¡Hey, hola! Antes de que pasen al capítulo, quiero decirles que estaré en la FILCDMX. La Feria Internacional del Libro del Zócalo de la Ciudad de México. Nuevamente, no estaré en ningún local propio. Sin embargo, estaré presente con algunos de mis libros en físico, marca páginas, y otras pequeñas sorpresas que tengo para todos ustedes.
Si a ustedes les interesa ir, los estaré esperando los días 16 y 23 de octubre, en la zona de descanso dentro de la FIL. Estaré allí dos veces en ambos días. De 12:30 a 1:30 y de 3:00 a 4:00. Sin embargo, estaré recorriendo también toda la explanada del Zócalo, en caso de que les interese apoyarme comprando alguna de las cositas que llevaré ese día. ¡Y a mí me daría mucha ilusión conocerlos! Les recuerdo que no tienen que comprar algo necesariamente, puesto que los marca páginas son un regalo para ustedes :D
Repito: 16 y 23 de octubre, en la zona de descanso dentro de la FIL. De 12:30 a 1:30 y de 3:00 a 4:00. ¡Los espero allí!
Eso es todo por ahora, ¡que disfruten el capítulo!
Nathaniel, de alguna manera, ya suponía que la panadería estaba totalmente vacía. No había rastro alguno de Marinette, a excepción del delantal olvidado sobre la barra en la que estaba la caja registradora. Resignado, el chico dejó salir un suspiro. Intentó enviar un mensaje a la chica de los ojos azules, arrepintiéndose en el último momento. Tuvo la intención de salir de ese lugar e intentar de nuevo más tarde, queriendo ser optimista y pensar que quizá Marinette había ido a ocultarse a otro sitio. Sin embargo, se detuvo en seco cuando se percató de la presencia del gato negro a sus espaldas.
—Chat Noir... —dijo Nathaniel.
El aludido esbozó su habitual sonrisa confianzuda.
—Todo está bajo control —anunció Chat Noir—. Hemos vencido a esa chica akumatizada.
—Marinette no está aquí —informó Nathaniel—. Supongo que ha ido a ocultarse en otra parte.
—Es posible —se quejó Chat Noir—. Mi Bugaboo debe estar vigilándola, aún así.
—Eso es una buena noticia... Aunque en realidad tenía la esperanza de pasar la tarde con Marinette. Tendré que invitarla de nuevo y compensar todo esto.
Como respuesta, Chat Noir le dio una palmada en la espalda al chico pelirrojo. Una pequeña sonrisa se dibujó en los labios de Nathaniel, sin poder imaginar los efectos que sus palaras y sus intenciones hacia Marinette causaban en el interior de Chat Noir. Los celos dispararon un molesto picor en el mismo punto de su cuello donde e extraño enrojecimiento comenzaba a aparecer.
—Bueno, tal vez tengas una mejor oportunidad ahora que Plume Mortelle ya no existe —dijo Chat Noir, esbozando una sonrisa aún más grande para añadir—: Pero no te será tan sencillo. Escuché que Marinette tiene otro pretendiente.
Chat Noir cerró la conversación con un guiño, retirándose para dejar a Nathaniel sumergido en la incertidumbre.
Mientras tanto, Marinette se detuvo en seco al estar a un par de calles del edificio de la televisora. Fue un golpe de cordura lo que le obligó a buscar refugio en un pequeño y angosto callejón sin salida.
Llevando consigo una galleta a medio comer, y sintiendo la repentina angustia de su amiga, Tikki salió del bolso de Marinette para posarse frente al rostro de la chica.
—Marinette, ¿qué te sucede? —preguntó Tikki.
—No estoy segura de que esto sea una buena idea, Tikki —respondió la chica—. El hecho de que hayamos vencido a Plume Mortelle no cambiará lo que la señora Chamack piensa de mí ahora. Apuesto a que aún me guarda rencor por haber dejado a Manon con Alya ese día.
—No puede odiarte por siempre, Marinette. Te aseguro que ella olvidará toda esta pesadilla cuando se reúna con Manon.
—Aún así, sé que soy la persona a quien ella menos querría ver en estos momentos... Pero sé de alguien a quien la señora Chamack no rechazaría. Dime, Tikki, ¿y recuperaste tus energías?
— ¡Sólo di las palabras, Marinette! —sonrió Tikki.
La chica devolvió el gesto.
Segundos después, fue la guerrera enmascarada quien salió del callejón.
