Miraculous: El Akuma Irrevers...

By AlisonOropeza20

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Ella es Marinette. Una chica como tú o yo. Pero cuando el destino la llama para pelear contra las fuerzas del... More

Prohibido Ignorar
Prólogo: Misión Nocturna
Capítulo I: Día de Ensueño
Capítulo II: Pequeño Intruso
Capítulo IV: ¿Qué Pasa con Marinette?
Capítulo V: Vamos al Concierto
Capítulo VI: Atrapada
Capítulo VII: Ataque Sorpresa
Capítulo VIII: Plumas de Cuervo
Capítulo IX: ¿Es un Akuma?
Capítulo X: Irreversible
Capítulo XI: Invitación Inesperada
Capítulo XII: Una Sonrisa Siniestra
Capítulo XIII: El Ataque del Cuervo
Capítulo XIV: Primer Acto
Capítulo XV: Malas Noticias + ¡Nos vemos en la FILCDMX!
Capítulo XVI: Seamos un Equipo
Capítulo XVII: El Mensaje de Ladybug
Capítulo XVIII: La Decepción de Chloé
Capítulo XIX: ¿Cómplice de Ladybug? + ¡Nos vemos en la FIL de Guadalajara!
Capítulo XX: La Confesión de Marinette
Capítulo XXI: Akuma Nocturno
Especial de San Valentín | Una Tarjeta Para Tikki
Capítulo XXII: Revenge Bug + ¡Nos Vemos en la FIL del Palacio de Minería!
Capítulo XXIII: Revelando Secretos
Capítulo XXIV: La Respuesta de Plume Mortelle
Capítulo XXV: ¿Dúo Imparable?
Capítulo XXVI : El Cuartel General
Capítulo XXVII: La Promesa de Sabrina
Capítulo XXVIII: Escena del Crimen

Capítulo III: No Toques a Manon

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By AlisonOropeza20


     En cuanto Alya escuchó el caos que sucedía afuera, todas sus promesas a Marinette por un momento pasaron a un plano mucho más irrelevante que el segundo. Dejando a Manon atrincherada en la panadería, Alya tomó su móvil y salió al epicentro de la destrucción. Se sintió realizada cuando se percató de que el enemigo, aquel sujeto que levitaba que se acercaba peligrosamente a la panadería, no estaba luchando de ninguna manera. El sendero de destrucción ya había causado un par de incendios que los bomberos no podían atender. Ni bien entraban en el campo de visión de Caféiné, los camiones de bomberos eran acribillados por los granos de café. Se estrellaban unos con otros, gracias a que todos sus ocupantes se quedaban profundamente dormidos.

Y aunque Caféiné se dirigía indiscutiblemente hacia el sitio desde el que Alya observaba todo, la chica no sintió temor. Tan sólo percibió cómo crecía su sonrisa. Ladybug llegaría pronto, y ella tendría uno de tantos videos exclusivos para su blog dedicado a su heroína favorita.

Estaba totalmente dispuesta a dar una épica introducción a su transmisión en vivo, pero sus planes fueron arruinados cuando Caféiné se percató de que un grupo de policías corrían a ellos a toda velocidad. El enemigo introdujo una mano en el bolsillo de su delantal, sacando una taza que lanzó con todas sus fuerzas. El impacto originó un estallido tal que un par de muros exteriores de los edificios comenzaron a derrumbarse.

Alya dirigió una mirada hacia la panadería, en donde Manon ya intentaba mirar a través de las ventanas para saber qué estaba sucediendo. Aunque hubiese querido pensarlo un poco más, un segundo estallido obligó a Alya a tomar una decisión. Corrió hacia la panadería para llevar consigo a Manon, llamando la atención del enemigo que fijó en ella una mirada de odio auténtico.

—No hay razones para correr —dijo Caféiné, apuntando con la palma de su mano a Alya—. ¡Ve más despacio!

La chica soltó un grito cuando vio brotar los granos de café, mismos que pudo esquivar por poco cuando se lanzó al suelo y se cubrió detrás de uno de los autos volcados. Su móvil cayó al suelo, quedando abandonado a mitad del camino entre su escondite y la panadería.

Y su video exclusivo no se perdería, sin importar lo que un villano pretendiese hacer al respecto.

Salió de su escondite a toda velocidad, esquivando por poco los granos de café que el enemigo no dejó de disparar. Alya recuperó su móvil y llegó a la puerta de la panadería, empujando y golpeando un poco para llamar la atención de Manon. Sin embargo, se detuvo al cabo de un momento. Un pequeño dolor punzante se expandió desde su tobillo, causándole una desagradable sensación de entumecimiento. Recargó su espalda en la puerta de la panadería y se desplomó lentamente en el suelo, buscando la razón por la que el dolor y el entumecimiento seguían apoderándose de ella. Para su horror, descubrió ese diminuto grano de café incrustado en su tobillo. El dolor se debía a que el grano de café luchaba para adentrarse totalmente en su cuerpo.

Manon, sintiéndose a salvo dentro de la panadería, sólo pudo mirar en silencio. Alya, luchando contra la repentina somnolencia que seguía apoderándose de ella, consiguió levantar su móvil y apuntó la cámara hacia sí misma.

—L-Ladybug... —dijo trabajosamente—. S-si ves esto... D-date prisa... N-no me siento bien...

Su espíritu inquebrantable le impidió rendirse ante la desagradable sensación de que no podía seguir manteniendo los ojos abiertos. Con mucho esfuerzo, consiguió levantarse de nuevo. El tobillo que alojaba el grano de café estaba totalmente inservible. Y el hecho de que ella no dejara de moverse, intentando dar al menos un paso hacia adelante, llamó de nuevo la atención de Caféiné. El enemigo obtuvo de su mandil un par de cuchillos que lograron erizar la piel de Alya. Se preparó para recibir el impacto, sin querer cerrar los ojos por temor a no poder abrirlos de nuevo. Y cuando Caféiné se preparó para disparar sus armas, la resistente cuerda de color negro se enroscó alrededor de su brazo para inmovilizarlo inmediatamente.

La somnolencia le impidió a Alya alegrarse del todo cuando Chat Noir se colocó frente a ella para protegerla, esbozando una sonrisa confianzuda y colocando sus manos en la posición correcta para darles la impresión de ser verdaderamente las garras de un felino.

—Sorpresa —dijo él—. Ahora sé un buen sujeto y ríndete. No querrás enfrentarte a estas garras.

— ¡Deja de alardear!

Alya finalmente pudo esbozar media sonrisa cuando la cuerda se movió para derribar a Caféiné, anunciando también la llegada de aquella chica ataviada con el entallado traje rojo. El enemigo se desplomó en el suelo, liberándose al fin del agarre de la cuerda, mientras Ladybug se situaba a un lado de su compañero.

—Eso es lo que mereces por intentar atacar a mi fan número uno —sentenció Ladybug.

Hubiera mencionado a Alya como su mejor amiga, si tan sólo aquello no hubiese significado una confesión.

Chat Noir se cruzó de brazos.

—Sabes que yo soy tu fan número uno, mi lady.

—No es el momento, Chat.

Ladybug corrió hacia Alya, tomándola en brazos al percatarse de que los ojos de la chica ya se habían cerrado. Dio un par de palmadas sobre el rostro de su amiga, sin que eso causara al menos un mínimo cambio.

—Alya... ¡Alya, despierta...!

—Ese sujeto la atacó también —informó Chat, colocándose en cuclillas a un lado de Ladybug—. Mira su tobillo.

La chica obedeció, descubriendo que el grano de café ya estaba totalmente dentro de Alya, dejando como rastro una pequeña marca de color rojo en el punto donde antes se había incrustado.

Enfurecida, Ladybug abrazó a su amiga con más fuerza. Se levantó al instante, adoptando una actitud defensiva. Manteniéndose siempre en la posición correcta para mantener la puerta de la panadería totalmente bloqueada.

