El ladrón de mi diario.

By Jacksom

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¿Qué pasaría si te robasen tu diario donde apuntas todos tus pensamientos, tus ilusiones, tus secretos oscuro... More

El ladrón de mi diario.
Persecución
La casa del ladrón.
Cambio de papeles.
Solución y más problemas.
Tarde de niñera
Viernes
Planes para el finde
Celos
¿Calma?
Reencuentro
Carretera de lluvia
Confesiones entre suspiros de desastre.
Heridas, literalmente.
Aventuras en el hopital
Vuelta a la normalidad
Demoledor de corazones.
¿Olvido?
Los sueños son buenos, las pesadillas no tanto.
Despierta.
Todo fluye
Cotidiano
Situaciones
Aléjate.
Confusión.
Pause
¿Y si..?
No todo está perdido
Gracias
La canción
Romeo y Julieta
Fiesta de cumpleaños.
Esté donde esté.
Amor dicen que se llama.
Campo de béisbol.
Mi mundo.
Si yo no puedo...

Entre miradas y sonrisas.

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By Jacksom

Laia POV:

Me miré en el espejo una vez más. Había conseguido que el pelo se mantuviese en su sitio y las largas ondas no parecían demasiado revueltas. Llevaba unos vaqueros altos y un jersey negro que me dejaba un hombro al aire. Cómodo, pero me quedaba bien. Por alguna razón me apetecía sentirme guapa, o mona al menos. Volvía al instituto de nuevo y esperaba no tener que dejarlo. Agarré la mochila que pesaba bastante y las llaves de casa para cerrar. Mi madre volvería al día siguiente, así que estaba sola en casa. Cerré la puerta asegurándome de que todo estaba cerrado y andé hasta la parada de autobús. Ross se había ofrecido el día anterior a llevarme, pero había preferido volver a la rutina. Él había hecho una pequeña mueca cuando le había dicho que no y luego había murmurando algo sobre la mujer independiente que era y yo no había podido hacer otra cosa que reír. El autobús llegó y el señor conductor me saludó. Me conocía desde que había empezado el instituto ya que durante todos esos años había ido en autobús. Me senté en un asiento del medio y puse la mochila al lado para dejar claro que necesitaba espacio. Tenía ganas de ver a Evelyn y hablar con ella de todo, aunque sobretodo de Ross. Por otra parte aún me sentía mal por haberle mentido a Gabriel, pero estaba segura de que no lo entendería.

Llegué a la puerta y me sumí en la marea de estudiantes de camino a mi taquilla. La primera en acercarse fue Cloe que me abrazó tiernamente y quiso saber todo sobre el estado de mi pierna y sobre como me encontraba. Empezamos a andar hacia nuestra primera clase cuando detecté a Ross más alante en el pasillo.Era como si tuviese un radar, dije por dentro entre molesta y avergonzada.

-Cloe, tu amas a Cameron ¿Verdad?-

Ella me miró algo sorprendida por la pregunta y luego asintió con un brillo especial en la mirada.

-¿Y cómo supiste que él era el adecuado?- pregunté con un suspiro.

-Oh bueno, al principio no lo supe. Eso que dicen en las novelas de amor a primera vista no suele suceder en la vida real. Al principio aunque le conocía no me interesé en él. Luego empecé a conocerle y pequeños detalles se fueron quedando impregnados en mi. Su forma de sonreir, su manera de apretar los labios cuando está concentrado, pero sobretodo como actua. Me gusta que sea tan seguro de sí mismo. Me gusta que sea amable y despreocupado. Sobretodo me di cuenta de que le amaba cuando descubrí sus defectos y decidí que me gustaban también y no me importaban. Cuando desenterré su pasado y lo acepté y cuando le dejé entrar a mi corazón estuve segura de que era él. Por supuesto todo esto tiene que ser mutuo -se apresuró a decirme mientras me echaba una miradilla de reojo y se sonrojaba.

Yo asentí.

-Gracias, espero poder aclararme un poco ahora, es solo... que parece complicado- sonreí como apenada.

-Lo es, el amor es complicado, pero merece la pena amar, sobretodo si es a la persona que también te ama a ti- me dijo mientras ambas veíamos llegar a Cameron con su mochila al hombro. Llegó a nuestra altura y le dio un suave beso a Cloe en los labios al mismo tiempo que le rodeaba los hombros con su brazo. Se me escapó un pequeño suspiro cuando marcharon a su clase sonriéndose el uno al otro y rebosando felicidad.

Finalmente pasé a mi clase de inglés y me senté en el único asiento libre que quedaba justo cuando el profesor cerraba la puerta y comenzaba a hablar.

