasta el punto de ver mis nudillos blancos y respire profundo. Tenía miedo de que todas mis sospechas fueran verdaderas, pánico de ver su expresión o decir: "Hey, ¿por qué te detienes? llegaremos tarde" y que me demuestre una muy mala noticia, pero no lo pude evitar y giré sobre mi eje, buscando su rostro.

Sus ojos estaban pegados a la pantalla brillante de su móvil mientras sus manos se aferraban de este con fuerza. Poco a poco los colores de su rostro comenzaron a tornarse en colores pálidos y, justo en ese momento, sus ojos oscuros rodeados de lágrimas me observaron con nostalgia. Esa era la señal; mi señal.

— Muy bueno para ser cierto — su voz se quebró justo en el momento que terminó de hablar.

Entonces extendió su mano con el móvil y los segundos se convirtieron en minutos. Ahí estaba ese rinconcito en medio de la madrugada, esa pequeña casita de árbol que fue testigo de todo lo que pude entregar en una noche, ahí estaba él, ahí estaba yo; todo plasmado en una imagen donde se podía diferenciar mi rostro y mi cuerpo. Una foto con letras brillantes en color rosado que decoraban los bordes "Zorra" "Puta" "Fácil". Su espalda definida, mis brazos alrededor de él y una cantidad infinita de comentarios realizados por los testigos del cómo perdí todo en una sola noche.

Comencé a deslizar mis dedos mientras rápidamente leía cada comentario "Tan putita" "¿Quién es? ¿Katherine? qué asco ¿cómo pudo?" "Seguramente él tuvo mucho asco" "¿Será que ella se encuentra disponible para mí?" "Ni siquiera mi hermano virgen y desesperado quisiera estar con ella ¡primero muerto!" cada vez eran más comentarios, más insultos y denigración a mi cuerpo. Las lágrimas caían sobre mis mejillas y recorrían mi rostro hasta caer por mi cuello, mientras me cuestionaba ¿por qué yo? ¿Yo que hice? ¿Alguna vez lastime a alguien? ¿Por qué fui su víctima? ¿Por qué?

— La persona que te amé no debería causarte lágrimas — Rosalina alejó el móvil de mis mano. Se le notaba furiosa y quizás el instinto de asesina comenzaba a crecer dentro de su pequeño ser —, muchos menos hacer este tipo de estupideces que nos comprueban de que es un ser sin escrúpulos y no es digno de ser llamado hombre. Ahora mírame y escúchame — tomó mis hombros con fuerza en un intento forzado de llamar mi atención —, iremos a casa y...

— No — interrumpí logrando que sus ojos se agrandaron gracias a la impresión. Admito que incluso yo misma me asuste ante mi respuesta, pero jamás iba a permitir que un error arruinara mi futuro y esta secundaria lo era. Entonces limpie mis lágrimas, acomode mi cabello y respire —, no me importará escuchar las burlas, igual ¿cuándo no lo han hecho? tampoco dejaré de realizar mis sueños por un idiota que no me supo valorar.

Asintiendo con una pequeña sonrisa guardó su móvil dentro de su falda y nuestros pasos volvieron a ser rápidos. Al llegar a las instalaciones de aquel lugar al que denominaba como cárcel, los nervios invadieron mi cuerpo, pero no iba a dejar que nadie supiera que eso me había afectado; aunque era mentira, una muy gran mentira, pues por dentro estaba desbaratada ante la traición. Cada par de ojos se enfocaron en mí, las personas corrían de un lado a otro sin disimular para formar pequeños grupos y hablar entre susurros mientras con la mirada me acribillaban, otros se reían sin descaro y otros simplemente me miraban de mala gana.

No entendía porque pasaba esto, se supone que la víctima de un juego sin sentido alguno era yo ¿por qué tratarme de esa manera? ¿Acaso yo lastime a alguien? simplemente fui una ingenua que cayó en su trampa ¿se me debía castigar por eso? que injusta que es la vida, tomando por héroes a los agresores y a las víctimas como estiércol de la sociedad.

Mis pasos ya no eran pasos, ahora eran grandes zancadas con velocidad que iban directo a esas cuatro paredes que por un momento podían omitir las risas y las miradas con asco, pero cuando pensé que todo iba a estar bien junto a Rosalina y nada podía amargar más mi día; lo vi. Era la única persona dentro del salón de clases, tenía sus brazos extendidos sobre la mesa demostrando gran parte de sus tatuajes y su cabeza enterrada en el pequeño hueco que él mismo había formado con su cuerpo. Este, al escuchar que estaba acompañado, levantó su cabeza con brusquedad.

Su cabello por primera vez estaba totalmente despeinado y por debajo de sus ojos verdes dos manchas oscuras profundamente marcadas. Lucía desesperado, pero sabía que no era así, pues estaba totalmente segura de que celebraba su victoria junto a todas esas personas que lo planearon. Inmediatamente estiró su cuerpo ocasionando un fuerte sonido y por instinto di un paso atrás, ahora no sabía de lo que era capaz y realmente tenía miedo. Sin embargo, una cuarta persona entró al salón aplaudiendo y moviendo su cabellera rubia. Ella tenía una sonrisa vencedora y lucía más hermosa de lo normal, seguramente ya habían planeado todo con hora y fecha.

— Ian, mi amor — caminó moviendo sus caderas de un lado a otro, hasta colocarse frente a Ian otorgándole un beso y provocándome una oleada de celos junto con asco —. Mira a quién tenemos aquí, cariño — tomó su rostro y lo obligó a que me observara —, la mojigata.

Estaba consciente de que si hablaba o respondía todo iba a ser peor, era como si ella controlara a todos dentro de este lugar y la posicionaran como reina. Así que guarde silencio y dejé que las horas continuarán su curso. Mi consuelo era que dentro del salón todos me omitían por prestarle atención al maestro que explicaba las teorías del mundo y lo ineptos que algunos podían ser al no entender cosas básicas, mientras yo analizaba que la mejor opción era quedarme dentro de estas cuatro paredes en busca de refugio. Así mismo mientras las horas pasaban y me escondía del resto, no volví a ver la presencia de Ian o siquiera la de Hilary, al menos no tenía que ver sus rostros mientras asumía las consecuencias de mis actos.

Finalmente llegó la hora de salida y hasta el momento mi mejor opción era esperar sentada, junto a Rosa, con mi bolso aferrado a mi pecho mientras observaba como todos salían dejándome una última mirada llena de burla y asco. Pasaron quince minutos hasta que ambas pudimos salir sin mencionar el tema o palabra alguna. Realmente prefería caminar en silencio que soportar el bullicio y las burlas de ese lugar.

Respire hondo consumiendo todo el aire que podía entrar a mis pulmones y luego lo dejé salir. El cielo lucía grisáceo y si mis pronósticos no fallaban hoy iba a caer una hermosa tormenta que quizás me regalaba paz, pero como no todo es perfecto en la vida, a pocas cuadras de mí se encontraba la misma rubia con cuatro amigas más. Estas me observaban con furia y desagrado, esperaban por mí y para mi mala suerte no había otro camino, así que continuamos con frente en alto y espalda recta para que, al menos esas cinco personas, no supieran que no teníamos ni 

idea de qué hacer.

— ¡Me sorprende encontrarte otra vez, pequeña zorra! — gritó a media calle —, pero lo que más me sorprende es que una insignificante criatura como tú intentó quedarse con mi novio — ahora, a escasos centímetros de mí, comenzó a reír con sus amigas —. Tú mosca de cuarta...

Quería llorar como una pequeña cada vez que sus insultos aumentaban y me denigraba como el ser humano más asqueroso e inservible del planeta tierra, quería aferrarme a la idea de que solo era un sueño y de que al final mi vida no era así, deseaba y suplicaba que se detuviera por primera vez en todo este tiempo y que dejaran de lastimarme, porque aunque ella no lo notaba, todo esto dolía. Entonces aguante, mordí el interior de mis mejillas y evite llorar o gritar, hasta que escuché sus últimas palabras "un engendro como tú, debería ser considero una lástima".

