31• Restringidos

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La ira me recorre todo el cuerpo dándome varias sacudidas que amenazan con dejarme tendida de brazos cruzados sobre el suelo, mientras mi racionalidad —más o menos, madura—, intenta actuar con toda la normalidad que le es posible. Ethan me sujeta con firmeza, por el hombro, sin llegar a apretar, pero eso no quita el hecho de que me siga incomodando actuar con tanta normalidad delante suyo. Sí soy sincera, nunca me habían temblado las manos tanto hasta ahora. Me limpio el sudor en los pantalones, y después prosigo la caminata intentando pasar desapercibida; aunque teniendo a mi lado un chico tan poco discreto como Ethan, cualquiera intenta no hacerse de notar...

—Estoy asustada —mascullo entre dientes. Hago el amago de tropezar, pero con un traspiés me reincorporo en el paseo—. ¿Adónde vamos?

Sus palabras suenan tan vacilantes e irregulares, como convulsas.

—Al coche. Silencio. La mano. —Me agarra los dedos con firmeza, y después me dedica una mirada fugaz, intentando tranquilizarme—. Disimula. Saldrá bien.

No lo digo en voz alta, pero cualquier persona que supiese leer los labios, podría haber descubierto el "vale" tan tembloroso que pronuncian mis labios, con varios atisbos de duda.

—¿A qué se debe el panorama? —inquiero, soltando un poco su agarre. Me sigue incomodando el hecho de recordarlo todo con tanta nitidez. Ni siquiera sé como me ha vuelto a enredar—. Dame razones para seguirte el rollo.

Respira con frustración, y veo un claro amago de ponerse los dos dedos sobre la nariz para tomar varias aspiraciones pausadas. No me mira, pero de alguna manera, predigo sus palabras antes de que pueda pronunciarlas si quiera.

—Tú, cíñete al plan, y todo saldrá bien —susurra sin más.

—¿Y supuestamente cuál es el plan? —pregunto aumentando la velocidad de mis pisadas. Ethan me sigue el ritmo sin pensarlo. He llegado a la conclusión de que en caso antes desaparezcámos de la vía pública, antes se separarán nuestros caminos. Cada uno por su cuenta. No está mal. Habíamos podido sobrevivir una adolescencia entera el uno sin el otro, podría soportarlo de nuevo.

—Improvisar, y que la suerte esté de nuestro lado.

—¡Guau! —sonrío con fingido entusiasmo, y pongo los ojos en blanco, antes de agregar—: Me encanta ver cómo tienes la situación bajo control...

—Para de llamar la atención —murmura, mientras se pasa repetidas veces, la palma de la mano derecha sobre la cabeza. Me he dado cuenta de que esa es su forma de admitir que está nervioso—. Nos están vigilando.

Alzo los ojos con incredulidad, y con gesto sorprendido, comienzo a observar tics nerviosos, persona por persona. El análisis psicópata siempre ha sido lo mío.

—Esto es raro —contesto sin esperar una respuesta concluyente. El único sonido que llego a escuchar, es el del claxon, de un vehículo con prisa. Creo que solo quería que me subiese a la acera.

Primero amenazan a Scarlett, la obligan indirectamente a vestirse de incógnito para salir a la calle, y esconderse bajo su capucha, para que si quiera saludarme, le suponga un riesgo. Después a Ethan; persiguen a mi perseguidor; después a mí. La única víctima. No sé que está pasando, pero sea lo que sea, parece peligroso, y totalmente excesivo de más... Con lo agusto que estaba yo con la única preocupación de, como conseguir que me diese una media aprobada a finales de curso...

Benditas preocupaciones banales.

—Sube al coche. —Ni siquiera me doy cuenta de dónde estamos, hasta que su mano se coloca sobre la manivela de la puerta, y la abre, para que pueda subir—. Por favor —añade.

Dark SecretsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora