Juro enamorarte |BORRADOR|

By La_Carcache

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PRIMERA PARTE DE LA SAGA JURO. Cuando Katherine James era apenas una pequeña, su madre llenó su mente con his... More

Juro enamorarte
Dedicatoria
Advertencia!
¡Juro enamorarte en spotify!
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3 |NUEVO|
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6 |Nueva edición|
Capítulo 7
Capítulo 8 |Nueva edición|
Capítulo 9 |Nueva edición|
Capítulo 10 |Nueva edición|
Capítulo 11 |Nueva edición|
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24 |Nueva versión|
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29 |Nueva versión|
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
FIN
Epílogo
Agradecimientos
+Novelas
Creaciones ❤

Capítulo 21

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By La_Carcache

Mi espalda estaba contra la orilla de la cama y mis piernas extendidas en la alfombra de lana azul que había en el centro de mi habitación. Las luces principales llevaban dos días sin ser encendidas y la única iluminación del cuarto eran las luces navideñas que había colocado en el respaldar de mi cama. A un lado de mí se encontraba un galón de helado de chocolate con trozos de brownie que ya iba por la mitad, películas llenas de cliché que había visto todo el fin de semana y la misma pijama que había usado en estos días. Justo en ese momento sonaba Sunflower de Allie X y el único movimiento que hacía era mover mis labios mientras seguía la letra y mi vista se perdía entre las patas del asiento frente a mi escritorio.

Ni yo entiendo cómo llegué a este estado, lo último que recuerdo fueron sus palabras y su sonrisa dirigida hacia mí. Él me miraba como si yo fuera la más hermosa, o como si fuera la octava maravilla de este mundo, el paraíso deseado por todos o la criatura mística más original de la que se hablaba en los cuentos de hadas. Me miraba con esos ojos verdes esmeralda y esa sonrisa sincera en sus labios y eso me botó. Fue un golpe directo al hígado; jamás esperé eso, jamás imaginé que el plan que había perfeccionado en semanas iba a salir tan mal y que él simplemente me iba a dar una cucharada de mi propio medicamento o que iba a admitir frente a todos que era un idiota. En realidad me daba un poco de gracia recordar cómo se autodenominaba frente a todos los presentes.

Lo más agobiante de la situación es que algo dentro de mí quería olvidar sus palabras, hacer como si nada había pasado y continuar con mi vida; terminar la secundaria e ingresar a la universidad que tanto deseaba, esperaba un día irme para siempre e iba a olvidar a todos los que me hicieron daño, pero otra gran parte gritaba y saltaba de la emoción, entonces entendía que si tuviera otra oportunidad para repetir sus palabras una vez más lo haría, porque así es la agonía del amor; recuerdos matadores que tienen una bonita sonrisa que te acelera hasta lo más profundo de tu maldita existencia. No obstante, quería esforzarme y guiarme por esa parte que deseaba olvidar todo.

Empujé las cosas que tenía a mi alrededor para ir en busca de mi madre. Ella se encontraba en la cocina limpiando su cuchara favorita con un paño delicado mientras sonreía, sabía que recordaba esos días de su juventud en donde fue más feliz que nunca y si la deja iba a contarme uno de estos, pero no estaba para escuchar melancolías maternas.

Entré arrastrando mis pantuflas de unicornio sacándola de sus recuerdos y ella, al verme, tapó su nariz con su mano.

— ¿Cómo es posible que una adolescente como tú apeste tanto? — rodee mis ojos moviendo mis brazos para que sintiera mejor mi olor natural — La verdad es que comenzaba a preocuparme que tantas películas de vampiros enamorados te dieran apetito por mi sangre, pero por lo que veo tu único miedo es la luz del sol.

— Muy graciosa — me senté en la silla que se encontraba a un lado de ella —. Eres la madre más bella del mundo ¿sabes?, un diamante muy bruto, algo así como un rubí entre la lata y el sol que ilumina mi camino hacia la felicidad y la prosperidad.

— No — dijo volviendo a su trabajo —. Sea lo que sea desde ahora te digo no.

— Vamos mamá, sabes lo que sucedió hace unos días. Tiene que haber alguna opción para que pueda desaparecer — ella negaba con su cabeza mientras entrelazaba los brazos bajo su pecho —. ¿Qué tal el plan con los huesos de pollo frito? — volvió a negar — ¡Tienes que sacarme de esa secundaria!

— ¡Katherine James! — Samantha Hurt no era una de esas madres que deja caer las cosas con fuerza cuando se encontraba llegando al límite de su paciencia, menos con sus cucharas. Por ende, bajó del cubierto con cuidado mientras me miraba molesta — Quedan exactamente un par de meses para irte de la secundaria. Ninguna otra te aceptará en estas fechas.

Suspiré al aceptar que tenía razón y volví a mi habitación observando cada esquina de esta para ahorcarme con las sabanas más cortas que encontrara.

Desde la confesión de Ian, frente a todos los presentes en la fiesta, me rehusaba a salir de mi casa por el bien de mi existencia. Rosa tampoco había venido a visitarme, salió con su familia de emergencia y si no mal recuerdo regresaba hasta hoy. Así que no me queda nada más que las cuatro paredes de mi cuarto. Dirán que es exageración, pero mi ventana estaba cerrada, las cortinas igual y de paso, coloqué un pequeño mueble frente a esta, justamente para evitar cualquier tipo de entrada. Las palabras de Ian todavía daban vuelta en mi cabeza: "ahora soy yo quien juro enamorarte." ¿Qué carajos iba a hacer?

Escuché que tocaban la puerta de mi habitación.

— ¡Pueden pasar! — grité.

— ¿Kath? — por la puerta pude visualizar el cabello oscuro de mi amiga.

Ella esforzaba su vista para buscar mi cuerpo en medio de la poca luz que había, al encontrarme sonrió y terminó de abrir para entrar. Salté del frio piso y corrí hacia ella, jamás habíamos pasado tanto tiempo separadas sin siquiera hablar por teléfono y en estos momentos donde mi mente daba vueltas y vueltas por el estrés, sus palabras eran las que más necesitaba. Luego de abrazarla me fije que entre sus manos tenía bolsas plásticas que contenían muchas cosas, entre ellas, más películas de amor, revistas, helados y muchos dulces de diferentes sabores.

— ¿Y esto?

— Tenemos mucho de que hablar y creo que sabes a lo que me refiero — se encogió de hombros. Dio pequeños pasos hasta tomar una almohada y colocarla justamente donde yo me encontraba, se sentó y con pequeñas palmaditas en la otra almohada me invitó a sentarme.

— ¿Jack e Ian? — asintió con una sonrisa al mismo tiempo que sacaba todo de las bolsas — Háblame primero de Jack, no me habías dicho nada y creo que merezco muchos detalles. Además, el tema de Ian ha sido muy difícil de superar; digamos que es algo que no puedo asimilar tan fácilmente y me dan ganas de ahorcarme.

— De acuerdo — acomodó su cuerpo en mi almohada y suspiró —. Sabes que él me atraía desde que lo vi — acomodó su cabello por detrás de sus orejas —. Al principio intentaba omitir que era demasiado lindo y atractivo, pero no pude. Un día me acerqué, aun sin saber qué hacer porque claramente me consideraba una amiga más, alguien que se sentaba junto a él en todas las clases y siempre estaba sonriendo dispuesta a ayudar cuando no entendiera ciertas cosas. Así que empecé a ignorarlo. Parece que eso le afectó de alguna madera y en su maldita cabeza castaña algo hizo ¡click! — rio — El día de la fiesta, cuando discutiste con Ian — me miró con ese brillo en sus ojos, un brillo que solo demostraba amor —, bueno, ese día tomé de más y una cosa llevó a otra. El punto es que me tiré sobre él y lo besé como si no hubiera un mañana — mis ojos se abrieron como dos enormes ojos de chihuahua, mi boca también —. Quizás tú nunca te diste cuenta, estabas tan ocupada con el plan de Ian que quise guardarlo un poco más para saber que iba a suceder. Luego de ese día me ignoró justo a como yo lo hacía, eso me decepcionó tanto que discutimos y volvimos a besarnos, me pidió que fuera su novia, pero algo me detuvo, hasta que la vi con aquella chica y ahora es mi novio.

Sorprendida por sus palabras me quedé estática, me había enfocado tanto en lo que yo quería que había dejado de ver a mi alrededor. La abracé porque no todos los días encontramos a una cómplice que te cuide y te de el aliento que nos hace falta para esos momentos de angustia. Rosalina era esa cómplice que la vida me regaló a muy temprana edad, aquella chica que me defendía aunque las cosas realmente estén mal y llegaran a afectarle; ella era una de esas verdaderas amistades que daban envidia por no tenerla en tu vida y yo la tenía conmigo. Amistades así son un regalo de Dios.

Al escucharla reír le dije esas palabras que me había ahorrado en estos días.

— Quiero que seas feliz aunque tengas que gritar para serlo — la miré —, que nadie ni nada arruine esa felicidad ¿de acuerdo? — asintió.

Esa misma noche abrimos cada una de las bolsas de dulces, vimos todas las películas que mi mejor amiga trajo, reímos y hablamos de cosas sin sentido justo a como en los viejos tiempos.

Ya era de madrugada cuando Rosalina descansaba a un lado de mí. Por suerte había desistido de hablar sobre el tema de Ian, pero los recuerdos pasaban por mi mente como escenas de una película. No quería sufrir ¿y quién me garantizaba que esto no era una más de sus estupideces? entonces pensé y pensé y recordé los días y noches que lloré por él, recordé las inmensas ganas de llorar y gritar por su culpa, pero también recordé las inmensas ganas de verlo a él llorando por mi culpa.