— ¿Te burlas de mí porque él ahora está contigo? — mis palabras la silenciaron por un momento — Eres una idiota que intenta auto engañarse porque mientras tú deseas que te amé, a mí no me puede olvidar y si no es así, vas a encontrar a una más zorra que tú y te lo va a quitar; no te emociones tanto.

En cuestión de segundos mi cuerpo había caído al piso con fuerza. En un maldito segundo Rosalina estaba siendo tomada de brazos y, en otro, yo estaba siendo levantada por dos de sus amigas. Las muñecas me dolían gracias al impacto, las cosas daban vuelta y lo único que pude visualizar era a esa rubia, una reina sin trono que intentaba gobernar el mundo con sus palabras vacías, formando sus manos en puños y golpeándome hasta que mis lentes cayeron. Lastimaba mi rostro y mi abdomen con sus puños, pateaba mis piernas y todo lo que podía, mientras yo intentaba respirar y suplicaba para que todo esto se detuviera, que alguien me ayudara, pero mi única ayuda era la chica que estaba siendo sostenida a un lado de mí, esa misma que gritaba desesperadamente y mucho tiempo después me ayudaba a levantarme del piso.

— Tus lentes se han quebrado — dijo en medio de un sollozo colocando de estos sobre mi rostro golpeado y confirmando que un espejuelo se había desprendido, dejándome completamente sin vista lúcida en uno de mis ojos.

Las sensaciones que predominaban en mi cuerpo eran ardor y dolor. Cada paso dolía más que el anterior, cada lágrima limpiaba una gota de sangre de mis mejillas, cada quejido era una lágrima de Rosalina. Sabía que iba a estar bien y que en la noche nada iba a doler a cómo dolía ahorita, pero mi dolor no solo era físico, también era emocional. Estaba cansada de los insultos, las malas miradas, los "accidentes" con mi almuerzo, cansada de todo y todos. Pero nada de ese dolor se comparaba con el dolor de ver a mi madre llorando por todo lo sucedido. Nada más triste que verla llorando mientras quita tu ropa, limpia tu sangre, aplica todos sus conocimientos en cada herida y espera a que duermas porque al final esa también era parte de la solución. No, no lo hay porque ella sufre y quizás más que tú.

Abrí mis ojos en medio de la noche mientras la luz de la luna entraba por mi ventana y la temperatura decaía. Afuera de mi habitación se escuchaba movimientos que fácilmente reconocí, eran mis padres moviéndose de un lado a otro, desesperados y probablemente angustiados.

Intenté mover mi cuerpo recibiendo pinchazos fuertes en varias zonas, pero nada que no pudiera soportar por un par de metros. Así me moví poco a poco intentando no llorar en cada paso hasta llegar a la habitación de mis padres, toqué la puerta, la cual fue abierta por un espantado señor James, el mismo que me ayudó a caminar hasta sentarme en la cama. Este lucía más intranquilo que mi madre ¿y cómo no estarlo? si yo era como la luz de sus ojos. Dicen que desde que me encontraba en el vientre de mi madre él me amó; sin conocerme, ni esperarme y es por eso que me cuida tanto, porque para él soy única.

— ¿Por qué no comenzamos desde cero? — cuestionó — Buscar una nueva vida, nuevos amigos y nuevas historias. Ambos — tomó las manos de mi madre — queremos que lo analices bien. Puede ser una buena opción.

Y lo era, claro que sí, pero en esos momentos no estaba en condiciones para pensar que iba a suceder conmigo a partir de ese instante, prometí pensar las cosas cuando estuviera mejor y así logré que sonrieran. Nuevamente regresé a mi habitación, frente a mí estaba su ventana con la luz encendida y la cortina extendida, él estaba ahí y yo acá sufriendo, la única diferencia es que él no podía dormir.

— Lo malos no conocen la paz — dije para mí misma mientras cerraba mi cortina intentando omitir su existencia —, lo dice la biblia.