— ¡No te preocupes, Manon! —Exclamó la chica, sin dejar de mirar fijamente a su enemigo—. ¡Chat Noir y yo nos encargaremos de esto!

En la distancia, la mujer ataviada con la capa negra, esbozó una sádica sonrisa. Su mirada se fijó en aquella niña pequeña que miraba el encuentro desde el interior de la panadería.

Chat Noir se colocó a un lado de Ladybug, aferrando también su arma. Los dos cómplices intercambiaron una mirada, esperando a que Caféiné volviera a levantarse. El enemigo levitó nuevamente, preparándose para disparar sus granos de café.

Sin embargo, Ladybug no estaba dispuesta a perder un solo segundo.

—Aquí no —decidió—. No voy a permitir que ese sujeto destruya esta panadería.

—Estoy contigo, mi lady.

Dicho aquello, ambos saltaron para igualar la distancia que Caféiné ya había interpuesto entre ellos. El movimiento repentino descontroló los nervios del enemigo, quien dirigió sus manos hacia el frente para disparar los granos de café que Chat Noir bloqueó haciendo girar su báculo. Ladybug dio un salto para propinarle a su rival una patada que logró desestabilizarlo, aunque supo recuperarse al instante para buscar dentro de su delantal hasta que encontró algo útil. Un par de cucharas que disparó de la misma forma que habría hecho con un shuriken. La agilidad de Ladybug le permitió esquivar las cucharas, descubriendo que éstas se incrustaban en el concreto y que parecían estar más afiladas que los cuchillos que Caféiné había intentado usar con Alya.

Las intenciones del enemigo quedaban al descubierto cada vez que alguno de sus dos rivales se atrevía a moverse. Y poner a prueba sus habilidades sólo costaba más y más daños que, mientras el akuma no fuese destruido, eran irreparables. Al percatarse de ello, Caféiné dirigió sus granos de café hacia un autobús lleno de personas. Cuando el conductor se quedó dormido y el autobús perdió el control, Ladybug tuvo que utilizar de nuevo aquella cuerda milagrosa para detener el vehículo antes de que éste fuese a impactarse contra la panadería. La inercia del autobús fue mucho más fuerte que ella, golpeándola y sacándola del camino. Desviado, el autobús quedó volcado en el suelo. En su interior sólo podían escucharse gritos de terror.

Tras ayudar a la chica a volver a ponerse en pie, Chat Noir decidió tomar las riendas de la situación. Impulsándose con su báculo, que creció hasta darle a su portador la altura necesaria, Chat Noir atacó con un puñetazo que quizá para el muchacho rubio no fue en absoluto revelador. Sin embargo, bastó para que Ladybug pudiese pensar tan velozmente como su instinto protector se lo permitía. Quizá todo aquello se debía a que ella estaba más que dispuesta a proteger su hogar, o quizá realmente estaba segura de lo que había visto. Sólo para estar segura, se unió a la contienda luego de que Chat Noir consiguiera golpear el estómago de Caféiné para hacerlo retroceder. Ladybug sujetó las piernas del enemigo y tiró de la cuerda tan fuerte como pudo, haciéndolo girar un par de veces y llevándolo a estrellarse contra el suelo.

A través de la nube de polvo y escombros, dos tazas explosivas volaron a toda velocidad hacia los dos combatientes. Ladybug lanzó su yoyo hacia arriba, haciendo que éste se enroscara en la baranda de la que era su terraza, y tomó a Chat Noir para llevarlo consigo en el momento exacto en que las tazas explosivas hicieron efecto. Chat Noir no perdió la oportunidad para transformar el momento heroico en un fuerte abrazo a su compañera, quien terminó por apartarlo una vez que estuvieron lejos del peligro. Volvieron a la contienda inmediatamente, pues Caféiné no tardó en surgir de nuevo. Con dos cuchillos en cada mano, levitó nuevamente para reencontrarse con sus rivales.

