Dark Secrets

By MissPssycho

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Amy Murphy lleva una vida normal alejada de su sexy/ex-amigo de la infancia Ethan Rowling, pero tras cruzarse... More

1• Miradas prolongadas
2• Mentiras y más mentiras
3• ¿Héroe o asesino?
4• Las palabras en un silencio
5• No muerdo ¿Sabes?
6• Deseando escapar
7• Te va a doler sólo un poco
8• Explicaciones
9• No te necesito
10• Colmillos
11• Una familia rota
12• Puertas y Ventanas
13• Sex-appeal
14• Dos meses de abstinencia
15• El enigma de papel
16• Ojimiel.
17• Dulces sueños
18• El libro
19• Cuestión de fuerza
20• Chófer personal
21• ¿Deberíamos?
22• Recuerdos que asustan
23• Abismo de la inconsciencia
24• Viaje a los recuerdos
25• Cruel
26• Yo solo tengo química en el horario
27• Primeras sensaciones
28• El corazón también se rompe
29• Autodestrucción
30• ¿Buenas decisiones?
31• Restringidos
32• El lobo tiene hambre de caperucita
33• Puntos débiles
34• ¿Recíproco?
35• Te necesito
36• El comienzo de una maldición
37• Heridas
38• Nada de esto a mamá

39• Nubloso

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By MissPssycho

Por primera vez en la vida bajo contenta las escaleras de mi casa, escuchando los melodiosos bufidos de Thalia. Está mal que yo lo diga, pero entre hermanas es una frase muy común: «como me gusta verla cabreada...». Y es cierto que a pesar de quererla mucho, siempre han existido barreras inquebrantables; la intimidad. En este caso concreto, abrir la boca y contar lo que acababa de ocurrir en mi habitación es una de ellas.

—Hola mamá. —Con paso vivaracho me acerco hasta la altura de la mesa y le doy un beso en la mejilla, consiguiendo una reacción asombrada de su parte. Ni que nunca  hubiese sido amable con ellos—. Buenos días a ti también, papá —digo al mismo tiempo que le arrebato el periódico de las manos mientras escucho a Thalia manejar las tazas de cerámica tras de mí.

—También fueron buenas noches ayer —susurra entre dientes en un sonido casi imperceptible. Digo casi, porque mi madre soltó algún «¿Qué?» no tan inocente.

Me acerco hasta ella con toda la tranquilidad que me es posible, y después le propino un codazo en las costillas que la deja sin aire por varios segundos. Así supongo que mantendrá su lengua viperina tranquila.

Cállate. Muevo los labios sin dar lugar a sospechas y comienzo a ayudarla con lo que sea que está haciendo.

—¿Y ese buen humor, se puede saber a qué viene? —Mi padre me sorprende con su pregunta inoportuna y no puedo evitar mirar hacia Thalia, que instintivamente pone los ojos en blanco, y hurga en la herida repitiendo a su compás, «Eso Amy, ¿a qué se debe?»

—Simplemente he dormido bien. —Sigo colocando las tazas y me preparo un café para seguir despierta, y evitar quedarme dormida en clase.

Entre las pesadillas, la hora a la que me acosté anoche, y el continuo y molesto ruido de las ramas del árbol al chocar con mi ventana, bajo mis ojos habían crecido unas bolsas negras que podían llegar a imponer si las mirabas muy de cerca.

Cuando me giro en dirección a la ventana, las cortinas comienzan a moverse de forma muy ajetreada, como si un perro las estuviese mordiendo desde el dobladillo. Repentinamente tengo la sensación de estar siendo espiada por alguien.

«Son alucinaciones Amy, te estás volviendo paranoica.»

Quizás si estaba un poco paranoica últimamente, pero de todas ellas, sentía que esta vez realmente iba a pasar algo. Algo malo...

—¿Me estás escuchando? —Thalia chasquea los dedos delante de mi y es entonces cuando vuelvo de mi estado de shock. La cocina está desierta, ni rastro de mis padres, ni rastro de los utensilios de cocina que han utilizado para desayunar; No hay absolutamente nada.

—¿Donde están? —le pregunto a Thalia, desconcertada por todo lo que acababa de ocurrir. ¿Como han podido recogerlo todo y huir tan rápido?

—¿Quiénes? —En su mirada se puede distinguir con calidad la palabra “loca” y “psicópata”—. Estamos solas todo el rato.

Eso no puede ser. Yo recuerdo haber hablado con mis padres. Ellos me han preguntado el motivo de mi felicidad, y no han parado de dirigirme miradas interrogantes todo el rato, ¿por qué iba a inventarme algo así?

