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By locaporchristian

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Anastasia Steele una chica hermosa, con poder, bien educada que se quedó huerfana tras un accidente automovil... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3 ...
Capítulo 5 ...
Capítulo 6...
Capítulo 7...
Capítulo 8...
Capítulo 9...
Capítulo 10...
Capítulo 11...
Capítulo 12 ...
Capítulo 13...
Capítulo 14...
Capítulo 15...
Capítulo 16...
Capítulo 17...
Capítulo 18...
Capítulo 19...
Capítulo 20...
Capítulo 21...
Capítulo 22...
Capítulo 23...
Capítulo 24...
Capítulo 25...
Capítulo 26...
Aviso....
Capítulo 27...
Capítulo 28...
Capítulo 29...
Capítulo 30...
Mini capítulo...
Capítulo 31...
Capítulo 32...
Capítulo 33...
Capítulo 34...
Capítulo 35...
Capítulo 36...
Capítulo 37...
Hola...

Capítulo 4 ...

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By locaporchristian







POV CHRISTIAN







Otro maldito dia... otro dia más en que no se quién soy. Hace dos años que vivo en la calle esperando recuperar la memoria y al fin saber porqué estoy solo. Pido limosnas para poder comer, solo para eso me alcanza. La gente me mira con lástima, y algunos con desprecio, quizás piensan que no quiero trabajar y hago esto para drogarme. Si supieran que no es así, que lo que más deseo es no volver a pasar hambre ni frío nunca más. Ya no quiero estar solo.
Desde que desperté en ese hospital mis días son un infierno. Recuerdo estar asustado y a una mujer vestida de blanco tratar de tranquilizarme.

-Tranquilo Christian todo estará bien.-

Repetía una y otra vez acariciando mi pelo, pero yo estaba confundido. ¿Cómo llegué ahi?. ¿Y por qué me llamaba Christian?. ¿Quién era ella?.  ¿Quién era yo?. ¿Por qué me acariciaba con tanta dulzura?. ¿Por qué me veía con tanto amor?. Yo no reconocia a nadie y me dolia mucho la cabeza, la mujer se dió cuenta y me dijo que me daría un medicamento para el dolor. Ese día dormi hasta el anochecer, desperté solo y decidí huir. Encontré una muda de ropa, que todavia llevo puesta, un pantalón de jean azul, una remera roja y un suéter negro. Unas converse negras que ya están demasiado rotas, sin medias. En ese momento era verano, o eso había escuchado, pero seguro que no hacia el frío que hace ahora. Despierto todos los días igual , con el mismo vacio en el pecho. Hay días como hoy en los que no tengo fuerzas, me siento aquí en la misma vereda desde hace dos semanas, no se donde estaba antes, pero siempre me muevo de lugar ya que a la gente parece incomodarle mi presencia, y no los culpo... yo muero de hambre y de vergüenza todos los días un poco más. Aquí encontré una señora llamada Gail que me trae de cenar todas las noches, su comida es deliciosa y calentita. Le agradezco a Dios por ella. La gente de aquí no le conmueve mucho ver a alguien en mi estado. Creo que tendré que volver a irme. Aunque extrañaré la comida de esa señora.
Anoche Gail se me acercó con un hombre alto y musculoso, cuando lo vi entré en pánico. Pensé que era un policia que venía a llevarme, ya me ha pasado innumerables veces. Asi que trate de huir, pero al momento en que Gail se dió cuenta de mis intenciones me tranquilizó diciéndome que era su marido. Me quedé en mi sitio y ellos se acercaron, ella me entregó una vianda bien envuelta y al momento de tomarla pude sentir el calorcito que emanaba de ella. Sonreí agradecido, y mi estómago vacío también lo hizo. Luego el hombre quizo darme ropa, pero no podia aceptarla. Ya era mucho lo que hacía esa mujer por mi. En éstos dos años me encontré con muy poca gente como ella. Y cuando lo hago no me gusta abusar.

Ya es de tarde, pero no sé la hora, ni el día. No sé leer, o mejor dicho no lo recuerdo. Estoy sentado en el mismo lugar con la mano extendida hacia la gente que pasa ignorandome y pensando o mejor dicho tratando de recordar algo. Hasta el momento llevo juntado seis dólares, creo que me alcanza para un café, amo el café, siempre que me alcanza me compro uno. Y aveces es lo único que ingiero en todo el día.

De noche duermo en un callejón desolado tapandome con una frazada mal oliente que encontré allí. Algo es algo.
Ya casi está oscureciendo y decido ir por mi café, quizás el despensero se apiade y me de un panecillo también.
Me levanto del frío suelo y me dirijo hacia el bar de la esquina, por lo menos el chico que atiende ya me conoce, y no me echará a patadas como suele pasarme. Ingreso al local y lo diviso a Julian, como me dijo que lo llame un día. El lugar está casi vacío salvo por las mesas del fondo dónde se encuentra una familia al parecer de dinero, ya que están muy bien arreglados, ellos parecen no darse cuenta de nada a su alrededor, ya que discuten acaloradamente y una señora llora abrazada a una joven de pelo corto negro.
Me concentro en Julian y le entrego el dinero que recaude hoy. Él lo toma sin problemas y me sonrie.

