Lost princess » [Sovieshu]

By Shiniu05

139K 14.9K 4.2K

"Aunque crecí llena de lujos me sentí como una ave enjaulada, pero aquí siento que al fin soy libre, aquí pue... More

Grupo
⁰⁰
⁰¹
⁰²
⁰³
⁰⁴
⁰⁵
⁰⁶
⁰⁷
⁰⁸
⁰⁹
¹⁰
¹¹
¹²
¹³
¹⁴
¹⁵
¹⁶
¹⁷
¹⁸
¹⁹
²⁰
²¹
²²
²³
²⁴
²⁵
²⁶
²⁷
²⁹
³⁰
³¹
³²
³³
³⁴
³⁵
³⁶
Preguntas y Respuestas
Special one: What if ...
Special Two: Brothers forever...

²⁸

2.2K 273 126
By Shiniu05

Cierta albina caminaba enfurecida por los pasillos del palacio, no podía creer que una mujer que era nueva en el palacio la tratara tan mal.

No se quedaría de brazos cruzados, quería ir a la pijamada que se estaba haciendo para animar a la supuesta princesa, porque si, Rashta dudaba mucho que aquella mujer que le quería robar el amor del emperador fuera una princesa.

No le gustaba ver cómo es que ella podía ser feliz, cómo es que su vida era fácil, le molestaba que todos amaran a Amira, le enfurecía como es que todos la veían como el ser más puro e inocente.

¡No era así! Para Rashta, solo había un ser así, y era ella misma, no la mujer que quería quitarle todo.

Cuando llegó a la oficina del emperador buscó al secretario de este, pero al no encontrarlo se dispuso a entrar.

- ¿Y ahora qué planeas hacer? - escuchó que alguien preguntó cuándo entreabrió la puerta - Desistir creeré.

Decidió no entrar pero si se asomó un poco para poder escuchar mejor lo que decían, no sabía porque lo hacía, pero tenía demasiada curiosidad.

- Me divorciaré de Navier, así podré estar libre para que me case con ella y se vuelva en mi amada esposa - escuchó que dijo el emperador.

Rashta se separó de la puerta llena de sorpresa, ¿La emperatriz dejaría de ser emperatriz?

Una sonrisa se instaló en su rostro, pues creía que aquella decisión que el emperador estaba tomando era por ella, que finalmente había vuelto a amarla, que el hijo que esperaban había sido quien los unió nuevamente.

Ahora no le importaba lo que Francesca le había hecho, porque la haría pagar cuando se casara con él emperador, porque si, la albina estaba completamente segura que ella sería quien se casaría con él, y con ello el título de emperatriz caería en ella.

"¡Sabía que su majestad me amaba!" pensó con felicidad.

Ahora quería ir y presumirle aquello a Amira, quería decirle que sus esfuerzos por enamorar al emperador habían sido en vano, que él la amaba tanto que se divorciaría solo para casarse con ella.

Sin escuchar que más le diría el emperador a la persona que lo acompañaba decidió ir a su habitación para planear como hacer sufrir a según ella "una mala mujer".

××××××

Actualmente...

Sovieshu no entendía como es que todo se estaba poniendo peor, él solo quería ser feliz con la mujer que tanto amaba, ¿Por qué no podía ser así? ¿Por qué todo se tenía que complicar?

Después de haber hablado con el príncipe el día anterior terminó su trabajo y se fue a su habitación, no sin antes espiar en la de su hermosa ex amante, no podía negar que se sorprendió al ver que se hacía adentro, pero el solo hecho de ve reír a Amira lo hizo olvidar que vió a Heinrey y al Duque Ergi con vestido.

Así que sin estorbar y sin arruinar aquel momento se fue a encerrar a su habitación, quiso ir a ver a Rashta para saber cómo estaba el bebé pero no se permitió hacerlo, pues no quería darle falsas esperanzas a la albina, su relación terminaría y no había nada que lo hiciera cambiar de decisión, ni siquiera su hijo.

Estaba feliz de que sería padre, pero no por eso se ataría a una mujer que no amaba, a su hijo no le faltaría nada, pero no sería un príncipe, no podía ni decirle a Navier ni a Amira que aceptaran un hijo que no era de ellas, simplemente no podía, no era tan estúpido como para hacerlo.

Pero ahora todo lo que estaba planeando se había vuelto a complicar, pues al amanecer descubrió que alguien creó el rumor de que se divorciaría de la emperatriz para poder casarse con Rashta.

¡Eso era algo que nunca en su vida haría!

La albina no cumplía con ningún requisito para ser emperatriz, no sabía leer bien, ni escribir correctamente como para hacer aquel trabajo, y ni que decir de las etiquetas, pues no las cumplía.

Aquel que había hecho aquel rumor se las pagaría, pues si Amira o Navier escuchaban aquello las terminarían hiriendo de alguna forma, y él no quería aquello.

- Lady Amira está en los jardines con Lady Francesca, y su majestad está con el Gran Duque Kaufman - informó el Barón Lant.

Sovieshu pasó su mano por su, temía mucho que las dos mujeres más importantes en su vida ya hayan escuchado aquella verdad a medias.

Planeaba divorciarse, si, pero no paraba casarse con Rashta, jamás haría eso, sería un idiota si lo hacía.

- Iré a ver cómo le va a la emperatriz - informó mientras se ponía de pie.

Cuando salió de su oficina por un momento dudó si ir directamente al pequeño salón donde estaba Navier o ir a ver cómo estaba su amada, pues mentiría si dijera que no la extrañaba.

De alguna manera ya se había acostumbrado a sentir todas las noches el cuerpo de su dulce princesa en sus brazos, dormir con ella era maravilloso, pero ahora dormir sin Amira a su lado era tormentoso, pues no dejaba de pensar en todo lo malo que hizo desde que conoció a Rashta.

"Solo un momento, iré a verla solo un momento"

• • •

Cierta rubia de ojos morados caminaba por los jardines del palacio principal siendo acompañada por su querida prima.

La idea principal era ir al comedor, pero los murmullos no las dejaban estar en paz, Francesca por miedo a que Amira se pusiera triste nuevamente, decidió pasear mientras comían unas galletas.

- ¿Y si vamos con el príncipe? - preguntó la castaña - ¿O con Ergi? Quisiera saber cómo están Helen y Ergiana, ya ves que se fueron muy temprano - se rió.

Siempre recordaría que ese par se había transformado en "mujer" solo para alegrar a Amira, pues eso de alguna manera decía cuánto la querían.

- Quedé de ir a ver a su majestad, la emperatriz, ambas queremos pasar tiempo juntas ya que pronto me iré a Occidente - informó la princesa con tristeza.

Se sentía triste, no por lo que había escuchado en el palacio, pues siendo sincera dudaba mucho de ello, pues no creía que Sovieshu quisiera poner a una mujer que no sabía manejar un imperio como emperatriz.

Si Rashta se volvía en emperatriz significaría que el emperador era estúpido, pues siempre se debía poner al imperio por delante de lo demás.

- Me duele el saber que Ilse está tan pegada a ti, le dolerá verte partir - comentó la castaña.

- Cuando me instale hablaré con Heinrey y el rey para solicitar el permiso de que Ilse y su familia vayan al palacio - confesó Amira.

La familia Neal Valier ahora formaba parte de los seres queridos para la princesa, pues adoraba a la pequeña pelinegra, aquella niña supo ganarse su corazón, pues cuando estaba deprimida por lo sucedido con el emperador y Rashta Ilse jamás la dejó sola, incluso llegó a dormir con ella.

- Estoy segura que Heinrey aceptará - dijo Francesca - pero desconozco lo que el rey pueda decir.

Amira suspiró, esperaba que aceptara, pues quería que Ilse siguiera estudiando con ella, pero por el momento, Navier había prometido ser la maestra temporal de la pequeña.

- Oh oh - murmuró la mayor tras ver a alguien enfrente de ellas.

La princesa se quedó estática sin saber que hacer, desde que decidieron darse un tiempo no se habían vuelto a ver ni hablar, ahora le resultaba incómodo y doloroso, pues quería ir, sonreírle, y abrazarlo, pero era algo que no podía hacer, ya no.

- Su majestad - reverenció la rubia.

Sovieshu hizo una mueca, aquel "saludo" no le había gustado para nada.

- Amira, creo que has escuchado unos rumores, quiero decirte que...

- No son verdaderos - interrumpió la princesa - no creí en ellos - confesó sorprendiendo al emperador, ella al ver eso sonrió.

Cuando el emperador vio aquella sonrisa todo su mundo se detuvo, por un momento pareció ser que solo eran ellos dos, quiso ir y abrazarla, aferrarse a aquel cuerpo y decirle que la amaba, que la única persona por la cual era capaz de divorciarse era ella.

- Que tenga un buen día - se despidió Francesca para después arrastrar a su prima lejos del hombre.

Amira rió divertida, cosa que también hizo Sovieshu cuando ella pasó a su lado, ahora se sentía mejor, el haberla visto y escuchado había alegrado su día.

"mi amada, haré lo que sea para que podamos estar juntos"

××××××

El Gran Duque Kaufman caminaba por los pasillos del palacio sin rumbo fijo, solo quería distraerse un poco, pues estaba muy estresado por haberse enamorado de la emperatriz.

Quiso que la gobernante usara la poción de amor en el emperador, pero al terminar bebiéndola él todo salió mal, pues no había funcionado el antídoto y ahora estaba locamente enamorado de la emperatriz.

Frunció su entrecejo cuando una voz femenina se empezó a escuchar en su cabeza, eso significaba que alguien estaba cerca.

"Es la princesa" reconoció cuando la vio caminar hacia él en compañía de su prima y damas de ambas.

Cuando sucedió el baile de máscaras no se sorprendió ante el parecido que Amira compartía con el príncipe Heinrey, después de todo hay pensamientos muy fuertes difíciles de ocultar como el enorme amor que le tienes a tu hermana pérdida que al fin has encontrado.

- Oh, Gran Duque, buen día - hizo una reverencia junto a sus acompañantes.

El moreno hizo una reverencia dirigida a la princesa para después ver a Francesca con el ceño fruncido, ¡¿Por qué estaba pensando en ratones en la cabeza de Rashta?!

- Buen día, Su alteza.

"¡Pero que voz! ¡¿Por qué diablos los extranjeros son extremadamente sexis?!" miró a la Whitemore de cabellos castaños, la cual estaba como si nada, ¿Había escuchado bien o fue su imaginación?

- Ella es mi prima, Lady Francesca - presentó la rubia.

- Un placer, su excelencia - reverenció la mencionada.

- Igualmente - inclinó la cabeza.

Con una reverencia se despidieron las damas para continuar su camino, se habría quedado más tiempo conversando con el Duque, pero nunca entablaron una conversación anteriormente y la princesa no sabía cómo hablarle, así que preferiría seguir teniendo una relación formal a decir algo que tomara por insulto debido a su falta de conocimiento con la cultura de Luipt.

- Creo que se me antojó un chocolatito - murmuró Francesca cuando estuvieron lo suficientemente lejos de Kaufman.

Amira miró a su prima conociendo el porque de ese "antojo", suspiró levemente para después recordar la apariencia del Duque, siendo sincera, siempre lo consideró atractivo.

- Prima, mientras tú conversas con tu hermano tanto Liliane como yo iremos con Laura, las tres quedamos de vernos - informó Francesca.

- Tengo miedo de que ustedes hagan esas reuniones misteriosas - confesó la princesa, pues no era la primera vez que se reunían desde la pijamada.

El trío de amigas se había llevado muy bien, de alguna manera pudieron tener una conexión desde aquella reunión hecha para alegrar a Amira.

Las chicas tuvieron las mismas emociones aquella mañana donde el espantoso rumor empezó, ninguna lo creía, pero les molestaba, así que empezaron a verse cada que podían para ponerle un alto a la persona que lo creó, porque si, sabían, bueno, sospechaban quien había sido.

- Es que nos reunimos para hablar como acabar con las ratas, ya que últimamente vemos una muy grande - dijo Liliane con una sonrisa cómplice dirigida a la Whitemore.

Amira no era tonta, y tampoco ciega, ratas no había, pero para sus amigas si, había una enorme y albina rata, sabía que ese apodo era dirigido para Rashta.

- Tengan cuidado con lo que hagan, les recuerdo que esa rata está encinta - les advirtió para después avanzar más rápido a la habitación del príncipe.

Anya miró confundida a las jóvenes, no entendía nada, pero de alguna manera sentía que no hablaban de un animal, si no de una persona.

• • •

El príncipe miraba el techo de la habitación sin saber que hacer, sentía que de alguna manera ya había arruinado los avances con la emperatriz por culpa de no poder callar sus sentimientos aquella noche.

- ¿Y si me hago el menso? - preguntó a la nada como si la soledad le diera la respuesta que necesitaba.

- ¿Y si me dices que hiciste? - preguntó una voz femenina.

Heinrey se sentó rápidamente mirando a la puerta de su habitación, allí estaba Amira de brazos cruzados mirándolo como si espiase en sus pensamientos más profundos, y eso puso nervioso al rubio.

- Por favor, prima, ayúdalo, ya me preocupó, pues no deja de decir que arruinó todo - pidió McKenna a la princesa.

El peliazul podría estar siempre enojado con Heinrey, podría regañarlo o gritarle para hacerle entrar en razón, incluso podría odiar ser su secretario y tener que convivir con él día, tarde y noche, pero seguía siendo su primo, y le preocupaba.

- Déjanos solos, veré que hacer - dijo la rubia.

McKenna asintió para después salir y cerrar la puerta tras él dejando a Amira solo con el príncipe.

- Ahora sí, dime, ¿Qué hiciste? - preguntó la princesa mientras caminaba hacia su hermano y se sentaba a un lado de él, el cual estaba sentado en el suelo con su espalda apoyada en la cama.

- Bueno... se podría decir que reina sabe de mis sentimientos hacia ella... - confesó dejando perpleja a la menor.

- ... ¿Cómo lo...?

- Se lo dije en la pijamada - interrumpió - me hice el dormido después de eso, así que no me dijo nada, ¡¿Ahora qué hago?! - lloriqueó.

Amira llevó una mano a su barbilla pensando en que hacer y decir, prometió en ayudarlo, pero tampoco podía decir que la emperatriz estaba teniendo sentimientos hacia él porque no le correspondía.

- Podrías ir y hablar con ella, si ella te pregunta se sincero sobre tus sentimientos, aunque deberías disculparte por si la incomodaste, y que no es necesario que diga algo, también has todo lo posible para que la amistad que han tenido no se deteriore completamente - propuso Amira - pero bueno, es tu decisión.

Heinrey se quedó pensando, se había perdido desde que escuchó "hablar con ella", en verdad quería hacerlo, pero temía decir algo que arruinara más las cosas.

- Necesito una excusa para ir con ella - dijo el rubio.

La princesa se puso de pie con rapidez para después rebuscar en la habitación de su hermano, al abrir un cajón se encontró con varía carpetas vacías, agarró una y se la llevó al príncipe.

- Ten - se la extendió - di que necesitas un consejo para unos papeles.

Heinrey con rapidez se puso de pie y agarró la carpeta para después acomodar bien sus ropas, le dio un beso en la mejilla a su hermana para después correr a la puerta.

- Deséame suerte - pidió - y quédate aquí por si me va mal y necesito consuelo - y sin decir más salió.

"Que no se rompa la relación tan linda que ellos tienen" pidió la princesa mientras se sentaba en la cama a esperar el regreso de su hermano.

• • •

Navier caminaba a los jardines concentrada en todo lo que había estado pasando esos días, cómo era el hecho de la poción de amor y sobre la pronta partida de su aprendiz, aunque aún no había fecha para eso.

Se detuvo cuando divisó al hombre que últimamente ocupaba sus pensamientos y no la dejaba dormir.

- ¿Príncipe Heinrey?

- Quisiera pedirle un consejo, ¿Tiene un momento? - preguntó el rubio con un poco de nervios bien disimulados.

- ¿Qué clase de documento es? - preguntó la emperatriz mientras extendía su mano para recibir la carpeta.

Cuando la abrió y no vio nada dirigió su mirada inquisidora al príncipe, el cual rió nervioso.

- Lo siento, creí que esto me daría una excusa adecuada para verla - confesó.

- No tiene que esforzarse tanto para verme, su alteza - dijo la rubia mientras devolvía la carpeta.

- No quiero hacer nada que la incomode, mi reina - confesó el menor.

Navier al verlo sonreírle inconscientemente su mente la llevó a aquella noche donde le dijo que ella era la mujer que él amaba, cosa que la sonrojó levemente.

Aquella noche no pudo dormir por pensar en que hacer, ni siquiera sabía si solo le gustaba o lo amaba, así que si lo volvía a ver no sabía que responder a esa declaración.

Pero, recordó lo que sentía cada vez que lo veía, cada vez que él le hablaba o escribía, y allí se dio cuenta, ella también se estaba enamorando del príncipe, lo que ella estaba sintiendo por él era algo profundo difícil de olvidar.

Aquella noche tomó una decisión, Navier quería la felicidad de Amira, también la de Sovieshu, y por un momento su egoísmo le dijo que también la suya propia.

El que Heinrey le dijera que la amara le hizo recordar a la promesa que hizo con Sovieshu en su cumpleaños, y gracias a eso tomó una decisión, decisión que ya había pensado pero que no estaba segura de tomar, ahora sí.

Si la oportunidad aparecía, ella buscaría su propia felicidad a lado del hombre que en verdad amaba, a lado de Heinrey.

• • •

Amira se aflojó un poco su vestido para después transformarse en Céline, salió entre las telas con cuidado de no dañarlas para después salir volando por la ventana.

Tenía un objetivo fijo, y era espiar como le iba a su hermano, estaba ansiosa por saber cómo iban las cosas que no se pudo esperar a la llegada de este a la habitación.

Cuando finalmente los vio se acercó lo suficiente para no interrumpir, pero podría apreciar las expresiones de ellos.

La emperatriz en ese momento estaba preocupada, pues el príncipe le había comentado que la salud del rey Walton III iba empeorando poco a poco, por lo cual Amira y él tendrían que irse dentro de poco, pues la voluntad del rey era coronar a su hermana, algo que no podría hacer si se quedaban mucho más tiempo.

La conversación fue interrumpida cuando el Gran Duque Kaufman apareció, tensando así el ambiente, cuando Céline observó eso se preocupó, pronto un ataque de celos podría aparecer, o eso le decía los rostros de ambos hombres.

Con la intención de apreciar el escenario, y de atacar con sus garritas si era necesario, aterrizó en una rama cercana a ellos.

Palabras burlonas, miradas amenazantes, empujones, y una emperatriz en medio para evitar un enfrentamiento mayor fue lo que pudo ver la ave de plumas amarillas.

- ¡Su alteza! - el llamado de McKenna llamó la atención de todos - ¡Recibí noticias urgentes que requieren su atención inmediata!

Cuando Heinrey se arrodilló para besar la mano de su amada como despedida Céline aprovechó para volar al hombro del peliazul, el cual llevó su mano a la cabeza de esta para acariciarla.

Navier vio el ave, y esta lo notó, por cual alzó un ala para sacudirla en señal de despedida, poco después el príncipe de puso de pie y salió corriendo con McKenna atrás de él.

××××××

Ambos hermanos estaban tristes, la salud del rey había empeorado, ahora se le dificultaba demasiado el caminar, por lo cual tendrían que irse lo más pronto posible.

Heinrey se tenía que despedir de Navier, y Amira de Sovieshu, pues pese a que la relación amorosa de estos últimos ya había terminado no significaba que ya no era importante para ella, aún lo amaba, y no lo vería dentro de quien sabe cuánto tiempo.

Al apenas amanecer la princesa fue a la habitación de quien fue su amante, su intención era despedirse ya, pues durante todo el día estaría ocupada haciendo su equipaje, no se llevaría muchas cosas, pero aún así estaría ocupada.

Cuando llegó a la habitación se sorprendió que la dejaron entrar sin objeciones.

- Déjenos solos - ordenó el emperador a quienes lo ayudaban a arreglarse.

Amira suspiró, ahora los nervios se estaban haciendo presentes en ella, pues estaba en una habitación a solas con el hombre que aún amaba.

- Querida, me alegra que haya venido - dijo él mientras se acercaba a la menor, pero se detuvo al ver el semblante decaído de la rubia - ¿Acaso sucede algo? - preguntó preocupado.

- Sovieshu, la razón por la que vine a tu habitación es para despedirme, mi familia y yo nos iremos a Occidente - confesó sorprendiendo al emperador.

Sabía que eso tarde o temprano pasaría, que la mujer que más amaba en el mundo se iría del imperio para ser reconocida por lo que es, la princesa pérdida.

- Entiendo - murmuró intentando no sonar triste, pero fue inútil, ya que Amira lo notó.

Después de pensarlo un poco decidió acercarse para darle un abrazo, él al sentir los brazos de su amada alrededor de su cuerpo se aferró a ella, no había segundas intenciones, solo quería abrazar por última vez a la mujer que amaba.

- Te prometo que haré todo lo necesario para que estemos juntos, y aún si no quieres, seguiré luchando por mi libertad, porque quiero estar libre para ti, porque la única mujer con la que quiero pasar mi vida a su lado y tener una familia, eres tú, mi amada princesa.

Cuando Amira escuchó eso no pudo evitar sonrojarse, una pequeña sonrisa apareció en su rostro, ella en verdad esperaba que eso sucediera, pues también significaba que su hermano tendría una oportunidad de estar con la persona que amaba.

Aunque cuando todo eso pasara el problema sería Rashta, pues la albina no estaría conforme con que Amira sea por la que hace todo eso el emperador, y menos teniendo en cuenta que la mujer de cabellos blancos estaba esperando un hijo del emperador.

Sabia que quizás una preocupación de la mujer era que su hijo fuera olvidado, y eso lo podía entender la rubia, por ello se hizo una promesa.

"Si en el futuro llego a estar con Sovieshu, a ese bebé no le faltará nada, de eso me encargo yo"

_____________________________________

¿Que les pareció?

En el próximo capítulo Walton III finalmente aparece :)

Ya sé que tardo mucho en actualizar, pero es que los estudios ocupan mucho de mi tiempo.

¿Como creen que Sovieshu y Amira se vuelvan a ver?

Nos leemos luego :3

Continue Reading

You'll Also Like

77.9K 14.5K 48
Jimin es un humano común y corriente, un día va a una excursión en el bosque y al recostarse en un árbol es transportado a un mundo mágico, llamado f...
49.8K 4.3K 32
¿Qué es lo que ocurre cuando nada es recíproco en tu relación?
462K 74K 32
Park Jimin, un padre soltero. Por culpa de una estafa termina viviendo con un completo extraño. Min Yoongi, un hombre solitario que guarda un triste...
106K 5.9K 12
El maldito NTR pocas veces hace justifica por los protagonistas que tienen ver a sus seres queridos siendo poseidos por otras personas, pero ¿Qué suc...