—No hay necesidad de correr —dijo—. Quédense quietos.

—Me encantaría —respondió Chat Noir esbozando su característica sonrisa—, pero hay un pequeño problema.

Silencio.

Caféiné aferró sus cuchillos con más fuerza. Su mirada asesina se mantuvo fija en los ojos verdes de Chat Noir, ignorando por completo el hecho de que Ladybug ya se encontraba con ambos pies en una superficie lo suficientemente firme como para atacar también.

— ¿Cuál es el problema, señor? —preguntó Caféiné, quizá como un leve atisbo de lo que había sido su profesión algunos minutos atrás.

—Que nosotros no hemos corrido.

Chat Noir atacó utilizando su báculo como una de las espadas que utilizaba en sus clases de esgrima. Caféiné cayó de nuevo al suelo, perdiendo totalmente el aliento, y levantándose de nuevo para disparar sus granos de café en contra del gato negro que supo esquivarlos con gran agilidad. Tres golpes con el báculo precedieron al combate de cuerpo a cuerpo en el que Chat Noir tuvo que hacer un gran esfuerzo para evitar que los cuchillos le causaran algún daño irreparable.

Desde las alturas, Ladybug al fin estuvo totalmente segura de lo que había visto en un principio. Así que lanzó de nuevo su yoyo para atrapar al camarero poseído con la cuerda, rodeándolo de pies a cabeza, y dándole una fuerte patada en el centro de la espalda para dejarlo en el suelo. Tiró de la cuerda para asegurarse de que las ataduras estaban perfectamente ajustadas y, sin soltar el yoyo, miró a su compañero.

— ¡El akuma está en su placa! ¡Lo he visto!

— ¿Estás segura, bugaboo?

—Protege esa placa cada vez que lo golpeas. ¡Estoy segura!

No parecían percatarse de que su rival, totalmente opuesto a quienes habían enfrentado con anterioridad, no les había intentado arrebatar aquellos artefactos que les brindaban sus habilidades especiales.

Los devaneos del enemigo que luchaba férreamente por liberarse, causaron que una taza explosiva le ayudara a distraer a Ladybug lo suficiente como para que las ataduras se soltaran y él pudiese estar totalmente libre. Se dirigió entonces a toda velocidad hacia Ladybug, golpeándola con fuerza y alejándola del camino. Disparó una ráfaga de granos de café que la chica esquivó con agilidad, dando una voltereta hacia el lado izquierdo. Y estando en esa posición, percatándose de la manera en la que Caféiné protegía la placa colocando una de sus manos justo delante de ella, Ladybug decidió invocar ese poder que sólo ella poseía.

— ¡Lucky Charm!

El resultado dejó a la chica con la misma expresión de confusión que esbozaba cada vez que utilizaba su Lucky Charm. No encontraba ninguna manera en la que una bandeja pudiese ayudarlos a vencer a un camarero poseído.

— ¿Qué se supone que tengo que hacer con esto? —le preguntó a Chat Noir.

Él se encogió de hombros.

La respuesta tenía que esperar, pues no era el momento de pensar detenidamente. Chat Noir corrió hacia su compañera, con la intención de proponer un par de teorías, encontrándose sólo con el impacto de una taza explosiva que lo hizo caer de espaldas. La fuerza del estallido fue tal que los cristales de la panadería comenzaron a cuartearse. Ladybug sintió que su sangre se helaba, percatándose de que Alya resultaría herida si acaso algo llegaba a suceder con las ventanas.

En el interior de la panadería, Manon retrocedió y se abrazó a sí misma.

Así que Ladybug colocó la bandeja bajo su brazo y se impulsó nuevamente con su yoyo, exclamando:

— ¡Cúbreme, Chat...!

No tuvo oportunidad de completar sus órdenes, pues cinco tenedores volaron hacia ella y consiguieron derribarla, fusionándose en uno solo que se incrustó en el pavimento y aprisionó el cuello de la chica entre dos barras de metal que sin duda estaban afiladas. La bandeja cayó a pocos metros de distancia. El yoyo fue a dar en la dirección opuesta. Ladybug tragó saliva, dándose cuenta de que no podía siquiera forcejear para liberarse. Las barras de metal se separaban de su cuello por milímetros.