—Ellos estaban aquí hace un rato Thalia. —Me pongo tensa al instante y sin apartar la mirada de sus ojos, sigo hablando—. Hace unos cuantos segundos yo estaba hablando con ellos y tú también.

Voy a apretar la taza que hasta hace unos segundos tenía entre mis manos, pero la sorpresa es, percatarme de que no estoy sosteniendo absolutamente nada. Estábamos solas; Thalia y yo. En silencio. En mi cocina; aunque cada vez parecía algo mucho menos personal.

—Amy, creo que es mejor que te sientes — sugiere empujándome hacia el taburete que tengo detrás. ¿Qué cojones está pasando?—. Necesitas relajarte.

No necesito relajarme. Necesito respuestas.

—No hay respuestas para todo...

Al oír esas palabras, instintivamente bloqueo mi mente para que nadie más pueda seguir el hilo de mis pensamientos. Estoy cien por cien segura de que Thalia no es capaz de hacer eso. Pero hay un grupo de personas que sí pueden...

—¿No tuviste suficiente con tu anterior tortura? —pregunto intentando alejarme de ella, él, o lo que sea que esté ahora mismo en el cuerpo de mi mejor amiga.

—¿De qué estás hablando? —Thalia intenta acercarse, pero en cuánto sus pies se aproximan, más apartada comienzo a estar yo. Quiero que pare. Necesito que paren.

—Ya no puedes engañarme. Cameron, deja de utilizar cuerpos que no te pertenecen.

Aprieto los puños y los dejo inertes a la altura de mi cintura. Sí da un paso más le atizo, y aunque yo no sea tan fuerte como él, puedo asegurarle que le va a doler, y no precisamente poco.

—Estabas detrás de las cortinas. —Comienzo a decir, atando cabos sueltos—. ¿Qué haces en mi casa?

Ya ni siquiera sé molestaba en seguir fingiendo.

—Busco algo —responde pausadamente mientras se incorpora, sentándose sobre la encimera.

—¿Y se puede saber el qué? —inquiero.

—No creo que mis asuntos sean de tu incumbencia. —Escupe algo, y al percatarme de que es sangre teñida de negro me entran náuseas. Asqueroso.

Las facciones de su cara van cambiándose hasta convertirse en las suyas. Con su cuerpo pasa exactamente lo mismo, y para que mentir. Ha sido lo más desagradable que he tenido el placer de ver en mucho tiempo.

—¿Te importaría cambiar de aspecto en otro lado?

—No. —Genial. Una negación bastante rotunda—. He venido a decirte algo importante. ¿Quieres que te lo diga o he hecho este viaje para nada?

Por una parte está la curiosidad; esa parte irracional del cerebro que siempre me juega malas pasadas... Pero por otro lado está la parte racional que siempre me dice «No te acerques a ellos. Hacen cosas sobrenaturales, y cualquier dato que te quieran decir, puede servir para empeorar la situación. Ignóralos». 

Al final, el demonio mató al ángel.

Le cedo la palabra y él comienza:

—Sabemos que estás manteniendo una amistad más cercana a Ethan que de costumbre. Vamos, en términos generales; te estás acostando con él.

¿Quiénes son «sabemos»? ¿Y qué relevancia tiene mi vida sentimental en el asunto?

—¿Y eso es malo porque...?

Ni siquiera le corrijo cuando dice «os acostáis...». A nadie debería importarle lo que hago en mi habitación. Esto es peor que estar vigilado por una cámara las veinticuatro horas del día.

—No quería decírtelo sin tanta sutileza, pero a quién vamos a engañar, ¡eres tú! —Pongo los ojos en blanco y después espero a que continúe con su desprecio hacia mi. En serio, alguien debería comprarle un bozal—. Ethan te va a matar. Cómo nosotros a fin de cuentas, pero sería un poco más feo que lo hiciese él, ¿no crees?

—¿Siempre tan discreto? Tienes un tacto increíble.

—Una de mis muchas cualidades.

«Entonces no quiero saber cómo serán las demás...»

—¿Y si Ethan solo quiere matarme, para qué me adviertes? ¿No es esa tu intención? —inquiero siendo más astuta que él.

Al parecer he descubierto las bajas de su trampa, porque movido por los nervios se baja de la encimera y ya no muestra la actitud tan dominante que creía tener antes. A fin de cuentas, todos somos valientes hasta que nos colocan entre la espada y la pared. Traga dificultosamente, siendo preso de su propia mentira destapada, pero testarudo como él solo, sigue insistiendo en hacerse creíble.

