Alice tomó el ascensor junto con Finnick ya que Katniss y Peeta se habían adelantado con Haymitch y Effie. El ascensor estaba casi vacío, solo iban los tributos del distrito cuatro, Finnick y Alice.
Finnick aprovecho el momento para abrazar a Alice por la espalda.
—Ya me acostumbre a verte todos los días. No voy a soportar estar lejos de ti durante todos los juegos. —le dijo al oído causando una sensación extraña en Alice, como una corriente eléctrica que subía por su espalda.
—Cuando acaben tampoco nos vamos a ver.
—Eso fue muy cruel —rio Finnick.
—Solo fui realista.
—Si ya me di cuenta. Pero no importa, de todas formas te sigo queriendo, con todo y tu sinceridad y crueldad.
El ascensor se detuvo en el piso que le corresponde al distrito cuatro, Finnick se despidió de ella con un beso en la mejilla. Las puertas se volvieron a cerrar, Alice quedó sola en el ascensor intentando controlar a su corazón que estaba latiendo muy rápido. ¿Que diablos le estaba pasando?
Alice llegó al penthouse, abrió la puerta encontrando con el alboroto que tenían. Lo primero que vio fue trozos de vidrio regados por el suelo y las manos de Peeta sangrando.
—¿Que mierda está pasando?
—Katniss atacó a Peeta por lo de la entrevista —resumio Haymitch.
—¡Tienes idea de la mierda que acabas de hacer! —grito Alice espantando a los presentes. Alice se aproximo a Katniss, la pelinegra retrocedió.
—Alice...
—¡Suéltame Haymitch!
—Haymitch, suéltala —interfiere Effie.
Haymitch tomo a Alice por el brazo.
—No hasta que te tranquilices. Está niña es un peligro andando, no puedo soltarla. —termino por responder a Effie.
—Lo acaba de dejar en desventaja, Haymitch.
—Y no podemos hacer nada al respecto, esas heridas no sanarán tan rápido.
—Ve a mi habitación —dijo mirando a Peeta —.¿Puedes soltarme ya?
Haymitch dudo por un momento, pero accedió, soltó a Alice de su agarre. Haymitch estuvo al pendiente de cada movimiento que realizaba la menor, hasta que ella se fue a su habitación junto a Peeta.
—Sientate, iré por el botiquín -le indicó Alice.
Peeta obedeció y observó cómo Alice salía de la habitación. Peeta miro su alrededor, estaba llena de copas vacías y de frascos de pastillas, tomo uno y les hecho un vistazo, nunca había visto pastillas así.
—Suelta eso. —Alice había regresado con un botiquín y un avox.
—¿Que son?
—Pastillas que te hacen olvidar tus problemas —respondió Alice sacando unas pinzas y comenzando a quitar los restos de vidrios de sus manos.
—Droga... —murmuro Peeta.
—Llamalo cómo quieras.
—¿Desde cuándo las tomas?
Alice dudó en responder.
—Desde que gane mis juegos y comencé a ser un peón más de Snow —responde, de todas formas nunca más lo volvería a ver. Además quería que supiera lo que le pasaría a Katniss si salía viva de la arena.
Alice saca unas vendas y comienza a enrollarlas alrededor de las manos de Peeta.
—¿Que te hicieron? —se atrevió a preguntar Peeta.
—Esas son cosas muy personales, pero te dire para que sepas lo que le espera a Katniss si es que sale viva. Snow prostituye a los vencedores, no a todos, solo a los que se les hace bonitos y deseables. No lo hacen si el vencedor es menor de edad, claro que hay ciertas excepciones.
—¿Cómo tú?
—Como yo —rectifico —. Si Katniss llega a ganar te aseguro que le pasará lo mismo, tendrá el mismo final que yo.
—Pense que tenías prohibido hablar de eso.
—Lo tengo prohibido, pero se que amas mucho a Katniss y se que harías lo que fuera para mantenerla a salvó.
Esa noche Alice se saltó la cena, subió al tejado y se sentó a la orilla del edificio cuidando de no chocar contra el campo de fuerza que los mantenía dentro. Las calles de Capitolio estaban llenas de gente festejando, había fuegos artificiales y música en casa esquina. No quería ir a la última fiesta antes de lo juegos que se celebraba en la noche.
No supo con exactitud cuántas horas estuvo sola en el tejado, pero a mitad de la noche Peeta subió.
—Supongo que quieres seguir hablando.
Peeta asintió y se sentó a su lado.
—Cuando te conocí en el tren sentí mucha curiosidad por saber de ti. Y ahora que hemos pasado algo de tiempo, creo que no logro descifrarte, eres fría y sarcástica, pero cuando hay una cámara cambias completamente. No sé cómo eres en realidad.
—Yo tampoco lo sé —murmuro Alice —. La mayor parte del tiempo me la paso sumergida en los efectos del alcohol y las pastillas. Y la otra parte del tiempo estoy en el Capitolio, siendo la perfecta princesa.
—Nunca imagine que los vencedores pasaban por todo eso, digo siempre nos han dicho que tienen la vida resuelta y están rodeados de dinero.
—Y parte de eso es cierto, tengo mucho dinero y solo tengo que aguantar, tomar algunas copas y olvidar todo.
—Oye, deberías dejar de tomar. Ya te lo he dicho, eres más agradable cuando estás sobria.
—Si ustedes se hubieran dado por vencidos desde el principio, ni Haymitch ni yo estaríamos así. Estaríamos en el bar lamentando que veremos morir a otros dos niños. Además no es tan fácil, necesito de algo que me ayude a olvidar y lo encontré en el alcohol.
—Hay otras maneras de olvidar el dolor.
—Si y está es la mía —contesto irritada —. Deberías irte a dormir, mañana será un día muy largo.
Peeta no dió señales de quererse ir, Alice termino optando por levantarse e irse.
Al día siguiente Haymitch y Alice prepararon sus cosas para irse al centro de mentores, lugar donde van monitorear cada movimiento en los juegos. Ninguno de los dos volvió a ver a sus tributos. Llegaron con una hora de anticipación.
El centro de mentores sobraba con dos habitaciones, una para mentor, antes de los juegos de Alice solo había una habitación; un baño, una cocina y la sala de monitoreo. La sala contaba con tres grandes pantallas, dos que mostraban individualmente a sus tributos y otra que mostraba lo que pasaba en los juegos. Otras pantallas más pequeñas mostraban los regalos y su precio que se actualizaba cada hora dependiendo de cómo avanzarán los juegos. Además tenían una pequeña maquinita que contaba el dinero que entraba mediante las donaciones. Y un teclado con el que escribían los mensajes que querían mandar junto con los regalos. Todo seguía apagado, solo dejaron sus maletas y salieron la sala principal del edificio, dónde todavía se podía hablar con patrocinadores.
Alice y Haymitch se dividieron para cubrir más terreno y conseguir más patrocinadores. Alice se quedó de pie mirando el ranking de los tributos, Katniss estaba en un puesto alto entre los tributos favoritos de la audiencia. Alguien se acercó a ella y se quedó de pie a su lado.
—Hola, princesa.
Alice rodó lo ojos.
—Hola, Antony —dijo Alice intentando sonar lo más amable posible.
—Veo que te gustó el anillo —sonrie Antony mirando el anillo de cisne que le había regalado.
—Es bonito y combina con mi collar.
—Es bonito como tú.
Alice cambia inmediatamente el tema y empiezan a hablar sobre los juegos y las posibilidades que tienen los tributos para ganar. Faltaban casi diez minutos para que empezarán.
—Me gustaría patrocinar a tus tributos —dijo Antony de repente.
—¿A cambio de que?.
Antony lo medito un poco.
—A cambio de que pases la noche conmigo. No es para lo que tú crees —aclaró al instante —. Solo quiero pasar un poco de tiempo contigo.
Alice termino accediendo. Ahora tenían al segundo hombre más poderoso de Panem cómo patrocinador.
—Bien pasare por ti a las ocho. Hasta luego, princesa —se despidió dándole un beso corto en los labios.
Alice saco eso de su cabeza y regreso al centro de mentores. Los juegos estaban a unos segundos de empezar, las pantallas ya estaban encendidas dando una vista general de la arena.
—Es un bosque —observo Alice tomando su lugar.
—Eso es bueno. Pero hay un arco, solo uno.
Alice y Haymitch compartieron miradas, era el arco que Alice había conseguido.
—Le dijiste que no fuera a la cornucopia, ¿Cierto?
—Lo hice, pero ambos sabemos que no hará caso.
La cuenta regresiva empezó.
Tres.
Dos.
Uno.
—Que comienzen los septuagesimos cuartos juegos del hambre —dijeron Haymitch y Alice al mismo tiempo.
¿Que les parece la nueva portada?.