¡Hey, hola! Les dejo en Multimedia una canción para que escuchen mientras leen. Es The 5th, de David Garrett. ¡Que disfruten el capítulo!
A pesar de sus heridas, Chat Noir encontró la fuerza dentro de sí para levantarse y colocarse a un lado de su compañera. Ladybug lo miró por el rabillo del ojo, dándose cuenta de algo crucial que no podía pasar por alto si en realidad valoraba la compañía y la existencia del gato negro. Y de la persona que se ocultaba detrás del antifaz.
El muchacho, quizá adivinando los pensamientos de su compañera y luchando contra el dolor que le causaban las heridas por debajo del traje y que ardían de la misma manera que mil cortadas hechas con papel, le devolvió la mirada.
—Será mejor que ni siquiera lo pienses, mi lady —dijo él—. No voy a abandonarte.
Ladybug separó los labios para responder, pero Plume Mortelle le robó las palabras de la boca al decir con cierto toque de malicia:
—Admiro tu valor, Chat Noir, pero te sugiero que no hagas promesas en vano en este momento. Justo ahora, ambos están a mi merced.
Dicho aquello, Plume Mortelle extendió sus alas y se elevó en los aires, girando sobre sí misma a gran velocidad para crear un torbellino de plumas que voló a toda velocidad hacia sus contrincantes. Ladybug tomó a Chat Noir por el brazo para llevarlo consigo al emprender el escape, dejándolo en un rincón seguro para luego impulsarse de nuevo y dirigirse a toda velocidad hacia la mujer de las alas. Concentró toda su fuerza en su puño y se preparó para asestar el golpe, impactándose contra el campo de fuerza que se desprendió del cuerpo de Plume Mortelle. Su mano, aullando de dolor, permaneció incrustada en el campo de fuerza durante un par de segundos. Riendo con malicia, Plume Mortelle realizó un estilizado floreo con la mano izquierda para retirar el escudo. Ladybug cayó en los brazos de Chat Noir, quien tuvo que correr a gran velocidad para atrapar a la chica.
Estando de nuevo en tierra firme, Ladybug cada rincón de su mano. El traje seguía intacto, sin un solo rasguño, a pesar de que sentía que sus nudillos lanzaban fuertes punzadas de dolor agonizante. Con la respiración agitada, miró a su compañero.
Ambos se habían quedado sin palabras.
Y a pesar de ello, Ladybug no podía simplemente quedarse con los brazos cruzados.
Intercambiando una mirada de complicidad con Chat Noir, la chica volvió a la contienda a toda velocidad. Utilizó su yoyo para elevarse de nuevo en los aires, logrando esquivar todas aquellas plumas afiladas que se desprendían de las manos de Plume Mortelle. La suerte acompañó a la chica del traje rojo hasta llegar a una montaña de escombros en la que pudo mantenerse en pie. Lanzó entonces su yoyo hacia un trozo de concreto lo suficientemente grande y pesado como para utilizarlo a manera de proyectil. Hizo girar su improvisada arma a toda velocidad, lanzándola finalmente en contra de su rival. No contaba con que Plume Mortelle cubriría su cuerpo con sus alas, creando una burbuja impenetrable de color púrpura que la mantuvo a salvo hasta que el bloque de concreto se impactó contra ella y se convirtió en un montón de cenizas.
Al desaparecer la burbuja, Plume Mortelle voló a toda velocidad hacia Ladybug para tomarla por el cuello. Sin reparo alguno, se elevó de nuevo en los aires sin dejar de presionar la garganta de su contrincante. Estando a aquella altura, cualquier caída sería letal.
—Y es así como queda demostrado que no eres más que un insecto inútil, Ladybug —sentenció Plume Mortelle—. Ahora tomaré el Miraculous, si no te importa.
Aquellas fueron las palabras que le dieron a Chat Noir el tiempo perfecto para impulsarse con su vara y asestar un certero golpe en el centro de la espalda de su enemiga.
— ¡No toques a mi chica!
El impacto hizo que Plume Mortelle liberara el cuello de Ladybug, quien no pudo reclamar ante las insinuaciones de su compañero pues recuperar el aliento era mucho más importante. Lanzó su yoyo hacia una viga saliente para impulsarse y contraatacar con una certera patada. Plume Mortelle logró cubrirse del golpe, tomando a Chat Noir por los hombros y colocándolo frente a sí para que los pies de Ladybug se impactaran contra el estómago del muchacho.
De esa manera, ambos cayeron al suelo.