—Es diferente —dice al fin. Me da la sensación de que está evitando no irse por las ramas—. Si te mata él, nosotros ya no podremos hacerlo. Él se quedará con todo, y nosotros sin nada. Es muy fácil de entender; puro egoísmo.

¿Por qué siempre hablan de un todo, refiriéndose a mí?

—Si Ethan me hubiese querido matar, ya lo habría hecho hace tiempo... —susurro más para mí misma que para ellos. Las palabras me resuenan en la cabeza como un disco rayado; estoy repitiendo las palabras exactamente como Ethan las dijo una vez. Creo que es en ese mismo instante en el que comienzo a sentir un pánico abrumador extendiéndose sin precedentes. Quizás ahí dentro ha estado oculta la mentira... camuflada por las palabras.

—O quizás no. —Sus diálogos y paradas inoportunas me sacan de quicio, y me hacen perder el hilo de la conversación a partes iguales—. A lo mejor solo está esperando el momento oportuno, como todos. Pero piénsalo, ¿no prefieres que te mate alguien a quién odias, antes de a quién amas?

La rabia comienza a ascender por mis mejillas, para finalmente convertirse en el rojo llameante que desprenden mis pómulos. Está hablando de la muerte como si fuese lo más habitual del mundo, y lo peor de todo, ¡a mí! ¡al puto cadáver al que por alguna razón extraña parece que vayan a venerar tras descuartizarlo en miles de pedacitos! Me puede la vergüenza, pero mucho más la impotencia de saber que no puedo hacer nada, porque injustamente la vida le da poder a las personas que solo quieren utilizarlo para el mal.

Me dirijo hacia su posición con los puños apretados a la altura de la cadera, y la rabia emanando de alguna parte muy oscura de mi, cuando de repente se me ocurre hacer lo impensable; lo prohibido. Ni siquiera soy consciente del momento exacto en el que ocurre, pero lo veo todo a cámara lenta. Cómo si el golpe seco que mi mano le arrea a su barbilla lo hubiese provocado otra persona con más agallas y fuerza que yo. Se tambalea en su sitio con ambas manos sobre el mentón, pero no es hasta el instante en el que comienza a sangrarle la lengua, cuando realmente siento el triunfo en lo más lúcido de mi alma.

Me acerco con un tono de voz amenazante, y otro puño muy dispuesto a volverle a sacudir como si no fuese más que un mísero saco de boxeo. Lo cojo con firmeza por las solapas de la camisa, y sin saber cómo, consigo que sus pies se queden tendidos sobre el aire. Me caen algunas gotas de sangre sobre la ceja, pero no me molesto en limpiarlas. Son una señal de victoria.

—¡Escúchame miserable! Nada de terceras personas, ¿lo entiendes? —No contesta. Lo sacudo un poco y de repente consigo una respuesta inmediata—. La próxima vez que vengas, sea para matarme, para amenazarme, o para besar el puto suelo en el que voy a pisar tu cabeza, recuerda esto.

Los nudillos muy directos al puente de la nariz. Siento como sus agujeros se incrustan en mi puño, y oigo un chasquido asqueroso. Genial, posiblemente le haya partido el tabique nasal al desgraciado. No sé inmuta y tampoco aulla de dolor como es de esperar, solo sonríe... Solo sonríe con una risa diabólica. Solo espero que cuando vengan a llevarme con ellos, al menos puedan salir sin alguna extremidad menos.

—¡Vamos Amy, no te detengas! ¡Sé que tienes ganas! ¡Desahógate! Demuéstranos que tienes la misma conciencia que nosotros; intenta convencerte a ti misma que tampoco tienes un poder con ansias de hacer el mal...

Me pesan los brazos cuando comienzo a apretar el puño de nuevo. No hay remordimientos, solo estoy tratando de defenderme, ¿verdad? Alzo la mano cabreada, y justo cuando voy a dejarlo K.A.O, su cuerpo se volatiza en el aire como si nunca hubiese existido.

«Lo hubiese hecho» pienso arrepentida. «Me hubiese convertido en uno de ellos.»

[•••]

—¡Amy para! —Thalia consigue sacarme de la ensoñación con un grito desmedido. Parpadeo varias veces, e instintivamente dejo la jarra de café sobre la mesa. Me quema la mano, pero no le doy más importancia. De nuevo, la realidad vuelve a sacudirme como nunca—. Ve a por una bayeta. Lo has puesto todo perdido.

