ALEVOSÍA [+18]

By Luz_Ka

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Nunca debí caer por él. Sin embargo, tampoco detuve mi descenso. Nada logró apaciguar las maliciosas llamas d... More

SINOPSIS.
PRÓLOGO.
CAPÍTULO UNO.
CAPÍTULO DOS.
CAPÍTULO TRES.
CAPÍTULO CUATRO.
CAPÍTULO CINCO.
CAPÍTULO SEIS.
CAPÍTULO SIETE.
CAPÍTULO OCHO.
CAPÍTULO NUEVE.
CAPÍTULO DIEZ.
CAPÍTULO ONCE.
CAPÍTULO DOCE.
CAPÍTULO TRECE.
CAPÍTULO CATORCE.
CAPÍTULO QUINCE.
CAPÍTULO DIECISÉIS.
CAPÍTULO DIECISIETE. I
CAPÍTULO DIESICIETE II.
CAPÍTULO DIECIOCHO.
CAPÍTULO DIECINUEVE.
CAPÍTULO VEINTE.
CAPÍTULO VEINTIUNO.
CAPÍTULO VEINTIDÓS.
CAPÍTULO VEINTITRÉS.
CAPÍTULO VEINTICUATRO.
CAPÍTULO VEINTICINCO.
CAPÍTULO VEINTISÉIS I
CAPÍTULO VEINTISÉIS II
CAPÍTULO VEINTISIETE.
CAPÍTULO VEINTIOCHO.
CAPÍTULO VEINTINUEVE.
CAPÍTULO TREINTA.
CAPÍTULO TREINTA Y UNO.
CAPÍTULO TREINTA Y DOS.
CAPÍTULO TREINTA Y TRES.
CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO.
CAPÍTULO TREINTA Y CINCO.
CAPÍTULO TREINTA Y SEIS.
CAPÍTULO TREINTA Y SIETE.
CAPÍTULO TREINTA Y OCHO.
CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE.
CAPÍTULO CUARENTA.
CAPÍTULO CUARENTA Y UNO.
CAPÍTULO CUARENTA Y DOS.
CAPÍTULO CUARENTA Y TRES.
CAPÍTULO CUARENTA Y CUATRO.
CAPÍTULO CUARENTA Y CINCO.
CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS.
CAPÍTULO CUARENTA Y SIETE.
CAPÍTULO CUARENTA Y OCHO.
CAPÍTULO CUARENTA Y NUEVE
CAPÍTULO CINCUENTA.
CAPÍTULO CINCUENTA Y UNO.
CAPÍTULO CINCUENTA Y DOS.
CAPÍTULO CINCUENTA Y TRES.
Extra: Dreey.
CAPÍTULO CINCUENTA Y CUATRO.
CAPÍTULO CINCUENTA Y CINCO.
CAPÍTULO CINCUENTA Y SEIS.
CAPÍTULO CINCUENTA Y OCHO.
CAPÍTULO CINCUENTA Y NUEVE.
CAPÍTULO SESENTA.
CAPÍTULO SESENTA Y UNO
CAPÍTULO SESENTA Y DOS.
CAPÍTULO SESENTA Y TRES.
CAPÍTULO SESENTA Y CUATRO.
CAPÍTULO SESENTA Y CINCO.
CAPÍTULO SESENTA Y SEIS
CAPÍTULO SESENTA Y SIETE.
CAPÍTULO SESENTA Y OCHO.
CAPÍTULO SESENTA Y NUEVE.
CAPÍTULO SETENTA.
CAPÍTULO SETENTA Y UNO.
CAPÍTULO SETENTA Y DOS
CAPÍTULO SETENTA Y TRES.
CAPÍTULO SETENTA Y CUATRO.
Extra: Jennifer.
CAPÍTULO SETENTA Y CINCO.
CAPÍTULO SETENTA Y SEIS.

CAPÍTULO CINCUENTA Y SIETE.

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By Luz_Ka

Nuevo capítulo por fin ❤️

Espero que les guste mucho, recuerden dejar sus votos y comentarios. Se los agradecería.

Sin más, nos leemos si veo mucho amor, el lunes 🥵

DREEY.

Miré la escena frente a mí y me armé de toda la paciencia posible para no caer en niveles bajos de sadismo o algo más.

Mucho más.

Quería a ese imbécil muerto. Quería asesinarlo con mis propias manos y no dejar rastro suyo encima de la faz de la tierra. No era un santo, en mi vida había hecho miles de cosas y no pretendía arrepentirme por aquellas, sin embargo, jamás había sido del tipo que se ensuciaba las manos por otros. ¿Para que hacerlo si tenía el suficiente dinero para que lo demás se ocuparan del desastre por mí?

Pero... Esto era diferente, muy diferente.

Estaba tentado a llamar a Dalkon para preguntarle que tan bien podía encubrirme de un asesinato de primer grado, porque no solo deseaba deshacerme del inepto del ex de Francheska, sino también del padre de éste, el cual en ese momento estaba ahí.

La noche anterior Esmeralda nos había encontrado a mí y a Francheska en el bosquecillo, no perdió los nervios cuando vio el cuerpo inconsciente del bastardo y simplemente me ordenó llevarlo adentro, en donde ella se ocupó de él por el resto de horas.

Nadie durmió, Francheska les explicó a sus abuelos que había sucedido en un rápido y cero entendible español, mientras yo jamás alejaba mi mirada verde de aquel bastardo y soñaba con torturarlo con mis propias manos. Quería borrarlo de la existencia no solo por todo el daño que le hizo a ella, sino también para que nunca pudiera volver a usar su asquerosa boca para denigrarla y avergonzarla.

Daryl Gerard.

El padre del imbécil se había presentado a primera hora aquella mañana después de que Esmeralda lo llamó para informarle "el accidente" que había ocurrido. El hombre, el cual no parecía tener más de sesenta años, llegó al lugar con una extensa y deliberada amabilidad.

