Deseo Irresistible |z.m • s.g...

By Slayselenamarie

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Selena ya no era la adolescente que a los diecisiete años se había lanzado a los brazos de Zayn Malik. Ahora... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
UPDATE :)
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capítulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22 - FINAL

Capitulo 14

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By Slayselenamarie

-No puedes hacerlo -le dijo ella con frialdad-¿Cómo? -dijo Zayn suavemente, con una mirada de incredulidad ante lo que ella acababa de decir.

-No puedes obligarme a dejar de ser la chica «Formidable», porque he decidido que me gusta. Si lo haces, me veré obligada a denunciarte por incumplimiento de contrato. ¿Lo has entendido?

Hubo un silencio que a Selena le pareció eterno y, al cabo de un rato, él hizo algo totalmente inesperado. Comenzó a reírse a carcajadas. Selena casi se derrite por el impacto.

-Selena, ya veo que me he encontrado con un adversario hecho a mi medida -dijo él. Hizo una pausa y la miró como si tratara de dilucidar algo complicado-. ¿Es intencional? ¿Sabes exactamente lo que estás provocando?

-¿Respecto a qué? -preguntó ella, totalmente perpleja-. Hablas en clave.
Zayn sonrió.
-¿Te das cuenta de que cuanto más luches y más te resistas, más me incitas a querer tenerte?.

-Sí, claro, más te hago desear que sea tu amante, una despreciable palabra, por cierto - respondió ella ávidamente.

Él negó con la cabeza y luego se puso muy serio - cariño, estoy de acuerdo contigo. Estaba equivocado, muy equivocado.

Vamos Selena, piénsalo - dijo Zayn mirándola fijamente -Amante -susurró con una voz tan suave como el terciopelo-. ¿Lo serías? ¿Serías mi amante, Selena?

Él dejó esa última petición salir de su boca como una caricia mientras agarraba a Selena y la estrechaba entre sus brazos. Empezó a deslizar los dedos de arriba a abajo por su espalda.

Ella sintió una terrible desilusión. No sabía porqué, pero en aquella breve espera había imaginado que algo romántico iba a salir de aquella expresión cálida que había esbozado Zayn. Ella levantó la barbilla con orgullo y, con un gran esfuerzo, se apartó de él y se dirigió a la ventana.

-No te creo - dijo él, sin más-. ¿Por qué niegas lo que los dos sentimos? Sigues luchando cuando está claro para ti y para mí.

Selena le dio la espalda bruscamente. Temía que sus ojos desvelaran lo que realmente ocurría en su interior, que le permitieran ser testigo de su debilidad. Él tenía razón, ella lo deseaba, le deseaba como nunca había deseado a nadie. Pero lo que le ofrecía no era suficiente, nunca sería suficiente: ser su amante temporal, a la que podría reemplazar cuando se cansara.

-No, Zayn -respondió en voz baja.

-Y sin embargo, quieres seguir siendo la chica «Formidable», aún sabiendo que eso hará que nuestros caminos se crucen continuamente. ¿Te has preguntado a ti misma por qué? ¿No crees que el estar continuamente juntos, terminará por debilitar tus defensas?

Ella lo miró con frialdad. -¿Es eso un desafío?
-No estoy seguro -murmuró él-. ¿Lo aceptarías si lo fuera?
Ella dijo que no con la cabeza.
-Estoy demasiado cansada para continuar con este juego -dijo ella bajando los ojos en un gesto de derrota. Al alzar de nuevo la mirada, vio la marca roja que había imprimido en su cara la bofetada. -Tienes la mejilla marcada... Lo siento, Zayn, no debería haberte abofeteado.

Él se encogió de hombros.

-Me lo merezco -dijo él-. Estaba siendo tremendamente injusto. Era tu trabajo... Estaba celoso. 

«Y eso no significa nada», se dijo Selena.
-Pero puedes hacer que me sienta mejor, si tú quieres - dijo Zayn dulcemente.
-Puedo hacerme una idea de cómo -respondió ella ácidamente.
-Con una deliciosa taza de café caliente -dijo él-. Me muero por un poco de café.

Zayn se dejó caer lánguidamente sobre el sofá y sonrió seductivamente. Ella se quedó perpleja mirándolo, e incrédula ante la impasividad que mostraba algunas veces, y no pudo evitar reírse abiertamente.

-¡Tanta historia y terminas pidiéndome una taza de café! Eres imposible, ¿lo sabías? -Eso me han dicho en alguna ocasión -admitió él haciendo alarde de un sentido del humor que Selena descubrió ser mucho más poderoso que todo su potencial sexual. Porque compartir el humor, puede resultar muy íntimo...

-¿Cómo lo quieres? -le preguntó Selena.
-Como venga- él sonrió- Gracias.
-Si tienes intenciones de atacar haciendo un despliegue de simpatía, no te molestes -le advirtió y emprendió el camino hacia la cocina, con la risa de él perdiéndose en el aire.