-Hoy voy a dejar la clase libre para que trabajéis en los proyectos. Sé que algunos ya tenéis ideas muy originales. Con otros me gustaría hablar ahora. Podéis reuniros por grupos-

La clase empezó a moverse y yo busqué a Ross entre los asientos. Estaba al final y había un sitio a su lado. Me apresuré a ir mientras asimilaba su aspecto. Una ligera sombra bajo sus ojos como si no hubiese podido dormir bien. El pelo despeinado como si se acabase de despertar le quedaba de maravilla como siempre. No pude evitar percatarme en como su mirada recorría mi hombro al descubierto y me dio un vuelco al corazón. Me senté junto a él y mi pierna chocó contra la suya levemente. Él me sonrió como si me hubiese echado de menos aunque nos habiamos visto el día anterior.

-Laia-dijo a modo de saludo. Me gustó como pareció saborear mi nombre.

-Hola Ross-

El profesor interrumpió nuestras miraditas con carpeta en mano y boli en ristre y en parte solté un suspiro aliviado.

- Señor Gardner, señorita Hudson, me consta que son los más atrasados con su proyecto de originalidad. ¿Tienen al menos una idea?-

Negamos con la cabeza. En parte recordé la única vez que habíamos intentado hacer algo productivo y yo me había limitado a leerle la historia interminable. Recordé su mirada de desesperación en la entrada de su casa con su madre y su hermana mirándole anonadadas. Sentí un pinchazo en el corazón al recordar ese momento.

-Ambos han estado faltando bastante...- comentó el profesor.

Me sorprendí de que Ross hubiera estado faltando.

- Disculpeme profesor, lo cierto es que tuvimos un accidente de tráfico. Ross pudo recuperarse antes pero mi herida causó bastantes más problemas, se me abrieron los puntos y me recomendaron estricto reposo. Debido a eso no hemos podido avanzar- comenté esperando que lo entendiese.

El profesor se mostró muy amable y comprensivo y estuvo preguntándome y asegurándose de que ya estábamos bien. Después nos hizo una sugerencia.


- Señorita Hudson, el año pasado me quedé prendado de su voz en el musical de Ulises. La canción que interpretó como Calipso fue a mi parecer la mejor parte, si el señor Gardner toca algun instrumento...-

-Ehhh... toco la guitarra y el piano, señor-

-Magnífico, quizá puedan componer una canción- comentó el profesor sonriendo complacido y dándose la vuelta.

Le miré sopesando la idea de componer una canción con Ross.

-¿Qué te parece?-

-Estaría bien, tú pareces saber bastante de música ¿no es cierto? Ayer me dejaste sorprendido-

-Bueno, yo tampoco sabía que tocabas el piano- comenté apuntándole con un dedo- Es mi instrumento favorito, antes incluso tocaba algo, pero lo dejé hace un tiempo.

-Quizá puedas retormalo- sugirió Ross.

Lo cierto era que había sido mi hermano el que me había enseñado todo sobre música y sobre tocar el piano. Desde pequeños nos solíamos sentar en su habitación uno al lado del otro y él me enseñaba a tocar o a veces simplemente me quedaba a observarle. Sin embargo desde que mi hermano se había ido no había vuelto a tocar un piano, ni si quiera se me había pasado por la cabeza. Siempre pensé que sería demasiado doloroso. Quizá con Ross... sería diferente.

Carraspeé dandome cuenta de que había dejado un silencio un pelín largo.

- Podemos intentarlo. Aunque ya sabes siempre puedo cantar y tu te encargas de tocar el piano-

- Hablando de cantar- comentó Ross reclinándose un poco sobre su asiento- Estoy un poco preocupado sobre Jennifer. Siento que voy un poco a ciegas sin haberla escuchado cantar ni una sola vez la canción de mi hermana -

- Tiene una voz bonita- contesté- Aunque le cuesta entonar como es debido. Le queda un poco de práctica pero para el viernes estará lista y cantará sin ningún problema en el cumpleaños de Tara-

- Ayer me dijo que le gustaría ensayar todos los días y que por favor te trajera conmigo. Es un poco peculiar en ese sentido ¿no crees? -

- No entiendo por qué tiene tanto miedo a estar contigo a solas. No es como si fueras un chico intimidante o algo así-

Ross frunció el ceño como si se le ocurrieran cosas por las que se le podía tener miedo.