Nadja Chamack salió del edificio de la televisora, dirigiéndose hacia el estacionamiento donde su auto esperaba. Se llevó una gran sorpresa al ver a Ladybug sobre el maletero del auto. La chica enmascarada se dejó llevar por el optimismo cuando descubrió que los ojos de Nadja no estaban rojos e hinchados. Era una buena señal.
—Ladybug —dijo Nadja—, ¿qué haces aquí?
—Quería venir a decirle esto personalmente, señora Chamack —dijo Ladybug, bajando del maletero para dar un par de pasos hacia la mujer—. Chat Noir y yo hemos destruido a Plume Mortelle. Purificamos el akuma que infectó a la mujer que se llevó a su hija.
El resto de Nadja se iluminó al instante.
— ¿Lo dices en serio, Ladybug? —preguntó Nadja ilusionada.
—Sí. Esa mujer ya no nos dará más problemas.
—Entonces, ¿has encontrado a mi hija?
Escuchar aquello fue similar a recibir el impacto de cien puños de hierro en su estómago.
La sangre de Ladybug se heló al instante.
— ¿Qué...? —Musitó la chica—. ¿Dice que Manon no ha vuelto?
Nadja negó con la cabeza, reflejando en su mirada el brillo de la angustia de una madre llena de dolor e impotencia.
—No he sabido nada de ella desde que empezó esta pesadilla —explicó—. Lo último que supe fue que su niñera dejó a mi hija en manos de una amiga suya, para poder salir con un muchacho.
—Le aseguro, señora Chamack, que Marinette no tuvo malas intenciones. Conozco bien a Marinette y a su amiga Alya. Cuando Chat Noir y yo llegamos a ese lugar, Manon estaba dentro de la panadería. Sé que Alya hizo tanto como pudo para evitar que Manon corriera peligro.
—Sí, bueno... Sé que Marinette es una buena chica. Pero mi hija está en alguna parte lejos de mí y... Estos días han sido eternos. Aunque no puedo descuidar mi trabajo, no hay minuto en el que no pueda pensar en lo asustada que debe estar mi hija... Pero hay algo que me ayuda a mantener las esperanzas. Sé que Manon está viva. Instinto maternal.
—Creí que destruyendo el akuma, traeríamos de vuelta a Manon... Pero veo que me equivoqué. Tal vez ella aún está en el sitio al que Plume Mortelle la llevó luego de secuestrarla.
— ¿Cómo encontrarás a mi hija, si has derrotado a esa persona? —inquirió Nadja sin poder disimular el temor.
Ladybug sonrió, aunque aquello le costó demasiado, dadas las circunstancias.
—Le aseguro, señora Chamack, que no descansaré hasta que haya encontrado a su hija —dijo la chica—. Iré a cada rincón de París, si es necesario.
Nadja sonrió a pesar de su semblante sombrío.
—Te lo agradezco, Ladybug.
La chica devolvió la sonrisa y emprendió el escape de aquel lugar. Se resguardó en el techo de la televisora, donde tardó un par de minutos en llamar a su fiel compañero enmascarado con la esperanza de que él aún estuviese disponible. Por fortuna, el chico respondió casi inmediatamente.
—Qué gran coincidencia, Bugaboo —dijo él—. También yo estaba pensando en ti.
Ladybug guardó silencio por un momento antes de responder.
—Manon no volvió. La señora Chamack aún no sabe nada de ella.
Al otro lado de la línea, la sonrisa de Chat Noir se borró.
—Pero... Hemos destruido el akuma —dijo él confundido.
—A no ser que nos estemos enfrentando a otro Stoneheart, estoy segura de que esta vez hicimos bien las cosas.
Ella supo que Chat Noir asentía.
—Aún debo alimentar a mi Kwami e ir a ver a Chloé Bourgeois —dijo el chico—. ¿Puedo verte esta noche, para que hablemos de esto?
—Sí... Yo estaba pensando lo mismo. Sé de alguien que podría ayudarnos a encontrar a Manon. Te veré por la noche, en la punta de la Torre Eiffel.
—Es una cita, mi lady.
Astutamente, el chico terminó la llamada antes de que Ladybug pudiese reclamar. Sin embargo, ella sólo sonrió y lanzó de nuevo su yoyo ara poner en marcha su plan de emergencia.
Ladybug no imaginaba que alguien más había tenido esa misma idea. No imaginaba que en ese preciso momento, un cuervo observaba a Alya Césaire desde la ventana de su habitación, sin que la chica morena se diera cuenta de ello.