-¿Qué deseas con esto Christian?.-

Me pregunta tan amable como siempre.

-¿Me alcanza para un café?.-

Le digo timido, ya que no se sacar cuentas. Él lo cuenta y me sonrie.

-Si amigo te alcanza, ¿Y adivina qué?.  Te sobra para dos panecillos de arándanos, esos que te gustan tanto.-

Presiento que me los está regalando pero aún así no puedo borrar la sonrisa de mi rostro. Al fin podré comer algo rico, llevo todo el día muerto de hambre.
Asiento y Julian con la misma sonrisa que yo se da vuelta para poder servirme. Cuando ya tiene todo listo me mira como disculpándose.

-¿Lo tomarás aquí?.-

Entiendo a que se refiere, al dueño no le agrada mucho mi presencia, porque dice que le espanto a los clientes.

-No, gracias. Lo comeré en el camino.-

Él asiente y me entrega mi café bien sellado y los panecillos en una bolsa marrón de papel. Le agradezco y salgo rumbo al callejón que se hace llamar hogar. Cuando llego ya está oscuro, asi que tiendo la sucia frazada en el suelo cerca de la pared, entonces sueño que estoy en un sillón frente a una chimenea absorbiendo su calor. Hasta puedo ver las llamas bailando en mi imaginación.
Abro mi café y lo huelo aspirando el aroma, se me hace agua la boca.
En el momento que estoy por dar el primer sorbo veo una sombra que se acerca hacia mi, levanto la cabeza y miro en dirección a la entrada del callejón, allí se acercan tres personas. Veo a Gail y su marido con una chica delgada a su lado, debe ser su hija, pienso. Me quedo en mi lugar, no se que debo hacer, mientras ellos se acercan cada vez más a mi.

-Hola Christian, ¿Cómo estas hoy?.-

Me saluda Gail con una sonrisa, a su lado, su marido asiente en mi dirección. Pero mi atención la tiene la chica de cabello castaño, sus ojos azules como el cielo me atrapan aún estando en la oscuridad, no hay lastima en ellos, me mira con una expresión que no llego a descifrar. Ella de un movimiento rápido se agacha hasta quedar a mi nivel. Y en ese momento hago la cosa más estúpida que pude haber hecho en lo que recuerdo de vida.

-¿Quieres café?.-

Ella mira directo a mis ojos y despacio... una hermosa sonrisa aparece en su perfecto rostro, dejándome encandilado.

-Si, si quiero.-

Me dice sin borrar su sonrisa. Y aunque ésta es mi única comida del día, y lo que más me gusta, le extiendo la mano con el café. Al momento de tomarlo nuestros dedos se rozan y siento una corriente eléctrica recorrer mi brazo hasta llegar al corazón.
Ella frunce el ceño, parece que también lo sintió, pero se recompone rápidamente y toma un sorbo del vaso robando mi alimento. Y también mi aliento. Me lo extiende nuevamente y lo tomo tratando de no volver a tocarla.

-Gracias Christian, eres muy amable.-

Mi nombre, lo único que sé, suena distinto en su voz. No puedo artícular palabra, la veo embobado y despacio le doy un sorbo a mi café. Mmm está delicioso.

-Bien, te preguntarás que hacemos aquí. ¿No es cierto?.-

Pregunta con su dulce voz. Asiento con la cabeza, mi cerebro no quiere reaccionar. Está paralizado por su belleza, y no por el miedo que tendría que sentir al estar tan cerca de una desconocida.

-Quiero que me acompañes a mi departamento, y allí podremos hablar más tranquilos. ¿Quieres ir?.-

El pánico se apodera de mi, al fin reaccionando después del letargo.

-¡Yo no robe nada, señorita!. Se lo juro. Esto lo compre con el dinero de las limosnas que pido.-

Ella toma mi mano entre las suyas, y sin desaparecer su sonrisa me contesta.

-Lo sé. Tranquilo, ¿Si?. Solo quiero que hablemos un poco. ¿Puedes venir con nosotros?. No te haremos daño, lo prometo.-

Y no se porque razón, creo en sus palabras. Dejo mi café en el suelo y me pongo de pie. Ella entrelaza nuestras manos y esa corriente se intensifica cada vez más. Camino confundido a su lado, dejándome llevar por ella. No tengo nada que perder........







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Amo los pov Christian!!!...

Voten y comenten...

Besitos 😙😙 😙

Andy....







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