- Es una familia extraña. Aunque sé que mi madre se apoyó mucho en la suya el año pasado, ya sabes mientras tu madre está fuera supongo que necesita otros apoyos con los que hablar-

Asentí. El año pasado mi madre había estado viajando más que de costumbre.Suspiré.

- Supongo que para ella también es duro que su amiga se vaya tan seguido-

Él me miró algo sorprendido.

- Oh, no te preocupes, ella se las apaña muy bien. Eres tú la que se queda sola en casa y...- Ross me miró desconcertado- vaya, no quería decir eso, es solo que me preocupa que te quedes tanto tiempo sola- concluyó al final.

-No hay de qué preocuparse. Ya estoy acostumbrada- contesté quizá con un pelín de amargura.- Mi madre ama su trabajo y también sé que me ama a mi. No me importa estar sola, me da tiempo para pensar y reflexionar, además que tiene algunas ventajas. Mientras esté en mi cumpleaños y en Navidad soy feliz- comenté sonriendo.

- Te conformas con muy poco- me dijo sonriendo. Me retiró un mechón de pelo que tenía en la cara con cuidado, como si fuese lo más normal del mundo y me lo colocó detrás de la oreja- Sabes que puedes venir siempre que necesites algo. Yo no necesitaría ayuda hasta para saber cómo funciona la lavadora- nos reímos algo más alto de lo normal y la pareja de al lado nuestra nos miró de reojo. Sonreí, podía tirarme todo el tiempo del mundo hablando con Ross y nunca me cansaría.


Finalmente sonó el timbre y desfilamos hacia nuestras siguientes clases con normalidad. En un cambio de hora le mandé un mensaje de texto a Ethan avisándole de que estaba en el instituto, tal y como había prometido, aunque esperaba que no lo viera hasta que fuese demasiado tarde para vernos. Por fin en la hora de la comida me encontré con Evelyn y nos dimos un super abrazo que me dejó como nueva. Evelyn siempre me daba energías. Empezó a contarme que echaban una nueva película de zombies y que no pensaba perdersela por nada del mundo. Al rato llegó Gabriel y por unos minutos estuvimos los tres solos como el curso pasado. Aún me sentía un tanto incómoda con Gabriel y me torturaba mentalmente sobre si debía contarle la verdad. Después llegaron Cameron y Cloe con sus respectivas bandejas. Todos parecían contentos de que hubiese vuelto e incluso Cameron bromeó sobre el hecho de que sin mí Evelyn y Gabriel acabarían matándose el uno al otro. Un rato después Ross se levantó de su mesa del equipo de béisbol y se sentó con nosotros. Gabriel le dio unos golpes en la espalda amistosamente que probablemente a mi me hubiesen dejado dolorida.

-¿Qué tal en el equipo de béisbol? - preguntó Gabriel siempre interesando en los deportes.

-Bastante bien. Estamos empezando a entrenar duro para la temporada de invierno. El único problema es el idiota del capitán- dijo Ross dando un mordisco a su manzana. Señaló disimuladamente a un chico alto y con el pelo castaño que el caía sobre la frente. - Es un año mayor y simplemente se lo pasa bien haciendo gracias del resto- Ross se encogió de hombros.

-Es mono- contestó Evelyn- quizá deberíamos pasarnos por los entrenamientos de beisbol más a menudo. ¿Verdad Laia? Las dos saldríamos ganando y tu me podrías explicar cómo funciona exactamente para luego impresionar con mis conocimientos-

- No sé cómo las dos saldríamos ganando con eso. De todas formas hace mucho que no juego al beisbol-

- ¿Jugabas? - preguntó Ross. Una pregunta tan inocente, con una respuesta tan complicada. Se me revolvió el estómago y Gabriel acudió a mi ayuda como siempre hacía en momentos como aquellos.

- Su padre y su hermano jugaban. En la familia Kerigan son unos ases del béisbol-

Noté como dejaba salir el aire asombrada de que Gabriel hubiese pronunciado el apellido de mi padre. Sentí como se me aceleraba el corazón y empezaba a ver borroso. Apenas percibí la cara de asombro de Ross al escuchar esas palabras. Sabía que todos me estaban observando pero el mundo estaba dando vueltas. Intenté controlar mi respiración y decir algo coherente pero sentía un nudo en la gargante. "La familia Kerigan" aquellas palabras resonaron en mi mente una y otra vez. Hacía años que esa familia no existía.

-¡Gabriel!- exclamó Evelyn. Su voz sonaba así como si dices una palabras más te arranco la cabeza.- ¡ No me puedo creer que hayas dicho algo así!-

Gabriel me miraba sorprendido también y empezó a farfullar una retahila de disculpas que apenas entendí. Reaccioné por fin. No iba a entrar en shock cada vez que alguien decía el nombre de lo que había sido mi familia.