— ¡Chat, ayúdame!

Sin embargo, su compañero ya había entrado en acción. Tras asestar un par de puñetazos y atacar con sus garras, Chat Noir echó mano de su báculo para propinar el golpe decisivo en la quijada de su contrincante. Cayendo hacia atrás y escupiendo sangre, el camarero poseído aferró con fuerza la muñeca de la mano de Chat Noir con la que el gato pretendía tomar la placa. Lanzó a su contrincante con fuerza hacia un costado para liberarse de él.

Luchando contra lo que seguramente era una torcedura, Chat Noir dio un gran salto y golpeó la cabeza del sujeto con el báculo, haciéndolo caer de frente. Sin embargo, Caféiné se recuperó y echó mano de un par de cuchillos que lanzó hacia Chat Noir. El último de ellos, que por poco pudo esquivar, pudo haberse incrustado en el centro de su cabeza.

— ¡Aquí va tu príncipe encantador al rescate, mi lady!

Ladybug no tuvo oportunidad de poner los ojos en blanco. Tan sólo se sintió agradecida cuando escuchó que Chat Noir había invocado a los poderes de su Cataclism. El gato corrió hacia el tenedor gigante, sujetándolo con ambas manos y causando que este comenzara a oxidarse hasta que para Ladybug fue sencillo librarse de él con sus propias manos. Los restos del tenedor quedaron esparcidos por el suelo, y ella tan sólo corrió por la bandeja mientras Chat Noir le entregaba de vuelta su yoyo. La chica adoptó entonces la misma posición de batalla junto a su compañero, percatándose entonces de que Caféiné estaba dispuesto a usar sus granos de café nuevamente.

Y dándose cuenta también de que esa misma habilidad que había causado tantas desgracias, y que por el momento la mantenía alejada de su mejor amiga, era también su carta del triunfo.

— ¡Lo tengo, Chat! —anunció.

—Sea lo que sea, mi lady, será mejor que nos demos prisa. No tardará en acabarse nuestro tiempo.

—Descuida. Funcionará. ¡Corre!

— ¿Qué...?

— ¡Corre! ¡Vete lejos de aquí!

—Pero... ¡No! ¡No voy a dejarte sola con ese sujeto!

—Ese monstruo disparará sus granos de café si te ve correr. Yo cubriré tu espalda. ¡Confía en mí!

Aquello último fue lo único que logró hacer que Chat Noir asintiera. Miró a su rival y silbó como quien llama a un perro, diciendo:

— ¡Oye, bestia! ¡Es por aquí!

Chat Noir echó a correr tan velozmente como pudo, despertando los instintos salvajes de Caféiné. Los granos de café brotaron de sus manos, tal y como estaba planeado. Y haciendo uso de su gran velocidad, Ladybug interceptó el ataque. Utilizó la bandeja a manera de escudo, devolviendo todos y cada uno de los granos de café al enemigo que comenzó a retroceder sin dejar de dispararlos. Uno de ellos finalmente logró su cometido, incrustándose en la garganta de Caféiné.

El efecto fue inmediato.

Cuando Ladybug lo vio caer de rodillas, supo que su plan había dado resultado. Vio entonces a Chat Noir saltar desde el tejado de la panadería, demostrando que no estaba dispuesto a alejarse demasiado. Compartieron una sonrisa de complicidad cuando Caféiné, víctima del sueño provocado por su propia técnica. El gato negro se acercó al enemigo y tomó la placa, arrancándola de su traje como si un poco de violencia. Colocó el diminuto artefacto en manos de Ladybug, quien lo trituró en su puño, liberando a la mariposa oscura que comenzó a revolotear.

—Esta vez no, pequeño akuma —dijo la chica—. ¡Yo te libero de la maldad!

