"El Elemento Perdido #2: Agua...

By DanielaHernandez1940

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Todo ha vuelto a la normalidad en Caudentry. La familia Vasilith esta más fuerte que nunca con el regreso de... More

PRÓLOGO
"CAPÍTULO 1"
"CAPITULO 2"
"CAPITULO 4"
"CAPITULO 5"
"CAPITULO 6"
"CAPITULO 7"
"CAPITULO 8"
"CAPITULO 9"
"CAPÍTULO 10"
"CAPITULO 11"
"CAPITULO 12"
"CAPÍTULO 13"
"CAPITULO 14"
"CAPÍTULO 15"
"CAPÍTULO 16"
"CAPÍTULO 17"
"CAPITULO 18"
"CAPÍTULO 19"
"CAPÍTULO 20"
"CAPÍTULO 21"
"CAPITULO 22"
"CAPÍTULO 23"
"CAPÍTULO 24"
"CAPÍTULO 25"
"CAPÍTULO 26"
"CAPÍTULO 27"
...
"CAPÍTULO 28"
"CAPÍTULO 29"
"CAPÍTULO 30"
"CAPÍTULO 31"
"CAPÍTULO 32"
"CAPÍTULO 33"
"CAPÍTULO 34"
"CAPÍTULO 35"
"CAPÍTULO 36"
"CAPÍTULO 37"
"CAPÍTULO 38"
"CAPÍTULO 39"
"CAPÍTULO 40"
"CAPÍTULO 41"
"CAPITULO 42"
"CAPÍTULO FINAL"
¡TERCERA PARTE!

"CAPÍTULO 3"

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By DanielaHernandez1940

Después de toda la conmoción de la propuesta y el ligero almuerzo, tuve que decir que la cabeza me dolía para poder largarme de ahí. Aunque no era una mentira del todo. Un ligero pero insistente dolorcito comenzó a aparecer en mi frente. Me disculpé con todos, Cedric se ofreció a acompañarme pero no quería pasar tiempo con él en esos momentos. Aún debía analizar la estupidez que acababa de hacer. Él sólo dijo "lo entiendo". Le prometí que hablaría con él al día siguiente.  Llegué a creer que los Hathaway se quedarían en el palacio, pero al parecer, rechazaron no esa invitación.

Al llegar a mi habitación, me arrojé de inmediato a la cama, quería dormir, dormir y dormir, para luego despertar y darme cuenta que aún estaba en Ravenville, escuchando el ruido que Nina hacía con la aspiradora, oler el delicioso aroma del desayuno y estar con Daniel, y Janine, con todos.

—Estúpidas lágrimas —dije en voz alta cuando comencé a sentirlas en mis mejillas.

Me costaba trabajo imaginar cómo estaban, no tuve ni una oportunidad de conseguir una foto de ellos, nada. Ni siquiera sabía si aún estaban en Ravenville. Quizás, se habían ido a Múnich o a Londres con Emma. Quizá ya no pensaban en mí.

—¿Cómo te sientes? —Lena entró sin tocar la puerta. 

Una parte de mí, me decía que debíamos hacer las paces, pero no sabía si ella estaba dispuesta a hacerlo. Se quedó en el borde de la cama y me miró ¿preocupada?

—Estoy bien, gracias.

—Escucha, respecto a lo de hace un rato, bueno, yo...

—Lo siento —lo dije antes que ella. 

Frunció levemente el ceño, pero luego una pequeña sonrisa se curvó en sus labios. Eso era buena señal. Se sentó a mi lado y me abrazó.

—Yo igual, y mucho —se separó de mí y me miró como tratando de encontrar algo—. ¿Por qué aceptaste?, después de lo que me dijiste y lo que pude entender, creí que lo rechazarías, ya hasta estaba preparada para burlarme de él.

—Sólo pensé mejor las cosas Lenn, y mi decisión esta tomada, no debes preocuparte por nada.

—Pero Alex...

—De verdad —interrumpí—, hablaré con él para establecer ciertos puntos, no quiero que se haga una idea estúpida de algo que no será.

Lena no dijo nada más. Puso su mano en mi cabello y quitó el broche que sujetaba el moño. Dios, fue un alivio. Me hizo una seña para que pusiera la cabeza en su regazo. Si, un pequeño masaje no era mala idea.

—Gracias —Cerré los ojos mientras Lena masajeaba mi cabeza. Se sentía muy bien.

—Bueno, ahora que aclaramos esto, o al menos eso creo, necesito pedirte algo.

—Dime.

—Es acerca de Cara, Henrietta está preocupada.

Abrí los ojos de golpe. ¿Qué podía pasar con Cara? Esa mujer jamás le daba problemas a su madre.

—Continúa —Lena se había detenido—,  cuéntame de qué se trata.

—Al parecer Cara también recibió una propuesta de matrimonio, hace casi dos semanas.

¡Vaya! ¿Cara casada? Era una excelente noticia, no veía algo para que Henrietta se preocupara.

—Pero ella si la rechazó.

—¿Por qué? —pregunté confundida.

