Tres años más tarde
Stiles POV
Hoy era un día especial para todos, aunque especialmente para el pequeño Liam. Todo esto era así excepto lo de pequeño, pues ya tenía 9 años.
Era increíble lo rápido que podía pasar el tiempo a veces, sin apenas darnos cuenta. Hace 9 años la llegada de dos personas a mi vida me cambiaron por completo. En ese momento no supe todo lo que iban a significar para mí esos dos extraños, una chica malhumorada y un bebé. La sorpresa que me llevé al enamorarme de la chica de cabello rubio fresa y ojos color esmeralda no me la podía quitar nadie. ¿Y el bebé? ¿Quién me diría a mí que me iba a convertir en su padre?
Habíamos tenido muchos altibajos, idas y venidas, separaciones. Queríamos ser inseparables, pero siendo constantemente separados, aunque ya nunca más. Desde aquel día en que Lydia fue al aeropuerto a buscarme, no nos habíamos separado, ni lo íbamos a hacer.
— ¿Papá, estás listo?
Dirigí mi mirada a Liam, para asentir con la cabeza. Sin embargo, no me moví del sitio y miré hacia las escaleras, donde aún no había movimiento.
—Lydia, Liam se está impacientando—Me vi obligado a meter presión, ya que conociendo a Lydia, estaría aún arreglándose.
— ¡Ya termino!
A los dos minutos, apareció Lydia por las escaleras, completamente arreglada y con Allison en brazos, también arreglada.
— ¿Cómo está la princesita? —pregunté dando un beso en la cabeza a Allison.
—Algo cansada, aunque no sé si allí podrá dormir mucho—respondió Lydia.
—Claro que podrá, papá se encargará de eso—dije con una amplia sonrisa, para coger a la pequeña entre mis brazos, con cuidado.
—Siempre te dije que serías un gran padre y no me equivoqué—Lydia sonreía orgullosa, mientras nos miraba a Allison y a mí.
— ¿Y de marido como soy?
—No lo sé, tan sólo llevamos dos meses casados, no me has dado tiempo a asimilarlo.
Sin pensarlo, me acerqué a dar un beso en los labios a mi ya mujer.
— ¡Vamos o llegaremos tarde a mi primer partido!
—Hijos, te sacarán los ojos— dije sarcástico, para salir de casa. Dejé la puerta abierta para que saliese Lydia—. ¿Lista, Lydia Stilinski?
—No me lo recuerdes. Me he ido a casar con la persona con el apellido más raro.
—Pero me amas—sonreí, y aunque ella rodó los ojos, supe lo que iba a responder.
—Y tanto—suspiró, aunque sonreía igual que yo—. Vamos, no queremos que Liam nos llame la atención de nuevo, ¿no?
—No, no queremos. Lydia—la llamé, antes de que montase en el coche—, yo también te quiero.
...
Liam POV
Bajé del coche con seguridad, aunque se esfumó al momento. Comencé a andar tembloroso hasta el campo de lacrosse, que se veía más grande de lo que creía recordar. El momento en que puse un pie en la hierba del campo, me detuve. No estaba listo, no podía hacerlo.
—Liam.
Mi padre estaba justo detrás de mí, con los brazos cruzados. Se agachó para quedar a mi altura y supe que iba a venir una de sus charlas.
—No puedo—me limité a decir, antes de que me soltase un rollo.
—No, tú crees que no puedes, pero no es así. Dime, ¿cuántas veces has soñado con jugar tu primer partido de lacrosse?
—Muchas.
—Pues esta es tu oportunidad, hijo. ¿A qué le tienes miedo?
Yo miré temeroso a papá antes de responder, me daba vergüenza admitirlo.
—A ser demasiado agresivo y no poder controlarme. A hacer daño a la gente.
— ¿En un partido de lacrosse? Liam cariño, el lacrosse es un deporte agresivo, por eso es perfecto para ti.
— ¿Y si me vuelve más violento y hago daño a alguien?
— ¿Alguien como Allison? —Sorprendido, asentí. Aún me sorprendía el hecho de que mis padres me conociesen tan bien, todos mis miedos. Me aterrorizaba volverme muy violento con mi hermana pequeña, el poder hacerle daño... —No eres como ellos, como tus padres biológicos, debes saberlo. Ellos no te criaron, nosotros lo hicimos. Somos tus padres y te queremos tal cual eres, con agresividad, asma... lo que sea. Pero si algo estoy seguro es de que serás un gran jugador de lacrosse. ¿Sabes que hace unos años yo jugaba lacrosse en el instituto?
— ¿Y cómo te iba?
— ¿Sinceramente? De pena, me pasaba la mayoría de los partidos de defensa, y eso si jugaba. Porque sí, yo era un jugador que se pasaba más tiempo en el banquillo que en el campo. Pero contigo no será así, te he visto y eres bueno.
—No quiero decepcionaros, papá.
—No lo harás. Mira a las gradas—Hice lo que me dijo mi padre y pude ver a mamá con Allison en los brazos y una pancarta con mi nombre—. Mamá y Allison te apoyan, al igual que yo. Solamente debes confiar en ti.
—Gracias, papá. Te quiero.
—Y yo a ti—Papá se acercó a mí para darme un abrazo, y yo hice lo mismo. Aunque pareciese mentira, una pequeña parte de mis nervios se había ido gracias a las palabras y al abrazo de mi padre.
Vi a papá alejarse y sentarse en las gradas junto con mamá, a quien dio un beso. Yo no pude evitar sonreír, ya que ellos se conocieron gracias a mí, en cierto modo, o al menos era lo que me dijeron.
Corrí hacia el campo de lacrosse torpemente, ya que el casco pesaba un poco. Me situé con mi equipo y tras las indicaciones del entrenador, nos dirigimos a nuestros puestos. La bola comenzó a moverse por los distintos miembros del equipo contrario, hasta que un miembro de mi equipo interceptó un pase.
Poco a poco, el partido iba llegando a su fin, e íbamos casi empate. No había podido hacer gran cosa, ya que algunos compañeros simplemente querían jugar ellos solos, mientras los demás mirábamos. Notaba que eso aumentaba mi rabia, pero intentaba controlarme, con el viejo truco que mamá me dijo en la noria de Londres: repetir mentalmente las tres cosas que no se pueden esconder; Sol, Luna y verdad.
Tras pelear algunos compañeros con los del otro equipo por conseguir la bola, cayó directa a mis pies. Inseguro, miré a los demás, no sabiendo muy bien qué hacer. La cogí con la red de mi stick y empecé a moverme rápidamente, camino al campo contrario. La gente parecía tan concentrada en la pelea que ni siquiera notaron que yo tenía la bola, una ventaja para mí. Me paré frente a la portería, sin poder hacer ningún movimiento. Oía a la gente gritar que lanzase, pero no podía responder.
— ¡Tira! —oí gritar a mi madre, por lo que me giré a verla un momento. Decidido, lancé la bola hacia la red con todas mis fuerzas y, sorprendentemente, marqué un gol, el decisivo, ya que el árbitro pitó el fin del partido.
La gente comenzó a celebrar la victoria, aunque yo estaba algo perdido.
—Enhorabuena rubito, nos has hecho ganadores.
Me giré a ver quién me estaba hablando. Parecía una chica de mi edad, cabello y ojos oscuros. No estaba sola, sino que venía acompañada de un chico de piel oscura y pelo negro, más alto que ella y que yo.
—Gracias, supongo. ¿Vais a este colegio?
—Obviamente—dijo el chico—. Quería felicitarte yo también, fue todo muy intenso. Soy Mason, por cierto.
—Liam—me presenté yo. Después, dirigí mi mirada a la chica, que no dejaba de examinarme.
—Yo soy Hayden. Supongo que nos veremos muy a menudo ahora—yo asentí—. Pues solo te diré una cosa, puedo ser muy buena pero hazme algo y te arrepentirás. Soy vengativa—Y sin más, se fue, dejándonos a Mason y a mí algo sorprendidos.
—Creo que le gustas, ella actúa así con los chicos que le gustan.
—Oh—respondí yo.
—En fin, debo irme. Un placer haberte conocido, Liam.
—Igualmente, adiós.
— ¡Pero si está aquí el campeón y salvador del partido! —gritó mamá, viniendo a abrazarme.
—Lydia, vas a asfixiarle, déjale respirar—dijo papá.
—Lo siento, es solo que estoy muy emocionada, nada más.
—Sabía que salvarías el partido, lo sabía.
—Stiles... Tú mismo dijiste que sería un buen día si Liam salía vivo.
—Bueno sí, tienes razón.
—Siempre lo hago— Papá le sacó la lengua a mamá y ella se acercó a darle un beso en la mejilla—. No te enfades, tonto. Lo importante es que estamos todos aquí y que estamos juntos.
—Y seguiremos así. La única forma de la que podremos superar todos los obstáculos, es juntos.
—Tengo la mejor familia que podría soñar. Gracias por ello, papá, mamá, Allison.
Todos nos juntamos para darnos un abrazo familiar, de estos que te hacen sentir como en casa. Y es que estábamos en casa. No sabía que me pasaría en unos años, si seguiría jugando a lacrosse o no, si seguiría viviendo aquí o en otro lugar... Lo único que sabía es que con mi familia, no tenía nada que temer.
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Esta novela ha llegado a su fin, definitivamente.
Lo primero pediros perdón por haber tardado tanto en publicar el epílogo, los estudios no me dejan ni respirar. Lo segundo agradeceros por todo el apoyo y por todos los votos, no me puedo creer que sean más de 900, es algo impensable para mí, todavía.
Espero que hayáis disfrutado tanto con esta novela como yo lo hice escribiéndola, ha sido un placer :)