Ladybug atrapó al pequeño demonio, purificándolo y convirtiéndolo en una mariposa de color blanco que pronto se alejó del sitio.

—Adiós, pequeña mariposa.

Acto seguido, la chica se encargó de usar sus habilidades para que los estragos de la ciudad fuesen reparados. Los autos volcados volvieron a la normalidad. Las personas dormidas pudieron despertar al fin. Ningún accidente dejó víctimas. Los edificios dañados volvieron a la normalidad.

Y lo más importante de todo: Alya finalmente abrió los ojos.

Emocionada, Manon consiguió abrir la puerta de la panadería para salir y reunirse con los dos héroes que ya estaban chocando sus puños para celebrar la victoria. El camarero, confundido, se levantó del suelo y miró sus manos como si las hubiera desconocido por un instante. Ladybug intentó dar un paso hacia él, pero Chat Noir colocó una mano sobre el hombro de la chica para detenerla.

—Yo me encargo, bugaboo —dijo con un guiño.

— ¡No me llames bugaboo!

Ella se cruzó de brazos, sólo observando cómo Chat Noir le tendía una mano al camarero para ayudarlo a ponerse en pie.

—C-Chat Noir... ¿Qué...? ¿Dónde...?

—Descuide —dijo Chat Noir sin borrar su sonrisa—. Ya lo he resuelto todo. Usted tendría que volver al trabajo.

—N-no... N-no quiero volver a ese lugar... Seguramente me despedirán después de lo que... de... B-bueno, no importa en realidad...

—Le aseguro que no será así —intervino Ladybug, colocando una mano sobre el hombro del camarero para darle un poco de ánimo—. Confíe en nosotros.

Los encantos naturales de Ladybug hicieron efecto en el camarero, quien les dedicó una sonrisa y asintió para luego echar a caminar a paso lento. Ni bien estuvieron solos, Chat Noir aprovechó para mirar a Ladybug con aquellos ojos de ensoñación y decir:

Mi lady, creo que esto amerita que tú y yo vayamos a tomar un café.

—No tienes tanta suerte —sonrió ella—. Creo que he tenido suficiente del café por un tiempo.

—Hay muchas variantes —insistió Chat Noir—. Té. Limonada. Vino. Una chimenea. Tú. Yo. Esta noche...

Ella respondió apartando a Chat Noir y riendo a carcajadas, dándole toda su atención a la niña pequeña que corría hacia ellos a toda velocidad.

— ¡Ladybug! ¡Ladybug!

La aludida se inclinó y posó una mano sobre la cabeza de Manon por un instante, para después luchar contra sus deseos de demostrar que realmente se sintió aliviada al percatarse de que Alya ya llegaba a la carga.

— ¡Eso seguramente fue increíble, Ladybug! —Dijo la chica emocionada—. ¡Ustedes nunca me decepcionan! Me hubiera encantado grabarlo todo... Apenas puedo recordar qué fue lo que pasó.

—Sea lo que sea, todo esto es ahora un mal recuerdo —respondió Ladybug—. Me da gusto que estés bien, A-Alya... ¿E-ese era tu nombre, cierto?

Sé un poco menos evidente, Marinette, pensó Ladybug.

— ¡Sí! —respondió Alya sonriente.

Chat Noir se unió al grupo, rodeando la cintura de Ladybug con un brazo, a pesar de la mirada asesina que ella le dedicó.

—Creo que podrías cerrar una nueva entrada en el blog con una foto exclusiva —propuso el chico—. Inmortalizando nuestro amor, con el beso que quiero darle ahora mismo a mi bugaboo.

En cuanto Chat Noir tomó a Ladybug por las mejillas, aprovechándose de un momento de distracción, la mente de Ladybug se llenó con un único pensamiento.

Su cita.

Adrien Agreste, que quizá estaba buscando a Marinette en los alrededores de la cafetería.

Los pendientes, que ya comenzaban a alertar que no quedaba mucho tiempo.