- Está bien Gabriel- mi voz sonó dura. - No pasa nada tienes razón, a ellos les gustaba jugar al beisbol y me enseñaron. Ahora ya no juego y mi apellido es el de mi madre. Ahora somos la familia Hudson, no pasa nada-

Cloe bajó la mano que había mantenido en su boca todo este tiempo y me sonrió levemente. Noté como le apretaba la mano por debajo de la mesa a Cameron. Mis amigos sabían lo terriblemente mal que lo había pasado cuando mi familia se desmoronó y nunca había hablando con ellos demasiado sobre el tema una vez había pasado todo.

-Yo... siento haber preguntado- contestó Ross. Su voz sonaba normal, lo cual me tranquilizó. No parecía mirarme con compasión, lo cual agradecí por encima de todo.

- No pasa nada- asentí con una media sonrisa.

Al momento Evelyn comenzó a hablar atropelladamente sobre cualquier otra cosa y desconecté de la conversación. Sentía el nudo en la garganta y en el estómago y dejé lo que estaba comiendo sobre la mesa. Quería excusarme para ir al baño y llorar, pero me parecía demasiado obvio y no quería que se preocupasen por mí. Finalmente escuché mi nombre en la conversación y volví a enfocar la mirada.

-... eran muy amigos de Laia. Por eso le pedí que me acompañara. Sé que el club de fotografía estará encantado de verte. Vendrás luego ¿verdad?-

De alguna manera conseguí sonreír normal y casi pude escuchar como mis amigos soltaron el aire al unísono lo que me hizo gracia y hablé más animada.

- Claro, yo también me muero por ir a verlos. Aunque ahora que lo pienso teníamos que ensayar con Jen...- dije mirando a Ross.

- Podemos pasarnos un rato antes por el club de fotografía. Yo hoy no tengo entrenamiento-

-Genial- contesté.

-¿Quien es Jen?- preguntó Gabriel.

Ross empezó a contarles toda la historia de la canción y resultó que Cloe conocía a Jen de algo y empezó a explicarle a Ross que no debía de ser duro con ella. Me excusé para ir al baño con normalidad y apenas me prestaron atención lo que fue genial. Salí de la cafetería con paso ligero esquivando a la gente y cerré la puerta tras de mi. Según me fui alejando el pasillo se hizo más silencioso. Llegué al baño de chicas casi corriendo y por suerte estaba vacío.

Me miré en el espejo. La respiración agitada por la carrera y las mejillas sonrosadas. Me puse recta para convencerme de que era fuerte aunque las palabras de Gabriel seguían resonando bajito en mi mente junto con imágenes. Por un momento volví a la época en la que mi madre y mi padre discutían todos los días, a los chillidos, las peleas, los llantos, los insultos, a correr a casa de Evelyn para llorar mientras ella me acariciaba el pelo. Volví a los ataques de ansiedad a la angustia a la agresividad de mi hermano, a como odiaba estar en mi casa a toda esa época. Me faltaba el aire como entonces y por un segundo sentí que no podía respirar. Luego lo empujé todo dentro de nuevo poco a poco. Ya no quería más ataques de ansiedad. No quería pensar en mi padre ni en mi hermano ni en nada que tuviera que ver con esa época. Me miré en el espejo de nuevo con determinación y con furia. Las uñas se me habían clavado en las palmas y había marcas pero por lo demás era la misma. Respiré hondo y despacio diez, veinte veces y después sonreí con aplomo como si no hubiera pasado nada. Salí del baño y paseé por los pasillos silencioso de camino a la cafetería balanceando el pelo detrás de mi como hacía cuando era pequeña.

Torcí una esquina y choqué con alguien que corría cayendo al suelo con una exclamación y con brusquedad. ¿Por qué era tan torpe? me dije.

Me senté en el suelo comprobando que no me había hecho nada y alcé la cabeza hacia el que me había empujado. No pude reprimir la sorpresa.

- Tenemos que dejar de encontrarnos así- dijo Ethan ofreciéndome una mano para levantarme. Sonreí recordando cuando me choqué con él en el aparcamiento y acepté su mano poniéndome en pie.

Él iba móvil en mano y mochila a la espalda. Me enseñó el móvil donde estaba mi mensaje.

- Acabo de leer tu mensaje- comentó él.

Sonreí sin saber muy bien qué decir.

- Y creo que te debo una disculpa- continuó él- Me lo estaba pasando muy bien, pero luego me porté como un verdadero idiota. No te merecías que te dejase allí tirada yo...- él parecía estar muriéndose de los nervios y ni si quiera me miró a los ojos.- Lo que quería decir es que soy imbécil- se colocó una mano sobre los ojos como para despejarse. - Te dejé sola por los imbéciles de mis amigos, ellos consideraron que era mejor y yo me dejé llevar un poco. Cuando me quise dar cuenta ya no estabas y ellos me dijeron que te habías ido y que debería estar muy enfadado. Rematé la faena llamandote enfadado. En serio fue una estupidez y yo... lo siento. Esperaba que quizá me dieses una segunda oportunidad- me miró como temiéndose la peor de las respuestas y yo tardé unos segundos en contestar en los que él se retorció las manos con nerviosismo.

- Tienes razón en que fuiste un idiota al abandonarme allí- dije golpeándole amistosamente en el hombro. El medio sonrió protegiéndose- Pero... yo también me lo pasé bien- dije finalmente con un suspiro- así que bueno, está todo bien- le sonreí levemente.

A él parecieron iluminársele los ojos y me sonrió de vuelta contento dándome un pequeño abrazo avergonzado.

- Eso es genial, de verdad me has quitado un peso de encima- dijo mientras empezabamos a andar hacia la cafetería.

Él me abrió la puerta educadamente y me dejó pasar. Me despedí de él con un saludo contenta de que las cosas hubiesen sido tan fáciles y volví a la mesa.

Ross levantó la cabeza cuando me senté y se quedó observándome un segundo antes de apartar la mirada. Tras un rato más de charla sobre las pruebas para el equipo de futbol de Gabriel, sonó la campana y me fui murmurando con Evelyn sobre Ethan y el peso que me había quitado de encima con su disculpa.


Ross POV:


Estaba apoyado en la puerta del club de fotografía que se encontraba en el último piso del edificio B, donde estaba también el salón de actos, el periódico escolar y algunas otras actividades. Dentro se oían voces pero Laia y Evelyn aún no habían llegado. Gabriel estaba sentado en el suelo al otro lado de la puerta con la cabeza entre las manos.

-Sigues torturándote por lo de antes- comenté dejándome caer apoyado en la pared.

- Ha sido una cagada total- murmuró Gabriel aún con las manos sobre la cabeza- No sabas lo mal que lo ha pasado Laia con su familia. Evelyn me contaba que iba todos los días a su casa a llorar y sé que le daban muchos ataques de pánico y tenia mucha ansiedad. Hace como un año que estaba bien, pero el otro día, cuando se le abrieron los puntos... tuvo otro pequeño ataque. Dijeron que había sido algo aislado pero hoy... me ha dado la sensación de que ha estado a punto de tener otro ataque-

-No sé muy bien lo que pasó, pero creo que Laia es fuerte. No creo que el ataque del otro día tenga que ver con su familia. Aunque claro, estoy de acuerdo contigo en que es mejor no sacar el tema. No sé, siento que no soy el mejor para juzgar la situación, no tenía ni idea de lo de su familia hasta hoy, aún estoy medio asimilándolo- confesé.

Gabriel alzó la cabeza cómo para hacerme una pregunta, pero su mirada se posó en algo detrás de mi y giré la cabeza. Laia y Evelyn venían por el pasillo. Noté como los dos nos quedamos mirando y fui el primero el apartar la mirada y levantarme. Gabriel hizo lo mismo resoplando a mi lado y las chicas llegaron hasta la puerta sonriendo.

-Bien chicos.- comenzó Evelyn- soy nueva en el club, y me gustaría causar una buena impresión así que por favor no me avergüencen.- dijo lanzándonos una mirada de advertencia.

Laia estaba murmurando algo a Gabriel con una sonrisa y él parecía completamente aliviado de que ella le hablase normal.

-Laia.- se giró hacia ella- tú haz tu magia- le giñó un ojo y se giró para abrir la puerta.

Entramos todo el grupo mientras Evelyn saludaba. A la derecha había grandes ventanales por los que entraba mucha luz. La sala tenía una gran mesa en el medio y había algunos estantes con archivadores y otras cosas en las paredes. En la pared del fondo había unas columnas de casilleros con nombres y fotos.

En frente de la mesa había un pared cubierta totalmente de corcho en la que había un montón de pósters, fotografías y documentos. Laia empezó a abrazar a una chica pelirroja con el pelo por los hombros que parecía bastante tímida, pero con la que parecía llevarse bastante bien. La chica al parecer se llamaba Karina y se había quedado como encargada del club. Laia también abrazó a un chico rubio que tenía aspecto de bromista que se presentó como Ernest y luego se acercó a saludar a otro chico más alto y reservado que estaba sentado en la mesa que al parecer se llamaba Oliver. Gabriel y yo nos presentamos educadamente y ellos pareciern encnatados de que fuesemos amigos de Laia. Karina parecía llevar las riendas de todo el asunto con algo de ayuda del chico alto Oliver, mientras que Ernest parecía estar allí deambulando y soltando bromas. Me cayeron bien al instante y no pude evitar pensar que Laia encajaba allí perfectamente. Evelyn y Gabriel parecían estar pensando lo mismo ya que se quedaron un poco a parte.

-Es genial ver que casi no ha cambiado nada- comentó Laia observando el corcho atentamente.

- Es verdad. Querían cambiarnos de sala pero luchamos por quedarnos aquí. No sería lo mismo estar en otro lugar. Además sería muy complicado cambiar todas las máquinas de abajo-

Laia sonrió y señaló una foto del corcho.

-¡No me puedo creer que todavía esté esa foto!-

Nos acercamos todos al corcho para mirarla bien. Salían Laia y Karina en medio ambas con abrazadas y sonriendo. Oliver estaba a un lado sonriendo levemente, que parecía ser todo lo que se le podía pedir en cuanto a sonrisas y Ernest salía al otro lado haciendo el tonto. Estaban al aire libre ya que se veía un trozo de cielo azul de fondo. No pude evitar fijarme en Laia con el pelo corto apenas llegándole sobre los hombros y una cara mucho más de niña.

Karina se emocionó y empezó a parlotear de nuevo con Laia.


- Perdón- apareció una niña probablemente de primer año tirando de la manga de Karina con un cuaderno rojo abierto y un boli en la oreja. Era rubia y tenía el pelo largo. Parecía bastante tímida.

-¡Lena! ¿dónde te habías metido?- preguntó Karina sonriendo- Mira, esta es Laia, te hablé de ella el otro día. -

La pequeña Lena miró a Laia sorprendida durante unos segundos para luego apresurarse a decir cuanto la admiraba.

- Señorita Laia, se habla mucho de usted en el club de fotografía, todos aquí le tienen mucho cariño. Es un gran honor conocerla al fin- dijo Lena de carrerilla y emocionada.

- Lena, no hace falta que le hables de usted- le regañó Karina- Perdona Laia, a mi me ha costado meses que dejase de llamarme Señorita Karina- la chica pareció avergonzada- Es nuestro nuevo miembro, a parte de Evelyn. Está en primer año.

-Encantada de conocerte Lena, y Karina tiene razón, no hace falta que me llames señorita Laia, solo Laia está mucho mejor- Laia sonrió amablemente y la chica no apartó la mirada de ella.

Me gustaba el club de fotografía. No era demasiado grande ni demasiado pequeño, y estaba decorado de manera acogedora.

-Bueno, y seguís revelando las fotos a la antigua usanza o las imprimís directamente?- pregunté.

Karina pareció más que encantada con mi pregunta.

- Tenemos una parte en la cámara oscura donde se siguen revelando a la antigua usanza. A Laia y a mi nos encanta. Aunque también entendemos que es mucho menos complicado imprimirlas en papel fotográfico directamente.-

-Estaría guay ver como funciona todo el proceso-

- ¿Por qué no hacemos la prueba?- preguntó Laia- Hace mucho que no hago nada de esto.- Cogió una cámara de carrete - ¿Puedo usarla?-

-Claro- contestó Karina- tenemos un pedido especial que hay que revelar en esa cámara. Quedan unas cuantas fotos, si quieres hacer alguna-

Laia sonrió como si le hubiesen dicho que llovía chocolate del cielo. Se colgó la cámara al cuello mientras Gabriel murmuró algo como "aquí vuelve la loca de la fotografía" y Laia disparó algunas fotos del grupo. Luego Karina se la arrebató e hizo otras fotos en las que salió Laia también.

Fue un momento de distensión y de relajación e incluso la tímida Lena se apuntó a la sesión fotográfica. Por último recrearon la foto que había en el corcho con ambas chicas abrazadas en el centro.

-¿Por qué no me acompañas a la cámara oscura a revelarlas? - preguntó Laia- Querías saber cómo es ¿no?- yo asentí socarronamente.

-¿Seguro que quieres meterte conmigo en una sala oscura?- pude escuchar como el resto rió y Lena se sorprendió sonrojándose antes de que Laia me agarrase por la muñeca y tirase de mí hacia una pequeña puerta que daba a unas angostas escaleras pegadas a la pared.

Estaba en penumbra e intenté ajustar mi visión a la poca luz.

Abajo había bandejas con pinzas y máquinas especiales como yo me había imaginado. Por alguna razón Laia susurraba.

- Primero tenemos que sacar los negativos y meterlos en la máquina ampliadora- señaló ella mientras procedía a hacerlo.

Después empezó a tocar una ruedecitas para enfocar la imagen.

-Ahora le damos como... cuatro segundos de luz y lo sumergimos en revelador, que es este líquido de aquí- me explicó señalando una bandeja.

Parecía que realmente le gustaba lo que hacía.

Poco a poco fueron apareciendo nuestras caras en la fotografía. Sonreí porque me pareció un momento mágico.


Laia POV:

Sentía la respiración de Ross en mi cuello mientras pasaba a sumergir la foto en agua. Sabía que el estaba gustando y yo no podía evitar recordar buenos momentos. Amaba la fotografía y me encantaba utilizar el método antiguo. Tenía mucho más encanto. Después dejé la imagen en fijador mientras se lo explicaba a Ross. Aquello era para que la imagen se mantuviese y le pudiese dar la luz.

- Ahora lavamos la foto con agua y la dejamos colgando para que se seque- sonreí en la penumbra- ¿Quieres intentarlo con una?-

-Claro- me contestó. Le indiqué como tenía que hacerse.

- Los chicos del club de fotografía son muy simpáticos y desde luego te imagino aquí por las tardes-

-No recordaba lo divertido que es y lo que me gusta. Quizá debería pasarme más a menudo-


Ross se giró hacia mi sonriente cuando la foto quedó completa. Aparecíamos los dos mirándonos el uno al otro en vez de a la cámara. Él había pasado su brazo hasta mi cintura en la foto y yo apoyaba la mano en su pecho mientras nos preparábamos para la foto.

Nos miramos en la semi oscuridad. Sentí mi corazón desbocado en el pecho y me pregunté tontamente si él podría escucharlo. Él dejó la foto nerviosamente y acortó el poco espacio que había entre nosotros. Acercó sus manos a las mías suavemente y las entrelazó tirando levemente hacia él, haciendo que diese un pequeño paso. Estaba a menos de cinco centímetros de él y parecía que sus ojos querían decir muchas cosas.

-Laia- su mano fue subiendo recorriendo mi brazo- No te puedes imaginar lo mucho que me gusta estar contigo- su brazo llegó hasta mi hombro al descubierto y él se entretuvo con una caricia que me envío pequeñas corrientes eléctricas por la piel haciéndome estremecer.- No haces más que sorprenderme y siento que lo único que puedo hacer es observarte, me gusta ver como te colocas el pelo cuando estás nerviosa y como miras con cariño a la gente que quieres, me gusta cuando me miras a mi con cariño...- alcé mi mirada respirando una bocanada de aire que él había soltado segundos atrás. Su mano había llegado a mi cara y me acarició con el pulgar la mejilla. Mis nervios parecían estar a punto de romperse cuando él se inclinó hacia delante para besarme. Mis ojos debieron agrandarse de la sorpresa pero mi cuerpo ya se había empezado a mover por sí solo acercándose lentamente a él. Hasta ese momento no me había dado cuenta de las ganas que tenía de besarle, de sentir sus labios sobre los míos y su mano en la espalda. Pero era más que eso. En un loco momento deseé que se volviera a levantar en mi cama todos los días, que me diese la mano a cada momento y que me susurrase al oído lo que le gusta estar conmigo. Mis ojos empezaron a cerrarse solos cuando sentí sus labios a un centímetro cuando un raudal de luz entró por la puerta acompañado de la voz de Evelyn que pareció despertarme de todas mis ensoñaciones. Dí un bote separándome repentinamente de él y mirándo a Evelyn incrédula mientras esta hablaba desde la escalera para que subiésemos alegando que Oliver que se asomó detrás suya acabaría de revelar las fotos. Nos quedamos los dos quietos mirándola. Yo aún estaba abrumada por todas las sensaciones. Quería que Ross volviera a poner su mano en su mejilla y que la tratase de nuevo con tanta delicadeza. Noté como mis labios anhelaban los de Ross aún más que antes.

-¡Venga, vamos! ¿A qué esperáis? Laia, ¿recuerdas que los chicos querían pedirte algo?-

Parpadeé dos veces saliendo completamente de mi ensoñación y miré a Ross que parecía desconcertado. Me miró y vi como las mejillas se le ponían rojas y supuse que a mi me estaba pasando lo mismo.

-Será mejor que subamos- comenté con voz temblorosa.

Él dejó escapar mi mano que aún tenía entrelazada con la suya con cara de decepción y luego se encaminó delante mía hacia arriba sin una palabra. Mientras subíamos las escaleras no pude parar de mirar su espalda e intentar volver a la normalidad que, al parecer eran dos actividades incompatibles porque estoy segura de que salí por esa puerta roja como un tomate.

Estaban todos sentados alrededor de la mesa y agaché la cabeza para cubrirme con mi propio pelo mientras iba hacia mi asiento de siempre. Ross gracias al cielo se sentó dos asientos más allá. Al menos ahora podía intentar que el corazón me volviese a su sitio. ¿Qué acababa de pasar? Ross iba a besarme.Dios mío.¡Ross iba a besarme de verdad! Me acomodé en la silla evitando sobre cualquier cosa mirarle y Gabriel carraspeó a mi lado. Le miré y me lanzó una miradilla divertida la cual ignoré completamente.

-Bien Laia- comentó Karina enfrente de mi- lo cierto es que queríamos hablar contigo porque hemos pensado en elaborar una revista mensual para el instituto dirigida por el club de fotografía- habló despacio y con cuidado y noté que era algo importante para ella así que me esforcé por dejar de lado mis estúpidos sentimientos.

- Me parece una idea genial- sonreí alegrándome por ellos- ya hablabas sobre ello cuando estaba en el club ¿recuerdas?-

Ella pareció aliviada de que me acordase.

-Cierto! No me he animado hasta ahora a empezar a hacer que las cosas funcionen. Lo cierto es que los del periódico se han estado oponiendo diciendo que ya tenemos un periódico escolar. Sin embargo todos sabemos que el periódico está regido por los profesores y que en realidad queda muy poco espacio para los alumnos. Sólo hay tres secciones llevadas por alumnos, aparte de la maquetación e impresión. Creo que es necesario que haya un espacio solo para los alumnos con cosas de los alumnos.-

Asentí complacida con la idea. Había sido nuestro sueño desde que ambas estábamos en el club de fotografía.

-He pedido permiso al director y tras muchas reuniones y buscando apoyo de mucho alumnos, me lo ha concedido-

-¡Karina! ¡Eso es absolutamente maravilloso! ¡Eres un genio! -

-Eso mismo dije yo- comentó Ernest orgulloso.

Karina pareció sonrojarse levemente por los halagos pero luego continuó.

- Por el momento nos dejan hacer la revista online... y si tiene exito puede que podamos imprimir los ejemplares en físico.-

Todos nos emocionamos y Karina tuvo que poner silencio de nuevo.

-La revista saldrá todos los meses y será hecha por alumnos para alumnos y bueno, la verdad es que es muchísimo trabajo. Oliver está lleno de exámenes y ya hace demasiado viniendo aquí casi siempre pese a todo lo que tiene que estudiar. Lena está empezando y me ayuda todo lo que puede y Ernest, bueno, es Ernest- el aludido enarcó una ceja- Sabes que tiene un montón de ideas muy originales pero llevarlas a la práctica es más complicado- el chico asintió con la cabeza como si estuviera de acuerdo. - Ahora tenemos a Evelyn y estoy segura de que será de gran ayuda pero también me gustaría pedirte, como un favor si podrías echarnos una mano con todo el asunto-

Se hizo silencio absoluto con todas las miradas sobre mí. Ni si quiera me lo pensé dos veces.

- ¡Claro que os ayudaré! Quiero decir, sabes que era nuestro sueño y has trabajado un montón para que se haga realidad. Sacaré tiempo de donde sea para echarte una mano-

Karina sonrió aliviada colocándose un mechón pelirrojo en su sitio. Todos parecieron empezar a hablar a la vez y me acerqué a ella para poder empezar a ver las cosas.

-Tengo un montón de ideas y muchísima ilusión con todo esto- me confesó.

-Estoy segura de que va a salir genial-

Me dio un abrazo y luego fue a contarle las buenas noticias a Oliver que subía del cuarto oscuro con las fotos en la mano-


Entre el alboroto mi mirada se dirigió hacia Ross que también me miraba. Le sonreí en medio de la sala y él me sonrió de vuelta como si tuviésemos un gran secreto que sólo nosotros conocíamos y que nos hacía especiales. Soñé con sus labios sobre los míos y mis brazos alrededor de su cuello, pero entendí que iba a tener que esperar. Por el momento que solo con mirarme me hiciese sentir especial, era más que suficiente.



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