Al día siguiente terminé de pasar maquillaje por mis ojeras y formé una coleta alta en mi cabello. Era lunes y por más que insistiera mi madre no me dejó faltar a clases, por esa razón decidí que iba a pasar de incógnita entre todos los alumnos del instituto.

Estiré las mangas de mi sudadera gris frente a mi espejo viendo mi atuendo "nadie me reconocerá". Era muy casual y muy práctico, consistía de una gorra roja que cubría parte de mi rostro, una sudadera gruesa un tanto grande para mi talla, un pantalón de mezclilla claro y deportivos blancos.

Cuando ya estaba lista, salí de casa encontrándome con Jack y Rosalina muy acaramelados frente al auto del italiano. Una vez frente a ellos ambos me quedaron viendo impactados de pie a cabeza.

— ¿Puedo preguntar por el atuendo? — negué con la cabeza — De acuerdo, solo quiero decirte que es obvio que eres tú.

— Estoy de acuerdo con eso — dijo Jack subiendo a su lado del auto.

— Oye — ambos miraron por el espacio que había entre los asientos delanteros — ¿será que podemos ir por Dylan? — Rosalina elevó una de sus cejas — Tengo un plan. El tiempo que pase encerrada en mi habitación fue de mucha ayuda.

— Te escuchamos.

Suspiré recordando todos los planes que había tachado en mi libreta la noche anterior mientras Rosalina dormía. Mi lógica a mitad de la madrugada me llevó a una posible solución, tal vez no era la mejor, ni la más adorable de todas y es muy probable que termine como la perra sin sentimientos de la secundaria, pero hasta el momento era lo mejor.

— Me haré novia de Dylan — contesté finalmente —, Ian no puede intentar nada conmigo si tengo novio ¿cierto?

— Sabes que es una locura — ambos se volvieron a acomodar en sus asientos para tomar el camino que nos llevaría a mi tortura personal —, pero también entiendo tus motivos.

Varios minutos después el auto se detuvo frente a la casa de Dylan, por suerte había logrado hablar con él para convencerlo de que aceptara que pasáramos por él. Subió al auto saludando a todos y quedando justamente a un lado de mí. El viaje fue en silencio, pero dentro de mi mente iba maquinando la excusa perfecta para que aceptara ayudar con mi plan. En ese instante lo miré; él iba perdido viendo el camino dándome una vista perfecta de su perfil. Dylan era muy atractivo; cabello oscuro, el cual peinaba y despeinaba hacia un lado. Piel morena, mandíbula no tan marcada, labios gruesos, nariz ancha, ojos pequeños, cejas gruesas, de estatura alta, delgado y perfecto para mi plan.

Sin darme cuenta llegamos a la secundaria. Esperé que la pareja avanzara un tanto para plantearle mi plan Dylan. Cuando noté que iban lo suficientemente lejos, acomodé el gorro de mi sudadera y comencé a caminar en dirección a mi próximo socio.

— Dylan — sostuve su mano para detenerlo —, tengo que decirte algo.

— Dime — sonrió al ver nuestras manos juntas —. Oye, ese nuevo atuendo te va muy bien, imagino el por qué será — rio pasando su brazo por mis hombros y caminó arrastrándome con él —. Te escucho, James.

— ¿Quieres ser mi novio de mentirita? — dije rápido. Sus pasos se detuvieron para dar media vuelta y verme mejor — Ya sabes, como en primaria.

Podría decir que ese momento su rostro era una obra de arte digna de estar en uno de los museos más importantes del mundo; algo así como una combinación entre burla y curiosidad. Pasados varios segundos ladeo su rostro y habló.

— ¿Porqué? ¿Por Ian? ¿Para qué se aleje de ti? — asentí frenéticamente con una sonrisa en mis labios y ambas manos juntas en señal de piedad — De acuerdo, acepto, pero primero — quitó la gorra de mi cabeza, desordenó un poco mi cabello y volvió a colocar la gorra —, luces mucho mejor así.

Volvió a colocarse a un lado de mí y estiró su mano para entrelazarla con la mía. En ese santiamén, mientras miraba nuestras manos juntas, me lamente por el simple hecho de que no sentir ni una pizca de lo que sentía cuando Ian tomaba mi mano; no sentía como mi mano encajaba a la perfección con la suya, ni esa pequeña corriente eléctrica de emociones que viajaba por mi columna vertebral. Sin embargo, me consolaba saber que tenía a alguien para distraer a Ian de cualquier estupidez que quisiera hacer.

