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—¿Estás segura de esto? —me preguntó Jack mientras se mantenía recargado en el marco de la puerta, observando la conmovedora escena.
—No, no lo estoy —le respondí sinceramente, a lo que él me miró confundido y alarmado.
Le sonreí devuelta y volví a enfocar mi mirada en la escena que tenía en frente.
—¿Entonces por qué...?
—Tú me encontraste hace treinta y seis años—hice una pausa en lo que meditaba mis palabras y me tragaba el nudo en mi garganta—, no sabemos si lo mismo les ocurrirá a ellos.
Le dirigí una sonrisa entre triste y amarga mientras tensaba mi mandíbula para no llorar por haber cometido tantos errores en tan poco tiempo.
Jack entendió enseguida lo que quería decir y un leve destello de lástima se asomó en sus ojos azules que devolvieron la mirada hacia los jóvenes que se acurrucaban entre sí como si su vida dependiera de ello.
Estaba tomando mucho riesgo al dejar entrar a Alex nuevamente en la vida de Venus, pero, si lo que decía era real, no le quedaba mucho tiempo y su partida le dolería más que cualquiera de lo sucedido recientemente. Ni siquiera estoy segura de lo que sus poderes pudieron haber sido capaces de no haberle confesado el destino que le vendría por delante al que parece ser su primer amor.
Me dolía verla así, tan esperanzada por su regreso, olvidando lo cercana que se veía su próxima despedida, pero no podía evitarle sentir lo que siente por él y mucho menos el pedirle que se mantuvieran lejos pues, aunque quiera o no, son luz y sombra. Estarán juntos hasta el final de los tiempos.
Tomé a Jack del brazo.
—Démosles un poco de privacidad.
Jack asintió y me abrazó por los hombros, besando mi cabeza en el camino hacia el nuevo Gran Salón.
Ahí, nos encontramos a Norte, Meme y Conejo jugando con la pequeña hermana de Alexander y entre risas nos dieron la bienvenida con una cálida sonrisa.
—Había olvidado lo que era convivir con niños de esa edad —dijo Norte acercándose a nostros y jadeando por las carcajadas.
—Creo que ella tiene unas pocas décadas más que tú, Norte —le respondí entre pequeñas risas.
—Aún así, su alma es tan cálida y joven como la de una niña —sonrió mientras dejaba que la pequeña criatura terminaba de trenzarle la punta de su barba y anudarla con un pequeño listón carmín.
—Norte —le llamó Jack —, Alexander está despierto.
Un silencio sepulcral invadió de golpe el Taller y todos nos miraron boquiabiertos, en especial la pequeña niña a quien sus ojos se le inundaron de lágrimas nuevamente y corrió por la dirección en la que veníamos.
Conocía esa felicidad y algo en mi interior se remordió cuando ella y los otros dos muchachos que estaban con Alexander pasaron como una brisa a nuestro lado.
Cada vez que los veía, no podía pararme de preguntar cómo es que el Coco pudo reunir una familia así después de todo lo que había hecho. Cómo había ocultado la verdad de una verdadera conexión sanguínea de los Guardianes durante tantos siglos y cuánto poder pudo haber tenido en la Edad Oscura para que le sobrara hasta el día de hoy.
Tantas preguntas que no sabía si algún día podría contestar o si estaba en mi derecho de hacer.
Jack pegó la yema de su dedo índice entre mis cejas.
—¿En qué piensas? —preguntó —. Estás frunciendo mucho el seño.
Sonreí, pues de alguna manera siempre ha sabido leer mis gestos por sobre mis palabras y/o silencios.
—Tengo tantas preguntas que hacerle a Alexander, pero dudo que incluso él conozca la respuesta a algunas, tampoco creo que tengamos tiempo para buscarlas. Estamos corriendo en círculos y no sé cómo podemos ayudar a Vee.
El semblante de Jack cambió de golpe.
—Conozco ese sentimiento, no se lo deseo a nadie y mucho menos a mi propia hija.
Lo miré confundida mientras notaba cómo su semblante cambiaba al ver hacia la nada cual si el pasado se postrara frente a él.
—Ver morir a la persona que más has amado sin saber si mantener la esperanza de volverla a ver en otra vida o esperar que simplemente esté en alguna de esas estrellas, pero igualmente inalcanzable.
Desde esa perspectiva, en la que la ausencia, los recuerdos y los momentos que faltaron por vivir pasarían a formar parte de su mente sin la certeza de que algún día, todo eso que soñó se pudiese volver realidad. Nuevamente ese pequeño puño de la realidad apretó mi corazón como si tratara de aferrarse de mí.
Jack supo el remolino de emociones negativas que sus palabras habían provocado en mí y procedió a rodearme con sus brazos mientras yo sollozaba en ellos. Por fin había dejado salir todo el remordimiento en mi interior.
No terminaba de culparme por todo lo que estaba pasando y se escurría entre mis manos como agua. Quería retroceder el tiempo, incluso egoístamente advertirle a Venus de lo que estaba por venir, aunque ni siquiera sabía si eso cambiaría algo de lo que estaba pasando.
Era mi culpa que su primer amor verdadero resultara de esta manera.
—¿Cómo eligen a un Guardián?
Preguntaron a nuestras espaldas.
Orión estaba con el Gran Libro en manos viéndonos totalmente confundido mientras de vez en cuando devolvía la vista a las viejas y amarillentas páginas.
—Aquí dice: Los Bendecidos tomarán la forma de aquello que se les concedió en vida, mas sin embargo, solamente unos pocos serán capaces de brindarlos, aquellos que la luna iluminó en sus últimos momentos son los Guardianes de los milagros futuros, proteger la verdad será su deber y su poder lo que la esperanza hará crecer.
—No intentes descifrarlo, lo he intentado durante décadas —le dijo Jack sin esperanzas.
—¿Leíste también las hojas arrancadas?
Ambos volteamos a verlo con inquietud, ¿hojas arrancadas?
—Eso es imposible —Jack tomó de las manos de Orión el libro y comenzó a inspeccionar las páginas —, el gran libro está encantado con la magia del Hombre la Luna
Efectivamente, habían páginas faltantes y se veían las costuras deshilachadas como un rastro de que alguien había arrancado profesionalmente unas cuantas hojas para desaparecer cualquiera que hubiese sido su contenido.
Jack me miró sorprendido, mientras a más hojas les daba la vuelta, encontrábamos un nuevo hilo suelto que revelaba la presencia pasada de una o un par de hojas. Inmediatamente le mencionamos a Norte el nuevo descubrimiento que había hecho Orión.
—Esto no puede ser posible —dijo estupefacto mientras revisaba el libro con atención —, la última vez que usamos este libro fue en la ceremonia de los niños y estaba en perfecto estado, ni siquiera tenía una mota de polvo.
Sabíamos que Norte decía la verdad, ninguno de nosotros tenía el poder de hacerle un solo rasguño a alguno de los regalos del Hombre de la Luna para los Guardianes, incluso dudo que Alexander en la era Oscura hubiese podido siquiera arrancar una sola de las hojas, sin embargo, ahí habían faltantes al menos seis o más. Lo cual significaba que lo que pasaba estaba lejos de terminar.
Había algo que el libro tenía y alguien nos lo quería ocultar justo cuando...
Venus.
El libro estaba perfectamente bien en la ceremonia de Venus y Orión, por lo tanto tuvo que haber un momento en el que ninguno de los Guardianes no estuviese cerca del Taller para que quienquiera que haya sido pudiese entrar y robar las páginas. Alguien que sabía lo que le pasaría a Venus, ¿era Venus parte de alguna de esas páginas? ¿Habría alguien así de poderoso que pudiese verlo como una amenaza? ¿De qué se quería proteger?
—Mamá —me llamó Orión —, dime por favor que piensas lo mismo que yo.
Miré a mi hijo con detenimiento, su mirada denotaba burla como si hubiese visto algo que nosotros no, por lo que me obligué a ver el libro más de cerca, pero no veía nada. Ni huellas y mucho menos algún ratro de magia en él.
—Dinnos que es lo que viste muchacho —dijo Conejo, que había llegado a prisa y se había puesto al tanto de toda la situación de inmediato.
—Ustedes mismo lo dijeron —respondió Orión —, esas hojas no desaparecieron porque sí, contenían información valiosa que seguramente no le prestaron atención hasta que llegamos a la situación en la que estamos.
—¿Cómo encontraste esto? —le preguntó Hada, echándole una hojeada también al libro y asustándose por las condiciones en las que se encontraba.
—Pensé que así como hay un manual para un policía o demostraciones de trabajo, el Gran Libro tendría algo que ver con los Guardianes, no sólo cómo darles la bienvenida —dijo mientras tomaba el libro y lo colocaba en el suelo para que todos pudiesen verlo —. Efectivamente, hay muchos capítulos inservibles aquí, pero cuando intenté buscar algo así como un anuario sobre los Guardianes, me di cuenta que la información aparecía salteada.
Nos señaló una página que hablaba sobre el Hombre de la Luna como si se tratara de un árbol genealógico, contenía su historia y los años que gobernaba en los cielos, las siguientes dos páginas eran unas de las arrancadas y después de ellas estaban los dibujos sobre los Guardianes que hay actualmente con sus respectivas leyendas y vidas pasadas. Hojas más adelante, se veía entre las coseduras que el ladrón había dejado la delicadeza de lado pues habían quedado pequeños fragmentos de las páginas que no servirían de nada a menos que estuviesen las otras piezas. Pero esos pequeños pedazos tenían la particularidad de haber sido escritos con tinta de oro y no con polvo de estrellas como en los demás capítulos.
—¿Entienden a lo que me refería?
—Norte —le habló Jack —¿Habías visto estos capítulos antes?
—En absoluto, el Hombre de la Luna sólo nos dijo que era una formalidad para crear nuevos Guardianes. Jamás quise indagar en las vidas pasadas de mis compañeros.
Nuevamente el nombre.
—Parece que tantos años en la nieve les ha congelado un poco el cerebro, así que me encargaré de aclararlo, ¿les parece? —se aclaró la garganta, cerró el libro y comenzó a lanzarle sus poderes con ferocidad, sin embargo, ni un rasguño perforó la pasta dura.
—¿Esto querías demostrarnos? —se burló Conejo.
—Precisamente —respondió —, ninguno de nosotros podremos hacerle un rasguño, seguramente ni Alexander ni Venus podrían deshacer alguna de las coseduras entre las hojas, les llevaría una eternidad siquiera intentarlo, lo que es obvio es que hay alguien mucho más poderoso que sabía el contenido del libro mucho más que los mismos Guardianes.
—¿No era más fácil simplemente llevarse el libro? —dijo Meme en lenguaje de señas.
—Esa persona quería que nos lo quedáramos, pero no pensó que lo volveríamos a usar ahora que somos tantos Guardianes, algo pasó que se salió de su control y las leyendas lo dicen. Esto es mucho más grande de lo que pensábamos y no creyó que lo descubriríamos.
—Cariño —le llamé —, ve al grano.
—A eso voy —dijo, parecía que se había empezado a molestar mientras más hablaba —. Había otro Guardián, alguien que llegó mucho antes que ustedes, el primero que descubrió que hacer que las personas crean en ti aumenta tu poder, alguien que seguramente desafió a la persona que arrancó estas páginas y le revocó de su poder. Una persona que es capaz de destruir el libro del Hombre de la Luna.
Mientras más hablaba, las piezas más se iban acomodando, los Guardianes, a pesar de tener cientos de años, no fueron los primeros en aparecer, pero sí los primeros en erradicar la Oscuridad. El primer espíritu, el único que se reveló contra su creador.
—Esto es una equivocación —espetó Norte —, no hay forma de que eso sea posible.
—No estoy entendiendo nada —dijo Jack, viéndonos a todos.
—El primer espíritu fue el primer "Guardián", por así decirlo, fue quien existió mucho antes que naciera la luz y el único que fue en contra de lo que debía hacer, la única persona con la que han estado peleando es lo que queda de los errores de alguien más —lanzó el libro lejos de nuestras vistas —. Alexander fue el primer Guardián, y la razón por la que las hojas pudieron ser arrancadas fue que el mismo Hombre de la Luna lo hizo, el autor original del libro.