Miró fijamente a su hijo —el cual recuperó el conocimiento desde temprano y me observó con odio—. Y después preguntó con total naturalidad que había sucedido.

Gabriel le explicó algo en español, mientras el otro asentía. No presté mucha atención a aquello, primero porque no entendía del todo el maldito idioma y, segundo, porque Francheska no había dejado de ver al hombre en total silencio e incluso con pavor.

Iba a matarlo a él también, sí. Dalkon ya se encargaría del desastre.

—Basta —le dije en voz baja, pero firme a ella, cuando me acerqué más a su persona y toqué discretamente la parte baja de su espalda—. Está casi temblando.

Sus ojos amarillos, los cuales parecían opacos, se fijaron en mí y tragó con fuerza.

—Yo... Esto es un desastre —me susurró—. Él no dejará pasar esto como si nada.

Supe que estaba hablando de Daryl y no del inepto de su exnovio. No sabía con certeza alguna cual había sido la explicación que otorgó los abuelos de Francheska y tampoco me importaba ciertamente. Estaba molesto de que ese imbécil no hubiese muerto y yo no alcanzara a rematarlo como aun quería hacerlo.

—Esto es tan desafortunado —dijo el hombre en un español que entendí escasamente—. Se me hace raro que Tristán hubiese venido aquí a causar problemas.

Francheska se tensó a mi lado y traté de no soltar un gruñido de frustración ante la obviedad de ella y su miedo. Mas tarde hablaríamos de aquello.

—¿Cómo es su nombre? —me preguntó directamente Daryl y ni siquiera pestañeé mientras lo observaba.

—Él no tiene nada que ver en esto —Francheska habló rápidamente—. Él...

—Aleksander Becox —la interrumpí sin dejar de ver al sujeto—. Y voy a suponer que sabe hablar inglés, para que así pueda dirigirse directamente a mí y lleguemos a la conclusión de cómo vamos a manejar esto de aquí en adelante.

Todo mundo se quedó en silencio, incluso los abuelos de Francheska.

—Aleksander Beccox —repitió el hombre—. Un gusto entonces.

Él habló en inglés y estiró una mano para estrecharla, pero lo ignoré deliberadamente y fui directo al grano porque ciertamente mi paciencia ya se había agotado.

—Golpeé a su hijo —dije—. Y lo volveré a hacer si le falta de nuevo el respeto a Francheska.

Los ojos claros del hombre se llenaron de diversión.

—¿Eso es una amenaza?

Las uñas de Francheska se enterraron en mi brazo con miedo y algo más.

—Sí, justo eso.

No iba a darle a ese hombre mi nombre completo porque sabía que una búsqueda en internet sería más que suficiente para saber quién era yo y la influencia que tenía, sin embargo, aquello no trataba sobre mí, trataba sobre los problemas que se le podrían venir encima a Francheska si alguien en Inglaterra descubría lo nuestro.

No la sometería a ese infierno, no hasta que me hiciera cargo de Lory y su hermano.

—A ver si lo entiendo —dijo lentamente Daryl con un inglés fuerte—. Ha golpeado usted a mi hijo y... ¿Se atreve a amenazarme?

Con solo verlo a los ojos puede descifrar la clase de hombre nefasto que era. Detrás de esa sonrisa se escondía un viejo empresario que creía que podía con todos por tener dinero, aún así, lo que él no sabía y entendía es que yo no era todo mundo y su dinero no aplicaba presión en mí.

—Permítame que se lo coloque en palabras contextuales que sean más fáciles de digerir para usted —mi voz fría llenó el aire—. Si su hijo vuelve a tocar a Francheska, lo voy a asesinar con mis propias manos y seré lo suficientemente amable como para hacerle llegar el cuerpo en costales a su casa y así le daré la beneficiosa decisión de hacer lo que le apetezca con su putrefacto e inservible cuerpo. ¿Qué le parece?

Francheska me miró sorprendida ante mis palabras y su veracidad, mientras sus abuelos se miraban entre sí —supongo que eso de caerles bien ya no iba a ser posible—. Tristán se puso de pie con ira ante mis palabras, pero se tambaleó —probablemente seguía afectado—. Aún así, no llegó a decir mucho porque su padre le regaló una única mirada y este como si fuese un niño de dos años, guardó silencio y se sentó de nuevo.

Imbécil.

—¿Sabe que puedo demandarlo por esas palabras?

—Adelante, mis abogados estarán encantados de lidiar con usted —solté—. Ahora, si ya hemos terminado con esta parte de las amenazas, deseo informarle que Francheska va a presentar una demanda en contra de su hijo por agresiones y créame cuando le digo que la va a ganar.

Dalkon se encargaría de aquello.

Vi la intención que tuvo Francheska de hablar, pero con una sola mirada la silencié totalmente porque ella ya había perdido totalmente derecho a opinar alrededor de eso. Su seguridad era mi problema y si ella no sabía cuidarse por si misma, entonces lo haría yo a mi manera le gustara o no. No me importaba.

Comenzaba a creer que Francheska no entendía realmente el hecho de que me pertenecía de manera absoluta y, por ende, era muy descuidada con su persona a tal grado de herirse y herirme a mi también.

Ya no cedería más con ella. Se acabó.

—¿Va a demandar a mi hijo?

—Sí, por agresiones personales —comuniqué—. Ahora, márchese de la casa del señor Hess y espere a que mis abogados lo busquen.

El silencio alrededor de todos se volvió más pesado y denso, supe que Francheska estaba ansiosa por decir algo, pero, de nuevo, la silencié con una mirada mortal.

—Estoy seguro de que Francheska y su familia no querrán meterse en una pelea legal conmigo.

La frialdad que constantemente me caracterizaba se encendió con más fuerza dentro de mí cuando escuché su asquerosa boca pronunciar el nombre de mi chica.

—¿Si? ¿Por qué?