Levantándose trabajosamente, Ladybug auxilió a su compañero tan rápido como le fue posible. Para Chat Noir era casi imposible respirar con normalidad. Quizá la frustración por haber caído era lo que le impedía relajarse sólo durante un segundo.
— ¡Lo lamento, Chat! —decía ella suplicante.
El muchacho la tomó por la mano para responder, pues perdió la voz por un instante mientras intentaba recuperar el oxígeno suficiente que sus pulmones necesitaban.
—D-descuida, m-mi lady... —dijo el chico al fin.
—Esa mujer es invencible... Pero algo me dice que el akuma está en sus alas.
Una luz se encendió dentro de Chat Noir al escuchar aquello.
—Las utiliza para protegerse —propuso el muchacho—. Si logramos destruirlas, estoy seguro de que tendremos una oportunidad.
— ¿Puedes hacerte cargo?
Un guiño y una sonrisa fueron la respuesta contundente.
—Distráela —dijo—. Yo me haré cargo del resto.
La chica asintió y lanzó nuevamente su yoyo, llamando la atención de Plume Mortelle al exclamar a voz en cuello:
— ¡Atrápame si puedes!
Su contrincante rió.
—Si eso quieres, insecto...
La agilidad de Ladybug no sirvió para evitar que las plumas volvieran a desprenderse de las manos de Plume Mortelle, atrapándola en el centro del torbellino. Lo que en un principio había sido un plan para llamar la atención de la mujer de las alas, pronto se convirtió en una sádica tortura. El sonido de la carcajada cruel de Plume Mortelle era sólo superado por los alaridos de dolor que soltaba Ladybug al sentir que las plumas intentaban perforar su piel.
— ¡Ladybug!
Plume Mortelle se giró velozmente al escuchar aquella exclamación, detectando que Chat Noir había invocado los poderes de su Cataclism. Lo vio saltar a gran altura para caer en picada con la intensión de tocar las alas emplumadas con sus manos destructivas, por lo que Plume Mortelle tan sólo rió con crueldad y extendió dichas alas para emprender el vuelo e impactar a Chat Noir con un manotazo que lanzó al chico al suelo. El muchacho tuvo que resistir para evitar que sus manos tocasen cualquier cosa, pues de aquella manera el plan habría quedado totalmente arruinado.
Y al escucharse un grito mucho más potente de Ladybug, Plume Mortelle sólo rió por lo bajo.
— ¿Qué vas a hacer, gatito? —se burló ella—. Sólo puedes usar tu Cataclism una vez.
Ladybug gritó nuevamente.
Chat Noir apretó los dientes con tal fuerza que toda su dentadura lanzó una punzada de dolor.
El Cataclism parecía arder en sus manos, reclamando que era el momento de ser utilizado y que no había tiempo para dudar.
—Puedes atacarme —propuso Plume Mortelle con siniestro cinismo—. Puedes averiguar lo que sucede si utilizas el Cataclism en una humana. Pero cuando lo hagas, eventualmente tendrás que irte. A no ser que quieras quedarte para revelarnos tu identidad... Y si decides irte, muchas cosas pueden suceder. Apuesto a que sería divertido verte llegar de nuevo a este sitio, listo para la segunda ronda, y encontrar el cuerpo sin vida de esa... mariquita.
Rió de nuevo, causando que un escalofrío recorriera de punta a punta a Chat Noir.
Ladybug se deshizo en un alarido en el que pronunció el nombre de su compañero, como una plegaria.
— ¡¡Chat...!!
Plume Mortelle hizo un ademán con las manos, asemejándose a quien señala un reloj de muñeca.
—Corre tiempo, Chat Noir.
Mierda, pensó él.
— ¡Resiste, Ladybug!
Plume Mortelle tan sólo se apartó, dando una palmada y esbozando una sonrisa cargada con cierta ilusión infantil que resultaba especialmente macabra. Observó con esa misma ilusión la forma en la que Chat Noir adentró sus manos en el denso torbellino de plumas, causando que éstas fuesen totalmente destruidas. Consiguió atrapar a Ladybug a tiempo, quien se desplomó debilitada en sus brazos.
A sabiendas de que estaba cometiendo un grave error, el muchacho dio la espalda a su contrincante para concentrarse en su tarea de asegurarse de que Ladybug no hubiese resultado herida. La chica apenas pudo levantar la mirada, musitando una única palabra.
—C-Chat...
—B-Bugaboo... No estás herida...
Era cierto.
