Las paredes están pintadas de un color azul celeste pálido, cuando abro los ojos. Es lo primero que veo, el recuerdo que me aturde, y los sentimientos que me arrastran. Inconscientemente conozco las cortinas, los muebles de madera, y los marcos de las fotos. Toco los bordes con los dedos de mis manos, y con sutileza los cojo firmemente. Sé perfectamente dónde estoy, pero lo que no sé, es el por qué.
En cuánto escucho ruidos detrás de mí, dejo la foto en su sitio. Ahora si veo la silueta de Scarlett. Está apoyada en las escaleras por las que he subido y bajado, cientos de veces, mirándome con escepticismo.
—¿Dónde estoy? —le pregunto acercándome prudencialmente a ella. Los recuerdos de lo sucedido la última vez, se repiten en mi mente como un bucle que parece no tener fin.
—Es un recuerdo —contesta terminando de bajar los últimos peldaños de la escalera—. Siéntate, puedo oírlos bajar.
Su dedo índice me señala los sofás de detrás, pero la ignoro. ¿Ha dicho que los está escuchando bajar? ¿A quiénes? No termino de contestar mis incógnitas, cuando Scarlett cruza el pasillo dando dos zancadas gigantes, y empujándome en el hombro, provocando que me tambalee.
La miro con las cejas alzadas y el ceño fruncido; no llego a pronunciar ninguna pregunta razonable cuando noto un temblor extraño sacudirme por dentro. Miro hacia delante, y entonces descubro a qué se refería Scarlett.
Las voces no fueron tan difíciles de descifrar como imaginaba.
—¡Joder! ¿Cómo puedes ser tan rápida? —la voz de Ethan suena ocho octavas más aguda de lo que imaginaba. Tiene los labios entreabiertos por la incipiente sensación de adrenalina que se siente al correr, y sigue exhausto porque una chica humana es más veloz que él.
Mi yo pequeño frena de golpe, y de nuevo noto como su figura me traspasa como si fuese un holograma; otra vez, esa familiar sensación de mareo.
—¡No debes decir palabrotas Ethan! —La voz de mi yo pequeño es firme y decidida. Me miro a mi misma, con los ojos muy abiertos, y después le dedicó una mirada de auxilio a Scarlett. Ella me responde con serenidad; ahora tiene los pies sobre la mesa céntrica del salón.
—Tú puedes verlos; ellos a ti no. Ya te he dicho que estás viviendo tus recuerdos.
Asiento sin llevarlo a comprender todo al cien por cien, y luego devuelvo toda mi atención a la escena. Ethan y yo seguimos corriendo por el salón como si no hubiese un mañana; a diferencia de que ahora puedo observar una mirada más en el salón. El hermano de Ethan está mirando sin tapujos nuestra carrera. Ahí quieto, parece una persona totalmente distinta; no hay humanidad en su mirada, y mucho menos compasión. Nunca me había detenido a pensarlo, pero el menor de los Rowling siempre había sido una persona fría y calculadora. Todo lo llevaba al dedillo, y si algo se le escapaba, procuraba siempre llevarlo a su cauce. Era como una especie de Dios.
Cojo sitio al lado de Scarlett, y con parsimonia apoyo la espalda en el sofá. Desde esta perspectiva, todo se ve mucho mejor.
—¿Por qué quieres que vea esto? ¿Ha sido Ethan? —Las últimas palabras las pronunció con cuidado y sigilo. Todavía sigo sin creerme mucho las patrañas de una tía con complejo de bruja.
—Te estoy enseñando tus respuestas. Ethan me mataría sí supiese lo que estoy haciendo.
«Venga Amy, blanco y en botella leche. Está ayudándote, pero su orgullo no le deja decírtelo, al igual que el tuyo no te deja agradecérselo.»
Touché conciencia.
—¿Y por qué estás ayudándome?
—Porque quiero limpiar el mal historial de Ethan. No es mala persona; es cierto que debería serlo por su naturaleza, pero no lo es. Tiene corazón, y yo estoy ayudándote a que lo veas.
Su frase no es novedosa. Conozco a Ethan —me arriesgaría a decir, más que nadie—, y sé que nunca haría nada malo para herirme, pero últimamente parece alguien diferente. No tiene corazón, y aunque me duela admitirlo está cambiando; parece que todo le parece indiferente, y está dispuesto a destrozar a cualquiera que se interponga en su camino. Mi huida está más que explicada; tengo miedo de ser el obstáculo que le estorba.
Dylan seguía mirándonos fijamente desde la distancia. Nunca antes lo había pensado, pero ahora que lo observaba con detenimiento, su presencia daba mal rollo. Me ponía los pelos de punta, y por si fuese poco, me aportaba intranquilidad.
Estaba segura de haber sentido la misma sensación en alguna otra parte.
Y como siempre, para apaciguar la incomodidad, Liam aparece de la nada, sonriendo como nunca. Tiene el pelo revuelto, y sus ojos azules miran con incredulidad los cojines tirados por el suelo; él sabía que su madre no nos dejaba correr por la casa, pero aún así le encantaba incumplir las órdenes. Digamos que siempre había sido el chico malo de los Rowling; el que no le tenía miedo a las reprimendas, y como no, el más travieso de todos. Me avergonzaba decirlo, pero estuve enamorada de él hace mucho. Él tenía dos años más que yo, pero aún así me conquistó por su manera altruista de ayudar a los demás. Lo recuerdo perfectamente; fue en el colegio, cuando los juguetes eran más importantes que los estudios, y tener amigos con influencias podía salvarte de una muerte social asegurada. Me caí en medio del pasillo, todo el mundo se rió de mí, y desde ese día me persiguió el apodo de Amy la torpe hasta el último grado de primaria; sin embargo Liam se arrodilló, me levantó, y me ayudó a llamar a casa. Desde aquel día toda su familia, comenzó a dejarme a solas con él, poniendo la escusa de que tenían que lavar al perro.
Ni siquiera sé como Liam no se pudo oler la mentira, sí ni siquiera tenían perro.
Mientras Ethan y yo seguíamos mareándonos el uno al otro corriendo a una velocidad indescriptible por el salón, Liam comenzó a acercarse a Dylan, peligrosamente por la espalda. En ese mismo momento tuve el presentimiento de que algo malo iba a suceder, pero de nuevo fallé. Fue algo mucho peor.
Todo pasó en menos de lo que esperaba. Liam se había abalanzado contra Dylan, provocando que este cayese al suelo. Ethan y yo nos habíamos detenido repentinamente, y mi yo de ahora, se había levantado a toda velocidad para detener la caída de Dylan por las escaleras. Por supuesto, el pequeño me traspasó como una bola de bolos, sin dañarme lo más mínimo. Antes de que se partiese la crisma contra el último escalón, se había levantado, dando un salto en el aire.
Liam en ese momento comenzó a reírse como si no hubiese un mañana.
—¡No ha tenido gracia Liam! ¡No ha tenido...!
Y de repente, la casa parecía haberse convertido en una de muñecas, cuando Liam y Ethan comenzaron a crecer espontáneamente.
Mi yo del presente abre los ojos con sorpresa, y como si la realidad me hubiese abofeteado de repente, abro la boca asombrada.
—No puede ser —le digo a Scarlett, quién observa la escena como el que lee una y otra vez la misma revista, incansables veces.
—Si que puede; lo estamos viendo ahora mismo.
Ethan parece estar tan confundido como yo. Está creciendo ¡he estado siendo engañada toda mi puta infancia!
—¿Qué demonios estás haciendo Dylan? ¡Devuélveme a mi forma! —Ethan parece asustado, pero no es el único, la Amy pequeña también está abrumada con todas las emociones que está viviendo ahora mismo.
—¡Mira lo que has hecho!
Dylan parece enfadado tras escupirle las palabras con odio a Liam. Es como si entre todos se hubiesen compenetrado para mentir de una forma perfecta. Como si toda mi vida hubiese estado viviendo un show de dibujos animados. Y no me estaba gustando nada la situación. ¡Me sentía acosada por pedófilos!
—Puedo arreglarlo —interviene Liam.
—¡Más te vale! —Dylan aprieta los dientes enfadado, y le dirige miradas cómplices a Ethan. Ambos podrían haber matado a su hermano con solo observarlo.
Y de repente, no hay más que silencio en la habitación. Un silencio sepulcral que asusta e intimida a la vez. La tensión podría cortarse en láminas.
Rápidamente, Dylan vuelve a su posición, y cerrando los ojos, canalizando toda su energía en dos cuerpos enormes, vuelve a hacerlos disminuir. Lenta pero a la vez ágilmente; como si estuviese más que acostumbrado a hacerlo.
Miro hacia el sofá, pero Scarlett ha desaparecido; ahora solo escucho su voz, desde alguna parte lejana.
—¿Por qué no recuerdo nada de esto?
Y las respuestas llegan a mí sin que nadie pronuncie ninguna palabra.
Ethan se acerca a mi yo del pasado con preocupación, y la estrecha entre sus brazos. Una parte de mí se siente acosada por un adulto, pero la otra sin embargo se siente reconfortada entre sus brazos.
—Todo va a salir bien.
Los pensamientos estaban desapareciendo. Todos. Me estaba comenzando a sentir vacía; Ethan estaba vaciándome como si fuese una vieja caja de recuerdos selectivos.
—¿Por qué lo hace Scarlett? ¿Por qué no me deja conocerle?
—Porque es mejor mantenerse al margen de las cosas que nos destruyen, Amy.
Miro perpleja hacia el techo.
—¿Y yo puedo destruir?
Las palabras tardan en llegar, pero lo hacen más fuertes que nunca. Quizá estaba equivocada. Quizá soy yo el monstruo que ocasiona mis propias pesadillas.
—Lo que ví ese día Amy... Lo que ví en tu mente va a destruir al mundo, pero tienes otros planes para Ethan. Estás guardándote la mejor parte para el final.
¡Hola chicxs!
¿Os ha gustado el capítulo?
Aprovecho para agradeceros que la novela ha alcanzado 15k lecturas, y qué aunque ya llevamos bastantes capítulos, a la novela todavía le queda MUCHÍSIMO para concluir, ya que los secretos serán desvelados a lo largo de los siguientes —y los que os quedan nen@s—. 😂😂
Hasta el próximo día en el que me de un venazo y actualice.
Pd: estoy escribiendo en un sitio público y tengo miedo de que alguien descubra mi identidad. Tengo más secretos que Batman.😂😂😂😂
[Editado y corregido]
Instagram: misspssychoo