Al siguiente día mi rostro era un total asco, quedaba poco decir que era la réplica exacta de un zombie por tantos colores oscuros sobre mi rostro y ni hablar de los pinchazos que sentía en cada movimiento, todo dolía y, es que, en realidad me tomaron por saco de boxeo. Lo peor era que por las noches tenía pesadillas donde recordaba las burlas, las malas miradas, los golpes y sus ojos, pero así comenzaron a pasar los días, los primeros fueron los más dolorosos, poco a poco y con mucha paciencia fui mejorando. No obstante, no volví a la secundaria.

Un día me sentí mejor; podía caminar, respirar sin dificultad y tomar las cosas sin que me doliera tanto. Ese mismo día Rosalina, al igual que el resto de los días, llegó a visitarme, pero por primera vez hablamos del asunto que tanto habíamos omitido. Me comentó que sucedía en la secundaria, en realidad era como si nada hubiera pasado, ni siquiera notaban mi ausencia y eso estaba bien, porque me daba paz pensar que todos habían olvidado mi cuerpo desnudo. También había mencionado que no encontraba a Ian en clases y todos se cuestionaban por él.

— ¿Y todavía lo amas? — preguntó al mismo tiempo que abría una barra de chocolate — ¿Lo extrañas? ¿Piensas en él?

— Es raro — me reacomode sobre el colchón de mi cama —, a veces lo extraño demasiado y siento que necesito saber de él, saber cómo está, qué tal su día y si ya comió. Creo que en esos momento te diría que sí; lo amo y lo necesito conmigo — suspiré buscando sus ojos castaño en medio de la recamara —. Otras veces, cuando analizo todo lo sucedido de una manera completamente madura, te diría que no y no porque el sentimiento ya no esté, sino, porque no se lo merece y en esos momento te diría que estoy feliz.

Asintió tomando un trozo de chocolate entre sus dientes y moviendo sus pies desnudos sobre la alfombra rosa de mí recamara.

— ¿Entonces? — vaciló un poco su siguiente pregunta — ¿Cuál es tu respuesta? ¿Lo amas todavía?

— Eso no importa, lo que sí importa es que mi vida está mejor sin él, sus problemas y sus mentiras.

Luego de varias horas de plática y risas, Rosalina salió de mi casa y cruzó a la suya, dándome el tiempo de ordenar un poco toda mi habitación, algo que por dos semanas no había hecho del todo. Limpie el poco de polvo que había, ordené ropa, tomé los obsequios de Ian metiendo de estos en una bolsa negra e incluso me arrodille para sacar todos esos zapatos que escondía por debajo de mi cama y, a un lado de mis pantuflas, encontré su camisa. Desde mi posición podía aspirar el perfume aún impregnado en la telilla fina y los recuerdos volvieron a mi mente; su sonrisa, sus ojos, sus músculos, el sonido de su risa.

Dentro de mí comencé a sentir ese manojo de malestares negativos que me consumían cuando de él se trataba. Entonces, enojada y con lágrimas en mis ojos ante el recuerdo de su traición, forme una bola con su camisa y la tiré dentro de la bolsa que ya tenía en mi mano y contenía toda la suciedad que había recogido. Limpie mis lágrimas y con violencia me levanté para salir de mi habitación entre rápidos pasos que me llevaron hasta la puerta principal de mi casa.

Finalmente quedé frente al cubo de basura, observaba la tapa verde de este mientras intentaba controlar mi respiración agitada por la adrenalina y sostenía la bolsa de basura llena de todos sus recuerdos. Escuché pasos a un lado de mí y sin inmutarme respire un perfume varonil. 

— ¿Katherine? — reconocí su voz a un lado de mí. No quería mirarlo, ni caer una vez más en el mar de sus ojos, pero inconscientemente su voz creaba sensaciones inexplicables en mí y mi cuerpo se tensiono — ¿No piensas abrir esto?

Señaló el bote, aún sin abrir, con su dedo índice. Al notar que no respondía, escondió ambas manos dentro de sus bolsillos y comenzó a balancear sobre la planta de sus zapatos.

