Último sentimiento (4)

By Oliverde_Liv

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Dos jóvenes que participaron en el servicio militar al tener la suficiente edad. Uno para no estorbar a su he... More

Antes de leer.
|Prólogo|
|Uno|
|Dos|
|Tres|
|Cuatro|
|Cinco|
|Seis|
|Siete|
|Ocho|
|Nueve|
|Diez|
|Once|
|Doce|
|Trece|
|Catorce|
|Quince|
|Dieciséis|
|Diecisiete|
|Dieciocho|
|Diecinueve|
|Veintiuno|
|Veintidós|
|Veintitrés|
|Veinticuatro|
|Veinticinco|
|Veintiséis|
|Veintisiete|
|Veintiocho|
|Veintinueve|
|Treinta|
|Treinta y uno|
|Treinta y dos|
|treinta y tres|
|Treinta y cuatro|
|Epílogo|
¿Ahora...qué?

|Veinte|

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By Oliverde_Liv

Cole fue recibido calurosamente por sus hermanos y por Mateo, como siempre.

El primero en abrazarlo de los dos fue Mateo.

El olor del hombre fue reconfortante. Olía como casa y a recuerdos dulces y lindos de la infancia de Cole.

—Gracias.—Dijo en bajo Cole.

Mateo resopló, apartándose un poco pares mirarle.

—No sé por qué agradeces.—La sonrisa del hombre era tal y como la recordaba Cole: atrayente, confiada, linda y que contagiaba a uno a sonreír de igual manera.

Cole así lo hizo.

Mateo sabía perfectamente cómo tratarle y qué palabras exactas decir, después de todo él había ido a terapia un tiempo cuando padeció mucha inseguridad, depresión y ansiedad. Así que él entendía mejor que nadie a Cole. Tal vez por eso Cole y él habían forjado un lazo tan fuerte. Por otra parte, Sian era psicólogo, así que también conocía maneras para poder comunicarse con Cole y ayudarle cuando sentía que su mundo se reducía a "ser un estorbo sin familia".

—Venga, chicos, dejad a vuestro hermano.—Mateo alejó a Adam, Hayley y a Dylan que trataban de treparse a Cole como monos emocionados por un atractivo árbol.

Cole soltó una risa.

La casa de Mateo y Sian era tan ruidosa y llena de vida.

Su departamento ahora estaba oscuro y completamente en silencio. Queen siempre había sido tranquila y pasaba desapercibida como de costumbre. Se suponía que las mascotas se parecían a sus dueños. Queen lo confirmaba. Así que la ausencia de River era bastante evidente.

—¿Y mi hermano?—Preguntó Cole, dirigiéndose a la sala de estar junto a Mateo. Los niños fueron a sus cuartos de juegos y les dejaron privacidad.

Mateo se dejó caer en el sofá y se colocó las gafas correctamente.

—Está en la piscina con Evie y Harry.—Señaló a la dirección donde se suponía que estaba la piscina.—Creo que tengo una idea de lo que quieres hablar.

Cole miró un poco nervioso a Mateo. No es que le diera miedo, pero no quería decepcionarlo.

—¿Se trata de River?—Cuestionó Mateo cruzándose de brazos y borrando toda sonrisa. Sus ojos azules se veían completamente serios y analizantes.

Cole recordó las pocas pero intensas veces que Mateo le había regañado y había puesto la misma expresión y postura.

—¿Por qué lo dices?—Jugueteó con sus manos inconscientemente y apartó la mirada.

Genial.

Mi reflejo me llamó.—Explicó, refiriéndose a su hermano gemelo.—River está en su casa.

Cole asintió. Un poco aliviado de conocer su paradero. Era una tontería pero Cole consideraba que junto a sus padres estaba más seguro.

Liam Scott tenía bastante seguridad, así que  posiblemente era un buen sitio para quedarse un tiempo sin peligro.

—Oh.—Dijo Cole débilmente.

—River no suele volver a casa de pronto.

Cole también lo sabía.

Así que era bastante probable que hubiese vuelto porque estaba harto de Cole y necesitaba un poco de distracciones y comodidad, ¿y dónde mejor que junto a su familia? Él era un chico de familia.

A Cole le sorprendió que estuviese pensando normal y tranquilamente, sin despecho o rencor.

Frunció el ceño.

Él también era un chico de familia.

Cole miró a Mateo.

Tal vez no llevaba su sangre, pero Mateo le había criado como si fuera su propio hijo, ni siquiera lo trataba como su cuñado, que es lo que realmente eran.

Cole sacudió la cabeza.

¿Qué estaba pasando por su mente?

¿Estaba entendiendo todo a sus veintinueve años?

No...

Se sentía extraño.

—Quise sacar provecho de su situación para verme capacitado e increíble frente a Dante.—Soltó, aún confuso.

Mateo no movió nada, se quedó en la misma posición y no dijo nada.

—¿Podrías dar más detalles?

Cole se masajeó el brazo, dudoso.

—Me acerqué a él, lo protegí...No porque él me interesara o preocupara como tal, sino solo para-

Mateo levantó la mano, callándolo.

—Ya entiendo.—Asintió, se pasó una mano por la barbilla.—Y River se enteró.

Cole se encogió.—Básicamente.

Mateo volvió a asentir.

—River siempre ha tratado de acercarse a ti.—Dijo Mateo. Cole no necesitaba que se lo dijeran.—Es un chico que desde su nacimiento ha sido amado, mimado y cuidado; que tú lo rechazases debió ser muy confuso para él.

Cole no dijo nada, simplemente oyéndole.

—Imagínate que tienes cuatro años y un niño al que le ofreces una piruleta con todo tu cariño e inocencia te mira con desprecio y se aleja lo más posible.

Cole iba a decir algo pero...No tenía justificación.