Tengo la taza de café, llena hasta desbordar y por el rostro de Thalia solo ruedan lágrimas exageradamente grotescas. Quiero emitir un “¿qué coño acaba de pasar?”, pero ni siquiera tengo el ánimo como para hablar. Estoy exhausta y al parecer no soy la única en darse cuenta. Mamá está rodeando a Thalia por los hombros mientras que le susurra rogando por qué se tranquilice, y a mí me fulmina con la mirada. Cuando mi amiga levanta la vista hasta toparse con mi mirada, puedo intuir lo que ha pasado. Tiene una marca roja a lo largo de la mejilla con vestigios de unos dedos largos y finos que sé muy bien a quién pertenecen... bajo la mano avergonzada, y en cuánto voy a hablar, no tengo ni la menor idea de qué debería decir.

—¿Qué acabo de hacer? —La pregunta suena más para el resto, que para mí misma. A Thalia le tiembla el labio inferior y mi madre ni siquiera es capaz de dirigirme ni una mísera palabra—. Lo siento; lo siento...

Quiero emitir alguna disculpa más, pero sé que por mucho perdón que pida las acciones son irreversibles y más aún cuando hieres a otra persona. Thalia; tanto tiempo sufriendo maltratos, y ahora su amiga se dignaba a levantarme la mano... Repentinamente mis ojos comienzan a aguarse.

Salgo corriendo de la cocina y como movida por una fuerza superior a mi, abro la puerta hasta pisar la calle. Las lágrimas ruedan por mis mejillas, y me pica el pecho al intentar respirar; soy una mala persona. Alguien ruin que ni siquiera es capaz de...

Mis pensamientos se detienen momentáneamente, en cuanto choco contra un cuerpo mucho más voluptuoso que el mío. Aún escociéndome los ojos intuyo quién es por la forma tan arrolladora con la que me sostiene entre sus brazos. 

—¿Amy? —Comienza a hablar, pero mis murmullos sin sentido suenan mucho más fuertes—. ¿Amy qué te pasa?

En cuanto mis neuronas comienzan a atar cabos sueltos me separo de él. Me limpio las lágrimas como gesto instintivo e intento no mirarle a los ojos. Está mal. Está mal que siempre me tengan confundida y consigan hacerme dudar.

—Me abrazas y me besas... —Empiezo a decir—. Pero nunca es suficiente Ethan porque estoy cansada de sentir que solo soy una marioneta destinada a que toda una vida, todo el mundo se dedique a mover mis hilos. —La rabia comienza a crecer por minutos. Cada vez siento los mofletes más y más rojos—. ¿Te crees que no me he dado cuenta Ethan?

El único sentimiento que lo arrolla se desprende de su cara de asombro. Va a decir algo, pero me antepongo porque conozco cada rincón de su mente al dedillo.

—Y no te atreves a decir si quiera que soy tu todo, porque mientes. —La palma de mi mano involuntariamente azota su mentón, dejándolo desubicado por varios segundos—. Cuántas personas dicen eso, y todas se equivocan Ethan. ¡Ser el todo de alguien significa ser nada de uno mismo!

Una pausa dramática. Mis gritos a flor de piel y sus ojos desorbitados intentando buscar la respuesta a esta conversación en cualquier mísero y minúsculo detalle. No me sorprende lo que dice, estoy jodidamente harta de sus mentiras. Tienen razón; irónico que sean los malos los que la tienen al fin y al cabo. Me ha estado engañando y ni siquiera sé cómo podría vengarme.

—Por eso perdí todo lo bueno que quedaba en mí hace tiempo.

Suelto una risa irónica, y a continuación camino hacia la dirección opuesta dándole dramáticamente en el hombro al pasar.

—Eres un puto mentiroso.

¡Hola chicxs! ¿Tan sorprendidos como yo?

Vale quizás ha quedado muy dramático, pero aquí lo importante es, ¿que pensáis? Decídmelo abajo en los comentarios.

Por cierto. Aquí son las 15:28 y quiero desearos por si mañana no escribo.
¡¡Feliz Navidad!!
(Y feliz Nochebuena hoy para quién la
celebre).

Bueno... Quería deciros que el martes no pude subir capítulo porque estaba fatal. Tuve que ir al médico, y para colmo al día siguiente me sacaron sangre, que por cierto, si me dolió😂 (Ok.no, es que soy muy exagerada, no fue para tanto en realidad).

Os deseo unas felices fiestas, un feliz Papa Noel hoy, (o Santa Claus) y que comáis mucho chocolate.

Hala, todos con kilos demás y que no podamos siquiera cruzar la puerta de nuestra casa. ¡Ese es el espíritu navideño chicxs!

Pd: me hace gracia que lo esté corrigiendo para fechas navideñas también. Lo dicho anteriormente lo dije el año pasado, así que, como actualización: FELIZ 2019.

[Editado y Corregido]
Instagram: misspssychoo

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