CAPÍTULO TRES.

82.4K 7K 4.1K
                                    

Espero que la nueva versión les esté gustando 🥰✨

El dolor que estaba sintiendo en ese momento era totalmente atroz, tanto, que no pude evitar sollozar un poco, cuando intenté ponerme de pie, pero no fue posible debido al dolor

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El dolor que estaba sintiendo en ese momento era totalmente atroz, tanto, que no pude evitar sollozar un poco, cuando intenté ponerme de pie, pero no fue posible debido al dolor.

La lluvia me caló inmediatamente y con labios temblorosos traté de erguirme de nuevo, justo cuando sentí unas manos fuertes que me tomaron por los hombros y me ayudaron a estabilizarme.

—¿Se encuentra bien? —me preguntó él, mientras sus ojos verdes daban con los míos—. ¿Puede mantenerse de pie?

Mi cabello se pegaba vilmente a mi cráneo debido a la constante lluvia y pese a que estaba muriendo de frío, logré decir:

—¿Vio lo que causó? ¡Todo esto es su culpa!

Frunció levemente el ceño, mientras su mirada se cercioraba que todo estuviera bien.

—Mi culpa no es, pero no voy a debatirlo con usted —dijo—. No sé cómo funciona su mente y no preguntaré. Solo movámonos hacia un lugar seguro, ya que es predecible que la lluvia aumente y es peligroso.

Continuo manteniéndome de pie, pero el dolor era demasiado para ser tolerado y por eso, cuando él intentó hacerme dar un poco hacia enfrente, yo solté un alarido

—No, no, detente —sollocé—. Duele, duele demasiado.

Sus ojos verdes registraron los míos con confusión, mientras bajaba la mirada hacia mi pie.

—¿Dónde duele precisamente? —escaneo mi rostro, ignorando totalmente el panorama helado—. ¿Solo el pie o la pierna entera?

Comencé a llorar porque pese a que siempre quería dar esta imagen de fuerte y de no sé que más, era una verdadera cobarde en cuanto al dolor.

—No llore, dígame dónde le duele.

—El pie, creo que lo rompí —hipé.

Lo escuché soltar un bajo quejido, mientras con una de sus manos alejaba un mechón rubio que cayó en su frente y asintiendo, simplemente dijo:

—Bien, permítame ayudarle —se quitó la chaqueta de su probablemente costoso traje hecho a la medida y la puso sobre mi cabeza para protegerme un poco de la tempestad—. Vamos a llevarte hasta el escampado.

—Llame a emergencias, en serio, no puedo caminar.

—Lo tengo.

Antes de que pudiera decir algo, él se acercó mucho más a mí —como si fuese posible—. Y llevando su brazo debajo de mis piernas, me levantó y me ordenó de que me agarrara de sus hombros para mayor estabilidad.

Otra ráfaga de dolor rodeó mi cuerpo y tuve que morder mi labio inferior con fuerza, para no gritar.

Él se movió con cuidado alrededor del sendero, mientras murmuraba algo en ese mismo idioma que yo no reconocía. No sabía qué tan lejos estábamos del escampado, pero mi urgencia creció.

ALEVOSÍA  [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora