Último sentimiento (4)

By Oliverde_Liv

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Dos jóvenes que participaron en el servicio militar al tener la suficiente edad. Uno para no estorbar a su he... More

Antes de leer.
|Prólogo|
|Uno|
|Dos|
|Tres|
|Cuatro|
|Cinco|
|Seis|
|Siete|
|Ocho|
|Nueve|
|Diez|
|Once|
|Doce|
|Trece|
|Quince|
|Dieciséis|
|Diecisiete|
|Dieciocho|
|Diecinueve|
|Veinte|
|Veintiuno|
|Veintidós|
|Veintitrés|
|Veinticuatro|
|Veinticinco|
|Veintiséis|
|Veintisiete|
|Veintiocho|
|Veintinueve|
|Treinta|
|Treinta y uno|
|Treinta y dos|
|treinta y tres|
|Treinta y cuatro|

|Catorce|

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By Oliverde_Liv

—Scott.

Una voz sonó lejanamente.

El cuerpo de River se sentía pesado y sus ojos no parecían querer abrirse en absoluto.

Él trató de hablar pero las palabras pesaban.

—Scott, maldición, ¿qué te ocurre?

River pudo registrar la voz de su amigo y algunos golpes en su rostro. No le dolió, aún sentía la piel adormecida.

—¡Despierta!

River por fin pudo abrir a duras penas los ojos y vio borrosamente a su compañero pelirrojo.

—Mi-

Miller tenía una mirada preocupada mientras parecía hablar con alguien.

River aún se sentía débil y no parecía estar consciente. Se sentía dormido, como si estuviera drogado o en un sueño.

(...)

—Debe ser una jodida broma.

Cole empezó a temblar.

Sus ojos estaban vendados a pesar de que parecía tener un jodido saco en la cabeza. Tenía las manos atadas detrás de su espalda y únicamente oía el goteo de posiblemente una tubería dañada.

¿Dónde estaba?

Olía a humedad.

No recordaba qué había ocurrido.

Lo último que se le vino a la cabeza fue un River desplomándose y luego la sensación de una punzada en su nuca.

Su mejilla dolía así que era muy probable que le hubieran golpeado para que el efecto del dardo fuera más rápido y eficaz.

Estaba agotado, magullado, con frío y ahora secuestrado.

Se suponía que querían a River, ¿por qué se habían llevado a él también?

¿River siquiera estaba bien?

—¿Scott?

Tal vez River estaba en la misma sala.

Ni siquiera podía moverse. El agarre en sus muñecas y pies era jodidamente doloroso y la silla era demasiado incómoda.

Nadie respondió.

Un chirrido sonó y supuso que era la puerta.

No debían de estar lejos de la zona en la que fueron asaltados, ¿verdad?

Cole no estaba seguro. Ni siquiera podía decir con certeza qué hora era o cuantas horas pasaron desde que le durmieron.

Tal vez incluso estaba fuera del país. ¡Por una mierda! A lo mejor estaban incluso en un jodido barco.

Oh, mierda.

En ningún momento se planteó que esto pudiera ocurrir. Tuvo la opción mismamente de morir por proteger a River, pero, ¿secuestrado? No.

Casi prefería la muerte.

Un prisionero de guerra no era el sueño de un soldado. Ni siquiera se lo deseaba a su peor enemigo. Sería torturado y a saber qué más hasta que consiguieran la información que les interesaran o hasta que se aburrieran de llenar de sangre y hematomas su rostro y cuerpo.

Y si tenía muy mala suerte -y él consideraba que la tenía-, habían altas posibilidades de que abusaran de él.

Hubo muchos y muchas prisioneras de guerra en territorio enemigo que fueron obligados a dar a luz a hijos de los secuestradores como humillación y como muestra de corrupción de la "raza".

Cole se temía lo peor.

Era preferible morir a ser secuestrado.

El aire era asfixiante en ese saco.

¿Estaba desnudo? Eso explicaría por qué estaba temblando demasiado.

—Sacadle eso de la cabeza.

¿Esa voz?

(...)

Se han llevado a Cole.

River no podía creérselo. Era imposible.

¿Cómo era posible que él estuviera a salvo y Cole secuestrado? No. No podía ser posible.

No era justo.

Se suponía que tenían que llevárselo a él. No a Cole. Cole no se merecía nada de esto.

¿Estaría bien? River no era creyente, pero pidió al cielo que lo estuviera.

Él no sabía qué desear: Que los mismos que le buscaban a él se hubieran llevado a Cole o que los serbios lo hubieran hecho.

Ambas opciones eran terribles. Ninguna era muy alentadora.

—Tienes que calmarte, Scott.—Miller le siguió el paso apresurado.

River siguió con su camino dentro de la Base y lo encontró en la puerta de la sala de reuniones.

—Camons.—Él habló fuerte cuando vio a su superior hablando con otros cargos del mismo rango y poder.

Sería reprendido pero Dante tenía que saberlo si es que no lo sabía.

Dante se dio la vuelta y le miró con un deje de molestia.

—Estamos ocupados, Scott. En otro momento.

River ignoró su respuesta y se posicionó detrás.

—Señor, el doctor Myers asistió a la misión y ha sido capturado.—Él trató de hablar firme y con respeto, pero realmente quería ponerse alterado y hacer que todo el jodido ejército lo buscase por cielo, mar y tierra.

Cuánto más tiempo pasase, la situación de Cole podría ser peor. Cada segundo era crucial. No podían permitirse unos minutos.

Ya habían pasado 22 horas desde la misión. Y él solo había dormido. Maldición.

River se temía lo peor.

Los superiores observaron a Dante con una mirada que desconcertó a River.

Dante se lamió los labios y volvió su vista a River.

El rubio arrugó el ceño.

No se esperaba una reacción tan tranquila por parte de Camons. ¿Qué se suponía que significaba?

¿Le importaba una mierda Cole?

No lo creía.

—Tienes valor de venir y decirlo como si del clima se tratara.—Camons sacudió la cabeza.—Estamos al tanto.

River miró de Dante a los demás rangos. ¿Huh?

—¿Y están en acción? ¿Ya hay equipos de búsqueda? ¿Cómo van? ¿Se sabe algo?

Los ojos de Dante no mostraban nada, como si no estuviera concentrado en el tema.

—¡Camons! ¡Tenemos que ir a buscarlo!—River se acercó a él y le agarró por el cuello de la camisa.

Escuchó levemente a Miller decirle algo pero lo omitió por completo.

Los compañeros que pasaban por ahí se detuvieron a contemplar la escena.

River ya había tenido una conversación con ellos antes de la misión y tenían algo planeado.

Sin embargo, sin Cole no podía llevarse a cabo. Tenían que recuperarlo.

—Que actúes tan alterado no va a solucionar nada, ¿sabes?—Dante empujó las manos de River.—Que sepas que tú has puesto en peligro a Cole.

River le miró confundido.

—¿Cómo os atrevéis a infiltrar a una persona que no tenía que estar en la misión? ¿Sabéis lo que habéis hecho?—Dante miró con decepción y rabia a los compañeros de River que se habían unido a Miller detrás.

Miller apretó los labios y miró a sus amigos. Ellos eran conscientes.

—Os dije que siempre os descubren.—Wyatt murmuró, su tono no era de burla sino de molestia.

Miller le miró mal. De todos modos, ya no importaba; lo hecho, hecho estaba. Ahora ninguno se podía echar la culpa porque todos habían participado.

—Maldición.—Se quejó Dante pasándose la mano por el cabello.

River observó que parecía molesto, pero no con River o con sus compañeros, sino con la situación. Parecía casi frustrado y agotado.

—Sal.—Él abrió la puerta de la sala y esperó.

Todos esperaron.

Un chico salió de la sala. Su pelo negro, sus ojos verdes y su bata médica llamaron la atención de River.

Era Cole.

River mantuvo su mirada en él como si tuviera un fantasma delante de él. Probablemente hasta un espíritu habría sido más casual para él que ver a Cole en un estado perfecto saliendo de un sitio que estaba a solo unos metros de donde estaba él.

No estaba a kilómetros siendo torturado. Estaba sano y salvo en el país.

River no sabía cómo sentirse al respecto. Tuvo la sensación de alivio, nervios, molestia y alegría.

—Oye.—River habló primero pero su voz salió baja.—Estás aquí.

Los ojos de Cole se enfocaron en él. Parecía incómodo.

A la mierda.

River se dirigió a él y le dio igual las miradas.

Se detuvo a un paso de distancia y dudó.

No tenía por qué abrazarlo pero...

Cole lo observó atentamente y apretó sus labios. Parecía que tampoco sabía cómo actuar.

—Lo que haces Myers por no querer hablar.—Soltó River con una pequeña sonrisa.

Cole no sonrió. Hizo una pequeña mueca y desvió la mirada.

River lo entendía. Era obvio que no iba a estar del todo bien después de un secuestro.

—¿Cómo lo habéis encontrado?—River aún no le quitaba los ojos de encima a Cole.

No veía marcas en su cuello o muñecas, únicamente una leve sombra de un golpe en la mejilla. No parecía haber sido torturado con mucha violencia.

—Era información clasificada pero ya que habéis mandado todo a la mierda os voy a contar lo que ha sucedido.

River miró a Dante cuando maldijo delante de todos. El mayor señaló a River para que se posicionara con sus compañeros.

River obedeció después de darle un último vistazo a Cole. Él siguió sin mirarlo.

—Teníamos un plan.—Dante sonrió pero era una sonrisa tétrica, para nada bonita o divertida. Lucía harto.—Íbamos a dejar solo a Scott y esperar desde las sombras a que alguien se le acercara.

Dante empezó a caminar de un lado a otro.

—Cuando pasó un tiempo. Hubo un soldado, que había estado actuando sospechosamente desde el ataque de la vanguardia, que se encaminó hacia River. Nosotros muy ingenuos pensamos que era el maldito traidor, ¡pero resultó ser el doctor Myers infiltrado en nuestras tropas!

River volvió sus ojos hacia Cole. Aún sus miradas no se cruzaban.

—¿Entonces Myers es el infiltrado?—Preguntó uno por detrás.

—Claro que no.—Dante se acercó a Cole para intimidarlo. Cosa que logró porque Cole se encogió en su sitio.

River tenía la intención de ir a hacia ellos pero una mano en su hombro le detuvo.

Miller negó con la cabeza. No lo hagas.

River sabía que tenía razón. No podía complicar más las cosas, que ya estaban suficientemente jodidas. No obstante, aún tenía el impulso de empujar a Dante lejos de Cole.

No podía tratarle así después de haber sido...

Espera.

—Él no lo es.—Siguió Dante mirando con frialdad a Cole.—Pero pensamos que sí e inyectamos a Scott y a Myers para llevarnos a ambos.

River levantó las cejas. ¿Ellos mismos fueron? ¿Cole no fue secuestrado por los enemigos?

—Scott fue traído aquí y Myers a "nuestra sala de interrogatorios". Cuando fuimos a ver su rostro nos encontramos con esta cara.—Su mano levantó la barbilla de Cole.—Así que resulta que por vuestra estupidez, el plan no ha servido de nada.

River recordó los pasos que había oído por el lado opuesto del que llegó Cole.

Comprendía el enfado de Dante. Habían altas posibilidades de que si Cole no hubiera asistido a la misión y no se hubiera acercado a él, los que querían a River hubieran hecho lo que tenían que hacer y el equipo de Dante los hubiera capturado.

Pero no salió así. Cole llegó primero y entonces habían capturado al equivocado.

Sí, era culpa de ellos.

Dante soltó el rostro de Cole y suspiró.

—Quedas suspendido temporalmente Myers.

River lo miró alarmado.

Dante se alejó con sus "amigos" a su lado.

Cole lucía afligido pero no estaba diciendo nada.

Él se posicionó delante de Cole, sus compañeros, soldados, capitanes y tenientes, le solapaban detrás.

—Yo creo que no.—Se cruzó de brazos y sus superiores se detuvieron.—Si él queda suspendido, nosotros también. No creo que le convenga hacer eso a tantos soldados.

(...)

Dante se dio la vuelta y apretó los labios, limitándose a no decir groserías que le hicieran ver vulgar. Suficientemente molesto ya le habían visto y él tenía una imagen que mantener.

—No podéis hacer esto.

Dante de por sí tenía que sancionar a los que estaban implicados en la infiltración a una misión no asignada y ¿ahora esto?

River fingió una mirada lastimada antes de soltar con arrogancia—Yo creo que sí podemos, y oh, espera, estamos haciéndolo.

Dante no pudo suprimir las ganas de golpear a aquel joven prepotente.

Consideraba que estaba entendiendo a Cole. Verdaderamente era un imbécil.

River se acercó a él sin miedo alguno y Dante hizo lo mismo.

—Ya veo por qué Cole te odia.—Murmuró cerca de su rostro.

Algo en la mirada de River cambió.

Dante sonrió ligeramente. Él sabía que el tema de Cole era uno sensible para el rubio y lo acababa de confirmar. Iba a disfrutar mucho de amargarlo y hundirlo.

River estaba siendo irrespetuoso con su Mayor, Dante no podía permitir eso. Si el rubio tenía los huevos de enfrentarlo de tal manera, también tendría suficiente hombría para soportar sus palabras.

—Si piensas que por creerte el héroe de él, que lo buscaría por todos los lugares del planeta, va a empezar a mirarte con otros ojos, te aseguro que te equivocas.—Dante negó.—No sabes cómo habla mal de ti cuando no estás. No te imaginas el asco que bañan sus palabras sobre ti.—Él se acercó más a su oído.—Te detesta.

Dante no se perdió cómo el brillo de los ojos de River parecía decaer y su sonrisa egocéntrica bajaba.

Dante sonrió ligeramente.

—Espero que todos estéis listos para ser castigados por insubordinación.—Dante se alejó después de haber desestabilizado a River.—Esto no va a quedar así.

Y por supuesto que no. Había mucha rebeldía entre sus filas.

(...)

River observó cómo el mayor se alejaba aún teniendo el eco de sus palabras.

—Scott.—Sintió a su amigo llamando pero aún no podía evitar escuchar a Dante.—Scott, no le prestes atención, lo ha hecho a propósito. No dejes que consiga lo que quiere.

River se giró hacia Cole.

—¿No te han hecho nada, entonces?—Él puso las manos sobre los hombros de Cole.

Él negó.

—No te van a trasladar.—River aseguró.—Todos te queremos aquí., ¿verdad, chicos?

Todos asintieron.

—Si tú te vas, nosotros también.—River sonrió para alentar a Cole, pero no hacía efecto.

El pelinegro negó.

—No tenéis que hacer eso chicos. No os metáis en problemas por mí.

La voz de Cole sonaba débil y dócil.

River no comprendía qué le ocurría.

No tenía el carácter duro y firme de siempre. Casi parecía otra persona.

—Te aseguro que no queremos a otro doctor que no seas tú.—Evans habló.

Cole curvó las comisuras de sus labios hacia arriba ligeramente.

—Seguid con vuestras cosas.—River se dirigió a sus compañeros.—Me comunicaré con vosotros para reunirnos. No dejéis que os atrapen a solas. Mínimo debéis estar con otra persona y tenéis que informarme inmediatamente.—Ordenó.

Todos asintieron y se marcharon.

Cole se abrazaba a sí mismo.

—Definitivamente no estás bien.—River soltó, invadiendo el espacio personal de Cole. No le importaba.

El pelinegro aún no lo miró.

River resopló y le levantó la cabeza.

—¿Por qué no me miras?—River miró fijamente los ojos verdes de Cole. Habían pasado únicamente horas pero se sentía aún más las que había estado sin contemplar aquellas perlas verdes.

—¿Importa?—Cole se lamió los labios y trató de sostenerle la mirada.

River comprobó el alrededor antes de empujar a Cole a la Sala vacía de reuniones y ponerlo contra la puerta.

—¿Qué haces?—Cole hizo el intento de empujarlo.

River se mantuvo firme.

—¿Qué te ocurre? ¿Por qué no me insultas? ¿O golpeas, por lo menos?

River se estaba preocupando.

—¿Eres idiota? ¿Masoquista? ¿Quieres que te trate mal? ¿No has querido toda tu vida que sea amable y suave contigo?

River se sintió avergonzado. Era un poco penoso que todos supieran de su pequeño deseo infantil hacia Cole, incluido este.

Ah, qué mortificante.

—Sí.—Él lo aceptó, se negaba a lucir cohibido. No le permitiría a Cole conseguir lo que quería, no esta vez por lo menos.—Pero no me interesa este extraño afecto y consideración después de que Dante te haya secuestrado.

Cole frunció el ceño.

—Dante no me secuestró, técnicamente. Fue un error.

River asintió rodando los ojos.

—Eso no quita que te hayan tratado duramente, ¿qué te hicieron?

Cole sacudió la cabeza, negando.

—No me hicieron nada, simplemente me siento cansado. No pude protegerte.—Murmuró.—Tuvimos suerte de que fuera nuestro Ejército, sino...

River le interrumpió.

—¿Te estás arruinando la cabeza por eso?—Él le dio un leve golpe en la cabeza.—No seas tonto, ángel. Tú no tienes ninguna responsabilidad conmigo.

Cole le agarró de la camisa con fuerza.

—¡Claro que la tengo!

El tono sobresalto y agitado de Cole solo provocó que River se extrañara más.

—Oye.—Llamó y bajó su mano para agarrar la de Cole.—Agradezco tu atípica preocupación pero no la necesito. Menos si te vas a poner de esta manera.

—No lo entiendes.—Bajó de nuevo la cabeza.

—Explícamelo, entonces.—Él le agarró el rostro herido de nuevo. Mírame, mírame. Solo mírame. Ten tus ojos en mí.

Si el pensamiento le pareció extraño y le asustó, no lo tomó muy en cuenta. Solo lo ignoró. Prefería no saberlo.

—¿Cómo lo haces?—Cole preguntó en cambio, relajando el agarre en River. Él no quitó las manos, las dejó sobre el pecho de River. Se sintió cálido.

—¿El qué?—River peinó el flequillo de Cole y bajó delineando el rostro de este. 

Cole no se apartó. Solo se limitó a apoyarse ligeramente en el toque.

—Estar tan normal después de todo.—Hubo un silencio.—Hacer como si nada hubiera pasado.

River se encogió de hombros. Así que por fin estaban hablando de eso.

—Cole, no me da miedo la muerte. ¿Tú crees que me comeré la cabeza pensando en tonterías malgastando el tiempo? No. Quiero vivir el aquí y ahora.

Cole frunció el labio. River no se perdió ese puchero.

—Cuando sobrevives tu primer batallón...Te sientes inmortal.—Sonrió aún sin quitar la vista a sus labios.—Las acciones ocurren por unas decisiones. Hay que elegir y nunca arrepentirse.

Cole asintió levemente.

—De pequeño, mi padre me repetía diariamente que debía vivir siempre al límite, hacer lo que quisiera, cuando lo quisiera y con quien quisiera. "No tenemos la vida comprada, aunque tengamos mucho dinero", me decía. Y es cierto, no tenemos garantizada nuestra estadía en este mundo, Cole. La vida es muy corta como para dudar, estresarse, temer y arrepentirse.

Cole lo miró como si alguien mayor a él estuviera hablando. ¿Admiración? ¿Respeto? River no estaba seguro, pero le gustaba.

—Y yo no me arrepiento de lo que ocurrió entre nosotros.—Soltó el rubio.

Posiblemente debió pensar antes de hablar, pero le dio igual.

¿Qué podía perder? Había cosas peores en el mundo a un rechazo no recíproco físico.

Cole aún mantuvo sus ojos en él y parecía tomar color en su rostro. Fingió mantener la calma pero seguramente estaba nervioso.

Estaba bonito. Tierno. River sintió la necesidad de protegerle y decirle que no se preocupara, que no le iba a ocurrir nada.

—Eso no va a volver a ocurrir.—Cole respondió en un tono tan poco convincente que River casi se ríe. Sobre todo, porque las manos de Cole estaban sobre él y sus ojos verdes también miraban su boca.

River asintió.

—En eso quedamos.—Se encogió de un hombro.—De todos modos, esto es muy raro, incómodo, asquer-

Sí.

Los labios de Cole estaban sobre los suyos.

—Cállate, imbécil.—Dijo antes de volver a unir sus bocas.

River gimió en confirmación, agarrándolo y juntándolo a su cuerpo.

Necesitaba más contacto.

Cole saltó para envolver sus piernas en torno a la cintura de River.

El rubio accionó rápido y lo sujeto firmemente mientras sus lenguas se juntaban. Hubo mordidas, lamidas y jadeos.

River caminó con Cole hacia la mesa y lo acostó situándose entre sus piernas.

—Doctor Myers, no deberíamos de hacer esto aquí.—Él le desabrochó el pantalón aún sin quitarle la bata.

—No eres gracioso.—Cole también maniobró para abrirle la bragueta a River.

—Pero soy sexy.

Cole hizo una mueca que, a ojos de River, aún parecía tierna: Cole estaba todo sonrojado con pupilas dilatas y ojos brillantes, labios hinchados, rojos, bien besados y mordidos.

—¿Qué tendrá que ver?

—No lo sé.—River besó su nariz.—Ahora sé un buen doctor: Cuídame y alíviame, me duele ahí.

Sonrió.

—No eres gracioso, Scott, en serio.—Cole trató de no sonreír pero era obvio que quería hacerlo. 

Su mano ya estaba trabajando en el miembro de River.

El rubio jadeó. Sí.

Tenía a Cole Myers, la persona que lo repudió, aisló, insultó y rechazó durante años, debajo de él, semidesnudo, gimiendo, temblando y con las piernas abiertas para él.

Se sintió sucio. Incorrecto.

River se inclinó hacia el cuello de Cole y empezó a mordisquear para amortiguar sus gemidos.

Había algo incómodo en todo ello. Había algo que le hacía sentir mal o desagradable pero no le importó demasiado.

Era Cole.

Y a pesar de que se suponía que sentían asco y molestos mutuamente, era probable que por eso aquello se sintiera bastante bien y delicioso.

No debían estar haciendo esto, y aún así, ahí se encontraban.

—No pienso ponerte en peligro de nuevo.—Murmuró River apretando lo Justo el miembro de Cole, este se estremeció.

—No me hables de eso ahora.

River sonrió ante la voz poco firme de Cole.

Parecía estar a punto de llegar.

———————

El próximo capítulo no sé cuándo será subido. No prometo ni dos semanas ni tres. Perdón

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