—De acuerdo —dijo Alya, apuntando hacia ellos con la cámara de su móvil y apartando a Manon, para evitar que la pequeña apareciera en la toma.

Ladybug balbuceó un par de palabras que nadie pudo escuchar, pues al instante fueron derribados cuando aquella persona desconocida hizo su aparición en aquel punto exacto. Con un manotazo que poseía una fuerza sobrehumana, la recién llegada se deshizo de los únicos que pudieron haberle hecho frente. Con aquellos ojos rojos como la sangre examinó a la chica que sostenía el móvil, y que no tenía reparo alguno a la hora de apuntar la cámara hacia aquella figura misteriosa. Ladybug y Chat Noir se levantaron trabajosamente, sintiéndose anormalmente adoloridos.

El mundo de Ladybug, de Marinette, se desplomó a sus pies en ese momento cuando la persona desconocida descubrió uno de sus brazos, de un gris cadavérico, y lo extendió para arrebatar a Manon de la casi nula protección de Alya. Un par de sus afiladas garras consiguieron rasgar la piel del estomago de la chica que finalmente soltó el móvil. Y entre lloriqueos, Manon fue arrastrada con la mujer cuando ésta dio un salto para alejarse de aquel sitio.

— ¡¡Ladybug...!!

Poco importándole que sus pendientes siguieran emitiendo aquel sonido, Ladybug no dejó escapar un solo segundo. Lanzó su yoyo hacia la terraza para impulsarse, sintiendo que Chat Noir la sujetaba por el hombro.

— ¡Espera! —Dijo él—. ¡No puedes ir! ¡Estás a punto de perder tu transformación!

La respuesta de la chica fue tajante.

— ¡Entonces, no me sigas!

Dicho aquello, Ladybug emprendió la persecución. La figura de aquella mujer se alejaba cada vez más. Y a la vez, los gritos de Manon taladraban en lo más profundo de los tímpanos de Marinette. Y de su alma.

La chica no pudo percatarse de que Chat Noir había intentado seguirla, quedándose a mitad del camino cuando su transformación no pudo durar más.

— ¡¡Manon!!

Frente a sus ojos, y causando su desesperación, la mujer se esfumó en una nube de humo de color negro. De la pequeña ya no existía rastro alguno, y Ladybug cayó irremediablemente sobre el tejado de un edificio cuando su tiempo también se terminó. De rodillas, sintió cómo su transformación se esfumaba. Tikki apareció frente a sus ojos, y Marinette ignoró a su diminuta amiga olímpicamente. Siguió corriendo hasta llegar al borde del tejado, sujetándose con fuerza para transmitir que hubiera saltado de haber podido hacerlo. Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas.

— ¡¡Marinette!! —Exclamó Tikki volando hacia la chica—. ¡¡Marinette, vuelve aquí!! ¡¡Ya no puedes seguirla!!

Pero Marinette no escuchaba la voz de Tikki. Tan sólo podía sentir la forma tan dolorosa en la que los gritos de Manon taladraban en su mente.

¡Ladybug! ¡Ladybug! ¡Ladybug!

La culpa comenzó a arremolinarse en su interior, resquebrajando su corazón en miles de trozos diminutos. Se desplomó de rodillas, aceptando su realidad.

Aquella persona desconocida, de alguna manera, la había vencido. Aún cuando pudiese alimentar a su Kwami para volver a transformarse, ¿cómo podría encontrar a Manon? No había ninguna manera.

Ladybug había perdido esa batalla que ni siquiera pudo comenzar.

—Marinette...

Tikki hizo su mayor esfuerzo para animar a la chica, sin conseguirlo. Marinette estaba destrozada.

—Manon... S-se llevó a Manon... S-se la ha llevado y yo... y-yo... T-Tikki...

Cubrió sus oídos con ambas manos, intentando escapar de aquellos alaridos.

Marinette no tenía idea de que en ese momento, a un par de kilómetros de distancia, Adrien se encontraba en las mismas condiciones.

Chat Noir también había sido derrotado.

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