—Tú tienes la frustración de no compartir mi sangre y de no haber salido de Sian.—Mateo dijo y Cole se avergonzó. Que lo dijera en alto era horrible.—River siempre tuvo la frustración de no entender por qué lo odiabas.

—No lo odio...Simplemente...No...

Cole no sabía qué decir. Hasta él podía decir  que no tenía sentido. Pero...Se había pasado toda la vida odiándolo, pensando mal de él y juzgándole, no sabía hacer otra cosa. Y él detestaba los cambios, le daba miedo lo desconocido. Las cosas eran como eran...Aunque supiera perfectamente que nada permanecía igual para siempre.

Pero claro que sí había cambiado algo.

Había sido capaz de conocer aquel chico un poco. River Scott era humilde, fuerte, orgulloso y tenía metas claras en la vida. No era como había pensando que era, y ahora...Le había decepcionado y Cole se sentía pésimo.

—River habrá pensando que por fin podríais ser amigos, después de todo, pero al final solo lo usaste.—Mateo dijo verdades como puños.—Deberías tratar de acércarte a él y pedir disculpas.

Cole suspiró.

—Ya lo hice. No quiere hablar.

Mateo dejó escapar una pequeña risa.

—A veces no hay que hablar, sino actuar. Las acciones, los hechos dicen más.

Cole lo pensó un poco.

—Me van a trasladar y no voy a saber nada de él...Es un poco tarde.—Cole se puso negativo.

Mateo se inclinó y se apoyó en sus rodillas, observando a Cole.

—¿Realmente quieres que te perdone?

—Sí.

—¿Por qué?

Cole abrió la boca y no supo qué decir.

¿Por qué?

Porque alguien como River no debió haber recibido aquello. Él había hecho mucho por Cole y él le devolvía de una manera un poco rastrera...River merecía una disculpa y un mejor trato.

River era un ejemplo a seguir. No alguien despreciable que merecía desprecio y juzgas. Cole estaba mal. Todo el tiempo lo estuvo. Quería, por lo menos, remediar un poco las cosas. Calmar su conciencia y brindarle algo de cercanía a River.

—Bien.—Mateo sonrió, un poco sospechosamente.—Entiendo.

Cole no había dicho nada pero parecía ser que Mateo comprendía lo que estaba pensando. Odiaba que Mateo le leyese el rostro y descubriera sus pensamientos utilizando su don como abogado. Cole no era un acusado, aunque sí culpable.

—No te olvides que es mi sobrino.—Señaló Mateo levantándose enérgicamente.—Y somos todos familia. Vamos a visitarlos.

Cole lo miró sobresaltado.

—¿Qué? No.

Mateo dio una palmada asintiendo.

—No, Matt...No p-

Mateo lo ignoró y se dirigió al patio trasero a informar a Sian.

Cole se quedó de pie, nervioso.

Oh...Bueno.

(...)

River realmente adoraba el campo. El bosque. La montaña. Era todo tan...Tranquilo y verde. Olía a naturaleza y el aire era más puro y fresco.

Él posiblemente cuando fuese más adulto y quisiera establecerse y asentarse, conseguiría una casa en un lugar campestre. Rodeado de árboles y hierva. Sin el ruido de la civilización, únicamente de los animales e insectos. No eran la gran cosa. Se podía aprender a vivir con ellos.

Él quería una cabaña así como la que tenían sus padres. Era grande, y aunque lastimosamente se había tenido que talar algunos árboles, era siempre mejor que vivir en la ciudad y contaminar el doble.

El atardecer era bonito en un lugar así, y cuando el sol desaparecía aún más. Se podía apreciar aún más las estrellas.

River dejó de correr rápido y comenzó a trotar más lentamente, disfrutando de su último kilómetro antes de llegar a casa.

Su piel se sentía fresca aunque tenía un poco de sudor; su nariz y pulmones se sentían limpios y amplios y su cuerpo estaba gratamente cansado y ejercitado.

Nada como el descanso en el bosque.

Cuando avistó las luces de la casa, empezó a caminar y se sacó la camiseta para limpiarse el rostro.

River notó que había un coche de más estacionado.

¿Visita?

River bufó.

Se suponía que era una escapada familiar. ¿Y ahora había intrusos? Genial. Simplemente genial.

Él entró, agarrando una botella de agua que había dejado preparada en la entrada y caminó a la sala de estar.

Él estaba en su casa, nadie podría regañarle por ir sin camisa. Estaba en todo su derecho.

—Oh, ven, pequeño.—Su papá fue el primero en hablarle.

Pero River conectó miradas con otro nada más entrar.

Bajó lentamente su botella mientras miraba al chico pelinegro con grandes ojos verdes que también lo observaba. River se convenció de que era verdad y no una ilusión cuando Cole se rio levemente por algo que dijo Mateo.

River no lo escuchó.

Sus oídos estaban sordos por la molestia que empezaba a reinar en su cuerpo.

¿Qué hacía él aquí? En su casa. Con su familia.

Tenía que ser una broma de muy mal gusto.

¿Esto es como le estaba pagando? ¿Así le devolvía los años en los que River trató de acercarse y él se alejó? ¿Ahora era al revés? No lo podía creer y también empezó a entender a Cole de joven.

—Estás enorme, chico—Su tío fue el primero en levantarse a abrazarlo.—Mira estos músculos.

Rubén asintió orgulloso de su primogénito.

—Se parece cada vez más a Liam.—Sian habló, estudiándolo.

River también se dejó abrazar.

—Hola.—Cole saludó.

River no le respondió ni sonrió, únicamente le aceptó la mano antes de separarse y dar varios pasos lejos de él.

El rubio no se perdió la mirada que se dieron Mateo y Cole, y se cuestionó a qué se debía.

—Habéis venido con todo el equipo.—River se acercó a los tres niños que estaban detrás del sofá jugueteando con sus cosas.—Faltan cuatro.

River los contó.

—Dean está ocupado con su vida universitaria.—Explicó Sian.

—Oh, recuerdo esos tiempo.—Dijo Mateo mirando el techo.

Sian lo miró de reojo y Mateo sonrió, antes de darle un beso en la mejilla.

Mmm, cosas que solo ellos entenderían. Supuso River. Él no había ido a la universidad, así que no lo comprendía. Aunque se hacía una idea sobre cómo era por las películas o los libros, si es que tenían algo de verosimilitud.

River tenía entendido que ambos gemelos conocieron y estuvieron con sus respectivas parejas en el instituto, así que...¿Cómo habían disfrutado de la universidad?

River tenía preguntas sobre Sian y Mateo. Sus padres por otra parte, se conocían desde siempre, básicamente.

Ya averiguaría.

—A Alessa no le gusta el campo y se quedó en casa con una amiga para preparar un examen. Harry está arriba con tu hermano. Y Adam con tu hermana.

River asintió.

—¿Y qué hacéis aquí?—Preguntó, tratando de amablemente.

No es que odiaría que estuvieran ahí, pero River había venido, como tradición, con sus padres y hermanos. Era algo que hacían siempre que River volvía de alistarse.

—Mi reflejo me comentó que habíais venido a la cabaña de Liam, y como esta casa nos trae buenos recuerdos,—Mateo miró a Sian con ternura.—decidimos unirnos. Una escapada totalmente familiar, como los viejos tiempo.

—Faltan Lucas y Darío.—Señaló Liam.

—¿Dónde están los abuelos?—Preguntó Evie, poniéndose de pie con sus pequeñas piernas.

—En casa, cariño.—Mateo le respondió.—Ya no están para estas cosas.—Se giró hacia Liam.—Igual que tú, vejesterio.

Los adultos se rieron pero River no. Aún un poco incómodo, teniendo en cuenta la presencia de cierta persona en su salón.

—Ya quisieras verte como mi marido a su edad.—El papá de River defendió a su otro padre.

River sabía que su padre se veía bastante bien a su edad. Y en eso lo admiraba.

Por eso River se ejercitaba y cuidaba bastante de su salud y su piel. Quería tener la de edad de Liam, y lucir mejor, incluso.

—Iré a ver a Tristan y a Mía.—Señaló River y no esperó que dijeran nada, solo se marchó escaleras arriba.

~

La noche ya había entrado cuando River terminó de ducharse y de ponerse al día con su hermano y Harry, y después de haber molestado a su hermana pequeña y a su primo menor.

Era una amplia familia.

Adoraba a su numerosa familia y su multitud de primos. Siempre habían sido unidos por, precisamente, las veces que Mateo iba a visitar a su hermano gemelo y a su cuñado.

Era más frecuente que fueran Mateo y Sian quienes iban a visitarlos, pues su padre, Liam, con el paso del tiempo fue haciéndose más reconocido, y por privacidad a sus tres hijos, tenían bastante precaución con salir.

De cualquier manera, River y sus hermanos tuvieron una gran infancia. Sus padres se habían encargado de eso y era a lo que River aspiraba.

Él quería una familia así. Unida, cariñosa, formada con amor y confianza. Quería eso.

Cuando bajó las escaleras se encontró con Mateo saliendo de otra habitación de la zona izquierda.

—Sí, verdaderamente te pareces a Liam.—Repitió, mirándole un poco sorprendido.

River sonrió.

Muchos le habían dicho eso, sobre todo sus abuelos, que eran quienes habían conocido a Liam cuando tan solo era un adolescente. Y por supuesto que River lo sabía, de los tres hijos de Liam y Rubén, el único rubio era él. Su hermano tenía el pelo castaño y su hermana pequeña tenía un color cobrizo que hacía cuestionar si eran realmente los tres hermanos. Tristan tenía los ojos verdes de papá Rubén mientras que Mía tenía los ojos de Liam. De los tres, River era una copia a su padre Liam y se fue pareciendo más, a medida que crecía. Si no fuera por sus ojos azules y las pecas que bañaban su nariz, sería su versión joven.

—Estás tan mayor.—Mateo le dijo.—Comandante a tu edad. Veo que has sacado todo de tu padre, eres bueno en todo.

River se encogió de hombros, sintiéndose tímido. No le gustaban los halagos repentinos. No sabía cómo reaccionar ni qué decir. Casi prefería que lo insulten, él así era capaz de responder.

—No diría eso.

—Oh, no tienes ese ego que tengo yo o tu padre.—Sonó lastimado.—Qué pena.

—A momentos.

Ambos bajaron las escaleras.

Los niños ya no estaban, así que supuso que Mateo estaba acostándolos y dejándoles descansar.

—¿Cuánto tiempo os quedaréis?—Preguntó River observando el panorama.

Los adultos ya tenían bebida en sus manos y parecían ya acalorados y muy risueños.

—Toda la escapada.—Mateo le dio dos palmadas en la espalda, sonriendo.—Hay tiempo de sobra.

Y dicho eso, se fue junto a su esposo y lo dejó confundido.

¿Tiempo para qué?

River agarró una cerveza y se sentó entre sus padres, quienes lo rodearon un momento. No le daba vergüenza que a su edad aún fuera consentido mientras era visto por todos. Eran sus padres, y nunca se avergonzaría de ellos.
No los veía en bastante tiempo, así que cuando volvía a casa todo era abrazos y besos.

Con el paso de minutos, y los cambios de conversaciones, River estaba en el límite. Quería evitar mirarlo pero se volvía cada segundo más insoportable.

Estaban en el mismo espacio, maldición, era tan intenso el impulso de obsérvalo que casi dolía.

A la mierda.

Él dio un trago y desvió su mirada de Sian, el cual estaba contando alguna anécdota, para ponerla al otro extremo del otro sofá.

Cole estaba bebiendo.

Era de esperarse.

Pero...

Eso significaba una cosa.