Aquellos gritos de agonía que aún permanecían marcados a fuego en la mente del muchacho no encajaban con la imagen del cuerpo ileso de Ladybug. Ella se sentía adolorida como nunca, e incluso percibía que un poco de sangre fresca brotaba de sus mejillas. Pero a los ojos de Chat Noir, nada malo había sucedido.
La conmoción causada en sus rivales bastó para que la sonrisa de Plume Mortelle se tornara tan sádica como había sido desde el principio. Se deleitó con la forma en la que Chat Noir sostenía a Ladybug mientras la chica intentaba mantenerse en pie. Las miradas de ambos guerreros se dirigían hacia Plume Mortelle, mezclando la ira, la frustración y la auténtica sensación de incertidumbre causada por una evidente derrota.
Teatralmente, Plume Mortelle les ofreció a ambos una profunda reverencia.
—Ha sido todo un placer, amigos míos, combatir con ustedes esta noche —dijo la mujer—. Sería un placer para mí asesinarlos hoy mismo, pero sería una terrible ofensa impedirles que puedan pelear contra mí. Así que hoy seré condescendiente con ustedes, y les permitiré ir a casa. Pero cuando volvamos a encontrarnos, bueno... Yo jamás doy segundas oportunidades.
Soltando una sádica carcajada, Plume Mortelle cubrió su cuerpo con sus alas y desapareció en un torbellino de plumas que se desintegraron en el aire.
—N-no... —musitó Ladybug—. ¡No podemos permitir que se vaya!
— ¡Ladybug, espera!
Chat Noir sostuvo a su compañera por la mano para evitar que la chica pudiese entrar en la línea de fuego de lo que podría convertirse en una emboscada. Sin embargo, ella se liberó. Y lejos de seguir avanzando, se detuvo en seco por sí misma y miró con sus propios ojos, dejándose llevar por la impresión y aún más incertidumbre, la forma en la que todo el anfiteatro volvió a la normalidad en un parpadeo.
La destrucción dejó de existir.
Los palcos volvieron a su sitio.
Los reflectores estaban en su lugar, en perfectas condiciones.
Aquellas personas reducidas a cenizas volvieron a la normalidad sin poder recordar lo que había sucedido.
Lo único que era totalmente real era el dolor que ambos guerreros sentían en sus cuerpos.
Eso, y la evidente ausencia de Chloé Bourgeois.
—Chat... —musitó Ladybug ligeramente aterrada—. ¿Estás viendo lo mismo que yo...?
—E-eso creo... Todo ha vuelto a la normalidad, pero tú no has capturado al akuma...
Ladybug comenzó a respirar agitadamente.
El anillo del muchacho dio la primera alerta, pero él decidió ignorar ese sonido. Podía tomarse un par de minutos más.
—Chat... —repitió ella—. ¿Te das cuenta de lo que sucede...?
—N-no lo sé...
Ladybug miró a su compañero para enfatizar sus siguientes palabras.
— ¿Qué haremos si esto no ha sido más que una ilusión?
— ¿Una ilusión...?
— ¡Ya hemos luchado contra esto! ¿Recuerdas? Ilusiones... Engaños... ¿Esa mujer akumatizada tendrá un poder similar?
Chat Noir, consciente de que Ladybug podía haber dado en el clavo correcto, tomó de nuevo la mano de su compañera. El apretón que le dio al entrelazar sus dedos transmitió lo mismo que él dijo segundos después.
—Sea lo que sea, no permitiré que te haga daño.
Para su sorpresa, Ladybug devolvió el apretón.
—Estamos juntos en esto, Chat.
—Hasta el final.
Chat Noir no tenía idea de cuán grande era el torrente de pensamientos que en ese momento se había apoderado de la mente de Ladybug. La chica únicamente podía pensar en que todo aquello tenía demasiadas similitudes con una de sus aventuras pasadas, que se había convertido en una verdadera pesadilla para ella.
Lo único que le importó en ese momento, a pesar de no querer separarse de su compañero hasta asegurarse de que todo estuviese realmente en orden, fue reencontrarse con Adrien.
Chat Noir, por su parte, no quería despegarse de Ladybug y tampoco quería perder un solo segundo que podría usar para buscar a Marinette.
¿Qué les deparaba a los dos valientes defensores de París, estando en contra de una mujer que parecía tener las mismas habilidades que Volpina?
Sólo el tiempo se encargaría de demostrarles que estaban ante algo mucho más grande de lo que cualquiera podía imaginar. Y las dos personas desaparecidas, Manon y Chloé, no eran más que el comienzo de un prolongado y doloroso fin.
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