—Ahí es donde quiero que tú entres —Lena me miró muy confiada—, necesito que averigües por qué lo hizo.

—No quiero ser Doctora Corazón, Lenn —me quejé de inmediato.

—Alex por favor, Cara y tú se llevan muy bien, sólo te pido que trates de averiguar, si no dice nada, está bien.

—No es asunto nuestro, si ella no quiere casarse tiene todo el derecho a negarse.

Igual que yo. Me levanté de las piernas de Lena. Su cara reflejaba preocupación, se notaba. No me quedaba de otra.

—Esta bien lo haré, pero si no suelta nada, no voy a insistir.

—Con eso me basta, Cara vendrá mañana —besó mi frente y se levantó de la cama—. Ahora descansa, le diré a Greta que te despierte para cenar.

Y salió de la habitación.

—¡Gracias! —le grité, aunque no sabía si me había escuchado.

Me quité el odioso vestido y me puse un camisón. Bajé las cortinas para que no entrara nada de luz y me enterré en mi cama.

...

—¿Alteza?

Greta bajó la colcha que cubría mi cabeza. Tuvo suerte de que no despertara como era costumbre o le habría destrozado la mandíbula.

—¿Qué pasa?

—Su hermana me pidió que la despertara para cenar, y bueno, ya es hora de la cena —dijo en voz baja.

—Gracias Greta, bajo en un momento.

Se retiró con una pequeña reverencia. El haber dormido toda la tarde sólo provocó que tuviera más sueño. Lena me estaba contagiando los síntomas de su embarazo. La mujer dormía como oso. Fui a mi armario y saqué unos pantalones rojos y una blusa de mangas largas blanca, habíamos tenido un clima bastante cálido los últimos días y las noches eran bastante calurosas, esta ropa vendría bien. Me puse las botas negras y terminé de peinarme, no me arreglé mucho, pues luego de cenar vendría a dormir de nuevo.

Cuando llegué al comedor ya estaban todos ahí. Robert y Adrián estaban enfrascados en una conversación que hacía que Adrian frunciera las cejas repetidas veces.

—¿Por qué no le pediste a Cedric que se quedara? —preguntó Katrina cuando tomé asiento.

—Dame tiempo, ¿si? Al menos quiero cenar.

Esperaba el regaño pero no dijo nada. Era lo mejor. Arreglaría las cosas con Cedric y le dejaría muy clara la situación en la que nos encontrábamos los dos. Tendríamos que ser muy listos o personas como Katrina, comenzarían a molestar. La cena transcurrió con calma. Y entonces, quise matar a Lena.

—Creo que una mascarada será maravillosa como fiesta de compromiso.

Casi escupo mi té al oírlo. Antes de que pudiera decir algo, se levantó y salió del comedor.

—¿Es necesario? —pregunté muy frustrada— ¿Y ella la organizará?

Eso era lo que más me preocupaba. Lena no conocía límites. Sólo tenía que recordar su boda o la presentación de Luvia. Me daba pavor el simple hecho de imaginarlo. Regresó al cabo de unos minutos con una caja llena de telas de colores, adornos y muchas cosas. Le di una patada por debajo de la mesa, y me arrepentí cuando sentí que me daba una más fuerte. Sonrió con gesto triunfante.

—Si todo sale bien, podríamos enviar invitaciones dentro de una semana- sugirió Katrina.

—Y la fiesta en tres semanas, será suficiente.

—¡Claro que no! —protesté de inmediato—, es muy poco tiempo.

—Será el suficiente para mí —Lena me miró burlona—, tú no serás de mucha ayuda de todas maneras.

—Creo que yo mejor iré a las caballerizas —Adrián se levantó de la silla—, ¿vienes conmigo, linda?

—¡Sí!

Luvia fue corriendo hacia él, dejando todos los adornos que ya había tomado y Adrián la cargó.

—Robert, ¿no te da pena ver cómo quiere más a su abuelo?— me reí.

Él sólo me sonrió. Lo siento, pero era verdad. Luvia pasaba más tiempo con mi padre que con nadie más. Le encantaba ver todo lo que su abuelo  hacía. A pesar de tener solo dos años, era una niña muy lista. Para cuando cumplió un año ya sabía hablar perfectamente y ahora no se comportaba como una bebé, sino como una niña de tres o cuatro años quizás. Era una esponja. Le gustaba absorber todo lo que Adrián le enseñaba.

—Creo que yo también iré con ellos —Lena asintió y Robert le dio un beso en la frente.

—Para cuando regresen, la mitad de la fiesta ya estará planeada.

—Vaya, vaya, así que harán una gran fiesta por lo que veo —una mujer apareció en la entrada del comedor—,  ¿no estoy invitada?

No la reconocía, no recordaba haberla visto alguna vez, pero eso no impidió que encontrara cierto parecido entre Adrián y ella. Tenía un abundante cabello rizado. Su forma de vestir era muy distinta. Muy ¿ruda?, pero muy femenina a la vez. Era menor que mi padre, eso era seguro. Nos miraba fijamente con una enorme sonrisa.

—¿Daniela?

—Hola hermanito.

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