El ladrón de mi diario.

Por Jacksom

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¿Qué pasaría si te robasen tu diario donde apuntas todos tus pensamientos, tus ilusiones, tus secretos oscuro... Más

El ladrón de mi diario.
Persecución
La casa del ladrón.
Cambio de papeles.
Solución y más problemas.
Tarde de niñera
Viernes
Planes para el finde
Celos
¿Calma?
Reencuentro
Carretera de lluvia
Confesiones entre suspiros de desastre.
Heridas, literalmente.
Aventuras en el hopital
Vuelta a la normalidad
Demoledor de corazones.
¿Olvido?
Los sueños son buenos, las pesadillas no tanto.
Despierta.
Todo fluye
Cotidiano
Situaciones
Aléjate.
Confusión.
Pause
¿Y si..?
No todo está perdido
Gracias
La canción
Entre miradas y sonrisas.
Romeo y Julieta
Fiesta de cumpleaños.
Amor dicen que se llama.
Campo de béisbol.
Mi mundo.
Si yo no puedo...

Esté donde esté.

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Por Jacksom

 Laia POV:

Me desperté sobresaltada en mi cama y mis ojos tardaron unos momentos en habituarse a la luz. Era bastante tarde pero teniendo en cuenta lo agotador del día anterior me merecía descansar. Sabía que había soñado con Ross. Había soñado que dormía abrazada a él de nuevo y fue una decepción ver que estaba sola en la cama. Miré el reloj aún desorientada. Sábado. Las 11:30. Escuché a mi madre abajo maldiciendo por algo y me alegré de que hubiese vuelto, al menos una pequeña temporada. Me arrastré en pijama hasta la cocina recordando la conversación que había tenido con la señora Gardner al final de la fiesta.

La madre de Ross me había llevado a la cocina y me había mirado con gesto serio y una copa de champagne en la mano.

—Gracias. Por ayudar a Ross de la manera en que lo haces—

Yo me había quedado allí plantada en el sitio con cara de tonta y finalmente había balbuceado que yo no hacia nada.

— Laia, estoy segura de que no conocías a mi hijo el año pasado o el anterior, pero vuelve a ser el Ross de siempre, mi Ross. Creo que es gracias a ti. Aún no está bien del todo. Sé que ha faltado a clase mientras tu te estabas recuperando y a veces no viene a casa en días. Para mí es difícil no preocuparme después de lo que pasó.—

Mi cara de incertidumbre pareció decirle que no tenía ni idea de lo que estaba hablando así que se acercó más a mi.

— Eso es algo que Ross tiene que decidir contarte, pero lo ha pasado mal. Sé que puede volver a pasarlo mal. Sólo espero que esta vez tú estés a su lado cuando pase. Sé que él te mira de una manera especial. Te lo puedo asegurar, jamás he visto que mi hijo mirase así a nadie. Dicen que la mirada es el reflejo del alma. Cuando Ross te mira a ti...— la señora Gardner me sonrió como si se hubiese quedado sin palabras. — Es especial. No sé como decirlo. Sólo cuida de él. No sabes cuanto te necesita—

Sus palabras se quedaron reverberando en mi cabeza cuando Ross me había llevado a casa y seguían por la mañana. No paraba de darle vueltas a cómo era Ross el año pasado. A qué había pasado con él. Todo me resultaba demasiado extraño pero no parecía adecuado preguntar. Uff. En realidad estaba preocupada por Ross y no entendía muy bien qué era lo que podía pasar. Era incapaz de imaginarme un Ross problemático o un Ross con el que no quisiese pasar tiempo pese a haber visto las heridas de sus manos y haber estado el día que volvió de casa con ellas. No me había parecido un Ross problemático para nada. Sólo había visto miedo, desesperación, soledad. Quizá había encontrado un hueco para llegar hasta ello y poder ayudar. Quizá la madre de Ross tuviese razón y Ross hubiese mejorado. En cualquier caso no podía imaginármelo de otra manera que no fuese el Ross con el pelo revuelto, divertido, seguro de sí mismo y sonriente de siempre. Mi  madre decidió sacarme de mis pensamientos dándome los buenos días.

— Hola cielo, ¿Has dormido bien? —

Asentí aún adormilada y preparé el desayuno mientras ella ojeaba unos papeles en la mesa. Cuando quise poner mi taza tuve que retirar varios papeles para hacerme sitio de todo el papeleo que tenía.

— ¿Hay mucho trabajo?— pregunté.

— Sí, seguramente pasaré la tarde en la oficina y volveré tarde—

Asentí.

— Por cierto, una tal Jennifer ha llamado antes, decía que no contestabas el móvil y que necesita hablar contigo urgente—
Di un sorbo a mi cola-cao extrañada.

— ¿Está todo bien? — me preguntó alzando la mirada brevemente.

— Sí, aunque no sé muy bien qué querrá hablar exactamente. —

— Bueno, puedes descubrirlo cuando quedes con ella—

Efectivamente, unas cuantas horas después estaba sentada en la habitación de Jenn tomando la merienda.

— Siento haber llamado a tu casa—

— No pasa nada. ¿De qué querías hablar? —

— Es complicado— murmuró ella mordiendo su croissant— mis padres me han dicho esta mañana que voy a ir a tu instituto. — me echó una mirada de reojo— ya sabes que hasta ahora estudiaba en casa—

Parpadeé sorprendida. Aquello podía ser un gran cambio en la vida de Jen. Uno muy bueno, aunque seguramente lleno de retos. Jen siguió hablando cogiendo carrerilla.

— El caso es que no conozco a nadie, exceptuandote a ti y a Ross que no cuenta, no he ido al instituto en la vida y no sé cómo actuar ni qué hacer, me da miedo perderme, no conocer a nadie y no hacer más amigos. Y teniendo en cuenta que ni si quiera puedo subirme a un maldito escenario a cantar una canción no sé si voy a ser capaz de actuar con normalidad. — cogió aire respirando profundamente— y no he ido de fiesta. Nunca. Jamás. Solo llego a imaginarlo levemente. Y me muero de ganas de ir de fiesta. Me siento preparada y quiero probar antes de que cambie de idea.—

Me miró con ojos suplicantes y vi que realmente estaba nerviosa por mi respuesta y que de verdad estaba asustada por el instituto.

Sonreí levemente.

— Pues no hay más que hablar. Hoy se sale de fiesta—

Jen rió aliviada mientras yo mandaba un mensaje a la reina de las fiestas. Evelyn. Si había alguien que supiese donde había una fiesta un sábado noche esa era ella.

Una hora después mi mejor amiga estaba sentada en la cama de Jenn mientras ésta le enseñaba posibles modelitos que ponerse. Eran una  extraña mezcla juntas. Evelyn tan lanzada y Jenn tan tímida, pero curiosamente funcionaban. Aunque estaba un poco preocupada por como Jenn miraba a Evelyn con los ojos abiertos dispuesta a creerse todo lo que ella le dijese. Evelyn tendía a exagerar levemente las cosas y  parecía encantada con toda la atención recibida desde que había llegado.

— No Jennifer, no vas a un concurso de deletrear, vas a una fiesta, olvídate de los vestidos de niña buena. —

Jenn guardó otro vestido en el armario y Evelyn se levantó exasperada.

— A ver qué tienes aquí—

Rebuscó pero no encontró nada que le gustase.

— Vamos a tener que ir a tu casa Laia, tenéis la misma talla más o menos, seguro que le puedes dejar algo—

— Está bien,¿ Jenn estás segura de esto? —

— Sí, quiero la experiencia completa—

— ¡Así me gusta! — exclamó Evelyn— Solo acabamos de empezar, falta la ropa, el maquillaje, el peinado, los tacones, llegar a la fiesta, beber como buena adolescente que eres, ligar y besar— Evelyn repasó mentalmente la lista— No tiene por qué ser necesariamente en ese orden— añadió insinuando algo.

Jenn estaba roja.

— Madre mía, nunca he bebido, ¡Y mucho menos he besado a alguien! —

Evelyn río.

— Es lo bueno de ser adolescente— sonrió Evelyn cómplice— puedes besar libremente a quien quieras sin necesidad de compromiso. O bueno, quien sabe, a lo mejor te echas novio—

— Vayamos paso a paso— intervine decidiendo que era demasiado.

—¿ Tú has tenido novio Laia?— preguntó Jenn.

Me hizo gracia la pregunta y reí.

— Alguno que otro—

— ¡Has tenido bastantes! — comentó Evelyn.— Desde aquel que te regala flores,  hasta el otro al que le pediste salir tú y el último de ellos, John—

Rodé los ojos, no me apetecía hablar de los ex novios que había tenido y menos de John. Había pasado un tiempo pero nuestra ruptura había sido dolorosa.

— No me apetece hablar de John— dije intuyendo que Evelyn seguiría con el tema.

— Ves, eso es lo malo de las relaciones. Las rupturas. O peor las rupturas dolorosas—

— Estar en una relación no es todo cosas malas, obviamente es porque estás enamorada de alguien—

— Dices eso porque ahora tienes echado el ojo a una posible relación— dijo Evelyn levantando una ceja.

— ¡No! Anda, será mejor que nos vayamos preparando o vamos a llegar a las tantas.—

— Lo bueno se hace esperar— dijo Evelyn con un guiño.

Ross POV:

Paré en la puerta de Kyle y le di una perdida. Me había llamado horas antes diciendo que le tenía medio abandonado y que era hora de que nos viésemos de una vez. Salió y se metió al coche con un movimiento rápido.  Cerró la puerta de un portazo y me miró con una sonrisa que no traía nada bueno.
— Es sábado noche, vamos a atacar. Sé de una fiesta donde podemos ir y nos lo vamos a pasar genial —

Rodé los ojos. No sabía como Kyle siempre encontraba plan.

— Tengo ganas de chicas, alcohol y fiesta— dijo abrochándose el cinturón— sobretodo de chicas. — añadió con una sonrisa lobuna.

Resoplé mientras giraba en una rotonda.

— Tenemos que usar nuestras viejas técnicas, ya sabes, para las chicas— dudó un momento— ¿O acaso estás con Laia?—

Abrí la boca sorprendido para contestar pero no sabía que decir. El silencio se alargó un segundo de más pero al final contesté.

— No. Es complicado—

— Te estás comiendo la cabeza por una tía. No merece la pena, lo mejor es un rollito como el que tenías con Bel, sin ataduras, sin preocupaciones y sin rallarse. — en realidad si había tenido que preocupaciones con Bel pero lo dejé pasar— Mira, sé que te gusta y todo lo que quieras pero tengo una propuesta. Hoy volvemos a los viejos tiempos y celebramos tu último día de libertad, por lo que pueda pasar con ella más adelante. Olvídate un poco de todo lo que tenga que ver con ella y sus complicaciones y vamos a disfrutar como los dos buenos amigos que somos ¿Si? —

No me quedó más remedio que asentir y aparcar el coche.

— Laia es una chica genial, lo sé de primera mano. Pero ella va en serio. Cuando alguien le gusta realmente quiere hacer las cosas bien y eso implica responsabilidades, sentimientos, preocupaciones etc. etc. Besar a alguien durante una noche y no volver a ver a esa persona es sencillo, rápido y efectivo. Siempre te sientes mejor y es bueno para la salud besar, lo he leído en algún sitio.—

—¿Acaso lees algo?—

— No todos tenemos la capacidad de devorar libros como tú pero eso no quiere decir que no leamos artículos de interés, o que no veamos vídeos de BuzzFeed—

Rodé los ojos.  Nos bajamos y guardé las llaves en el bolsillo del pantalón. La puerta estaba semi abierta y se escuchaba levemente la música de dentro. Nada más entrar nos encontramos con adolescentes repartidos por aquí y por allá con vasos de plástico en la mano y en grupitos o parejitas. La casa era grande y habían retirado los muebles para hacer del salón comedor una pista de baile que estaba bastante concurrida. Kyle y yo nos sumergirnos en ella un rato, tenían buena música. Poco después ya le había presentado a una chica y había conseguido algo de alcohol, aún así me ofrecí a ir a la cocina y conseguir un par de cervezas para darles algo de intimidad a los dos. Sorteé a las personas y una chica empezó a bailar delante mía. No pude negarle un baile después de lo que le había prometido a Kyle de pasarlo bien. Empezó a acercarse más y me sonrió sugerentemente. Me obligué a pasarlo bien y le sonreí de vuelta. Cuando puso sus manos en mis hombros yo puse las mías en sus caderas y la atraje hacia mí. Estaba cerca, muy cerca. Notaba su olor a alcohol, fresa y sudor todo mezclado. Puso sus manos sobre las mías en su cintura y las guió más abajo, hasta su trasero. Por acto reflejo apreté atrayendola más aún hacia mi, rió y sus manos se enredaron en mi pelo con fuerza. Sus labios se acercaron a los míos peligrosamente pero me alejé un milímetro. Vi a Kyle de reojo que chilló algo que no llegué a entender y lo utilicé como excusa para girarme. Le vi desaparecer con la chica de antes a otra zona de la pista de baile. Volví a centrar la vista en la chica que tenía delante que parecía algo desconcertada. Ella besó mi cuello despacio y mi cuerpo se estremeció pro su contacto pero en realidad sólo me dejaba llevar, como antes. Dejarse llevar para olvidar era mi defecto fatal. Ella apartó la cara de mi cuello y acercó sus labios a los míos lentamente mientras acariciaba mi pelo con sus dedos.

Y de repente me aparté y me alejé de ella respirando entrecortadamente. No podía hacer aquello. Simplemente no podía. Ya no era como antes. Murmuré una disculpa y salí corriendo, empujando a la gente y haciendo que soltasen maldiciones. Me abrí paso al jardín trasero que era pequeño y sólo había una pareja dándose el lote y otro más allá vomitando. Jadeé cogiendo aire y tratando de centrar mi respiración. Sentía que había traicionado a Laia. No teníamos nada. No éramos nada. Sin embargo... el sentimiento estaba ahí. Me di cuenta de que no quería besar otros labios que no fuesen los de Laia y no quería mirar en otros ojos que no fuesen los suyos. No quería sentir más que sus manos y no quería tocar más que su piel. Intenté respirar con normalidad. Necesitaba hablar con ella. Saqué el móvil y busqué su número pero me detuve cuando le iba a dar a llamar. El sentimiento de culpa me detuvo. Me imaginé la voz de Laia al otro lado de la línea, suave y con ese tono de cariño que me parecía escuchar a mi de vez en cuando. Guardé el móvil y volví dentro. Estaba mejor. Podía con aquello. No había sido para tanto.Y no tenía nada con Laia. Fui a la cocina para buscar algo frío que me calmase los nervios.

Me quedé paralizado en la puerta detrás de dos chicos que se preparaban un cubata. Laia. Estaba allí en la cocina. Delante de mi, apenas a unos cuantos pasos. Me acordé de respirar y me quedé allí plantado mirando. Distinguí la voz de Evelyn, aguda y chillona pero no la veía entre la multitud. Le pasó un vaso de chupito lleno de algo color caramelo. Me acerqué sorteando a la gente y me sorprendí al ver a Jenn allí. Maquillada. Con un vestido negro corto. Evelyn hablaba alto como si ya hubiese bebido algo.

— ... Y entonces tienes que tomártelo de una. Está un poco fuerte pero no puedes tomártelo de dos tragos. Para eso es un chupito. Además nada de muecas.— le echó una mirada cómplice a Laia— mira cómo se hace, Laia una representación por favor—

Laia sonrió atrevida y una vez más me sorprendió esa faceta suya, algo más salvaje y algo más rebelde. Me quedé asimilando cada detalle suyo. Llevaba una falda blanca corta con ligero vuelo y unos tacones negros de plataforma. El top también negro tenía como huecos a los lados, enseñando más piel. El pelo ondulado suelto le caía por la espalda y llevaba los labios ligeramente pintados. Los recorrí con una mirada lenta mientras se llevaba el vaso a la boca. Un sólo instante se había hecho mucho más largo en mi mente. Laia bebió el chupito echando la cabeza hacia atrás y luego se volvió hacia Jenn que parecía impresionada. Me tragué el miedo, la culpa y la inseguridad y avancé hacia las tres chicas. Las ganas de ver a Laia superaban todo aquello. Aparecí por un lado y saludé intentando recuperar la confianza. Para mi sorpresa ella no pareció notar nada y me pregunté cuantos de aquellos chupitos se había tomado. O quizá mis dotes de actor habían mejorado desde la prueba. Me quedé mirandola ¿Por qué tenía que ser tan preciosa? Capté la miradita de Evelyn y aparté la vista.

— ¿Y Jenn? No te esperaba de fiesta— dije con una sonrisa amable.

Ella farfulló algo y bajó la vista. Evelyn la regañó de inmediato.

— Parte de la experiencia de ir de fiesta es ligar con chicos. Laia...— empezó Evelyn.

Ella se sonrojó y apartó la mirada. 

— Ya basta de demostraciones.¿ Por que no bailamos? —

— Primero que Jenn pruebe los chupitos— dijo Evelyn.

Le dio un vaso pequeño y los rellenó con alcohol.

—A la de tres, una.. dos.. y tres—

Las tres chicas echaron las cabezas hacia atrás bebiendo y Jenn empezó a toser estrepitosamente.

— ¿Estás bien?— preguntó Laia preocupándose.

Ella tosió un poco más y asintió. 

— Tampoco está tan fuerte— dijo Evelyn con un gesto quitándole importancia. — Toca bailar, deja que el alcohol te haga efecto—

Evelyn agarró a Laia y a Jen  de la mano y las alejó hasta la pista de baile. Laia me saludó al pasar con una sonrisa pero se fue con sus amigas. Me quedé allí plantado y me desplomé otra vez. Me froté los ojos y me quedé allí un momento apoyado en la encimera. Laia estaba en la fiesta. ¿ Por qué? Mi mente registró de nuevo a Jenn que no debería estar allí y me pregunté si Laia la estaba vigilando o había bebido demasiado. Sin embargo eso quedaba en un segundo plano. Me sentía algo mareado. Unos chicos me dijeron si estaba bien y yo asentí respirando profundo. Volví a la zona donde la gente bailaba y localicé enseguida a Evelyn y a Jenn.

— ¿ Qué tal lo estais pasando?— pregunté. Necesitaba hablar con Laia.

Jenn bajó la cabeza y Evelyn sonrío, diciendo que genial.

— Estamos enseñando a Jenn  como ir de fiesta. Ya sabe de ropa, maquillaje, tacones está en ello, y alcohol... digamos que le queda práctica. Ahora estamos con el baile—

— No creo que sea necesario enseñarle todo eso de golpe..—

— Pero yo quiero saber...— exclamó Jenn de repente.

— ¡Mira! Ya he localizado a Laia— dijo Evelyn.

Los dos giramos la cabeza hacia donde señalaba. Estaba bailando entre la multitud ella sola al ritmo de la música.

— Mira— dijo Evelyn— fíjate como baila—

La observamos detenidamente. Bailaba bien. Se movía con movimientos suaves y fluidos y al ritmo de la música. El pelo se movía detrás de ella ondulante y de vez en cuando subía los brazos y se pasaba las manos por el pelo.

— Fijate como mueve las caderas— le estaba diciéndo Evelyn  a Jenn. Aparte la mirada— Con Laia siempre pasa lo mismo. Es alguien que llama la atención.— me fijé en las palabras de Evelyn y me alegré de notar que lo decía con orgullo. Parecía que la fase celosa se estaba pasando poco a poco— Laia es un buen partido para cualquiera y los chicos no tardan en acercarse. — Siguió Evelyn— Sobretodo los guapos, como el que se está acercando.. — volví la cabeza.

 Un chico rubio y alto se acercaba a ella por detrás.

— Lo mejor es que Laia no se da cuenta nunca de que intentan ligar con ella.—

El chico se acercó y empezó a bailar delante de Laia. Ella le miró un segundo y luego bailó con él sonriendo tímidamente.

— Mira, ella cree que sólo quiere bailar, pero los chicos siempre quieren algo más. Laia debería saberlo ya, pero de verdad que nunca aprende.—

Observamos en silencio un rato mientras ellos bailaban. Era incómodo para mi ver a Laia bailar con un rubiales alto pero no dije nada y me tragué los celos, al fin y al cabo yo acababa de bailar mucho más pegado a otra chica. El rubio le preguntó algo y ella se inclinó hacia él para escucharle. Vi como él ponía una mano en su brazo.

— Y eso se llama ligar— dijo  Evelyn— seguramente le habrá preguntado su nombre y le habra dicho alguna frasecilla por como se rie Laia. Tu intenta seguir el rollo pero con cuidadito. Si quieres saber si la cosa va bien solo tienes que fijarte en los signos. Si se inclina hacia tí, apoya su mano en tu brazo o si te pregunta es que la cosa va bien.—

Siguieron bailando y me tensé cuando el chico agarró a Laia por atrás de la cintura. Jenn abrió la boca sorprendida y me miró de reojo. Tenía la mandíbula apretada y las manos me temblaban ligeramente. Me sentía fatal. Evelyn tragó saliva nerviosa.

— Normalmente Laia ya le hubiese rechazado...creo que ha bebido un par de chupitos de más—

Ella se dio la vuelta y el chico bajó sus manos. Me dio un vuelco al corazón y quise avanzar hasta allí pero Laia se separó rápidamente antes de que pasase nada.
Escuché a Evelyn suspirar de alivo a mi lado. El chico insistió y se acercó a besar a Laia. Evelyn me estrujó el brazo nerviosa y susurró. 

— A lo mejor deberías ir a ver que pasa—

— ¿Yo?— pregunté sorprendido.

— Sí, tú, ¿ Acaso has bebido demasiado? Claro que tú ¿Qué te pasa? — me miró enarcando una ceja.

Jenn también me miraba pidiéndomelo con la mirada.

— Pero yo no soy...—

Evelyn me empujó hacia delante.

— Ve—

Cogí aire. Giré la vista hacia Laia. No me sentía quién para interrumpir a Laia después de lo que había hecho yo. Me sentía como la mierda. Avancé y levanté la vista para ver donde estaban. Paré un segundo para asimilar lo que estaba viendo. El chico la agarraba de la muñeca y de la cintura y susurraba algo en su oído. Laia parecía incómoda. De repente me di cuenta de que Evelyn tenía razón. Tenía que parar aquello. Mi confianza volvió de golpe y cuadré los hombros. Llegué hasta ellos y tiré de Laia hacia mi separándola de su agarre.

— Viene conmigo— mi voz sonó mucho más segura de lo que yo estaba y me alegré interiormente. El chico se me quedó mirando fijamente mientras Laia aprovechaba para apoyarse en mi. Aún con tacones altos era un poco más bajita que yo. Pasé un brazo por su cintura con seguridad y ella murmuró un lo siento mientras tomaba mi mano.

El rubio no parecía contento, pero puse distancia entre Laia y él y le miré desafiante, dejando el mensaje claro. Laia estaba conmigo. Él bajó la cabeza y dio media vuelta y mi corazón volvió poco a poco a su ritmo normal mientras tiraba de Laia para sacarla de la multitud.

Nos miramos. Ella recorrió mi cara con rapidez y se soltó de mi agarre. Me paralicé  pensando que todo había salido mal, que la había cagado y que Laia se enfadaría conmigo por meterme en sus asuntos en los que se podía apañar ella sola. Me miró de nuevo y me sorprendió discúlpandose.

— Lo siento. Siento meterte en mis líos, cuando me quise dar cuenta ya se me había ido de las manos. Gracias por venir. Siendo sincera.... esperaba que vinieses—
Mi cara debía de ser un cuadro porque me quedé parado frente a ella. Noté como se me humedecian los ojos levemente y parpadeé rápido

— ¿Estas bien? — me preguntó tocándome el brazo y alzando la mirada. Noté como trastabillaba un poco sobre sus tacones y se esforzaba por mantener el equilibrio.

No, quería decirle que no, que no estaba bien, que me sentía mal porque era idiota. Estaba volviendo a caer poco a poco justo cuando parecía encontrarme mejor. La ansiedad, el mal estar,el sentirme inútil, volvieron rápido. No sabía qué decir. Ella no lo entendía, no podía saber lo que había hecho. Jamás. No podía saber como era ni como pensaba. Ni todo el daño que había hecho a mi familia.

—Ross, ¿ Que te pasa? ¿Te encuentras bien? —

Sus manos subieron y se apoyaron en mis mejillas suavemente. Fijé la vista en sus labios, levemente fruncidos de preocupación. Vi como tragaba saliva nerviosa y sus ojos miraban en los míos. Me empecé a relajar levemente, como siempre que estaba con Laia. Lo importante era que estaba a mi lado. Que estaba conmigo.

— Estoy bien— mi voz fue un susurro. — Siempre que estoy contigo estoy bien—

Ella me abrazó y escondí la cara en su pelo, inspirando su aroma.
Noté como ella acariciaba mi pelo y la atraje más hacia mí.

— Ven conmigo— susurró en mi oído.

Tomó mi mano entrelazando los dedos con los suyos y me guió entre la gente. Su pulgar iba acariciando el dorso de mi mano, dándome tranquilidad.

Subimos las escaleras hacia el segundo piso y entramos en una especie de despacho. Laia se acercó hasta la ventana y la abrió.

— Ten cuidado. — Sabía que dejarla subir al tejado habiéndo bebido no era la mejor de las ideas pero la dejé hacer. 

Se apoyó en mi para quitarse los tacones y quedó a la altura de siempre. Se la veía más bajita, más ella.

—No pasa nada, confía en mí—

Subió a la ventana y la seguí, arriba. En el tejado había un espacio plano donde Laia se sentó. Se hizo a un lado para hacerme hueco y me senté a su lado.
Se escuchaba levemente el ruido de la fiesta, debajo pero el silencio era predominante.

— Ahora respira hondo conmigo— los dos inspiramos hondo y soltamos el aire al compás varias veces— ahora cuando eches el aire imagina que tus problemas se van y recuerda que todos los problemas tienen una solución. Todos tenemos malas rachas, pero son eso, temporadas que pasan con el tiempo por muy interminables que sean. Estoy aquí a tu lado, para lo que pase, igual que tu has estado a mi lado y sé que lo estarás.—

Saboreé sus palabras y dejé que calasen hondo en mi interior. Ella se acurrucó contra mi y yo pasé un brazo por su espalada haciendo pequeños dibujos con mis dedos en su brazo. Apoyó la cabeza en mi hombro y yo le besé el pelo.

— A veces, creo que no sé que haría sin ti. Gracias Laia, por estar a mi lado. —

Ella murmuró algo contra mi hombro. 

Después de eso sobrevino un silencio, uno de esos que no es incómodo, sino tranquilo y relajante. Luego ella me preguntó algo sobre las constelaciones y le conté lo que sabía. Podíamos distinguir cuatro o cinco. Empezamos a hablar de unas cosas y otras y reímos contando anécdotas de cuando eramos pequeños y cosas graciosas que nos habían pasado, hablamos de nuestros sueños y de nuestras esperanzas y a cada palabra volvía a sentirme bien y mi confianza se recuperaba gota a gota, paso a paso. Rió echando la cabeza hacia atrás y la contemplé una vez más. Las pestañas largas contra sus ojos, su sonrisa, preciosa, mi mano sobre la suya, cálida y pequeña me daba seguridad. Inspiré hondo. Todo estaba bien, podía sentirlo, igual que sentía su pelo en mi hombro. Había encontrado por fin mi lugar donde estar en paz, mi lugar donde sólo importa el presente y el pasado quedaba muy lejos, y ese lugar es junto a Laia, esté donde esté.

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