Estaban en familia, no pasaría nada, pero aún así...

River dio un largo trago y se obligó a que no le debía importar.

Su hermano le cuidaría.

—¿Y para cuándo el siguiente?—Preguntó Ben, sacudiendo las cejas.

River sonrió levemente, esperando la respuesta.

Él disfrutaba de sus primos. No se quejaría si le dieran otro.

—No más.—Negó Mateo.

—Queremos centrarnos en los hijos que ya tenemos y ocuparnos de la asociación—Aclaró Sian.—No entra en nuestros planes más hijos.

Liam asintió.

—A Matt no le gustaban los niños.—Ben señaló de repente.—Y ahora resuelta que tiene siete hijos, ¿qué le hiciste, Sian?

River observó a la pareja con diversión.

Mateo rodó los ojos, sonriendo con vergüenza antes de esconder su rostro detrás de Sian.

River quería un amor así.

—En mi defensa diré que mi marido en la cama es el mejor.—Mateo admitió.—No pude resistirme.

Liam y Rubén vitorearon.

River miró de reojo, un segundo, a Cole. Este también le estaba mirando con una sonrisa, debido al momento.

River no quitó tampoco la sonrisa.

Él estaba feliz. Escuchar historias y conocer más a su familia era interesante. Era lo bueno de crecer. Y no iba a permitir que nada ni nadie le arruinara el momento.

Solo que lucía sonrojado, brillante y suave. Cole se veía tan bonito que le molestaba.

River se llevó inconscientemente la uña a su boca. Nervioso.

—¿Y vosotros?—Preguntó Sian, en dirección a Ben y Liam.

Liam resopló.

—Nosotros nada.—Sacudió la cabeza.—Sinceramente con uno era suficiente.—Despeinó a River.—Pero este hombre de aquí, —peñizcó a Rubén por detrás.—quiso una niña. Así que ya tengo tres herederos y son más que suficiente.

River rodó los ojos.

—¿Y tú, River?—Mateo lo miró a él.

River se encogió de hombros. Todos atentos a él. Oh...

Él tenía una respuesta pero de pronto se sintió intimidado.

—Primero quiero enamorarme, asentarme y luego los hijos.—Confesó.—Quiero hacer las cosas bien.

Todos soltaron sonidos de ternura.

Idiotas.

—Yo me quedé embarazado de Dean en un descuido.—Comentó Sian, de pronto.

—Yo de River también.—Apoyó Ben.

—Nuestros padres también.—Mateo recordó señalando a Ben.

—Así que, hijo, viene de familia.—Dijo Liam, en un tono que decía: Vete haciéndote a la idea de que tendrás un hijo cuando menos te lo esperes.

Qué agoreros.

—No es mi culpa que seáis como animales en celo que no sepáis cuidaros ni que sepáis cuándo es el momento adecuado.

Sian soltó una risa irónica.

—Es fácil decirlo.—Miró a Mateo.—Vivirlo es otra cosa.

River hizo una mueca,  ahora un poco hostigado de tanto amor.

Suficiente.

Él se levantó.

—Bien, pues mi poca experiencia en el amor y yo, nos vamos.—Dijo, dio un beso a sus padres y empezó a alejarse.—Tened buena noche y no bebáis demasiado.

Ignoró las despedidas y se dirigió a las escaleras.

—Yo...no me siento bien.

Esa voz sí que no la pudo ignorar.

Él empezó a subir lentamente las escaleras.

—¿Quieres que te vaya a dejar a la habitación?—Mateo preguntó.

—Por favor.—Fue la respuesta de Cole.

River se apresuró a ir a su habitación.

Era obvio que Cole acabaría así.

(...)

Cole se miró en el espejo y empezó a dudar.

Cómo sea.

Salió de su habitación una hora después y escuchó risas abajo.

Seguramente se quedarían hasta tarde o hasta que no pudieran más bebiendo, así que él tenía tiempo. Ellos tenían tiempo.

Había buscado una oportunidad para quedarse a solas con River y definitivamente esta era una perfecta.

Todos pensarían que River estaba durmiendo y que Cole estaba tratando de sobrevivir a la ebriedad, cosa que no podía ser más fingida; nadie les molestaría. Y River no podía huir.

Él caminó hasta el pasillo donde se suponía que estaba la habitación del rubio y abrió la puerta sin tocar.

Él no dijo nada pero el dueño de la habitación parecía haberse percatado de su presencia.

Fueron solo unos segundos en los que nadie habló.

—¿Qué haces aquí?—River fue el primero en hablar y se incorporó en su cama. Parecía que iba a encender la lámpara cuando Cole lo detuvo.

—Yo que tú no lo haría.

River se quedó quieto.

—¿Por qué? ¿Qué quieres?

Cole caminó hacia él lentamente a lo que River parecía tensarse.

Fue divertido. Parecía que el rubio estaba asustado y no sabía qué hacer más que echarse más hacia atrás en su gran cama.

—Quiero hablar contigo.—Cole se encogió de hombros.

River suspiró y sacudió la cabeza.

—Sabía que no estabas borracho.—Murmuró.—Puede que ellos te hayan creído pero yo he vivido contigo. Sé cuándo mientes. Aunque bueno, solo mientes. Con tu boca solo sabes hacer eso.

Cole rodó los ojos aunque River no pudiera verlo con claridad. Solo entraba la luz de la luna suavemente en la habitación permitiendo ver todo pero oscuro, los detalles pasaban desapercibidos.

—Sí, bueno. Es la única manera que tengo de hablar contigo. En tu casa, en tu habitación, en tu cama.

River levantó una mano indicando que se detuviera.

—No tenemos nada que hablar.

Cole se quedó a pocos pasos de la orilla de la cama y miró el techo en un falso intento de pensar.

—Yo creo que sí. Sé que te he lastimado, y por supuesto sé que no estuvo bien lo que hice, pero...Sinceramente, no puedo dejar de pensar en ti, molesto conmigo. Y eso me inquieta.

River permaneció en silencio y ahora Cole estaba maldiciendo por no haberle dejado encender la lámpara para así verle el rostro. No obstante, era mejor así, sin verse las caras, sin saber las reacciones.

Estaba seguro de que si había luz no sería capaz de disculparse ni de hacer lo que quería hacer.

Era vergonzoso. La oscuridad le daba valentía.

—Dijiste que nuestros caminos debían separarse, como se suponía que debía ser.—Recordó Cole, iniciando el recorrido nuevamente.—He llegado a la conclusión de que ambos nos equivocábamos.

Debido a la cercanía y a la tenue luz, el rostro de River ahora era perceptible. Tenía la boca abierta, sorprendido y estático.

Sí, bueno. Cole tampoco sabía qué estaba haciendo. Solo se estaba dejando llevar. Luego se cuestionaría las cosas.

—¿Qué quieres decir?—River habló bajo, su voz salió ronca y dura.

Algo en Cole tembló.

Él se subió a la cama.

—Que siempre he tratado de alejarte de mi vida.—Empezó.—Pero siempre, de una manera u otra, nos volvemos a encontrar.—Él arrastró sus rodillas para acercarse a River, este no se movía.—Tal vez habría que aceptar nuestro destino.

River estaba más bajo que él, dado que estaba sentado, así que sus ojos se alzaron para observar a Cole. El pelinegro levantó sus manos para agarrar el rostro de River y sus miradas se unieron.

Cole se mordió el labio recorriendo con la mirada las facciones del joven.

—¿Destino?—Preguntó ingenuamente, River.

Cole movió sus manos al cabello dorado de River.

—Deberíamos dejar de evitarlo.—Murmuró y se subió encima de River, a horcajadas de él.

River se tensó pero siguió mirando a Cole desde abajo. Era un milagro que no le hubiera empujado lejos desde hace rato, eso significaba algo. O es que estaba demasiado sorprendido como para reaccionar.

—Estamos igual de mal.—Cole se acercó a su oído para hablar despacio.

Las manos de River se posaron las caderas de Cole y este se obligó a no soltar algún sonido que le hiciera avergonzarse aún más.

—Creo que todo se debe a esa estúpida e innecesaria tensión que hay.—Cole alejó su rostro para volver a mirar a River.—Deberíamos acabar con eso.

Los ojos, en ese momento, oscuros de River miraban entre los de Cole y su boca, no podían estarse quietos.

—¿Qué propones?

Cole sonrió y ladeó la cabeza.

—Considero que ambos tenemos algo en mente.

River se contagió por la sonrisa pícara de Cole.

—Eso no va a solucionar nada, ángel.—Por la mañana volveremos a odiarnos, y nada cambiaría.

Cole tarareó, su mano recorriendo el pecho desnudo y fuerte de River. ¿Por qué dormía desnudo? Casi parecía una jodida invitación.

—Probablemente no, pero estoy harto de sentirme caliente y excitado cuando bebo un poco y te veo, o cuando estamos a solas, o cuando estás cerca y tus manos no están en mí.—Admitió molesto.

Y era verdad. Se sentía casi una tortura estar al lado de River y no poder tocarlo de alguna manera, ya sea para golpearlo, molestarlo o acariciarlo.

—Quiero quitarte de ese modo de mi cabeza, Riv.—Soltó cerrando los ojos y apoyando su frente en la de River.

El rubio empezó a respirar pesadamente y algo debajo de Cole empezó a tomar forma y más tamaño.

Cole se estremeció imaginando. La poca ropa de dormir era tan importuna en ese momento donde solo quería sentir piel con piel para calmar aquel fuego que estaba abrasándolo. Era insoportable.

—Podemos fingir ser otras personas.—Dijo tembloroso, las manos de River apretando su cuerpo.—Solo tú y yo, en esta cama, a la luz de la luna. Dos desconocidos que quieren sentirse.

Él empezó a mecerse sobre River, lentamente, en una horrible tortura, como si estuviera auto castigándose.

Si River lo rechazaba ahora, él iría a conseguir cualquier otra persona para hacerlo. Aunque estuviera en el medio de la nada. Alguien habría. No le importaba.

Salvo que sí lo hacía, él quería a River. Quería que aquel mocoso insolente, terco e idiota lo besase hasta dejarlo tonto, sin saber quién era, que lo abrazara fuerte y sentir su cuerpo pesado sobre el suyo. Quería jalar ese cabello rubio al sentir placer y quería que sus ojos azules estuvieran fijos en él y vidriosos por el gozo que estaba sintiendo debido a él.

Solo quería acabar con aquel sentimiento extraño que los estaba persiguiendo para continuar con su vida. Ponerle un stop y terminar con todo. Volver a como era antes, a no saber nada del otro, sin importarle la existencia del otro y a odiarse mutuamente.

—Hay gente abajo.—Murmuró River, metiendo su nariz en el cuello de Cole, oliéndole.

Cole se encogió, su piel estremeciéndose. Él ladeó más la cabeza para permitirle un mejor acceso.

Las manos de River empezaron a ascender por la espalda de Cole por encima de su camiseta.

—Están demasiados ocupados para pensar en nosotros.—Cole se mordió el labio cuando River empezó a besar y mordisquear su piel.

—¿Y si alguien va a ver cómo te sientes?—River mordió con más presión una área y Cole jadeó inevitablemente. Si quedaba marca, no le importaba en ese momento; tal vez mañana por la mañana lo haría.

—No me importa.

River soltó una pequeña risa e hizo que Cole se sentara más sobre su notable erección para sentirlo.

Cole abrió la boca pero no supo qué decir.

—Vaya, ángel, eres realmente un demonio.—Respondió River, divertido.—Eres bastante rebelde, ¿quién podría imaginarlo? ¿Te excita esto?

Cole agarró con fuerza el pelo de River y le miró seriamente.

—Me excitas tú.

River sonrió más ampliamente y Cole pensó en que estaba loco. El agarre no debería ser agradable y era probable que le doliera, pero aún así River estaba sonriendo como un imbecil.

—Me haré cargo, entonces.

Y se abalanzó contra la boca de Cole.

Sí, gracias.

Cole gimió al sentir la boca caliente y húmeda de River después de lo que parecía una jodida eternidad. No tardaron mucho en abrir sus respectivas bocas y permitir que la lengua del otro invadieran sus cavidades. Se sentía bien. Cole tanteó torpemente el cuerpo de River para sentirlo aún más cerca pero este llevó las manos de Cole hacia atrás y las mantuvo contra su espalda con una mano.

La mano sobrante del rubio se dirigió hacia la nuca de Cole para atraerlo más contra sí y devorarle la boca. Porque se sentía así, ambos estaban besándose como si no pudieran tener suficiente. Era la maldita sed que trataban de saciar.

Cole se sintió débil, pequeño, dócil y virginal en ese momento. Sin embargo, sus caderas se movieron inconscientemente sobre River. Como sus testículos se contrajeron con el roce, sintiéndose estimulados y River debido a la fricción en su miembro, ambos gimieron en la boca del otro.

—Eres increíble.—River murmuró antes de morderle el labio a Cole.—Estás tan impaciente.

Cole no pudo decir nada, embriagado por los besos de River y por la situación.

—¿Por qué has venido tan vestido?—Maldijo River soltándolo y metiendo sus manos por la camisa grande que llevaba puesta Cole.

—No es mi culpa que tú duermas con nada.—Se rio.

—Parece que lo estás disfrutando, de todos modos.—River se apoyó en el cabecero permitiendo tener una mejor vista de su cuerpo desnudo, solo por los calzoncillos, con orgullo.

Cole definitivamente aprovechó y disfrutó de las vistas.

—Y tú vas a disfrutar de desnudarme.—Se encogió de hombros, sabiendo cómo provocarle.

River lo miró de arriba abajo y Cole se sintió tímido. Maldición. Odiaba eso. No entendía por qué se sentía así. Él ya tenía una edad pero ante la mirada intensa de Scott se ponía ridículo.

—Lo haré.—Dijo River.—Pero prefiero que te desnudes tú, para mí.

Cole no podía creer que estuviera hablando en serio.

No era pudoroso pero...Pero.

—Pensé que estabas seduciendome como disculpas.—River soltó.—Deberías complacerme.

Eso molestó a Cole pero, de nuevo, no estaba en posición de reclamar. Además, había algo en el tono de River que aunque intentara reducirlo o lastimarlo, también lo hacía por dar morbo al asunto.

—Eres un idiota.—Cole dijo pero empezó a subirse la prenda de ropa.

River observó fijamente.

Cole sentía la cara arder.

Una mano empezó a acariciarle el muslo y se introdujo por su pantalón corto de dormir.

Cole trató de no detenerse y seguir quitándose la prenda por completo pero la mano de River le agarró una nalga desnuda y apretó con fuerza sorprendiéndole.

—Muy bien.—Dijo River masajeando su culo ahora con dos manos y levantando sus caderas para rozar más sus partes.

Cole se terminó por quitar la camisa y la lanzó a alguna parte de la habitación.

—¿Sabes qué quiero ahora?—La mano de River se posó en el rostro de Cole y su dedo gordo se introdujo en la boca de Cole.—Quiero que me la chupes.

Cole lamió lentamente su dedo dándole una pequeña anticipación de lo que sería si le diera una mamada.

No se suponía que debería ser así. Debía haber sido una cogida rápida y sucia. No tenía que haber preliminares y palabras. Pero, como siempre, River le sorprendía.

Y no le disgustaba.

—Nunca he hecho una mamada.—Confesó, un poco incómodo, odiaba no tener tanta experiencia pero tampoco quería fingir que sí la tenía.

River levantó las cejas y aunque Cole esperaba que se burlara, no lo hizo.

—¿Y quieres intentarlo?

A Cole le dio ternura.

Pero por supuesto que quería.

Quería sentir aquel miembro en su boca, quería darle placer con ella y tal vez hacer que se corriera en ella gracias a él. Sería un gran aliciente para su ego.

Cole no respondió nada y se deslizó hacia abajo.

—Primero quítate esos absurdos pantalones, y levanta tu cadera mientras me la chupas.

Cole obedeció fácilmente. Hasta él mismo estaba impresionado de lo pasivo y sumiso que se volvía en la cama. Y con River.

Él le bajó el calzoncillo y el miembro que estaba semi duro, se volvió completamente tieso y largo en su mano. Con la luz reflejada la punta brillaba indecentemente por el presemen de la excitación.

Cole se había burlado alguna vez de ese miembro pero realmente estaba bien capacitado y no tenía de qué avergonzarse. Sin embargo, eso no decía mucho, el chico era joven y tal vez no sabía cómo usarlo.

Él empezó dando una pequeña lamida a la punta.

Miró desde abajo a River mientras daba otra larga lamida desde la base hasta punta.

River lo miraba impasible pero su nariz se estaba hinchando, mientras respiraba con dureza.

A Cole le habían dado mamadas alguna vez, así que únicamente hizo lo que le habían hecho él. Se introdujo la punta a la boca y empezó a mover su lengua en el interior lentamente al principio, probando y saboreando, para después acelerar el ritmo. River jadeó cuando ahuecó sus mejillas y succionó a la vez que lamía. 

Algo debía estar haciendo bien.

Los hombres eran tan básicos.

—He deseado mil veces callar esa boca arrogante de esta manera.—Dijo River, con un tono de voz rígido.

Cole no respondió y su mano se dirigió a las bolas tensas. Empezó a masajearlas mientras introducía más del miembro en su boca.

Cole podía jurar que River estaba temblando y que su miembro parecía ponerse más duro cada vez, pero no lo sabía. Su mente estaba nublada. Se sentía drogado.

Cole iba a continuar con su labor cuando River lo apartó, dejando escapar un plop.

—Realmente eres muy malo.—River parecía sonrojado y muy excitado.

Cole sonrió.

—Claro, y por eso casi te vienes en mi boca.—Lo molestó.

—En mi defensas diré que hace mucho que no me hacen un oral.

Cole asintió, sonriendo.

Le asustaba un poco que estuvieran hablando más de lo que debían y que estuvieran compartiendo risas que no correspondían.

No importa.

Se convenció de que no era relevante en ese momento.

River lo atrajo para sí y unió sus bocas nuevamente. Cole supuso que a River no le asqueaba después de haber hecho un oral, pues al final y al cabo, era su propio miembro.

Las manos de River se dirigieron al trasero desnudo de Cole y sus dedos tantearon la entrada húmeda del mayor.

River se apartó y miró sin entender a Cole.

—Me he preparado ya.—Murmuró explicando Cole, tímido.

River siguió mirándole a la vez que introdujo un dedo para confirmarlo.

Cole se sacudió por la repentina intrusión y continuó con su vista en River.

—Maldita sea, Cole.

Había algo íntimo en la posición en la que estaban: Cole a horcajadas de River, sus rostros al mismo nivel y el hecho de que se estaban mirando el uno  al otro...

De nuevo, Cole pensó en que sería algo rápido, impersonal, de espaldas, sin mirarse ni decir una palabra...Pero todo era al revés. Cole sabía perfectamente quién lo estaba besando y quién estaba introduciendo dedos dentro de él lentamente para comprobar que estuviera lo suficientemente dilatado para recibirlo.

Era River Scott. Comandante de su Ejército. Sobrino de su "padre".

Sonaba y parecía algo equívoco, pero se sentía tan bien a la vez que no lo pensó dos veces.

—¿Por qué sonríes?—River lo hizo también mientras observaba la boca de Cole curvada hacia arriba.

Cole no se había percatado de que estaba sonriendo.

—No lo sé. No importa.

Era imposible hacer de aquello algo sin importancia y rápido.

River no era así.

—Podría servir.—Sentenció River cuando introdujo su tercer dedo.

Cole nunca había tenido sexo con un hombre pero había experimentado por su cuenta, así que se convenció de que estaba listo para aquello.

River alineó su miembro en la entrada de Cole y empezó a empujar...

Cole soltó un pequeño gemido sintiendo como su apertura se rompía y estiraba para permitir entrar al miembro de River.

River esperó un momento para que se acostumbrara a la punta pero algo cambió en su rostro y sacó su miembro en seguida.

Cole lo miró perdido y confundido.

—¿Por qué lo sacas?

River soltó una risa entre dientes y se inclinó a su mesilla. Abrió un cajón y sacó algo.

—No creo que tener un hijo ahora nos convenga.—Dijo mostrando el preservativo y sacudiendo la cabeza.—Y mucho menos después de haber hablado con orgullo ahí abajo.

Cole se sintió estúpido.

Se había olvidado de algo tan importante.

Estaban dándole la razón a Sian y no siquiera se estaban dando cuenta.

—Listo.—River se colocó el condón y agarró las caderas de Cole.—Móntame.

Cole no dijo nada.

Situó la punta nuevamente en su entrada y empezó a deslizarse lentamente. El lubricante del preservativo fue bastante de ayuda pero el ardor y estiramiento aún eran obvios.

River abrió la boca mientras miraba como Cole se hundía en su miembro.

—Estás muy apretado, relájate. Te puedes lastimar.

—Tal vez quiero que me lastimes.—Dijo Cole, aún sentándose en el falo del rubio.

River se tapó el rostro y volvió a reír.

—No pensé que fueras así en la cama. Estoy...Sin palabras.

Cole sonrió, emocionado.

—Por fin te he dejado sin saber qué decir.

River asintió e hizo que Cole se sentara por completo, empalándole en su totalidad.

Cole abrió la boca y soltó un quejido. Se sintió completamente lleno. Sus paredes se cerraron en el miembro caliente y largo que se encontraba en su interior.

Él tembló, sintiéndose extraño. No había espacio en él que no se sintiera estirado hasta el límite.

No se comparaba con un juguete de plástico. Aquel era real. Se adaptaba de mejor forma en su agujero.

—Y tú pareces que aún puedes decir mucho.—Dijo River lamiéndose los labios, disfrutando de la reacción de Cole.

Cole se quedó quieto mientras trataba de acostumbrarse al tamaño.

—Te odio.—Dijo Cole inclinándose para agarrar el pelo de River con una mano y con la otra apretó su cuello.

Fue divertido, y excitante tener así a River. Tenía algo irónico.

—Sí, lo sé.—Respondió River y apretó con fuerza las caderas de Cole, el agarre fue doloroso pero el pelinegro no se quejó, al contrario, gimió cuando aquello hizo que el pene en su interior se moviera.—Yo también.

Cole besó a River con dureza mientras este empezaba a mover sus caderas con rapidez, apuñalandole por dentro sin descanso. El ardor fue desapareciendo y algo dentro de él vibró gozoso y estimulado.

Comenzó a gemir torpemente y sin vergüenza.

River le tapó la boca y siguió embistiendo cruelmente.

Cole estaba lloroso por el placer y ya ni siquiera oía nada del exterior. Ni siquiera le importaba que hubiese gente en la planta de abajo.

Pff, cómo si pudieran escucharles, era una gran casa de bosque. Una humilde mansión.

—Silencio.—River siguió dándole sin descanso, sin preguntarle y sin dejarle reaccionar.

Cole tenía dificultades para respirar por el ajetreo que estaba siendo sometido su cuerpo pero estaba disfrutándolo. No le importaba que a sus pulmones no le estuvieran llegando aire.

Hasta que fue suficiente y empezó a percatase de que sí necesitaba respirar.

Soltó a River y empujó su mano.

—Bien, te dejo gemir. Que se jodan todos.—Dijo River.—Te escuchas mejor gimiendo por mí que insultándome o pidiéndome perdón.

River les dio la vuelta y debido a la postura que estaban, River pudo entrar más profundo.

Cole no creía que eso era posible.

Él gritó.

River pareció reaccionar y quiso sacarlo pero Cole apretó sus piernas en River y empezó a mover sus propias caderas. River asintió y siguió penetrando.

Sí sabía usarlo a la perfección.

Cole veía sin mirar el techo, deslumbrado y con la mente perdida, concentrándose en el placer intenso que se estaba formando en la parte inferior de él y que no podía creer que había pasado toda su vida sin sentirlo.

Él abrazó a River para sentirlo más cerca y su peso aplastante hizo que se sintiera confortado y seguro. Como si de repente hubiera encontrado su lugar en el mundo.

Fue un pensamiento rápido y estúpido.

Pero también uno muy bonito.

—Te detesto por haberme perseguido toda la vida y ahora querer salir de ella como si nada.—Soltó sin pensarlo.

River se apoyó en sus codos y miró a Cole desde arriba, sus caderas se detuvieron y el pelinegro estuvo a punto de quejarse, pero debido a que River apartó un cabello oscuro pegado por el sudor en su frente con delicadeza se quedó en silencio. Eso fue dulce.

—Y yo te odio por haberme rechazado toda la vida .—Se dirigió a su cuello y continuó mordisqueándole.

Su cadera se echó hacia atrás para luego empujar su pelvis con fuerza, introduciendo su miembro nuevamente. Cole gimió.

—Te odio por hacerme sentir tan bien.—Atacó Cole.

River sacó su miembro hasta la punta y el agujero de Cole se cerró impaciente e insatisfecho en ella, provocando que River gimiera fuertemente. Fue una tortura. Pero una deliciosa.

—Te detesto por hacer que te desee tan mal.—River dio movimientos circulares antes de volverse a hundir en él.

Cole sonrió, feliz.

No sabía por qué.

—No quiero que te olvides de lo de hoy—River volvió a retomar el movimiento rápido y enérgico que dejó sin aire a Cole, de una buena manera.

¿Cómo podría olvidar la mejor jodida de mi vida?

Cole no lo dijo. No tenía por qué subirle el ego a River. Suficientes cosas había dicho que nunca diría fuera de la cama. Se dijo a sí mismo que las personas decían tonterías en la cama, era un hecho, y eso no significaba que fuesen verdad.

Cole podía decirle: No me sueltes, nunca. Por favor.

Y eso no quería decir nada. Solo palabrería en medio de un éxtasis potente y un momento caliente.

Cole negó únicamente, cerrando sus ojos y arañando la espalda de River. No le interesaba en absoluto ser cuidadoso por si le dejaba alguna marca, después de todo él mismo tendría mordidas y chupetones en su cuello. Ojo por ojo.

—Quiero que recuerdes quién soy. Que soy yo quien te esta tomando, besando, acariciando...Y el que va a hacer que te corras. El hombre que odias pero también deseas.

Cole asintió erráticamente.

River dio unas cuentas embestidas más, masajeó el miembro de Cole y fue suficiente para que ambos se corriesen.

Cole gritó, tembló y se aferró a River tan fuerte como podía porque sentía que el placer le estaba abrumando de tal manera que lo asustó.

—Mierda, me lo vas a romper.—Dijo River, desplomándose encima de Cole, y empezó a dejar suaves beso ms por su mejilla y cuello.

Cole suspiró y se relajó, volviendo a la tierra, recuperándose de su orgasmo.

—Entonces...¿Tomo esto como que aceptas mis disculpas?—Dijo Cole, acariciando distraídamente la espalda de River. Su peso se sentía correcto.

El rubio gimió mortificado.

—Cierto.—Dijo, recordando.—No sé, tal vez deberías pedirme perdón de esta manera más seguido.—Su mano acariciaba la curvatura del cuerpo de Cole.

—Nunca más volveré a pedirte perdón, imbecil.—Cole rodó los ojos pero ya estaba pensando qué hacer para que River se enfadase.

No se supone que debería repetirse.

—Eso ya lo veremos.—Murmuró River y empezó a retirarse de Cole.

Fue incómodo por el sobre estimulo pero fue rápido.

Él se sacó el condón en silencio y sacó un paño para limpiar a Cole con delicadeza.

Cole no dijo nada tampoco. Se dejó asear tranquilamente.

Se sentía deshuesado e incapaz de moverse. Sus ojos se estaban volviendo más pesado y recordó que su habitación estaba en la otra dirección de la habitación de River.

Optó por quedarse dormido en el pasillo.

Sus piernas no responderían, de todos modos.

Cole estaba apunto de intentar levantarse cuando River le cubrió con las sábanas y se tumbó a su lado, de costado. Más cerca de lo que debería, la cama era lo suficiente grande como para tres personas.

¿Le estaba invitando a dormir?

—Espero que puedas descansar bien.—Dijo débilmente River.

Cole sonrió, tomándolo como un sí.

—Igualmente.

Y cerró los ojos, sintiéndose bien, con el cuerpo bien utilizado y satisfecho.

—————

RIVER LA PUSO

💋💋💋

Como dato, Rubén siempre quiso una niña, sin embargo el primer hijo fue chico. El segundo intento también salió niño pero en el tercero, al final consiguió a su nena.❤️ Ella es la consentida de todos y la reina de la casa.

Capítulo ultra largo porque no quería dividirlo en 2🥹🥹

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