Comencé a reírme
No podía hacer otra cosa más que reírme.
Los Cullen me iban a traicionar de una forma más que despreciable...porque algo dentro de mi se esperaba que ese futuro que ha visto Alice si que fuera a pasar.
Mi fe y cariño hacia esa familia eran tan bajos que sí les veía capaz de hacerme eso.
Pero solo si estaba con ellos.
Así que en vez de llorar, gritar y tirar cosas como una loca...empecé a preparar la maleta, aunque quisiera hacer todo lo nombrado.
Me iba ya mismo de Forks.
E iba a ser egoísta aunque me doliera.
Iba a dejar atrás a Charlie, a la manada, a Jacob, a Seth...pero yo era mas importante.
No iba a permitir que los Cullen me llevaran hasta Aro.
Saqué la poca ropa que tenía en el armario, dejando en sus perchas la que Alice y Carlisle me regalaron, saqué el otro par de zapatos que tenía, dejando los tacones que le gustaban a Carlisle, y vi la pulsera al fondo del armario...me entraron ganas de escupirle, pero simplemente cerré el armario.
Metí todo en la pequeña maleta que me traje en mi primer día, y en mi mochila de viaje la caja de joyas de mi madre al igual que su cuadro, el neceser de aseo y poco más.
Bajé a la entrada a dejar la maletita y cogí una única foto...la que nos hicimos en mi cumpleaños improvisado por Charlie.
Se había vuelto una foto importante, no iba a dejarla atrás.
Justo cuando fui a abrir la puerta...tocaron el timbre.
Me asomé por la mirilla viendo al grupo de lobos.
¿No podían haber venido en otro momento?
Suspiré y dejé la maleta y la mochila detrás de la puerta. Cuando entre abrí la puerta los cinco chicos me sonrieron.
─ Gala, vamos a los acantilados ─ dijo Jared nada más verme.
─ Saluda antes, maleducado ─ le dijo Embry golpeándole el hombro.
Esos dos empezaron a empujarse entre risas, miré a Sam con una suave sonrisa.
─ Todos poco a poco vuelven a recuperar la alegría ─ me dijo el alfa suavemente.
Mi sonrisa tembló un poco, Sam tenía razón...pero yo no podría participar en sus juegos.
─ Bueno, supimos que Sue te dijo de ir a casa a descansar, asi que quisimos ver como estabas ─ siguió hablando
─ E ir a divertirnos, pero eso Jared ya se ha encargado de decirtelo ─ dijo Paul con una sonrisa
Suspiré y les miré uno por uno. Esos dos seguían bromeando entre ellos, Paul y Sam seguían esperando una respuesta con pequeñas sonrisas y Jacob estaba en su mundo, seguramente pensando en que Isabella habia preferido al chupasangre antes que a él, pero al menos estaba con todos ellos y no solo.
─ Lo siento chicos...no podré ir ─ dije de una vez aguantando aún la sonrisa.
Sam se sorprendió y Paul frunció el ceño.
─ ¿Qué? ¿Por qué? ─ me preguntó Paul
─ Estoy un poco cansada...han sido días difíciles y solo quiero descansar.
─ Pues descansas dentro del agua, saltar te hará olvidarte de todo por unos minutos ─ insistió Paul
─ Paul, sino quiere otro día será ─ le regañó Sam
─ No. Sal, Gala ─ dijo con el ceño fruncido ─ ¿Por qué n-
Paul se cortó a si mismo cuando empujó la puerta con una mano y no pudo abrirla completamente.
─ ¿Que hay detrás? ─ preguntó extrañado.
─ Paul...─ le nombré con suavidad
Pero me ignoró, me dio un suave empujón que hizo que él pasara. Entrecerró un poco la puerta y vio lo que había detrás de ella: la maleta y la mochila.
Le vi fruncir el ceño al mirarlo y cogió las cosas mientras que lentamente se giró hacia mí, abriendo la puerta completamente y dejando ver a los demás lo que llevaba en sus manos.
─ ¿Qué es todo esto? ─ preguntó serio
Suspiré tocándome el tabique nasal.
─ Una maleta y una mochila ─ dije también seria.
─ ¿Para qué? ─ preguntó
─ Para irme ─ dije directamente.
Al decir yo eso se dejaron de escuchar las risas de Jared y Embry, y noté las miradas de todos sobre mi.
─ Gala...¿Qué ha pasado? ─ me preguntó Sam acercándose. ─ ¿Por qué te quieres ir?
Entonces ahí supe que ya era hora de decirles, eran mi grupo, mis amigos.
Les contaría sobre mí para que entendieran mi rápida marcha.
O a lo mejor...para que no me pillaran manía por irme sin dar explicaciones.
Les hice pasar al salón para que se sentaran todos, y quedándome yo de pie para que pudieran verme bien, les conté todo sobre mi.
Desde mi nacimiento, quienes eran mis padres, mi verdadera naturaleza, mi rápido crecimiento, mi don, mi unión con Seth, quien era mi abuela, el porqué los Cullen no me harían nada y el porqué sus lobos se comportaban así conmigo.
Les dije literalmente todo y esperé paciente a que Sam diera alguna orden de atacarme por ser híbrida
Pero todos se quedaron callados y Sam entonces se levantó mirándome completamente serio
─ Eres mitad vampiro ─ dijo con voz grave
─ Sí ─ afirmé segura de mí misma
─ ¿Eres peligrosa? ─ preguntó acercándose
─ Claro que no, ¿he hecho algo estos dos años para que pienses eso? ─ respondí sin titubear
─ No. ─ me dijo Sam sin añadir nada más
Siguió caminando hasta llegar a un brazo de distancia de mi, entonces cuadró los hombros y volvió a hablar.
─ ¿Qué comes?
─ Comida humana ─ respondí al instante
─ ¿No tienes sed de sangre? ─ preguntó de mala manera
─ Sí, a veces ─ dije sin mentir ─ Pero salia al bosque a cazar animales. Desde que llegué a Forks ya no lo he vuelto a hacer
─ ¿Por qué? ─ preguntó esta vez Jacob desde el sofá
─ Porque no quiero beber ni una gota estando rodeada de tanta gente que quiero. Tengo un control perfecto, no me preocupa no beber nada
─ ¿Los Cullen lo saben? ─ preguntó Sam. Apreté las manos en puños al pensar en ellos.
─ No, ninguno. Pero antes de irse golpeé a Edward, así que vieron que tenía una fuerza diferente a los humanos
─ ¿Entonces por qué nos lo dices a nosotros? ─ preguntó Paul levantándose. Estaba serio y con la mandíbula apretada.
─ Para que entendáis el porqué me voy.
─ Cuéntalo entonces ─ me dijo Paul llegando al lado de Sam.
Suspiré deshaciendo toda la tensión en mi cuerpo, dejandome ver poco a poco menos seria.
Con una mano señalé los asientos libres pidiendo en silencio que Paul y Sam se sentaran, cuando lo hicieron empecé a hablar.
─ Llegué a Forks huyendo de un vampiro. Cuando era pequeña tuve un problema con Aro, el líder de los vampiros. Yo no sabía quien era hasta que los Cullen me dijeron su nombre. Pero lo que si sabía era que no quería volver a estar entre sus manos
─ ¿Qué te hizo? ─ preguntó Jacob con el ceño fruncido. Apreté los labios
─ Me secuestró por unos días ─ dije omitiendo muchas cosas. ─ Pero mi padre me rescató y desde ahí empecé a huir de él.
>> Cuando llegué aquí supe que Aro buscaba también a los Cullen, ya que quiere en su séquito a Edward y Alice, por lo que iba a marcharme mucho antes...
>> Hasta que me prometieron que iban a cuidarme, que me protegerían si Aro aparecía, que nunca permitirían que me pasara algo malo
Dije con ironía, apreté los puños de nuevo
─ Pero hace dos días Isabella y Alice fueron hacia Aro para impedir a Edward de hacer una estupidez...y hoy se han reunido con él.
Suspiré entrecortada apretando aun más los puños
─ Gracias a mi don he visto que Aro ahora sabe donde estoy porque puede ver los pensamientos de todos. Me ha visto en los de Edward y ha ordenado a los Cullen llevarme a él
─ Gala, aunque me moleste decirlo, los Cullen no te harían eso ─ dijo Jacob con la mandíbula apretada. Me reí irónica.
─ Sí que lo van a hacer Jacob ─ dije con una risa entre dolida e irónica ─ Alice tuvo una visión en ese mismo momento, en el que ellos mismos me llevarian ante ese vampiro. ─ comencé a apretar más los puños y miré hacia el suelo ─ Yo estaba arrodillada ante Aro y ellos detrás sin hacer nada. ─ Alcé la mirada hacia Sam ─ Me pienso alejar de esa familia de chupasangre tanto como pueda, y serán ellos los que salgan perjudicados por haber incumplido una orden, porque no me atraparán ─ dije entre dientes.
Paul entonces se levantó y con rapidez llegó frente a mí, me cogió de las manos e hizo que dejara de apretarlas. Al mirarlas tenían las formas de mis uñas clavadas y de esos pequeños cortes salía sangre.
─ No hace falta que te vayas de Forks Gala ─ dijo seguro de si mismo. Se giró y miró a uno en específico ─ Sam. ─ llamó al alfa.
Éste entrelazó sus dedos y apoyó los brazos en sus rodillas, pensando. Luego de unos segundos en silencio me miró confiado
─ Mudate a la reserva. Esta es su zona del tratado, no podríamos hacer mucho por tí. Pero en nuestro lado ellos no podrán tocarte. Nosotros te protegeremos.
Al escuchar eso solté el aire que estaba aguantando sin haberme dado cuenta. Paul entonces acunó mis mejillas mirándome decidido
─ Y nosotros si que cumplimos con nuestra palabra.
Con las palabras de Paul toda la tensión de mi cuerpo se esfumó, me solté del agarre de él y llevé mis manos a la cara tapándome de la vista de los demás.
Y sin querer aguantarlo más...las lágrimas salieron.
Paul no tardó ni un segundo en abrazarme, y ahí, envuelta en su cálido abrazo, supe que no tenía que huir de nuevo.