— Oye — abrió el bote con una de sus manos —, esto se abre así y...

— ¿Qué quieres? — mis palabras salieron de mi boca sin control y de manera violenta lo mire.

Entonces sus grandes ojos verdes se abrieron por la impresión de ver mi reacción llena de furia y repugnancia hacia su ser. En segundos sus expresiones cambiaron a unas más serias y desinteresadas, se escondió de hombros y volvió a colocar su mano dentro de su bolsillo.

— Hace semanas no te miraba — expuso su sonrisa burlona — y, en realidad, te vi desde la ventana de mi habitación, entonces decidí venir hasta acá para preguntarte por mi camisa, ya sabes, la de...

Arrojé la bolsa llena de basura en su interior, junto a su camisa, hasta su pecho con fuerza, la cual sostuvo a tiempo.

— Toma tu estúpida camisa.

— De acuerdo — se notaba incómodo, bajó su mirada y al ver que no se iba a ir de mi vista, comencé a caminar hacia el interior de mi hogar — ¿Porque te encuentras tan enojada?

Sorprendida por su pregunta tan patética y estúpida, detuve mis pasos con brusquedad y giré para enfrentar su rostro. Él, aún en la misma posición, me miraba con su ceño fruncido intentando entender qué sucedía.

— ¿Eres idiota o realmente te haces? — pregunté.

— ¿Es por lo de la foto? — una risa totalmente ridícula proveniente de él llegó hasta mis oídos — No es la gran cosa, Katherine — indignada caminé hasta quedar frente a él y de un solo manotazo logré que su rostro quedara enrojecido.

— Eres un idiota que jamás se ha enamorado — mi respiración era acelerada —. Un tipo sin corazón que merece una gran lección y ¿sabe qué? no me importaría ser yo la que lo haga.

— ¿Tú? — su tono de voz era muy similar al mío — ¿Tú? ¿Una tipa que cae con la primer ilusión?

— Yo, Katherine James; una tipa común y corriente que — apreté mis manos enterrando mis uñas sobre mi piel en el proceso — confió en un idiota como tú.

— Quiero ver como lograras eso, es más — se acercó un poco más a mí, sosteniendo mi cadera con sus manos —, estoy seguro de que antes de que eso suceda, tú te enamorarás una vez más, pequeña ingenua.

— No te confíes — mi voz bajó gradualmente hasta parecerse a la suya — porque hoy juro enamorarte.

No esperé respuesta alguna, solté su agarre de mi piel y comencé a buscar la salvación de mi hogar. Cerré la puerta con fuerza y apoyé mi espalda contra esta, intentando controlar mi respiración y arrepintiéndome de lo que había jurado. Fue un impulso, un impulso que me traería más burlas y problemas si fracasaba en el intento, algo que lógicamente iba a pasar. Por eso, tras estar asustada y apunto de tener un pánico, busqué desesperadamente a mis padres y cuando estuve frente a ellos, dije lo que era mejor para mi vida.

— Quiero irme — ambos me observaron con asombro — y comenzar desde cero.

Era el mejor camino, ya no deseaba más burlas y si hablabamos de decepciones, la última fue la peor.

Continue Reading

You'll Also Like

5K 1.1K 40
"Has sido completamente daltónica toda tu vida y solo ves en tonos grises, de la nada te encuentras con un extraño que aparece totalmente colorido" E...
97.6K 5.8K 18
LIBRO TRES DE LA SAGA ÁMAME. Summer ha estado enamorada de Nikolai desde que tiene memoria, ella siempre ha estado consciente de que nunca pasaría a...
1M 38.3K 12
Alan es un mujeriego estudiante universitario. Lleva su vida de la forma más tranquila y divertida posible, hasta que aparece Sara, una extraña y her...
5.1M 442K 70
LIBRO #1 Luce Webber tiene 23 años, mala suerte y una lengua con vida propia. Liam es un importante empresario de 25 años, serio, con enfoque al trab...