El baño era simplemente perfecto. Me encantaba su decoración. Rápidamente me quité la poca ropa que llevaba y me duché. Dejé que el agua caliente se llevara al menos por unos minutos mis preocupaciones. Me puse algo cómodo nada más salir y acomode mi pelo. Salí y vi a Jack, Caspar, Alfie y Zoella hablando animadamente.
-¿De qué habláis chicos? –dije mientras sonreía. Jack se giró rápidamente y me dio una sonrisa cordial. Los demás lo hicieron después.
-Estábamos pensando de hacerte una fiesta de bienvenida. Este sábado. –Mierda. Empezamos bien.
-Oh, Zoe, siento decepcionarte y frustrar vuestros planes, pero este sábado tengo un compromiso importante al que no puedo faltar.
-No pasa nada. Supongo que para otro fin de semana. ¿Sobre qué es ese compromiso?
-No tengo ni idea. Mi padre me dijo que no podía faltar.
-¿Tienes acompañante? –preguntó Caspar.
-Sí, obligado. Ya sabéis son temas de empresas que bueno, por conveniencia tengo que ir con uno de los hijos de los socios de mi padre. –se me atragantaban las palabras. Solo me faltaba que alguno de estos supiese sobre lo que iba a pasar.
-Bien. Ya sabes que si quieres pedirnos algo. Aquí estamos.
-Por cierto Lucy. Llamé a tu padre. Dijo que un tal Brad venía a recogerte. Debe estar ya abajo.
-Gracias Zoe. Voy a por mis cosas y ya no os molesto más.
-Sabes que no es una molestia. –contesto Alfie.
-Lucy, si quieres te acompaño. –dijo Jack.
-No es necesario. No creo que me pierda de aquí al coche.
-Solo una idea. Aunque de todas formas lo voy a hacer.
-Genial.
Fui a por mí bolsa y volví rápidamente. Jack me esperaba con la puerta abierta. Salimos de ahí dejando atrás a los chicos.
-Me alegro de que hayas decidido venir con nosotros. Cuando conozcas a los demás será genial. –me dijo sonriendo. Yo no podía quitar la mirada de su sonrisa. – ¿Tengo algo en la cara?
-No, nada. –Dije mientras me sonrojaba y bajaba la mirada.
-En serio, me alegro muchísimo que hallas aceptado. Así nos veremos muy seguido.
-Sí, me gusta la idea.
-Bueno, -ya estábamos en el portal. –Aquí se acaba nuestro trayecto. Que tenga un buen día señorita. –dijo exagerando su acento británico, mientras me cogía la mano y la besaba. Yo reía por la situación.
-Lo mismo digo caballero. Buenos días. –seguí riendo hasta llegar al coche. Me metí en la parte de atrás. No quería estar al lado de Brad. No quiero momentos incómodos y necesito estar sola para pensar. Otra vez. Miraba por la ventana el paisaje de Londres mientras iba viendo las zonas en las que me gustaría vivir. “Debería empezar a buscar un trabajo” pensé. Si, esta noche preparo mi currículum y una estrategia de lugares a los que ir. No nos dirigimos una sola palabra durante el camino, y en cuanto llegamos salí lo más rápido que pude de allí, así a la velocidad del rayo.
-¡LUCY ESPERA! – esa voz no por favor. Me giré para comprobar que en realidad no había sido Brad el que me había llamado. Graso error.
-¿Qué quieres? Tengo cosas que hacer. –se quedó callado por unos minutos. Parecía indeciso. Era la primera vez que le veía nervioso. –No tengo todo el día para estar aquí.
-Lo sé.
-Pues di lo que tengas que decir.
-Es que aquí no te lo puedo decir.
-Pues nada. Tengo cosas que hacer. Adiós. –comencé a andar hacía mi casa. No tenía ni tiempo ni ganas de pelear con Brad.
-Lucy, yo te quiero. – me paré en seco y me di la vuelta.
-¿Qué acabas de decir?
-Ya lo has oído.
-No Brad cariño, tú no me quieres. –La ira se empezaba a encontrar dentro de mí. Esto no podía ser cierto.
-No sabes lo que yo siento, no puedes decir eso.
-Pues lo que tengo muy claro es lo que yo quiero. Y de momento no te quiero en mi vida para más de lo justo y lo necesario.
-¿Por qué me juzgas por los actos de mi padre?
-No te estoy juzgando por ellos. Estoy alejando a la gente que posiblemente me haga daño.
-Posiblemente, no lo sabes de seguro.
-Con eso, de momento me sobra. –me di la vuelta y fui a “mi” casa. En el salón estaba mi padre.
-¿Por qué te fuiste así?
-Necesitaba un poco de aire. Espacio.
-¿Qué le dijiste a Luke?
-Nada. Desmentí todo lo que me preguntó.
-Así me gusta. ¿Te imaginas para qué es nuestra cena del sábado? –dijo mientras me acariciaba la mejilla. El asco que sentía dentro de mí era inimaginable.
-Sí, lo sé.
-¿Y supongo que sabes lo que te conviene? A ti y a tu madre.
-Sí. No hace falta que me lo recuerdes
-¿Has encontrado a alguien que quiera saber de nuestro secreto?
-No, supongo que Brad siempre será le mejor opción para ti.
-Por algo está contratado aquí.
-Porque es el único que está atado a dos personas como tú y tus socios.
-Ah, olvidaba un pequeño detalle. A nuestra fiestecita vendrán más chicas. No te creas que sea porque quiero quitarte protagonismo. Tú serás la reina de ellas.
-¿No te vale con solo arruinarme la vida a mí sino que ahora vas a hacerlo con unas pobres chicas?
-La mayoría lo hacen por profesión.
-Me da igual. Tienen derecho a ganarse la vida de una forma digna. ¿Qué piensa tu mujer de todo esto?
-No piensa nada. Cuando se casó conmigo aceptó todo eso.
-¿Sabes? Creo que has arruinado la vida de otra familia. Y no dudes que cuando pueda voy a escapar. No te pertenezco. – El odio iba creciendo en mí con cada palabra que ambos pronunciábamos.
-Gracias a mí tienes un sitio donde vivir.
-No te preocupes por ello. A partir de mañana empezaré a buscar un trabajo y en cuanto pueda me iré.
-Me encargaré de que eso no ocurra.
-No puedes controlar todos los jodidos cables de mi vida.
-Un día me necesitarás.
-Serás a la última persona que recurra.
-Recuerda esta conversación cuando necesites que tu madre no se vuelva a quedar en la calle.
-A ella no la toques ni un pelo. Iré a todas tus jodidas fiestecitas mientras viva aquí. Pero cuando me vaya no quiero que me vuelvas a llamar para algo de eso.
-Si es que te vas algún día.
-Lo haré, tendré una vida a parte de ti. Una vida que me merezco, una vida que tu no podrás arruinar.
-Puedo hacerlo. Tengo el poder para ello.
-También puedes irte de aquí. Esta discusión ha terminado y ya he aceptado ir a tu fiesta. Déjame vivir.
-Sí, pero ha acabado porque yo quiero que se acabe. Recuerda esos detalles. –y por fin se fue. No podía más. La ira me podía. Tenía la necesidad de romper algo. De pronto vinieron a mi cabeza las palabras de mi madre. “Siempre en el sótano habrá un saco de boxeo. Para cuando te sientas impotente y creas que no puedes hacer nada.” Bajé rápidamente y vi los guantes y un saco. Me los puse y comencé a darle golpes. Así paso todo lo que quedó de mañana, hasta que conseguí tranquilizarme.
Decidí darme una ducha, si, otra. Estaba entera sudada y tenía que grabar un vídeo así que en 30 minutos ya estaba lista para todo ello. Puse la cámara en frente mío, y le di al botón de grabar. “Hola holita, uhm, me siento como Ned Flanders… Y esto ha sido todo por hoy. Bye!” Ahora a editar. Mientras editaba un mensaje llegó a mi móvil.
“Me ha encantado conocerte esta mañana. ¿Podremos vernos mañana? Jack xx.”
“A mí también me ha gustado, mañana tenía pensado hacer un par de cosas, pero puedes acompañarme si quieres.”
“Estaría encantado de hacerlo. ¿Paso a recogerte a las 10.00?”
“Genial. A esa hora nos veremos. Hasta mañana.”
No me acordaba de eso. Tenía que mirar el mapa de Londres, trazar la ruta, mirar que negocios eran los más seguros y con qué sueldo podría contar. Pasé lo que quedaba de día haciendo eso, y después me metí a la cama y hasta que conseguí dormir pasó un buen, buen rato.