34• ¿Recíproco?

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Sentía como la adrenalina circulaba con demasiado énfasis por todas y cada una, de mis minúsculas venas. ¿De verdad había sido capaz de confesarlo? ¿Ambos estábamos pisando terreno desconocido?

Sentía que me desvanecería en el suelo en cualquier momento, pero no lo haría, porque en el fondo de mi alma, sabía que Ethan solo me estaba "protegiendo" porque necesitaba algo de mí, que no le podría proporcionar otra persona. Me sentía estúpida, pero también amargamente ilusa. Me lo había creído; había sido tan convincente que me había hecho cambiar de parecer. Los sentimientos son el arma más mortífera del ser humano.

El secretismo entre Scarlett y Ethan, sus frases con doble sentido, los sueños, la incansable forma de mirarme como si fuese un tesoro muy preciado... todo me indicaba que yo era necesaria y vitalicia para algo o alguien, pero lo que debía descubrir era para quién o para qué.

-Pensaba que las niñas buenas como tú, no se saltaban clase. -Me giro asustada por el perfume masculino que tengo detrás, y cuando descubro de quién proviene me relajo y me cruzo de brazos.

Alzo las cejas escéptica, y Cameron se acerca un poco más a mí. Lo que nadie sabe es que los prejuicios son una mierda, y que no todo el mundo se derrite ante un chico guapo. Lo siento mucho, lo importante es el interior y en estos momentos Cameron parece podrido hasta las trancas.

-Yo también creía que los chicos engreídos como tú habían desaparecido junto a los dinosaurios... -Observo como sus facciones se tuercen con un movimiento grotesco antes de que modifique mi posición actual, y comience a caminar hacia otra dirección dándole un empujón en el hombro-. Guardaré tu secreto como chico florero en esta sociedad; ¿te parece?

La última frase la vocifero con un tono estridente antes de darle esquinazo al siguiente pasillo, e ir en busca de mi objetivo. Ethan.

A medida que camino más y más rápido, oigo unos pasos a mi espalda seguirme con avidez. Echo la vista hacia atrás con un movimiento rápido, y al comprobar que no me persigue nadie finjo estar serena mientras controlo el ritmo de mi respiración. Puede que sea Cameron, un profesor, o cualquier alumno despistado de primer curso que hasta día de hoy todavía se pierde antes de llegar a clase; pero en ambos casos el miedo sigue ahí. Implantado y rondándome en pesadillas. Es como si el mundo entero hubiese conspirado en mi contra y ahora todo resultase ser una amenaza.

Sin darme cuenta, ya estoy cruzando las puertas del Instituto para seguir la cazadora negra que se aleja a gran velocidad por el asfalto mojado. Lleva las manos metidas en los bolsillos con despreocupación y ni siquiera se molestaba en comprobar que la calle estaba desierta, antes de cruzar sin mirar. Estoy siguiéndole dificultosamente. Corro, y él más rápido parece caminar. Francamente, ahora que lo analizo con prudencia, nunca había sido consciente de sus muchas habilidades. Lo más probable es que la belleza sea una de ellas.

Doy varios traspiés antes de cruzar el paso de cebra sin mirar, y levanto varias tapas de alcantarilla intentando alcanzarlo. Pruebo a gritar su nombre con un grito estrangulado, pero las cuerdas vocales me fallan y únicamente acaba saliéndome un gallo. Ni con esas se gira para observar que pasa tras de sí.

La lluvia seguía estando presente mientras perseguía mi presa con más entusiasmo de lo normal; pero sin embargo, algo estaba comenzando a cambiar de forma brusca. El suave brillo del sol, dándole un aspecto nítido y apacible a las calles se estaba desvanecía do a la velocidad de la luz; el bullicio estaba comenzando a hacerse inaudible, junto a los transeúntes invisibles; y ya no quedaba rastro de ninguna chaqueta de cuero, sino de un callejón sin salida.

Freno drásticamente y me coloco una mano sobre el pecho intentando recuperar la respiración. Cómo no lo consigo, la única opción viable que me queda es, apoyar las manos sobre las rodillas intentando coger varias bocanadas de aire seguidas. El pecho se me oprime con cada soplido de resignación que contraigo, y las piernas me tiemblan al ritmo de los latidos de mi corazón.

Dark SecretsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora