Último sentimiento (4)

By Oliverde_Liv

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Dos jóvenes que participaron en el servicio militar al tener la suficiente edad. Uno para no estorbar a su he... More

Antes de leer.
|Prólogo|
|Uno|
|Dos|
|Tres|
|Cuatro|
|Cinco|
|Seis|
|Siete|
|Ocho|
|Nueve|
|Diez|
|Once|
|Doce|
|Trece|
|Catorce|
|Dieciséis|
|Diecisiete|
|Dieciocho|
|Diecinueve|
|Veinte|
|Veintiuno|
|Veintidós|
|Veintitrés|
|Veinticuatro|
|Veinticinco|
|Veintiséis|
|Veintisiete|
|Veintiocho|
|Veintinueve|
|Treinta|
|Treinta y uno|
|Treinta y dos|
|treinta y tres|
|Treinta y cuatro|

|Quince|

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By Oliverde_Liv

—¿Crees que debemos salir a la vez?

River se giró hacia Cole.

Él aún se estaba arreglando la ropa.

—¿Por qué no? No creo que en nuestra cara ponga "acabamos de corrernos juntos".

Cole resopló.

—No hables así.—Él lo dijo en un tono suave. Si River no lo conociera, diría que Cole estaba incómodo y tímido.

River se acercó a él y le ayudó a cerrar los botones de su bata.

—De todos modos, deberías quedarte un rato hasta que tu rostro se vea menos sonrojado y tu cabello esté decente.

El tono de piel de Cole se tornó más rojo y River se contuvo de burlarse de él.

–Te odio.

River asintió.

Correcto.

Precisamente por eso es que habían acabado como se encontraban.

—Seguro que algún día te convencerás a ti mismo de tantas veces que lo dices, sigue intentándolo.

Cole le ofreció otra de esas miradas que si pudiera, posiblemente le asesinaría.

—¿Quieres hablar de lo que te pasó las horas que estuviste cautivo?

Cole desvió la mirada.

—No realmente.

River aceptó su decisión. No tenía por qué presionarlo.

—¿Seguro estás bien?—Él por lo menos podía preguntar eso.

Cole rodó los ojos.

—No te preocupes, River.—Él le dio una pequeña sonrisa, para sorpresa del rubio.—Solo me llevé un susto cuando me sentí desnudo, atado y sin saber cómo estabas.

River ladeó la cabeza.

—¿Pensaste en mí?

Oh.

Sintió algo bonito y emocionante en su pecho y vientre.

Se negó a descubrir qué era.

A veces la ignorancia te hace más feliz.

—¿Cómo no hacerlo?—Cole le dio un pequeño golpe en el brazo.—Ahora salgamos, ¿cómo me veo?

River se echó hacia atrás para estudiarlo.

–Definitivamente te pondría de nuevo contra la mesa con las piernas abiertas. Te ves más bonito hecho un desastre.—Señaló poniéndose una mano en la barbilla, pensante.

Cole lo miró como si le hubiera faltado el respeto. River supuso que realmente sí lo había hecho pero no era su culpa, él había tenido una inocente intención. Dentro de lo que cabe.

—No me mires así. Has sido tú quien me ha preguntado cómo te veías: Perfecto para tenerte de nuevo.

—Estás tomando demasiada confianza, Scott. Esto sigue sin cambiar nada.—Cole negó.

River asintió cansado ya de ese discursito. ¿Era eso todo lo que Cole podía hacer? Le consideraba más maduro e inteligente.

(...)

Cole no podía evitar sentirse asqueado y culpable.

Pero por los motivos equívocos.

Su mente aún trataba de convencerle de que no había nada fuera de lo normal. No habían hecho nada malo porque todo había sido consensuado. Sin embargo...También le decía que eran familia y a pesar de no compartir sangre, había algo que hacía la situación incómoda.

Ellos habían sido criados como primos. No importa cuán lejos Cole se apartó de River, ante los ojos de Mateo, Sian y los padres de River, ellos lucían como primos. Dios santo, si exageraban, incluso hermanos.
Posiblemente,  para ellos, River y Cole eran tan hermanos como los hijos de Sian para él, aunque realmente fueran sus sobrinos.

¿Qué pensarían ellos?

Cole se alarmó.

¿Cómo podría ir a una reunión familiar y verles los rostros? ¿Cómo podría hablar con el gemelo de quien consideraba su padre, sin recordar que su hijo sabía cómo hacerle venir e incluso él mismo sabía lo que River decía o qué cara ponía cuando se corre?

Cole se sintió peor.

