Dark Secrets

By MissPssycho

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Amy Murphy lleva una vida normal alejada de su sexy/ex-amigo de la infancia Ethan Rowling, pero tras cruzarse... More

1• Miradas prolongadas
2• Mentiras y más mentiras
3• ¿Héroe o asesino?
4• Las palabras en un silencio
5• No muerdo ¿Sabes?
6• Deseando escapar
7• Te va a doler sólo un poco
8• Explicaciones
9• No te necesito
10• Colmillos
11• Una familia rota
12• Puertas y Ventanas
13• Sex-appeal
14• Dos meses de abstinencia
15• El enigma de papel
16• Ojimiel.
17• Dulces sueños
18• El libro
19• Cuestión de fuerza
20• Chófer personal
21• ¿Deberíamos?
22• Recuerdos que asustan
23• Abismo de la inconsciencia
24• Viaje a los recuerdos
25• Cruel
26• Yo solo tengo química en el horario
27• Primeras sensaciones
28• El corazón también se rompe
29• Autodestrucción
30• ¿Buenas decisiones?
31• Restringidos
32• El lobo tiene hambre de caperucita
33• Puntos débiles
35• Te necesito
36• El comienzo de una maldición
37• Heridas
38• Nada de esto a mamá
39• Nubloso

34• ¿Recíproco?

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By MissPssycho

Sentía como la adrenalina circulaba con demasiado énfasis por todas y cada una, de mis minúsculas venas. ¿De verdad había sido capaz de confesarlo? ¿Ambos estábamos pisando terreno desconocido?

Sentía que me desvanecería en el suelo en cualquier momento, pero no lo haría, porque en el fondo de mi alma, sabía que Ethan solo me estaba "protegiendo" porque necesitaba algo de mí, que no le podría proporcionar otra persona. Me sentía estúpida, pero también amargamente ilusa. Me lo había creído; había sido tan convincente que me había hecho cambiar de parecer. Los sentimientos son el arma más mortífera del ser humano.

El secretismo entre Scarlett y Ethan, sus frases con doble sentido, los sueños, la incansable forma de mirarme como si fuese un tesoro muy preciado... todo me indicaba que yo era necesaria y vitalicia para algo o alguien, pero lo que debía descubrir era para quién o para qué.

-Pensaba que las niñas buenas como tú, no se saltaban clase. -Me giro asustada por el perfume masculino que tengo detrás, y cuando descubro de quién proviene me relajo y me cruzo de brazos.

Alzo las cejas escéptica, y Cameron se acerca un poco más a mí. Lo que nadie sabe es que los prejuicios son una mierda, y que no todo el mundo se derrite ante un chico guapo. Lo siento mucho, lo importante es el interior y en estos momentos Cameron parece podrido hasta las trancas.

-Yo también creía que los chicos engreídos como tú habían desaparecido junto a los dinosaurios... -Observo como sus facciones se tuercen con un movimiento grotesco antes de que modifique mi posición actual, y comience a caminar hacia otra dirección dándole un empujón en el hombro-. Guardaré tu secreto como chico florero en esta sociedad; ¿te parece?

La última frase la vocifero con un tono estridente antes de darle esquinazo al siguiente pasillo, e ir en busca de mi objetivo. Ethan.

A medida que camino más y más rápido, oigo unos pasos a mi espalda seguirme con avidez. Echo la vista hacia atrás con un movimiento rápido, y al comprobar que no me persigue nadie finjo estar serena mientras controlo el ritmo de mi respiración. Puede que sea Cameron, un profesor, o cualquier alumno despistado de primer curso que hasta día de hoy todavía se pierde antes de llegar a clase; pero en ambos casos el miedo sigue ahí. Implantado y rondándome en pesadillas. Es como si el mundo entero hubiese conspirado en mi contra y ahora todo resultase ser una amenaza.

Sin darme cuenta, ya estoy cruzando las puertas del Instituto para seguir la cazadora negra que se aleja a gran velocidad por el asfalto mojado. Lleva las manos metidas en los bolsillos con despreocupación y ni siquiera se molestaba en comprobar que la calle estaba desierta, antes de cruzar sin mirar. Estoy siguiéndole dificultosamente. Corro, y él más rápido parece caminar. Francamente, ahora que lo analizo con prudencia, nunca había sido consciente de sus muchas habilidades. Lo más probable es que la belleza sea una de ellas.

Doy varios traspiés antes de cruzar el paso de cebra sin mirar, y levanto varias tapas de alcantarilla intentando alcanzarlo. Pruebo a gritar su nombre con un grito estrangulado, pero las cuerdas vocales me fallan y únicamente acaba saliéndome un gallo. Ni con esas se gira para observar que pasa tras de sí.

La lluvia seguía estando presente mientras perseguía mi presa con más entusiasmo de lo normal; pero sin embargo, algo estaba comenzando a cambiar de forma brusca. El suave brillo del sol, dándole un aspecto nítido y apacible a las calles se estaba desvanecía do a la velocidad de la luz; el bullicio estaba comenzando a hacerse inaudible, junto a los transeúntes invisibles; y ya no quedaba rastro de ninguna chaqueta de cuero, sino de un callejón sin salida.

Freno drásticamente y me coloco una mano sobre el pecho intentando recuperar la respiración. Cómo no lo consigo, la única opción viable que me queda es, apoyar las manos sobre las rodillas intentando coger varias bocanadas de aire seguidas. El pecho se me oprime con cada soplido de resignación que contraigo, y las piernas me tiemblan al ritmo de los latidos de mi corazón.

Cuando levanto la vista, me veo obligada a parpadear varias veces para asegurarme de que lo vivido no es un sueño. La chaqueta negra no ha huido; está al final del callejón de espaldas, estática frente al edificio con ladrillo visto de al lado.

Me recompongo, me limpio la comisura de los labios con el dedo índice y avanzo con paso ávido intentando que no se me vuelva a escapar de las manos. Soy sigilosa, pero no tardó mucho en reaccionar.

-¡Ethan detente! -alzo la voz-. Necesitamos hablar.

Su espalda sigue tan rígida como en un principio; no se mueve, no circula hacia ningún lado. Parece estás perdido en su propio mundo, así que camino más y más rápido hacia él. Cuando estoy a apenas cuatro centímetros de distancia lo sujeto por el hombro, y con un apretón suave lo animo a que conteste.

-¿Ethan? -susurro, pero no sé gira-. ¿Te encuentras bien?

Y cómo no, cuando separo mi mano de su hombro, su cuerpo comienza a desvanecerse como una pirámide de arena mal construida. Abro la boca de par en par para intentar gritar o desahogar todo el miedo frustrado que llevo acumulado, pero lo único que logro soltar es un suspiro. Hasta ahora no me parece que esto no sea lo más extraño que he visto a lo largo de estas tres semanas paranormales. La chaqueta se queda esparcida sobre el suelo así que opto por arrodillarme; los montones de tierra se me escurren entre los dedos y la cazadora está totalmente mojada. No puedo creérmelo, ¿acaso este ha sido nuestro final?

-Bu.

Un escalofrío me recorre de pies a cabeza en cuánto siento el cálido aliento de alguien sobre la oreja. Me levanto de un salto, doy una vuelta de 180° alrededor de mi cuerpo, y luego me muerdo el labio con nerviosismo. Me tirita la barbilla y las rodillas; definitivamente no es el momento idóneo para comenzar a llorar.

-Bu.

Otra vez el incesante sonido de mi cabeza comienza a martillearme los tímpanos. Bu, bu, bu. Comienzo a oírlo por todas partes, se ha convertido en el canto sonoro y siniestro de un bebé al que quiere que le cambien los pañales. Me sujeto con ambas manos la cabeza mientras doy tumbos desorientada; me topo contra las paredes, tropiezo con varios residuos del suelo, y finalmente me doy de bruces contra el suelo. Cierro los ojos y me balanceo de un lado a otro no sin antes cogerme las rodillas con firmeza. Quiero que se vaya, lo único que deseo es que mis demonios me dejen en paz. Cuando despliego los párpados lo único que encuentro es un maniquí de ojos azules mirándome con suspicacia. Involuntariamente retrocedo, pero en cuanto el ladrillo visto de la pared se me clava en las vértebras freno en seco.

«No es real» me repito a mí misma una y otra vez. «Solo es real si yo creo que lo es».

Lluvia; de repente comienza a caer del cielo un chaparrón sin principio ni fin. La estatua que hay frente a mí no se mueve, sin embargo, ambas nos quedamos con la mirada perdida sobre las nubes grisáceas que se deshagan coléricas contra la tierra. Y es entonces, cuando dejo los ojos en blanco y apoyo la cabeza sobre el alféizar de la ventana de detrás, cuando la bombilla decide iluminarse por si sola. Una invención con más mérito que la del descubrimiento del fuego.

Mis pies se enredan entre sí mientras se incorporan, y cuando comienzan a correr hacia el frente dan varios pasos en falso que me hacen tambalear en el sitio. No me caigo, me raspo las manos, y sigo pisando los charcos del suelo con brusquedad. Cuando echo un último vistazo a el peligro que hay tras de mí no veo nada; es imposible que algo tan pesado e inerte haya desaparecido más rápido que alguien tan vivo y dopado de adrenalina como yo. Mis dudas y cuestiones parecen quedarse congeladas en cuanto mis pies amenazan con salir del callejón. Me doy un golpe muy brusco en la nariz, y retrocedo a gatas, ayudándome de las losas levantadas del suelo. De reojo observó una luz blanquecina ceñirse sobre ambas paredes de cemento. El brillo que desprende parece reflectarse gracias a la luz del sol. No puede ser verdad. No ahora.

Cierro los ojos con firmeza, retengo las lágrimas y comienzo a respirar con dificultad. Cuando los abro, atemorizada por mis propias lágrimas, el maniquí me mira estático. Pego un grito ahogado y me levanto a la velocidad de la luz, para seguir corriendo y agitando los brazos de forma desesperada.

-Creo que voy a morir. -Lo susurro más para mí misma que para el resto del mundo, pero no puedo evitar que la desesperación se vea plasmada en mi voz-. Voy a morir, y ni siquiera sé en qué momento lo he pedido.

Las lágrimas se desbordan de mis ojos sin poder evitarlo, y comienzo a sentir un sabor salado recorrerme los labios de principio a fin. No pongo pucheros, tampoco gesticulo más de lo normal; más bien es la única forma de deshacerme de todo el peso que he cargado durante demasiado tiempo, sin herirme hasta tal punto de destruirme.

-Conmovedor.

Ni siquiera me molesto en prestar la más mínima atención a las palmadas y pasos tenebrosos que comienzan a aproximarse hasta mí. La historia se repite una y otra vez. El bucle es tan incesante y angustioso que me entran arcadas.

-¿Nunca te has molestado en presentarte a un casting? Estoy seguro de que lo harías de puta madre.

Absorbo aire por la nariz, y lo expulsó lentamente por la boca. Me tiembla el pulso cuando me paso el dorso de la mano sobre el perfil del ojo; y vuelvo a gemir con brusquedad en cuánto me giro un poco hacia su silueta a escasos centímetros de la mía, y observo con fingido desdén la máscara. La realidad es que me pierdo en los pliegues de la careta.

-Me das asco.

Suelta una risa demasiado ronca, mientras que se acerca de forma precavida a mí. Ni siquiera sé por qué intenta guardar las formas, si la amenaza aquí es él.

-La humanidad entera da asco, ¿no crees? -lo miro con sutileza por el rabillo del ojo, mientras que perspicaz me alejo unos cuántos centímetros de su lado-. Nunca me ha gustado generalizar.

Me sorbo los mocos con un ruido nasal estridente y le contesto con sinceridad.

-A mí tampoco.

Un silencio abrumador nos envuelve a ambos en una esfera cargada sorprendentemente de comodidad. Dejo que las ráfagas de viento que se acumulan en las esquinas del callejón me sequen las lágrimas, intentando calmarme. No me va a matar; sé que todavía no lo va a hacer porque no es el momento. Lo hará; pero hasta entonces tengo un margen para descubrir todo aquello por lo que vale la pena morir. Es extraño como se otorga más en silencio que con palabras.

-El deber del mal es domesticar a la racionalidad del bien y la impulsividad de lo correcto. Piénsalo; el mundo entero no podría vivir sin hilos porque los títeres se descolgarían; la libertad está preparada para que no pueda cederse.

-Eso ni siquiera tiene sentido -susurro dirigiéndole pequeñas miradas cómplices al cielo. Ya podría haber dejado de llover mucho antes.

-Si lo tiene Amy. Necesitamos el mal, para poder distinguirlo del bien. Esa es la clave principal para intentar comprender un poco más a la humanidad. ¿Comprendes? No pueden existir buenas acciones si nadie ha pecado con anterioridad.

Lo miro perpleja y parpadeo varias veces intentando resolver el embrollo que tengo en la cabeza. ¿La única razón por la que hoy estoy sometida es para descubrir los orígenes de lo incorrecto y lo moral?

-La salvación no necesita someter a la humanidad entera. El mal es individual, no tiene por qué ser compartido -respondo con rotundidad.

-¿De verdad crees eso? -me reprocha.

-¿Qué más da lo que opine o deje de opinar? ¿Acaso algo de todo esto iba a cambiar?

Se coloca la mano sobre el mentón y con cautela comienza a darse un pequeño masaje. Eso me da que pensar, ¿y si la respuesta a todos mis problemas estuviese dentro de una adivinanza? Miro a Braiden con la boca medio abierta y él me devuelve una sonrisa ladeada. El misterio ha sido desvelado; al mago se le ha mojado la chistera y se le ha escapado el conejo corriendo.

-El mal radica en todos nosotros. -No lo detengo y lo dejo proseguir. Su siguiente afirmación me deja helada; tengo la sensación de que sabe algo más que yo-. Ethan, ¿es recíproco?

-¿El mal? -pregunto enarcando las cejas.

-El amor es un mal, así que sí, supongo que me refiero a eso.

Casi me atraganto con mi propia saliva. Toso repetidas veces de forma incansable y yo sola me palmeo la espalda con brusquedad. No puede ser que acabe de decir eso. Seguro que se lo ha inventado.

-¿Estás intentando persuadirme para poder acabar conmigo?

Niega varias veces y me pone la mano sobre la rodilla de forma amistosa. Intento separar su tacto de mi piel, pero me resulta imposible.

-¿Alguna vez te han dicho que es malo sacar conclusiones precipitadas? -Asientl sutilmente y lo dejo proseguir hasta que consigue dejarme sin aliento-. Los 18. Ese será el momento. La maduración no ha hecho más que comenzar.

Y como siempre, acabo atrapada en una maraña de embustes y confusiones sin principio ni fin.

¡¡Hola chicxs!!!

Sé que he estado fuera bastante tiempo, pero por favor, no me matéis. Estoy haciendo lo que puedo.

He tenido una infinidad de problemas personales; he descansado; he tenido tiempo de estudiar; de reflexionar; y la conclusión de todo esto es que me he dado cuenta de que, puede que haya personas fuera de aquí que me quieran y me conozcan, pero no puedo olvidaros a vosotros. Porque sé con certeza, que si los que leéis la historia, habéis llegado hasta aquí, me conocéis tanto como las personas más cercanas a mí.

Creo que nunca he hecho esto, pero quiero agradecer a todos los lectores que han estado junto a mi desde el principio, desde que está historia tenía 1k visitas y muy poca gente me apoyaba. Desde que el capítulo 1 salió; vuestros comentarios, y los mensajes por privado... Creo que os debo mucho, y no solo a vosotros, sino también a los nuevos lectores, que van a comenzar a conocerme de aquí en adelante.

Este capítulo va para vosotros, todas esas personas maravillosas que me leéis desde cualquier parte del mundo, gracias por seguir aquí a pesar de haberos fallado varias veces. Gracias por apoyarme en lo que me gusta. Sois parte de mi familia.

Besos. 💋

[Editado y corregido]
Instagram: misspssychoo

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