Así pues, cumplí las órdenes de mi tío y crucé a las tierras del clan Rosse.
He de decir, que esperaba que me miraran mal, pero nadie lo hizo.
Reconocí la silueta de Ail, el hombre de Sohnia...
Le saludé y él me devolvió una perfecta sonrisa que sin duda debía de ser lo que llevaba a Sohnia loca, aquella preciosa sonrisa escocesa perfilada en aqeullos labios carnosos.
- ¿Cómo tú por aquí?- me preguntó.
- Busco a tu Laird, o a Lord Accalon.
Su rostro no pudo ocultar su curiosidad.
- Por?
- No lo sé aún..
- El Laird no está, Accalon, está dentro.
3 persona
James ya la había visto antes de que entrara por la ventana. A través de esta, la había visto caminar por los jardines, como un sueño. Los tonos morados del atardecer iluminando sus cabellos.
Pese a los largos meses que habían pasado, al verla, se acordó de todo. Habían prometido no quererse, pero cada vez que se veían, se volvían a enamorar.
Se quedó quieto, observándola desde la ventana, su pelo, su manera de inclinar la cabeza hacia delante mientras hablaba, sus labios, su piel... Era como si una diosa estuviera en su jardín, una diosa en la que no podía creer.
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Aylin
Entré en el pequeño castillo de piedra gris, buscando a Accalon.
Deambulé por los pasillos buscándole.
De entre las cortinas salió alguien, que me abordó. Noté unas manos apartándome de mi camino.
- Shh. No grites Sassenach.-dijo su voz en mi cuello.
-Pero qué?...
Me agarró y me llevó a una habitación.
-¿Qué haces aquí?- me preguntó James de manera inquisidora. EL corazón me latía a mil y sé que a él también.
Clavó sus fieros ojos verdes en mí, esperando una respuesta.
-He venido a entregarle algo a Accalon.
- ¿El qué?
- No es de tu incumbencia. Además a ver si te crees que he venido aquí por gusto.- le siseé, apartándome de él. Olía a libro y a tierra mojada.
Se me quedó mirando unos instantes. No dijo nada pero sus ojos me lo dijeron todo.
- Aylin, yo...- se detuvo.- Dame lo que le tengas que entregar y márchate.
- ¿Que me marche?- mustié cabreada. - James! Maldita sea, deja de huir . - dije, encarñandole.
- Aylin, no.
- Mírame. - le dije.- James, mírame.
El joven levantó la vista y de nuevo clavó su profund amirada en mí.
- Dime. ¿Me quieres?
- Aylin.- advirtió, moviendo la cabeza hacia un lado.
- Vale, más fácil. Ese beso. ¿Significó algo?
- No.- dudó en decirlo, pero fue un no certero que cayó sobre mí como una losa. Me iba a dar por vencida, pero el hecho de que no me hubiera mirado me incitó a pregutnar de nuevo.
- Mírame y dímelo a la cara. - le rogué. Él suspiró, la luz del atardecer que se colaba a través de la ventana iluminó su cabello color cereza y la mueca de su rostro.
- Si te miro sabrás la verdad.- confesó, mirándome, clavándome sus ojos.
- Eso es lo que quiero.- le contesté, sosteniendo su mirada.
En aquellos ojos esmeralda leí la pasión que le corroía, y supe, que pasara lo que pasara, siempre estaría ahí.
-James...- comencé a decir. No pude acabar la frase porque en un arrebato se lanzó sobre mi y con susmanos agarró mi rostro y me besó.
Me besó como si no lo fuera a hacer más. Sus labios quemaban sobre los míos. Los corroían.
Su lengua se enlazó con la mía como un ancla lo haría con el fondo del mar, como dos manos se cogen. Sus manos recorrieron mi espalda y acariciaron mi pelo. Nos ahogamos en un breve absorber simultáneo del aliento, muriéndonos durante un instante. Cogimos aire para luego juntar nuestors labios de una forma desenfrenada.
El mejor beso siempre es el que se ha deseado dar durante mucho tiempo, ese que ha sido intercambiado numerosas veces a través de la mirada.
Mi cuerpo bullía con el tacto de su piel sobre la mía, me empujó contra una estantería y me apoyó en la pared, dejé que besara mi cuello, mis orejas, mis labios cuanto quiso.
- Te quiero, Aylin, he intentado dejar de hacerlo, pero no he podido. - susurró su ardeinte aliento en mi oreja. Me estremecía de placer al notar sus labios contra mi cuello, y me mordí el labio para no gemir. Apoyó su pómulo sobre mi moflete mientras apoyaba su mano en la pared.
Desaba que me hiciera suya, desaba besarle para siempre, quedarnos ahí en aquella habitación y no salir jamás.
- He esperado que dijeras eso durante mucho tiempo.-le susurré. Él seguía apoyado en mí, respirando sobre mi cuello. Hundí parte de mi rostro sobre su pelo y observé los colores de su kilt.
- ¿Qué vamos a hacer?
-No lo sé. - respondí.- Esto es imposible.- repsondí negando con la cabeza y suspirando sobre su pelo.
- Lo único que sé.- me murmuró su sensual y profunda voz.- es que no quiero volver a alejarme de tí.
- Dios, perdóname.- susurré, mientras levantaba su rostro.
- Dios, perdónanos.- repitió él mientras voslvía a besarme.- El mundo se derrumba Aylin, lo hará igual estemos juntos o no, así que no tenemos nada que perder.
- Sólo a nosotros...- le dije mientras mordía su labio. Él agarró mi rostro con fuerza.
- No volveré a dejarte marchar. Si me arrepiento de algo que sea por estar contigo, no sin tí. Porméteme,
- James...
- Porméteme que pase lo que pase siempre perdurarás junto a mí.
- Te lo prometo.-le dije mirándolo intesamente.
- Debo contarte algo.
- Yo también.- le susurré.
- Esta noche? A medianoche en tu balcón.
- A medianoche en mi balcón.
- Nos vemos allí entonces.- me dijo, separándose. Se me quedó mirando, intensamente, recorriendo mi cuerpo con sus ojos.
-¿Qué?
- Eres la mujer más guapa que jamás ha pisado esta tierra. - dijeron él y sus ojos brillantes a la vez. Sonreí como una adolescente y le guiñé el ojo antes de marcharme.
- Adiós Sassenach.- dijo socarrón.
- Hasta nunca, maldito Highlander.- le respondí mientras cerraba la puerta, y supe que sonreía.
....
Busqué a Accalon, que se alegró de verme y me invitó a tomar un té. Me sentó frente a él y me preguntó por mi estado de ánimo.
- Bien.- le respondí.
- ¿Por qué mientes?- me dijo, observando con curiosidad.
-¿Por qué le interesa tanto?
- Porque eres hija de tu padre, y él me importaba.- respondió con sinceridad.
- Bueno..yo. Estoy preocupada por algo.
- ¿Algo en lo que yo pueda ayudarte?
- No, gracias.
- Si alguna vez necesitas algo, sólo tienes que venir a pedírmelo.
- Lord Accalon. ¿Por qué todos queríais tanto a mi padre?- le pregunté. El hombre jugó con el abrecartas durante unos instantes antes de responder.
- Por que era como uno más.- dijo levántandose. - Ahora, Aylin querida, debes disculparme pero he de marcharme, tengo una reunión importante.
-Sí, yo también tengo que irme.- respondí levantándose.
"Era como uno más..."
Caminé hacia la salida, y en el jardín, mi mirada se cruzó con la de James, que hablaba con un mozo de los caballos.
Me miró con descaro, picardía e intesidad. La medio sonrisa de sus labios lo decía todo.
¿Qué pasaría a media noche?
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Gracias por 30K!
estoy muy orgullosa, y feliz. :)
Me encantan vuestros comentarios y favoritos.
Pronto nuevo capítulo, espero que os guste