Aun sosteniendo de su mano abrimos las puertas de la secundaria. Mientras caminábamos todas las miradas se dirigieron hacia nosotros y luego a nuestras manos entrelazadas. Era muy seguro de que todos pensaban que después de lo sucedido en la fiesta iba a solucionar mis diferencias con Ian y luego iban verme entre los pasillos destilando amor con dicho sujeto, pero eso no pasó y muchos se desanimaron. Caminamos hasta mi casillero mientras hablábamos entre risas y luego nos dirigimos a nuestro salón, como siempre nos sentamos juntos al lado de Rosa y Jack.

— ¿Qué tal el primero momento como novios? — preguntó Rosa estirándose en su asiento hasta tocar con su brazo la mesa frente a mí.

— ¡Todos me miran como si esperaran que admitiera algún delito súper sangriento! — explotó Dylan mientras soltaba mi mano haciendo que todos riéramos. — ¡Es... — dudo — ¡Es extraño!

Nuestras carcajadas fueron interrumpidas por la entrada del maestro que comenzó a explicar su clase frente al pizarrón. Así pasaron las horas hasta que tuvimos unos minutos de descanso. Dylan hacía un muy buen trabajo como novio, era atento y muy amable, pero ambos sabíamos que era un simple trato que me salvaba de confrontar la realidad. Un trato que corría de boca en boca por los pasillos del instituto y estaba segura de que ya había llegado a los oídos de la persona que deseaba.

Todo era risas y explicaciones lógicas de ciertas cosas mientras esperábamos que terminara el descanso hasta que unos brazos llenos de tatuajes que se detuvieron frente a mí; su mirada era de tristeza y tenía una sonrisa forzada haciéndome sentir una punzada muy dentro de mí.

— Escuché que son novios — Dylan y yo asentimos en silencio. Se dirigió hacia Dylan con superioridad —. Bien, lamento decirte que lo tuyo con Katherine jamás funcionará. ¿Sabes por qué? — mi ahora novio falso negó — Porque ella me ama a mí y aunque no lo admita, sé que lo hace. Y a ti Katherine — me quedé en silencio esperando palabras insultantes o algo muy parecido a eso, en cambio me dio una pequeña sonrisa.

Sacó de su mochila una gran caja de chocolates, pero no cualquier tipo de chocolate sino, los chocolates. Colocó la caja de mis chocolates favoritos frente a mí, la sostuve entre mis manos con cuidado y dije unas gracias casi inaudibles viendo fijamente la cajita dorada. Mi boca cayó al piso, literal. ¡Intentaba conquistarme con comida! ¡Darme chocolate es parte de su plan! ¡Oh demonios! Es muy inteligente.

— Tuvimos algunos meses como novios, pero fueron suficientes para aprendermucho sobre ti      — su sonrisa se expandió un poco más —, sé que son tus favoritos — se dirigió hacia Dylan con una sonrisa de arrogancia — ¿Tu sabias eso?

— Yo... — Dylan dudoso y excesivamente nervioso miraba a Ian.

— Lo supuse. — el profesor entró pues el descanso había finalizado.

Mientras yo miraba los dulces aún en mi mano y recordaba el día que mencioné porque me gustaba tanto, Ian logró convencer a la persona que se encontraba detrás de mí para que cambiaran de lugar. La clase continuó su curso, pero no podía concentrarme ya que de vez en cuando soplaba cerca de mi cabello, causándome molestia y un fuerte dolor de cabeza solo para que le prestara un poco de atención.

Tiempo después un pequeño papel cayó cerca de mi mano, lo tomé y lo leí: "Hoy luces hermosa. " arrugué el pequeño tuco de papel y lo tiré a un lado. Molesta por su insistencia tomé a Dylan de la mano mientras observa al maestro dar su clase, en una distracción del hombre sin cabello que explicaba biología, llevé ambas manos a su rostro y lo besé. Sus labios eran suaves y demasiado delicados, pero nuevamente no me provocaron la misma sensación que recibía al besar a Ian. Por cierto momento, quise besaba ese chico de hermosos ojos verdes que se encontraba detrás de mí e incluso llegué a imaginarlo. Esforzándome por omitir su presencia en mi mente continué besando a mi novio falso pensando en que esta vez no caeré en las garras de Ian, no me dejaré llevar por mis sentimientos y todo será perfecto, tampoco me arrepentiré. Solo necesito un par de meses para que se largue de la secundaria y poder respirar en paz.

Al separarme, escuché un fuerte ruido proveniente de atrás. En seguida Ian salió del salón con ambas manos en puños y sin pedir permiso dejando al maestro boca abierta sosteniendo del marcador en su mano.

Es mejor así...

¡Hola, mis amores!

Hoy estaré haciendo dinamicas en mi cuenta de instagram de Wattpad para que estén pendientes y me ayuden a escoger al hombre perfecto para nuestro IAN BRAND ♥

Gracias por leerme, saludos desde Nicaragua ♥

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