No, he de hacerlo ahora. Bajo por el árbol y cuando piso tierra de nuevo Finnick me apunta con su tridente en posición defensiva. Es como si me hubiera leído el pensamiento o quizás ha visto mis intenciones en mi mirada, no lo sé.
Finnick: - ¿Qué está pasando por allí? ¿Se han cogido de las manos? ¿Han hecho un voto de no violencia? ¿Han lanzado sus armas al mar para desafiar al Capitolio? -Pregunta con sarcasmo en la voz.
(TN): - No. -Le contesto rotundamente.
Finnick: - No, porque se lo que sé que sucedió en el pasado, está en el pasado y nadie en esta arena fue vencedor por suerte. -Mira a Peeta. Y dice con un tono más jocoso. -Excepto tal vez Peeta.
Es en ese momento que comprendo que Finnick se ha dado cuenta que Peeta es mucho mejor a todos los demás en la arena. Finnick ha acabado con el tributo del 5 sin pestañear y yo, ¿cuánto he tardado en hacerme letal? He disparado a matar en cuanto se me ha presentado la ocasión, a Enobaria, Gloss y Brutus. Sé que Peeta hubiera tratado de negociar antes para ver si alguna alianza mayor era posible. Finnick tiene razón.
Le sostengo la mirada evaluando su velocidad contra la mía. El tiempo que me llevaría coger una flecha, cargarla en el arco apuntar y dispararle atravesándole el cerebro, versus el tiempo que le llevaría a él alcanzar mi cuerpo con su tridente y atravesarlo. Peeta se interpone entre nosotros.
Peeta: - Cuantos hay muertos? – Me pregunta. Veo en su mirada su advertencia de que ahora no es el momento.
(TN): - No lo sé, es difícil decirlo. Creo que por lo menos hay seis o siete y aún quedan algunos peleando.
Peeta: - Vale, ahora debemos continuar y buscar agua o acabaremos deshidratados en unas pocas horas.
Finnick: - Cierto. -Dice bajando el tridente. – Y tenemos que buscar un sitio donde estar a cubierto cuando el resto venga a cazarnos.
Es en ese instante que me doy cuenta que sería estúpido matar a Finnick ya que de momento ha sido de ayuda y, además, tiene el sello de aprobación de Haymitch. Haymitch... tengo que explicarle a Peeta todo lo que ha ocurrido antes de subir en la arena, pero ahora no es buen momento.
Un kilómetro más tarde, Peeta aún sigue cortando maleza con el cuchillo y nosotros caminamos y caminamos y no hay fin. Miro a mi alrededor buscando una señal de que no estamos dando vueltas en círculos como tontos, pero entonces, justo por donde se encuentra Peeta, en un extremo percibo el cuadrado uniforme que Beetee y Wiress me enseñaron en el centro de entrenamiento.
Veo a cámara lenta lo que Peeta tiene intenciones de hacer y grito para alertarle, pero es demasiado tarde, el cuchillo ya ha tocado con el campo y se escucha un ruido eléctrico muy fuerte. Tanto el cuchillo como Peeta salen volando por los aires hacia atrás llevándonos a nosotros por delante. Caemos todos al suelo.
Reacciono con mucha rapidez y me acerco hacia donde se encuentra Peeta inmóvil.
(TN): - ¿Peeta? -Le llamo. Pero no me contesta. - ¿Peeta? - Digo en un tono más desesperado.
Hay un suave olor a pelo chamuscado. Lo llamo por su nombre y le sacudo levemente pero no obtengo respuesta. Mis dedos rozan sus labios y para mi espanto, no hay aliento. Presiono mi oreja contra su pecho aterrorizada, justo en el lugar donde siempre me recuesto y espero escuchar su habitual y fuerte latido, pero en vez de eso escucho silencio. Comienzo a desesperarme
(TN): - ¡Peeta! -Lo sacudo con más fuerza e incluso le abofeteo, pero es inútil, no hay respuesta. Su corazón ha fallado. - ¡¡Peeta responde, maldita sea!! ¡No puedes hacerme esto! – Digo al borde de un ataque.
Finnick deja a Mags en el suelo y me aparta del cuerpo inerte de Peeta.
Finnick: - Déjame a mí.
(TN): - ¡No! -Me niego. - ¡No lo toques! -Digo con las lágrimas corriendo por mis mejillas. No me hace caso, en lugar de eso, sus dedos comienzan a palpar puntos en el cuello de Peeta y después le aprieta las fosas nasales entre los dedos manteniéndolas cerradas. - ¡No! -Le grito lanzándome encima de Finnick. Seguramente quiere asegurarse de que no quede esperanza para que vuelva a la vida.
Con su mano libre, me aparta y me empuja. Me tropiezo hacia atrás con la raíz de un árbol y caigo de espaldas contra el suelo.
Me quedo aturdida por el dolor y tratando de hacer llegar de nuevo aire a mis pulmones mientras de reojo veo a Finnick besar a Peeta. La imagen me impacta hasta que mi cerebro reacciona y me doy cuenta que está haciéndole llegar aire a los pulmones. Me enderezo con cuidado y cuando veo que el dolor es pasable, me levanto y me acerco hasta donde están ellos. Ahora Finnick le golpea con las palmas de las manos debajo de las costillas. Busco desesperada alguna señal de que lo que está haciendo Finnick tiene éxito, pero pasan minutos agonizantes y mis esperanzas decaen. Empiezo a aceptar el hecho de que es imposible que vuelva a ver a Peeta con vida, de que vuelva a ver sus precisos ojos y su sincera sonrisa cuando de repente da un leve tosido. Finnick se aparta, sudoroso y exaltado. Con las mejillas chorreando por las lágrimas, me lanzo contra él y le abrazo sin querer soltarle nunca.
(TN): -¿Peeta? – Digo suavemente entre sollozos. Aparto de su frente con delicadeza sus húmedos mechones rubios y para mi alivio encuentro su pulso retumbando contra sus sienes. Sus pestañas comienzan a moverse hasta que veo que abre los ojos y nuestras miradas se encuentran.
Peeta: - Cuidado, hay un campo de fuerza. – Me río y lloro a la vez por sus palabras. – Debe de ser mucho más fuerte que el de la terraza del centro de entrenamiento. Estoy bien, un poco aturdido nada más.
(TN): - Estabas muerto. – Digo con más lágrimas cayendo por mis mejillas. -Tu corazón se paró, dejo de latir y dejaste de respirar... Te he perdido... Por unos minutos te he... - No puedo continuar porque los sollozos vuelven a salir de mi boca y me la tapo con una mano para tratar de acallarlos.
Peeta: - Shh... Bueno, ahora parece estar funcionando bien. Yo estoy bien. ¿Y tú y el bebé? – Asiento, pero los sollozos y las lágrimas no cesan. –¿(TN)? – Dice preocupado.
Finnick: - Está bien, asustada, nada más. Todo es peor con las hormonas y el bebé. – Alzo la vista y lo veo sentado sobre sus rodillas a pocos metros de nosotros. Aún está algo jadeante por el calor y el esfuerzo de traer a Peeta de entre los muertos. Le miro a los ojos y lo fulmino. Me siento furiosa de que haya sido él quien haya mantenido a Peeta con vida y no yo. Me fastidia estar en deuda con él ahora. Aunque el agradecimiento es mucho más intenso que todo lo demás.
(TN): - Gracias. – Finnick asiente y me da una mirada comprensiva. Vuelvo mi vista a Peeta que me da una cálida sonrisa. Le doy un gran abrazo. Coloco mi cabeza entre la suya y su cuello y no puedo evitar posar mis labios donde bombea su vena en el cuello para comprobar que no es una alucinación y realmente está vivo de nuevo. Aspiro su aroma, que ahora tiene un toque de salado y sudor y lo estrecho más fuerte contra mí si eso es posible. Escucho a Finnick hablar.
Finnick: - ¿Cómo estás? ¿Crees que puedes continuar?
(TN): - No. – Respondoyo enseguida mirándole a los ojos. – Tiene que descansar.
Finalmente, decidimos seguir avanzando, pero a paso lento. Cojo la delantera y voy lanzando pequeñas bayas que he encontrado para poder saber dónde se encuentra el campo de fuerza. Ahora no me importa que Finnick vaya detrás, si quisiera hacer algo lo hubiera hecho antes cuando Peeta estaba muerto y yo incapaz de defenderme. Eso no quiere decir que le tenga plena confianza.
Caminados ya muchos kilómetros, decidimos que ya nos encontramos sedientos y cansados. A duras penas consigo...