Sentía que estaba arruinando a una familia.

Ni siquiera la arruinó cuando eran niños con el rechazo hacia River y ahora lo iba a conseguir con tal acercamiento.

Por si no fuera suficiente, se suponía que él era el adulto. Y ni siquiera sabía como reaccionar. Por el contrario, River se mostraba tan tranquilo y suelto que Cole le envidiaba.

¿River estaba tan acostumbrado a  encuentros casuales? ¿Tanto que no le importaba estar con alguien mayor a él y que era de su familia?

Los jóvenes eran increíbles.

Cole miró a River.

Él sílbaba mientras esperaba que Cole terminase con su ataque paranoico y dejara de comerse la cabeza.

Era tan...Increíble. River daba ese aire de serenidad, autoridad y seguridad que empezaba a entender por qué sus compañeros le trataban con tanto respeto y le admiraban.

Oh. ¿Ahora resultaba que empezaba a mirar a River con otros ojos? No.

Simplemente era un niño rico que también necesitaba sentirse superior incluso en el ejército. Que todos estuvieran a su alrededor y pendientes de él.

Pero, ¿qué pensaría él de todo esto? ¿Realmente le daría igual? ¿Solo veía  a Cole como un método de darse placer?

Él quería preguntar, pero se abstuvo por vergüenza.

Nunca había sido bueno con las palabras. Y no lo sería ahora con River.

—¿Vamos?

Los ojos de River se posaron en él una última vez antes de abrir la puerta.

No es que Cole pensara que él mismo se viese mal o diferente, pero sentía que algo en él delataba que habían hecho algo indecente en la sala de reuniones. En cambio River se encontraba impoluto y perfecto, su ropa ajustada, su rostro sonriente y  su cabello dorado colocado.

Cole frunció el ceño. Él juraba que  había revuelto su pelo mientras...

Debía estar hecho un desastre también.

No lo estaba.

—No quiero dejarte solo.—Se cruzó de brazos el rubio.

Cole le miró de reojo mientras salían.

Se sintió como un criminal. Tenía la sensación de que realmente los soldados que pasaban por ahí podían saber lo que habían hecho.

Era un poco paranoico y nervioso.

Eso le pasaba por hacer cosas que no debía. Sabía que estaba fuera de las cosas morales y éticas.

¿Sexo en el trabajo? ¿Qué tenía? ¿25?

Uh. Ni River tenía esa edad. Maldición.

No habría una próxima en el trabajo.

Hum.

No habría una próxima, punto. No importaba el lugar. No se repetiría.

—¿Pero?—Cole le incitó a seguir.

–Pero debo reunirme con los chicos para que no nos sancionen y a ti no te trasladen.

Cierto.

—Supongo que era algo que debía ocurrir.

River gimió, mortificado.

—No empieces.—Sacudió la cabeza.—Me voy antes de oírlo. Ve a trabajar, luego te busco.

Cole apretó los labios.

¿Ahora se suponía que tenía que esperar por él?

¿Cuándo habían avanzado tanto?

Desde que pusiste tu boca sobre él. Desde que lo sedujiste. Desde que te dejaste tocar por él. Desde que volviste a tener roce sexual con él.

Bien. Sabía en qué momento había ocurrido.

Qué desastre.

(...)

—Quiero que sigáis a Myers.—Ordenó River entrando a la sala donde estaba su pelotón más cercano. Habían estado juntos en muchas batallas y tendían a ser castigados juntos.—No lo dejéis solo. Tengo la sensación de que el señor Camons lo tiene en malos términos.

No le gustaba y le preocupaba la actitud actual de Cole. Él ni era tan dócil y tranquilo. Algo le ocurría y tenía que ser por culpa de Dante.

—Tú.—Señaló a Roverz.—Investiga lo que ocurrió en la sala de interrogación. Los demás, estad a su alrededor. Si el Superior se le intenta acercar, quiero que interrumpais, y si no es posible, escuchad.

Todos asistieron y se marcharon dispuestos a obedecer la orden de su comandante.

—No deberías hacer tanto por él.—Miller se apoyó en la pared cruzando los brazos sobre su pecho.

River no lo miró.

—Me pregunto por qué haces eso por él. No se lo merece.—Sentía la mirada intensa de su amigo.

Habían sido demasiados años juntos, luchando por la misma causa, durmiendo juntos, protegiendose mutuamente, se conocían bastante para su gusto.

Aunque ni siquiera supieran el nombre del otro.

—Porque soy un idiota.—Respondió River, sonriendo lastimosamente.

—Estoy de acuerdo. Te puede tu espíritu noble.

River se pasó una mano por el pelo.

—Lo sé.

—Supongo que por eso te admiro.

River odiaba que Miller lo hiciera. No era mejor que nadie, ambos eran lo mismo.

—Tengo algo para ti también.—Decidió desviar la conversación.

Un poco hipócrita. No se consideraba superior a Miller pero aún así le estaba dando una orden. Sería un favor si le diera la opción de declinar, pero eso no era viable. Necesitaba de su ayuda.

—Lo que me digas.

—Sigue a Camons.—Soltó y Miller levantó las cejas, dispuesto a objetar.—Te encargo a ti lo más peligroso porque estoy seguro de que eres capaz. Tú mismo lo sabes.

Miller rodó los ojos.

—No me halagues innecesariamente.

—No lo hago. Solo digo una verdad.

Miller suspiró.

—Me imagino que yo aviso al otro grupo si Camons tiene la intención de acercarse a Myer, ¿verdad?

—Exactamente. Y...Averigua más sobre él.—Bajó el tono de su voz.

Miller le miró confundido.

—¿Por qué?—Imitó su tono.

River miró alrededor.

—Quiero que averigües qué tipo de relación tienen ambos y...Necesito información personal sobre Camons. Dudo que sea tan perfecto.

Miller asintió, aún un poco dudoso.

—Si me descubren puedo estar en un gran problema.—Dijo.

River lo miró unos segundos. Miller no le estaba reclamando nada ni se estaba mostrando temerario, únicamente solo le estaba informando que podría ser sentenciado y adiós libertad, adiós más combates juntos, y adiós amistad.

Investigar a un miembro del ejército estaba prohibido. No se tenía que saber más información de la que era necesaria. Se podría acusar de violacion a la privacidad y atentado contra la Corona, pues lo único importante era proteger el país, no saber más sobre el ejército y los compañeros.

El asunto era peor si se trataba de un alto cargo, y el Brigadier Camons era bastante importante.

—Eso nunca ha sido un obstáculo.—River le respondió. Miller sonrió, satisfecho, como si esa respuesta hubiese sido la que esperaba que el rubio contestara.

Miller asintió.

—Te iré informando.—Y dicho, se marchó.

No había mejor persona para encargarle aquello. Camons ni siquiera sabía de la existencia de Miller apesar de ser la única persona pelirroja importante. Miller era rápido, eficiente, capaz, listo, él podría hacer esto. Podría escabullirse si le atrapasen.

Era el mejor.

Ahora él tenía asuntos que resolver sobre sí mismo.

(...)

Miller estaba seguro de que tenía que haber seguridad en torno al perímetro de Camons y obviamente aguardando su domicilio.

Sería una tarea difícil.

Y sobre todo, muy divertida.

Odiaba la tranquilidad de los días de entrenamiento o de descanso. Él quería más acción, más adrenalina, detestaba estar tan relajado.
Podría ser masoquista, pero le gustaba estar alerta, tenso, "nervioso" y en peligro. Eso era lo divertido de la vida: sentirte vivo, sentir la muerte de cerca pero evadirla con eficacia.

Joder, él era tan suicida como los rumores decían.

Como sea, primero tendría que averiguar la rutina del Brigadier, y obviamente seguirle hasta su vivienda.

~

Bani le había dicho una vez que era un fetichista por tener uniformes de diferentes oficios en su armario. No lo negaba, juzguenlo. Sin embargo, considera que siempre era útil, sobre todo en un momento así.

Él se vistió como un repartidor de paquetes. La empresa era lo de menos. Consideraba que a veces las infiltraciones más simples y relajadas eran lo mejor a una invasión elaborada, pensada y calculada hasta el último movimiento.

Él, personalemente, solía ser mejor improvisando que obedeciendo órdenes. Su cerebro funcionaba mejor.

Por eso, era camarada y amigo de Scott, su Bani. Ambos tenían los mismos defectos, para unos; virtudes, para otros.

Él hacía esto por su comandante.

Podría con ello.

Casualmente consiguió visualizar los flaqueadores de los edificios contiguos a los lugares que frecuentaba Camons. Era lo bueno de conocer las estrategias de su Ejército. No obstante, no estaba tan confiado, algo podía ser distinto. Algo podría estar escapando de su estudio.

Miller pudo asegurarse de que no eran muchos los sitios donde iba el Brigadier: Despacho, cafetería, campo de entrenamiento. Al final del día parecía ir a un entrenamiento privado. Tenía sentido, estaba en forma apesar de su edad, y no es que estuviera demasiado mayor, pero a comparación de él o sus compañeros, era mayor.

Él se estacionó con su tercera moto -para que no se viera sospechoso al llevar la misma- a unos cuantos metros de distancia del coche de Camons. El hombre salió del coche aún con su ropa de entrenamiento y con el teléfono en la oreja.

Miller observó el edificio imponente y elegante.

¿Era donde vivía? Estaba demasiado lejos de la Base, para gusto de Miller.

No podría ser un hotel de lujo, no había estrellas ni nombre majestual.

¿Podría ser que era su lugar de encuentros?

Miller sonrió divertido.

Uh.

Esta información podría interesarle a Scott.

Él sacó un pequeño dispositivo digital y localizador, y se Bajó de la moto.

Apresuró el pasó para alcanzarlo antes de que entrase al edificio y chocó, accidentalmente con él.

Se disculpó, bajando aún más la gorra y siguió caminando.

Conseguido.

Dispositivo colocado en el bolsillo de la sudadera.

Ahora solo tendría que cambiarse de ropa, esperar y entrar.

~

Media hora después, sabía la planta y la habitación o piso en el que estaba.

Se acercó con un paquete.

Había conserje.

Se subió la mascarilla.

—Es un paquete íntimo para el señor de la planta 12, 405.—Mintió.

El hombre le miró de manera extraña para luego darle una mirada asqueada a la caja.

¿Le estaba juzgando? Sentía que le estaba juzgando. Ni siquiera parecía que sospechaba o desconfiaba, más bien sentía disgusto.

¿Uh?

El hombre asintió de mala gana.

Miller continuó.

Si realmente era un lugar donde Camons llevaba a sus amoríos, no debía tener mucha seguridad. Cosa que beneficiaba bastante la situación.

Tenía que ver cómo forzar la puerta.

Y cómo si fuera un regalo del cielo, apareció una mujer en el mismo ascensor.

Tuvo un deja vù.

Miller esperó.

Ella iba a la habitación que tenía que ir él.

La mujer era elegante, bastante atractiva, tenía curvas donde debía y era más alta, de su estatura probablemente pero aún más con tacones.

Camons sí se la pasaba bien.

Miller se percató de que hacía mucho que no tenía contacto íntimo con una mujer.

Había tenido la mente en otras cosas. Su cabeza no estaba en el labor de tener sexo.

Uff.

Era increíble que alguien joven como él apenas tuviera relaciones y alguien mayor como Camons sí.

Bueno, tampoco le importaba. Él tenía otras prioridades.

Miller esperó a qué Camons la recibiese. Salió en bata, parecía salir de la ducha, con únicamente la ropa interior.

La mujer le agarró el rostro con fuerza y le besó.

Fue un poco rudo para su gusto. Pero era la preferencia de Camons, no suya.

Tal como esperó, la puerta tardó más de lo necesario para cerrarse. Él lanzó una pequeña bola y eso impidió que la puerta se cerrase.

Una vez que consideró que ya estaban en la cama, poco conscientes de todo lo demás, él se acercó para poner una tela en el bloqueo de la puerta y aguardó unos minutos para que estuvieran completamente en el acto.

¿Quién sería aquella mujer? ¿Era algo serio y la escondía? ¿Solo algo momentáneo? A lo mejor ahora solo estaban charlando dulcemente y el sexo era después, como una tierna pareja de enamorados.

Él tenía que comprobar.

Él entró varios minutos después.

Escuchó varios gemidos, graves y otros un poco mas suaves, seguramente de ambos.

Él siguió hasta acercarse a la esquina que doblaba la suite.

Ah.

Eso no se lo esperaba.

Se quedó un poco asombrado. Y había pocas cosas en la vida que le impresionaban, por no decir ninguna.

Sin embargo, ver a El Brigadier Camons en cuatro, siendo penetrado por detrás por una hermosa mujer, era una.

Wow.

No tenía palabras para describir lo que estaba viendo. Simplemente era un hombre con mucho poder gimiendo con la espalda en una bonita curva, que Miller no creía que podría hacer, mientras abría las piernas y levantaba su trasero para ser agarrado por una mujer con arnés doble para ser penetrado.

Era una vista curiosa. Los pechos de la mujer rebotaban deliciosamente mientras daba rápidas pero débiles embestidas al culo de Camons. Él gimoteaba mientras se masturbaba a sí mismo con una mano y con la otra apretaba las sábanas. 

¿De esto también tendría que informarle a Scott?

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