Capítulo 32: Verdad

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—¿Estás segura de esto? —me preguntó Jack mientras se mantenía recargado en el marco de la puerta, observando la conmovedora escena.

—No, no lo estoy —le respondí sinceramente, a lo que él me miró confundido y alarmado.

Le sonreí devuelta y volví a enfocar mi mirada en la escena que tenía en frente.

—¿Entonces por qué...?

—Tú me encontraste hace treinta y seis años—hice una pausa en lo que meditaba mis palabras y me tragaba el nudo en mi garganta—, no sabemos si lo mismo les ocurrirá a ellos.

Le dirigí una sonrisa entre triste y amarga mientras tensaba mi mandíbula para no llorar por haber cometido tantos errores en tan poco tiempo.

Jack entendió enseguida lo que quería decir y un leve destello de lástima se asomó en sus ojos azules que devolvieron la mirada hacia los jóvenes que se acurrucaban entre sí como si su vida dependiera de ello.

Estaba tomando mucho riesgo al dejar entrar a Alex nuevamente en la vida de Venus, pero, si lo que decía era real, no le quedaba mucho tiempo y su partida le dolería más que cualquiera de lo sucedido recientemente. Ni siquiera estoy segura de lo que sus poderes pudieron haber sido capaces de no haberle confesado el destino que le vendría por delante al que parece ser su primer amor.

Me dolía verla así, tan esperanzada por su regreso, olvidando lo cercana que se veía su próxima despedida, pero no podía evitarle sentir lo que siente por él y mucho menos el pedirle que se mantuvieran lejos pues, aunque quiera o no, son luz y sombra. Estarán juntos hasta el final de los tiempos.

Tomé a Jack del brazo.

—Démosles un poco de privacidad.

Jack asintió y me abrazó por los hombros, besando mi cabeza en el camino hacia el nuevo Gran Salón.

Ahí, nos encontramos a Norte, Meme y Conejo jugando con la pequeña hermana de Alexander y entre risas nos dieron la bienvenida con una cálida sonrisa.

—Había olvidado lo que era convivir con niños de esa edad —dijo Norte acercándose a nostros y jadeando por las carcajadas.

—Creo que ella tiene unas pocas décadas más que tú, Norte —le respondí entre pequeñas risas.

—Aún así, su alma es tan cálida y joven como la de una niña —sonrió mientras dejaba que la pequeña criatura terminaba de trenzarle la punta de su barba y anudarla con un pequeño listón carmín.

—Norte —le llamó Jack —, Alexander está despierto.

Un silencio sepulcral invadió de golpe el Taller y todos nos miraron boquiabiertos, en especial la pequeña niña a quien sus ojos se le inundaron de lágrimas nuevamente y corrió por la dirección en la que veníamos. 

Conocía esa felicidad y algo en mi interior se remordió cuando ella y los otros dos muchachos que estaban con Alexander pasaron como una brisa a nuestro lado.

Cada vez que los veía, no podía pararme de preguntar cómo es que el Coco pudo reunir una familia así después de todo lo que había hecho. Cómo había ocultado la verdad de una verdadera conexión sanguínea de los Guardianes durante tantos siglos y cuánto poder pudo haber tenido en la Edad Oscura para que le sobrara hasta el día de hoy.

Tantas preguntas que no sabía si algún día podría contestar o si estaba en mi derecho de hacer.

Jack pegó la yema de su dedo índice entre mis cejas.

Junto A Ti (Jack Frost X Tu)Där berättelser lever. Upptäck nu