—Las demandas son un proceso demasiado costoso, señor Aleksander —puntualizó—. Y créame que yo tengo el dinero suficiente para llevar esto hasta las estancias finales y hacer que usted se arrepienta por haber puesto una mano encima de mi hijo.

Las comisuras de mis labios se curvaron.

—Hágalo —lo reté—. Veamos quién tiene los recursos suficientes para llevar esto hasta el final.

No sé que vio él en mi mirada, quizás la determinación o algo más, pero se giró hacia Esmeralda y le dijo algo en español, la anciana lo miró con frialdad y no dijo nada, entonces, él se centró en Francheska y antes de que pudiera decir algo y atreverse mínimamente a dirigir sus asquerosas y banales palabras hacia ella. Enredé una mano en su chaqueta y lo estrujé con fuerza.

—No, no va a hablar con ella.

—Aleksander, no —susurró Francheska temblando, mientras tomaba mi brazo—. Por favor, no.

—¿Va a atacarme, señor Aleksander? —Daryl enarcó una ceja.

—Por favor —repitió Francheska.

Mis ojos fueron a los suyos y tras una pausa, lo dejé ir. El hombre dijo algo sobre una contrademanda o algo por el estilo, pero me quedé en silencio mientras la ira me consumía y mi pecho se tensaba con más fuerza.

Más violencia.

Gabriel salió de su estupor y les señaló la salida a los dos hombres, mientras Francheska se acercaba a él para acompañarlo y deshacerse más rápido de aquellos invitados poco deseados.

Por un momento no dije nada, no cuando Esmeralda y yo nos quedamos solos en la sala de estar. Mi pecho subió y bajó con fuerza y odié esta versión descontrolada de mí. Una versión que casi siempre me aseguraba de mantener bajo llave porque no era un hombre asequible cuando me dejaba dominar por la ira oscura.

—¿Así que Francheska va a demandar a Tristán?

Miré a la mujer con determinación.

—Lo hará si tiene que hacerlo.

Esa fue mi única respuesta y esperé impacientemente el regreso de la pelinegra porque ella y yo teníamos mucho de qué hablar.

—Odio a ese infeliz y a su padre —dijo la mujer, mientras miraba por la ventana hacia el exterior—. Odio todo lo que le han hecho a mi niña.

—Jamás volverán a hacerle daño.

—¿Eso es una promesa?

—Es una promesa que viviré para cumplir o moriré para proteger.

Ella se quedó mirándome un rato en silencio. Sus ojos verdes, más claros que los míos, parecieron detallar cada trozo de mi alma y antes de darse la vuelta para caminar hacia la cocina, me preguntó:

—¿Qué es lo que siente usted por mi nieta, Aleksander? —sostuvo mi mirada— ¿La ama?

Guardé silencio por un momento, hasta que finalmente hablé.

—Yo adoro a Francheska.

—Pero no la ama.

—La adoro —repetí sin lugar a discusión—. Haría cualquier cosa por su persona y su bienestar.

Esmeralda me sostuvo la mirada y con voz sabía, dijo: —Es usted un hombre simpático, Aleksander. Pero lo veo y, ¿sabe que me dice mi instinto? —no respondí—. Que le va a romper el corazón a mi niña y créame, yo jamás me equivoco, no en esta vida, no cuando se trata de ella.

Algo molesto se despertó dentro de mi pecho.

—Jamás le haría daño a propósito.

Sonrió.

—Usted lo ha dicho, a propósito no, pero bajo el nombre de las disculpas han roto en la vida ya muchos corazones y se lo advirtió aquí y ahora —su voz bajó—. Si mi nieta vuelve a llorar por su culpa, lo voy a buscar hasta el fin del mundo y lo voy a matar.

Con esas palabras y una última mirada, ella salió de la sala y yo me quedé ahí de pie, sabiendo que no había manera alguna de que yo le agradara a esta mujer —tampoco iba a culparla—. Pero, evidentemente, no existía oportunidad y razón alguna que ella soltara para alejarme de Francheska, porque si no lo sabía, yo iba a demostrárselo.

Su nieta era mía y yo no me caracterizaba por ser un hombre que dejaba ir lo que tenía en posesión.

Wenn es meins war, war es meins.

****

Gabriel sin duda alguno era el cariñoso y amable de la relación. Ese hombre no solo parecía levitar alrededor de Francheska, sino que también estaba intentando hablar conmigo a cada segundo.

Me agradaba.

Más que Esmeralda, la cuál no era directamente grosera conmigo, pero tampoco parecía tragarse mi presencia del todo.

Los abuelos de Francheska le preguntaron a ella si realmente iba a demandar a lo que ella negó.

—No, yo, uhm... No creo que sea buena idea.

Apreté la copa en mi mano con fuerza y respiré con una calma que no sentía.

—Ese señor Garyl tiene razón, llevar un proceso judicial es costoso —dijo Gabriel con su pésimo inglés—. Pero mira como te dejó la garganta y el brazo, cariño.

—No es nada...

—Deje de quitarle importancia a este asunto, Francheska —corté con frialdad, pero sin ser duro. La verdad, lo último que quería era morir a manos de Esmeralda—. Y no debe preocuparse por el dinero, Gabriel —dije—. Yo me haré cargo de todo.

—Podemos hipotecar la casa si es necesario —Esmeralda miró a su nieta—. Lo único que deseo es que ese sujeto jamás vuelva a acercarse a ti, Francheska. La próxima vez que te busque ¿Qué pasará?¿Te matará?

Sobre mi cadáver.

—No quiero que ustedes tengan problemas con Daryl, abuela. Jamás aceptará una demanda y...

Dejé de escuchar sus palabras y me centré en mi enojo el cual creció y creció. Tenía entendido que Daryl Gerard era un importante empresario del país, era dueño de muchas propiedades y su dinero era escandaloso.

Aún así, eso no era suficiente para mí. Su dinero no me intimidaba y sí él deseaba jugar a intimidar con riqueza, entonces ambos íbamos a estar en una brutal partida.

—Esto no puede quedar así —sentenció Gabriel—. No es la primera vez que ese maldito demonio hace esto.

—Estoy bien, abuelo...

Suficiente.

—Debo llamar a mi hijo —dije poniéndome de pie, justo cuando Francheska seguía justificando todo—. Gracias Gabriel y Esmeralda por la comida, fue estupenda.

Sin esperar la respuesta de nadie y viendo la sorpresa brillar en los ojos de Francheska después de que yo dijera en voz alta que tenía un hijo. Salí con calma de la gran casa y aproveché que el sol de la mañana estaba en lo alto para poder deambular por los terrenos de la finca.

A los lejos escuché el quejido de pollos y el desorden de unas cuantas vacas. Mis pasos me guiaron hacia la arbolada más espesa y lejana que rodeaba el sitio y llamé primero a Anthony, éste sonó distraído y dijo algo sobre tener una nueva distracción —esperaba ciertamente de que no se estuviera metiendo en problemas—. Después llamé a Dalkon y le hablé sobre lo sucedido con Francheska y el imbécil de su ex.

Le dejé en claro que deseaba comenzar un caso, pero, más que una denuncia, quería que hiciera una apta de negociación con esos imbéciles porque les iba a sacar el mejor provecho posible.

—Bien, me pondré a trabajar en eso —dijo pacientemente—. Toma fotos de todas las agresiones físicas interpuesta en Francheska. Llévala a una consulta médica y has que un doctor valore también los hematomas. ¿Bien?

—Sí.

—Una última cosa, no mates a nadie imbécil —se quejó—. No quiero tener que encubrirte.

—Igual lo harías.

—Jódete.

Dalkon colgó la llamada tras otra advertencia hacia mí y justo cuando me giré para seguir divagando por el lugar, la vi a ella.

Sus ojos amarillos brillaron con suavidad mientras me observaba y pese a que seguía viéndose ojerosa y pálida, sonrió tenuemente.

—Hey, lo estaba buscando —susurró—. Mi abuela dijo que saliera a buscarlo porque quizás estaría en problemas.

No dije nada, solo la observé.

—Ella dice que es un hombre más de ciudad que de campo, por ende, cualquier cosa puede asustarlo —se acercó a mí—. ¿Sabía que una vez encontramos una pitón aquí? Oh, Dios, era inmensa y...

Mi paciencia tocó fin.

—Cállese, Francheska —la silencié con fuerza y sus ojos se llenaron de sorpresa.

—¿Perdón?

—Créame cuando le digo que no me apetece ni ahora, ni más tarde hablar sobre la fauna que rodea este sitio —frunció el ceño—. Quiero que se calle porque todo el día la he escuchado hablar nimiedades y ahora llegó el momento de que simplemente cierre esa pequeña boca suya y me escuche. ¿Entiende?

Se tensó.

—Grosero —se cruzó de brazos—. Usted no me da órdenes.

No, pero al parecer iba a comenzar a hacerlo en ese mismo momento.

—¿Entendió o no?

Obstinadamente, guardó silencio y fue por eso que terminé de dar los pasos que nos separaban, llevé mis dedos a su barbilla y la hice observarme con fijeza.

—Le pregunté si entendió o no.

—¡Lo hice! —soltó exasperada— ¿Por qué está siendo grosero conmigo? ¡Pensé que ya habíamos aclarado todo!

No habíamos aclarado una joda. Ella realmente necesitaba comenzar a ser prudente e inteligente. Estaba ya harto de que constantemente se estuviese poniendo en peligro y no midiera la capacidad que tenían las otras estúpidas personas para herirla y, por medio de ella, herirme a mí.

¿Por qué le había dado tanto poder sobre mí?

—No, no hemos aclarado todo —corregí—. Ni de cerca.

Ella no dijo nada, se quedó observándome fijamente y pude ver cuánto le molestaban mis palabras, aún así, me dio igual.

—¿A quién pertenece usted, Francheska? —indagué.

—A nadie.

Apreté mis dedos en su barbilla.

—¿Es así?

Sus mejillas se sonrojaron con enojo y no respondió.

—Usted me pertenece a mí, Francheska —dije, bajamente—. Cada cabello de su cabeza, cada poro de su piel y cada trozo de su alma, son totalmente de mi pertenencia. ¿Lo entiende?

Tragó por fuerza.

—Dígame ahora mismo si lo entiende o si debo demostrárselo.

—Lo entiendo —dijo, sumisamente.

Pues no parecía.

—He intentado darle el espacio suficiente para que tome las decisiones adecuadas, pero es necia, terca y no lo voy a permitir más —expliqué—. Por la imprudencia suya no voy a dejar que otros vuelvan a pasar por encima de su persona. Por encima de su bienestar.

—¿Qué significa eso?

—Vamos a ponerle una demanda a ese imbécil de su ex, usted lo hará.

Negó.

—No, es que...

—Lo hará —siseé— ¿Qué me dijo ayer? ¿Acaso no dijo que lo odiaba y quería deshacerse de su persona? ¿No dijo que jamás lo perdonará?

—Sí.

—¿Entonces por qué se cierra cuando le doy una alternativa?

Francheska negó y suspiró temblorosamente.

—No conoce a Daryl, Aleksander —susurró—. Si Tristán es un monstruo, ese es un demonio y no quiero que usted se meta en problemas por mí, no quiero que mis abuelos caigan en la ira de él.

No era un demonio ni nada cercano a ello, solo era un imbécil que se creía superior por tener dinero. Un bastardo que necesitaba urgentemente un llamado de atención rudo.

Sangriento.

—Míreme, ¿Tengo cara de tener miedo?

—N-no.

—Entonces, de manera inmediata, deje de decirme que no puedo hacer tal cosa por usted y siga una simple y llana orden —se estremeció ante mi voz—. No pretendo, ni seré un buen hombre cuando se trata de usted y su bienestar, por ende, solo tiene dos opciones: Obedecerme por gusto u obedecerme de mala gana.

Ella no dijo nada por un extenso momento. Claro estaba de que mi lado autoritario la intimidaba, pero eso no era cuestión mía.

—Está bien —cedió y suspiró—. Pondré la demanda.

Eso era parte de lo que había pensado, pero no era mi plan completo. Conocía demasiado bien la justicia y sabía que podía ser burlada muy fácilmente, por eso mismo, la verdad no estaba buscando que el imbécil de su ex fuese tras de rejas, ya que su padre podría sacarlo en un abrir y cerrar de ojos debido a sus fuertes influencias. Conocía los hombres como Daryl, hombres muy parecidos a mi padre y sabía que si había algo más importante para ellos que el dinero. Era su nombre, su orgullo, su reputación.

Estaba dispuesto a crear totalmente un escándalo alrededor de este tema, lo haría solo para que el bastardo buscara conciliar conmigo y, cuando eso sucediera, iba a sacar grandes ganancias para Francheska. Iba a hacer que esos ineptos la indemnizaran por todo el daño que le hicieron y pese a que sabía que el dinero no daba paz, al menos le daría una garantizada victoria.

—¿Qué debo de hacer? —me preguntó.

—Solo seguir órdenes, eso —la miré—. Dalkon y yo nos haremos cargo del resto.

Ella asintió en silencio y miró el piso, sus hombros se encorvaron un poco y supe que estaba deprimida.

—Se supone que venía aquí a visitar a mis abuelos y pasarla bien, no quería atraer problemas.

—Muy tarde para eso, lo que pasó, pasó y se van a tomar cartas sobre el asunto —la obligué a verme de nuevo con esa mirada amarilla que en realidad no era suya, era mía porque todo en ella me pertenecía—. Si le sirve de algo, sus abuelos estarían encantados de hacer cualquier cosa por usted para cerrar este ciclo.

Asintió.

—Lo sé —trató de sonreír— yo... No quiero decepcionarlos.

—Entonces deje de permitir este tipo de tratos por esos hombres —hablé sin piedad—. Vamos a hacer esto de la demanda y, demás cosas pero, después de ahí, va a alejarse de ellos y no me importa si tiene que ver tres mil psicólogos y veinte mil psiquiatras para llevar a cabo el proceso. Lo hará y punto.

—¿Solo por qué usted lo dice?

—Sobre todo porque yo lo ordeno.

Frunció el ceño.

—¿Debo decir «Si señor»?

Esa lengua insolente...

—Mas bien debe de ser sensata cuando habla conmigo y yo me encuentro bajo este estado de ánimo.

Chasqueó la lengua con rebeldía.

—Ya, pero hablando de lo otro... Sí, lo haré —accedió—. Me mantendré alejada después de esto, yo no quiero que usted entre en conflictos por mí.

—Deje de pensar en mí y céntrese en usted —gruñí—. Solo hágalo.

Una pequeña chipa de diversión encendió esa mirada amarilla y entrecerré los ojos cuando se atrevió a rodearme con sus brazos y apoyar su cabeza en mi pecho.

—¿Alguna vez alguien le dijo que se ve súper, híper, mega atractivo cuando se enoja? —susurró—. Me gusta, señor Vandeleur.

No le devolví el abrazo, solo fruncí el ceño.

—No va a ablandarme con sus palabras —le dejé en claro, mientras hasta mi nariz flotaba el suave aroma de su hermoso cabello negro—. En absoluto.

Sus brazos se apretaron más fuerte a mi alrededor.

—Ya le dije que voy a obedecerlo de ahora en adelante, lo prometo —levantó su mirada para ver— ¿Puede creerme?

Wenn er mich so ansah, konnte ich alles glauben.

—Lo creeré cuando lo vea.

Soltó una risita y mis ojos no pudieron evitar recorrer todo su rostro. Desde los ojos hipnóticos, hasta las mejillas y nariz pecosa.

Meins.

Antes de que pudiera decir algo más, Francheska se alzó sobre la punta de sus pies y llevó sus carnosos, suaves y adictivos labios a los míos para besarme en un suave pero tentador beso. Quise ordenarme alejarme porque seguía irritado con ella, quería castigarla, pero, entonces, sus labios eran como una necesidad y al mismo tiempo un antídoto para mí. Lo eran todo.

La había extrañado tanto y no pude contenerme cuando recibió mi lengua dentro de ella y me permitió saborearla hasta el cansancio. De una u otra manera, su espalda quedó apoyada contra un tronco y aproveché mi altura para cernirme sobre ella y hacerla rendirse ante mi enojo, mi deseo y mi constante necesidad por su malcriada persona.

—¿Estoy disculpada? —preguntó agitada, cuando rompí el beso y sus labios quedaron hinchados.

—¿Ese beso era una manipulación? —devolví la pregunta, sin dejar nunca de ver sus labios.

Sonrió.

—Jamás —aseguró—. Soy buena cuando se trata de usted.

Si, claro y yo era amable con todo mundo.

—No estoy enojado porque me haya ignorado los días pasados —dije con calma—. Pero la verdad es que usted tendrá que esforzarse para recompensarme por su comportamiento de antes.

—Dijo que me perdonó.

—Que esté o no molesto, no va ligado a mi perdón, señorita Hess —mi voz fue baja y ella se estremeció cuando mi mirada devoró sus labios—. Si quiere que hablemos de perdón, deberá esforzarse más.

Su mirada tomó un color más ámbar y supe que estaba excitada ante mis palabras y rudeza.

—¿Qué debo de hacer? —susurró, provocativamente.

—Usted sabe.

—No, ordénemelo —besó la comisura de mis labios—. Dijo que de ahora en adelante debo de hacer todo lo que me diga, entonces, ordéneme cuáles son los pasos a seguir para ganarme su perdón por haber sido tan mala.

Estaba seguro de que ni el infierno era tan caliente y tentador como Francheska cuando se volvía así de coqueta e insolente.

Er würde mich töten und ich würde glücklich in seinen Händen sterben.

—No voy a ser bueno con usted, Francheska —levanté una de mis manos hacia su mejilla y la acaricié—. Sigo irritado y necesito sacar mi ira con su persona, voy a hacerlo.

Tragó con fuerza y asintió en medio de un temblor cuando la apoyé con más fuerza contra el árbol y mis labios fueron directo a su mejilla y bajaron hacia su quijada, saboreando la suavidad y aroma de su pálida piel.

—¿Sabía que no le agrado a su abuela? —pregunté y ella gimió bajamente cuando mis dientes encontraron el lugar exacto donde latía su pulso.

—N-no es verdad —sus uñas se enterraron en mis brazos—. Usted le agrada a todo mundo.

Cínica mentirosa.

Sonreí.

—Ella piensa que le voy a hacer daño, lo cree —lamí su piel—. Quizás tenga razón.

—¿Va a romper el corazón?

Me reí bajamente y la besé.

—Voy a romperla, sí —admití—. Pero esto no tiene nada que ver con su corazón, nena.

Mi boca volvió a la suya en un acto total de dominio que no buscaba ser amable, sino más bien directo, rudo e invasivo. Francheska siempre era totalmente asequible para mí y no dudó en corresponderme el beso cuando una de mis manos vagó por encima de la tela de su vestido.

—Ich werde sie hier in diesem Baum ficken und nicht aufhören, bis sie vor Vergnügen und Bedauern weint —dije roncamente contra sus labios.

—No entiendo —jadeó.

—Descuide, se lo voy a mostrar.

Estaba dispuesto a tomarla ahí sin más. Lo haría con tal rudeza y profundidad que al final no tendría más opción que llorar en medio del éxtasis y la desesperación. Lo haría de tal manera para que aprendiera la lección de que jamás debía llevarme la contraria y tampoco olvidar a quién pertenecía, de quién era.

—A veces me temo que no es capaz de dimensionar la clase de deseo y obsesión que tengo por usted —mis dedos se clavaron en su piel—. No sabe lo que estaría dispuesto a hacer por su persona, con tal de seguir teniéndola como mía. Solo mía.

La levanté de la cintura y sus piernas rodearon rápidamente mis caderas, mientras su espalda seguía apretada contra la corteza de uno de los tantos árboles. Mi mano vagó debajo de su vestido y ella se estremeció cuando mis dedos rozaron su húmeda y delgada ropa interior.

—Vamos a llegar también a otro acuerdo aquí —solté con firmeza—. Y como usted es una buena chica conmigo, ¿lo va a seguir, verdad?

No respondió porque justo en ese momento deslicé hacia un lado la tela de su ropa interior y mis dedos índice y medio encontraron de manera eficiente su húmedo e hinchado clítoris, el cual estaba desesperado por mi atención.

—¿Verdad? —repetí.

—S-sí.

—Usted es mía, solo mía —le recordé—. Comenzó a serlo desde la primera vez que mis ojos se fijaron en los suyos y su boca tuvo el atrevimiento de sugerirme que la tomara ahí en mi auditorio de clases. Usted es mía desde la primera vez que la besé y la arrodillé para que me tomara enteramente en su boca —mis dedos hicieron más presión sobre su clítoris y su gemido llenó el aire—. Es mía desde el primer momento que acaricié su cabello y después separé sus muslos para probarla con mi lengua y hacerla venir en mi cara.

Asintió frenética.

—En conclusión, es malditamente mía desde que yo así lo deseé y nadie puede discutirme aquella obviedad, ni siquiera usted —la obligué a verme— por tal, que sea la última y primera vez que me ignora porque está ocupada pensando en otro. Ésta también será la primera y última vez que un hombre ponga sus manos sobre usted para dejar marcas.

Introduje mis dos dedos dentro de ella y comencé a follarla con rapidez.

—No, olvide lo de antes, simplemente usted no permite nada de ningún otro hombre. No amabilidad, no ataques, no nada —la besé—. Solo soy y seré yo. ¿Entiende o debo de ser más claro?

No respondió.

—Seré el único que cumpla cada uno de sus caprichos y deseos. El único que la tratará como a una reina, pero, al mismo tiempo, solo seré yo quien profane, use y marque su cuerpo con besos, mordiscos, arañazos y morados —la besé—. Solo soy y seré yo; tanto si le gusta, como si no y, por suerte o, maldición suya, ya nadie me hará cambiar de opinión.

Montó mis dedos con rapidez cuando el orgasmo llegó y la destruyó de la manera más deliciosa y embelesante posible. La mantuve prisionera contra el árbol y mi cuerpo, mientras mis ojos bebían con fascinación las reacciones de su cuerpo.

—M-mierda.

—¿Entendió lo que le dije?

—Pensé que no era celoso.

—Creí que le había dicho que aprendiera a utilizar su boca o simplemente la cerrara si va a soltar insolencias.

Volvió a abrir la boca para probablemente soltar alguna de sus necedades, pero ambos nos quedamos estáticos y en silencio cuando escuchamos pasos acercándose.

—ay, mierda —susurró ella, mientras se dejaba caer sobre sus pies e intentaban organizar su vestido.

Organicé levemente los mechones rebeldes de su cabello que se habían zafado de su moño y di un paso atrás cuando por el rabillo de mi ojo vi aparecer a Gabriel usando sus botas de monte y trayendo consigo unas cubetas.

—Ah, aquí están —nos sonrió y se detuvo de repente, observándonos a ambos—. ¿Qué hacían?

Mi rostro y mi semblante no revelaron absolutamente nada, pero fue Francheska quien se sonrojó con más fuerza y evitó mirar fijamente a su abuelo.

—Francheska me estaba mostrando el lugar —dije lentamente, para que pudiera entenderme—. Tiene una propiedad estupenda, señor Hess.

Los ojos claros de él, muy parecidos a los de ella, nos observó con curiosidad, pero después simplemente sonrió y asintió.

—Gracias, Aleksander.

Las comisuras de mis labios se curvaron cuando noté que ella seguía sin poder mirar a su abuelo porque sus mejillas parecían que en algún momento iban a explotar de tanto calor.

—Ahora que está aquí y viendo que le encanta tanto el panorama, ¿Por qué no me ayuda con algo sencillo?

—Seguro.

En menos de cinco minutos, la vergüenza de Francheska pasó a ser una sonrisa de diversión cuándo descubrió que su abuelo quería que yo lo ayudase a pescar con cubetas los desechos de aves, ranas y otros animales que oscurecían el lago.

Vi entrar al anciano al lago y sumergirse hasta la cintura en esas aguas, mientras extraía cosas raras que según él, enfermarían a sus peces.

—Su turno —me dijo la muy cínica, sin esconder su sonrisa—. Ayude a mi abuelo.

No existía poder alguno que me hiciera entrar en esas aguas estancadas. Estaba tentado a pensar que ahí se encontraba alguna clase de virus desconocido que pondría en muerte a la humanidad.

—¿Cuál es la lógica de limpiar eso así? —pregunté.

—Sacas solo lo que veas que es de textura extraña o enfermiza y no alborotas tanto a los peces —explicó Gabriel—. Déjame te enseño.

—La verdad es que quiero quedar en ignorancia —dije bajamente y Francheska se rió de nuevo.

Hice todo lo posible para distraer a Gabriel y hacerlo abandonar la idea de que yo tenía que entrar junto con su persona a ese detestable y sucio lugar. Incluso estuve tentado a decirle que llamara a cualquier clase de profesional que se encargara de limpiar lagos y que se despreocupara que yo pagaría todo el proceso.

No estaba muy a gusto rodeado de todo aquello... Pero, debo admitir que algo se ablandó dentro de mi pecho cuando ví las sonrisas y emociones de Francheska. Realmente le encantaba ese lugar, ella era feliz ahí.

Ayudó a su abuelo en todo sin detenerse a pensar en suciedad o algo por el estilo. La vi corretear uno que otro animalejo por ahí y se rió divertida cuando un pollo la persiguió para picarla.

Iba a matar a ese pollo.

—¿Cómo se conocieron ustedes? —me preguntó Gabriel, mientras yo lo ayudaba a martillar unos clavos.

Miré a Francheska, preguntándome si era ideal y correcto contarle como realmente nos habíamos conocido.

—En la universidad —dijo ella.

—¿Van juntos? —él me miró—. ¿No eres muy mayor ya?

—¡Abuelo! —ella se rió.

—¿Acaba de llamarme anciano, señor Gabriel? —las comisuras de mis labios se curvaron—. Eso no es algo muy amable para decir.

—Solo bromeaba, hijo.

Pasó por mi lado y palmeo mi espalda, mientras se reía.

—¿Crees que cuando termines ahí, puedes ayudarme a hacer abono con las heces de las vacas?

En ese momento Francheska estaba bebiendo agua de una botella y se atragantó con una risa.

—Seguro —respondí.

Eso no pasaría en esta vida, ni en otra.

Vi salir al anciano mientras hablaba con una oveja y volví a sonreír porque eso era muy Francheska. Ella haría eso.

—Le gustas —me dijo ella—. Le gustas a mi abuelo.

—No voy a culparlo, evidentemente es un hombre con mucha sabiduría.

—Le gustarás más si le ayudas a recoger la mierda de las vacas.

—Me atreveré a decir que prefiero no gustarle, después de todo, ya le gusto a mucha gente y uno más o uno menos, no hacen la diferencia.

Ella se rió de nuevo y besó de manera rápida y casta mis labios.

—Odioso.

Francheska alimentó los patos de sus abuelos y cepilló el pelaje de las ovejas —incluso yo tuve que hacer aquello de mala gana—. Estábamos por volver al interior de la casa cuando una helada lluvia comenzó a bañar los graneros, pero ella se detuvo con un jadeo lleno de emoción cuando vio saltando algo en medio de los pisos de paja.

—Ey, ven aquí.

La vi perseguir una pequeña y robusta criatura de pelaje blanco. Un conejo.

Con maestría logró levantarlo y se giró para mostrármelo.

—Este es Arthur —explicó.

Lo miré fijamente y traté de no gruñir ante la emoción de ella por esa cosa.

—Mi abuelo lo trajo hace poco —explicó—. ¿No es precioso? —levantó al conejo hacia sus labios y lo besó en medio de sus orejas—. Es macho, por si se lo pregunta.

—Creo que esta noche no iba a ser capaz de dormir debido a esa incógnita.

Se rió.

—Sé descubrir la sexualidad de los conejos. ¿Quiere que le enseñe?

—No, la verdad es que no.

Frunció el ceño ante mi negativa, pero eso no la detuvo para seguir besuqueando y abrazando al pequeño conejo. El cual me observó con sus saltones y desconfiados ojos.

—Mi pregunta aquí es, ¿está segura de que esa cosa no está enferma? —dije—. No recuerdo que los conejos fuesen tan feos. En realidad este es un adefesio y no pienso que sea prudente que lo bese.

—Solo está celoso de que Arthur sea mi favorito para besar ahora.

Miré el conejo y pensé en decir que quizás podríamos ponerlo a la parrilla —jamás había comido conejo, pero sabía que había quienes lo hacían— sin embargo, me guardé las palabras porque sabía que su yo vegetariano no se tomaría bien la broma.

—A veces pienso, si me pusieran a escoger entre salvar a todos los animales del mundo o salvar la vida de alguien que amo, por ejemplo, tú, ¿Qué haría?

Enarqué una ceja ante su divagación.

—Es evidente y totalmente certero que me salve a mí. Después de todo, me ama y prácticamente soy el aire que respira.

Sonrió.

—No recuerdo haber dicho eso último.

—No debe decirlo, es obvio.

—Su ego es espantoso.

—Vamos a trabajar en sus prioridades sobre yo y los animales.

La atraje hacia mí y la besé de nuevo, ignorando totalmente al estúpido conejo y robándole todo el oxígeno y testarudez a ella.

—¿Sabía que mi abuela me dio reglas mientras usted está aquí?

Enarqué una ceja.

—Escuchemos eso.

Se sonrojó.

—Dijo que por nada del mundo debo entrar a la habitación en la que usted se está quedando y menos si es de noche. No podemos estar tanto tiempo solos y nada de mensajes raros. Eso dijo ella, no yo.

—¿Así será?

Asintió.

—Así qué, nada de toquetearnos. ¿Bien?

—Seguro, amor.

—Ella quiere perpetuar mi inocencia, ya sabe, soy su niña...

Me regaló una pequeña y perversa sonrisa y lo supe, Francheska haría de mi estadía ahí un infierno caliente.

***

Esmeralda me acorraló aquella noche y me repitió tal cual las palabras de Francheska.

Nada de estar en la habitación del otro y tampoco nada de toqueteos. Según ella, esto era para evitar pensamientos y deseos impuros.

—Solo somos amigos, abuela —repitió Francheska.

—Sí, si, Gabriel y yo también solo éramos amigos y mira como terminó.

Traté de no sonreír cuando el abuelo de Francheska salió en nuestra defensa.

—Déjalos tranquilos, Esmeralda. Realmente tienen una amistad sana e inocente —miró a su esposa—. Hoy los encontré solos en el bosquecillo hablando sobre árboles y nubes.

La mirada de Esmeralda voló hacia su nieta la cual se sonrojó inmediatamente y yo disfruté su incomodidad porque se veía adorable.

—Prometo seguir las reglas, abuela —dijo la mentirosa—. Aleksander sabe y es consciente de que soy una mujer de palabra y jamás haría algo tan grosero como romper reglas.

Esmeralda le sonrió con amor.

—Lo sé, mi niña. Eres un ángel —la anciana me miró a mí—. Y tú, también te comportarás como uno.

El resto de la noche pasó más tranquila de lo normal. Debía admitir que Esmeralda preparaba los platos más exquisitos que había probado alguna vez en mi vida y conversar con Gabriel era agradable, incluso mientras la mocosa de su nieta me tocaba por debajo de la mesa a propósito.

La haría pagar por eso.

Una vez estuve encerrado en la habitación de invitados que se me había otorgado, aproveché para llamar a Dalkon y hacerle saber a cerca de cuánto dinero quería que pidiera a Daryl.

El mayor que se le pudiera explotar.

Colgué después de un rato y aproveché el momento para tomar una ducha fría y ponerme unos pantalones negros de pijama. Ya muy tarde en la noche llamaron a mi puerta y sin ver quién era, supe que detrás de la madera estaría Francheska porque solo ella se atrevería a ser una molestia a altas horas.

—Señorita Hess —la saludé en voz baja, mientras me apoyaba contra el marco de la puerta y cruzaba los brazos—. ¿Qué hace aquí? ¿Acaso no tiene reglas que seguir?

Miró mi pecho desnudo y asintió.

—Sí, pero, eh... Quería decirle algo.

—Seguro. ¿Qué es?

—Algo importante.

—Veámoslo.

—¿Puedo entrar?

No había posibilidad alguna de que yo dejase entrar esa insolente a mi habitación. No si quería ganarme la muerte a manos de Esmeralda

—Quiero escucharla aquí.

La jodida tuvo la desfachatez de hacer un pequeño suspiro, mientras miraba con incertidumbre sus manos y tragaba con fuerza.

—Es qué... Es importante.

Mis ojos se entrecerraron tratando de adivinar si me estaba manipulando o no.

—Prometo ser rápida.

Gruñendo bajamente y terminando de abrir la puerta para dejarla entrar, me hice a un lado y cerré ésta de nuevo, mientras me giraba hacia ella.

—¿Le sucedió algo? ¿Le duele algo? ¿Qué es...?

Me detuve en seco cuando mis ojos cayeron sobre los suyos, después descendieron un poco y descubrí que ahí en donde había estado antes su bata, no había nada.

Nada aparte de su perfecta y exuberante desnudez.

Scheisse

—Francheska...

—No me quedó muy claro eso de que debo obedecerlo, Aleksander. ¿Le importaría repetirme como se hace...?

No dije nada.

—Prometo ser muy silenciosa.

Sie war meine persönliche verdammte Hölle.

—¿Lo será, eh?

Asintió.

Pensé por un momento y deduje que debía de hacer, pero no me andaba con rodeos alrededor de ella, además, era mía y podía tenerla cuando quisiera, por eso, no pensé mucho cuando me acerqué a la cama y le dije:

—Tome esa almohada y muérdala lo más duro que pueda. Si escucho un solo sonido saliendo de usted, conocerá la parte desagradable de aprender conmigo y no hacerlo correctamente.

Se estremeció.

—La mayoría de mis alumnos me odian por ser demandante y estricto, Francheska —la observé con hambre—. Veamos con le va a usted.

Enredé rudamente mi mano en su cabello, la atraje hacia mí y le besé con dureza antes de levantar la almohada y llevarla a su boca, dejándole en claro que su única tarea era morder el algodón con fuerza y aguantar mi depravada dureza.

***

PREGUNTILLAS.

¿Qué tal les pareció el capítulo?

¿Qué opinan de la actitud/enojo de Dreey?

¿Daryl queriendo intimidarlo?

¿Dreey queriendo sacarle dinero por medio de demandas y chantajes?

¿Qué opinan de la negativa de esmeralda hacia Dreey?

¿Tienen alguna teoría?

¿Se viene candente en el próximo cap?

¿Les gustaría leer un capítulo netamente +18 con muchos detalles?

¿Les gusta un Dreey tan... Posesivo?

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