Selena entró en la cocina. Sacó del armario dos tazas que había traído de alguno de sus viajes. Se preguntaba qué clase de mujer era, para estar allí, a punto de compartir una taza de café con el hombre al que desearía poder odiar. Una loca, sin duda, concluyó, mientras molía los granos. Si él estaba intentando embaucarla, ella le estaba dando esa oportunidad.

Trató de razonar. Tal vez si hacían algo tan civilizado como tomar café juntos, él abandonaría sus modales de hombre de las cavernas. Quizás dejaría de pedirle que fuera su amante.

La palabra le vino a la memoria inundándole de frío. No era eso lo que ella quería. Ella esperaba mucho más, y esperaba más precisamente de aquel hombre que con tanta frivolidad le proponía ser nadie, una más en su vida. No podía permitir que la destrozara, que le rompiera el corazón.

No entendía por qué no había aceptado su oferta de dejar de ser la chica «Formidable». ¿Había sido por orgullo y cabezonería? ¿O simplemente, quería llevarle la contraria?

Estaba confundida. Agarró un plato y lo llenó de unas galletas que había hecho por la mañana. Colocó todo en una bandeja y la llevó al salón. Zayn había abandonado el sofá y estaba observando cuidadosamente cada uno de los cuadros que había en la habitación.

«Recuerda», pensó ella, «se todo lo civilizada que sabes ser. Tómate una taza de café con él. Haz eso y tal vez consigas que aparezca su parte caballerosa».

Así fue. Él le agarró la bandeja y la colocó en la mesa que había al lado de los dos sofás azules.Ella observó dónde se sentaba y tomo el asiento opuesto al suyo.No estaba acostumbrada a que ningún hombre estuviera en su casa y, sin embargo, Zayn parecía pertenecer a aquel lugar. Era tan oscuro y tan poderoso. 

-Gracias -dijo. La miró por entre sus pestañas, negras y abundantes, mientras daba un sorbo- ¡Excelente café!- dijo con sorpresa.

Ella se dio cuenta de que le encontraba tan estimulante intelectualmente como físicamente. Eso no ayudaba demasiado. No quería sentirse más atraída por él de lo que ya lo estaba y, menos aún, encontrar razones que justificaran esa atracción, más allá de las puramente físicas.

-¿Quieres una galleta? -le preguntó ella apresuradamente, como si tratara de parar su cabeza.

-Gracias -dijo él.- Mordió una y levantó una ceja-. ¡Está muy buena! ¿Supongo que no las has hecho tú?

-¿Ah, no? ¿Y por qué supones eso, Zayn?- le reprendió ella con mucho humor-. Pues sí, las he hecho yo. No veo por qué te tiene que sorprender tanto.

-Pues me sorprende -afirmó él. ¿Por qué? El lanzó una mirada alrededor. -Todo el departamento me sorprende. 

Su gesto se fundió con el rojo de las paredes, que se convertía en un fondo dramático para sus cuadros. Había jarrones muy hermosos sobre los paños bordados de china que cubrían las mesas y unos cojines indios, de colores vistosos, reposaban sobre los sofás. Aquello que podía haber resultado poco armónico, estaba combinado a la perfección, con un gusto exquisito y, al mismo tiempo, un carácter muy personal.

-¿A qué te refieres?
Zayn se encogió de hombros.
-Esta habitación, por ejemplo, es exactamente lo contrario de lo que esperaba de ti.
-¿Y qué esperabas?.
-Algo minimalista, de líneas rectas, sofisticado. Desde luego no esto...
-¿Y cómo describirías esto?
Volvió a encogerse de hombros.
-Es salvaje y hermoso, pero no te hace sentir seguro. Es el tipo de habitación en la que la mano de un diseñador de interiores no podría entrar. Tampoco es la habitación de una mujer profesional e independiente.

A ella te extrañó aquella agudeza en el análisis de lo que una casa puede decir de una mujer.

-¿Es así como tú me ves, Zayn, como una mujer profesional e independiente? 

-Claro. ¿No lo eres?

Debía de serlo. Pero no parecía una descripción con la que ella se sintiera identificada.

Había algo tremendamente frío en aquello que no se ajustaba con lo que ella anhelaba. -Sí, seguramente.

-Y, sin embargo, mueles el café justo antes de prepararlo y haces galletas.
Ella no pudo evitar hacer un comentario.
-Me gusta, eso es todo. No veo por qué no iba a ser así.
Él sonrió, dio el último trago a su café y se acomodó en el sofá. Apoyó la cabeza en la palma de las manos y observó los cuadros, de nuevo. Una luz se encendió en sus ojos. -Todavía pintas, y muy bien, por cierto.

Le gustaba que alabaran su obra.
-Llevo toda la vida pintando, ¿te acuerdas?

Su mirada se apagó.

-Sí, lo recuerdo. Pensé que te dedicarías a ello. ¿Recuerdas que te lo dije? Pero elegiste sacarle rendimiento a tu físico.

Ella se indignó ante esa injusta crítica.

-Seguramente fue porque el ser modelo te permite comer todos los días y pintar no - protestó ella-. A diferencia de ti, yo tengo que ganarme el sustento cada día.

-¿Es asi como me ves? -preguntó él con frialdad-. ¿El pobre niño rico? Debes de pensar que se me ha dado todo en bandeja de plata. Pero estás equivocadá. Mi padre me metió en los negocios, pero abajo del todo. Y no fue divertido. No era fácil ser el hijo del jefe, mucha gente te lo hace pasar mal. Además, mi padre fue muy estricto conmigo. Yo no, tenía que hacer lo mismo que hacían otros para subir, sino mucho más. He trabajado como un loco y todo lo que tengo me lo he ganado a base de trabajo. Y mantener un emporio como el nuestro es muy complicado.

-Hay algo tremendamente amargo en tus palabras -le dijo ella.

-Sí puede ser. Me come por dentro que haya habido sumas y sumas de dinero que mi madrastra a malgastado durante años. Gracias a Dios, eso se va a acabar.

-¿Sí?

Él le lanzó una sonrisa cruel.
-Mi padre se va a divorciar de ella. Ha tardado un tiempo, pero finalmente ha visto la luz.

La sonrisa se desvaneció sin dejar ni rastro.
-Así que la culpas de haberse excedido en el uso de la tarjeta de crédito. Él la miró fijamente. 

-El despilfarro es tolerable, la infidelidad no- dijo él con un tono tajante.

Ella se quedó prisionera de aquellos ojos intensos. Zayn nunca debería temer la infidelidad de la mujer que estuviera a su lado. Ninguna mujer tendría necesidad de mirar a otro hombre.

-¿Y tu hermana? -preguntó ella-. ¿Cómo está?. -Waliyha está muy bien. Es, también una mujer independiente. Hizo derecho y ejerce de abogado en Roma.

No podía creer aquello: Waliyha, tan loca, tan impetuosa y ahora era abogado.

-¡Dios Mio! -exclamó ella espontáneamente. -Ahora eres tú la que parece sorprendida -observó él.

-Es que lo estoy. Debe de haber cambiado muchísimo.

-Sí, así es. El haberla cambiado de colegio y el que estuviera cerca de casa fue lo mejor que le pudo ocurrir.

Selena esperó a que él sacara a colación aquel pecado que pendía sobre su cabeza como una daga incriminatoria. Pero no lo hizo.

-¿No te gustaría tener un verdadero hogar, Selena? -preguntó él de repente-. -Tener un marido e hijos.

Algo se clavó en su corazón al imaginar lo que él describía. Pero la imagen que ella quería desesperadamente borrar, incluía a un único hombre: Zayn.

-No, la verdad es que nunca me lo he planteado -respondió ella con voz temblorosa - Como tú mismo has dicho soy una mujer independiente. Un marido y unos hijos no encajarían en el tipo de vida que llevo.

-¿Es por eso por lo que no te has casado? -insistió Zayn.

No, por supuesto que no era por eso. La razón de que no se hubiera casado estaba, en ese preciso instante, sentado enfrente de ella. Y las perspectivas futuras al respecto apuntaban a que jamás lo haría.

-Estoy demasiado ocupada tanteando el terreno -mintió ella.

Él la miró con una rabia contenida que comenzó a emerger desde lo más profundo de sus ojos.

-Sí, me lo puedo imaginar -dijo él con dureza.

El trato civilizado acababa de dar a su fin. Comenzaba de nuevo la batalla, el familiar conflicto al que ya estaba habituada, teñido ahora de un elemento más: la venganza. Ella se levantó.

-Bueno, tengo que pedirte que te marches, Zayn -dijo ella en un tono exageradámente educado- Estoy muy cansada.

Esta vez no se hizo de rogar y se levantó inmediatamente.

-Gracias por el café -respondió él con el mismo, grado de cortesía y puso la taza en la bandeja al mismo tiempo que Selena se inclinaba para poner la suya. Sin querer sus dedos se rozaron suavemente.

Selena dio un paso atrás, pero tropezó. Habría caído al suelo si aquellos brazos firmes no la hubieran sujetado y si aquellas manos fuerte no la hubieran agarrado por la cintura.Ese pequeño contacto fue suficiente para recordarle a Selena lo devastador que podía ser su tacto. Sintió un escalofrío y, acto seguido, un calor intenso en todo su cuerpo.

Ella no sabía si él podía sentir o no la aceleración de su pulso. Tal vez era por eso que él la miraba con una expresión turbia y extraña, suavemente extraña.

-Gracias -dijo ella sin respiración, pero no hizo ningún ademán de alejarse y él tampoco la soltó.

-Ha sido un placer- dijo suavemente.

Placer era una palabra con la que él se encontraba familiarizado. Zayn podría darle exactamente eso, mucho placer, un placer indescriptible. Sólo tenía que pedirlo, nada más. Involuntariamente se pasó la lengua por los labios resecos por el nerviosismo, lo que encendió el rostro de él con deseo...


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