Lost princess » [Sovieshu]

بواسطة Shiniu05

139K 14.9K 4.2K

"Aunque crecí llena de lujos me sentí como una ave enjaulada, pero aquí siento que al fin soy libre, aquí pue... المزيد

Grupo
⁰⁰
⁰¹
⁰²
⁰³
⁰⁴
⁰⁵
⁰⁶
⁰⁷
⁰⁸
⁰⁹
¹⁰
¹¹
¹²
¹³
¹⁴
¹⁵
¹⁶
¹⁷
¹⁸
¹⁹
²⁰
²¹
²²
²³
²⁴
²⁵
²⁶
²⁷
²⁸
²⁹
³⁰
³¹
³²
³³
³⁴
³⁵
³⁶
Preguntas y Respuestas
Special Two: Brothers forever...

Special one: What if ...

3.1K 245 17
بواسطة Shiniu05

El ambiente era demasiado cálido en la habitación, la prueba del amor acababa de haberse dado en el lugar.

Una pareja de esposos sonreía con tranquilidad, al fin estaban en paz, no se tenían que preocupar por nada ni por nadie, todo lo malo ya había pasado, su única preocupación ahora era el proteger de su pueblo, ya no habían terceros que intentaran matar a alguien de la familia.

— Sovieshu... ¿Que crees que hubiera pasado si jamás hubiese sido separada de mi familia biológica? ¿Tu y yo podríamos haber estado juntos? — le preguntó Amira a su esposo mientras levantaba la mirada.

De vez y en cuando se preguntaba eso, ¿Que hubiera pasado si ella hubiera estado en Occidente desde que nació?, Estaba claro que no conocería al Conde Philips y mucho menos lo vería como padre.

Si ella hubiera estado como princesa desde que nació muchas cosas hubieran cambiando, entre ellos, su bienestar, estaba completamente que hubiera tenido muchos atentado, ¿Pero hasta que punto llegarían?

Ahora que apreciaba su vida actual, ahora que por fin se sentía segura, ahora que era madre, una pregunta le llegó a la mente, ¿Su vida tendría el mismo resultado si hubiera vivido en Occidente desde un inicio?

💠💠💠💠💠💠

¿Habría el mismo resultado si yo era la princesa de Occidente desde que nací?

Un hermoso par de aves volaba por un enorme palacio, la hembra aterrizó en un balcón con dueño desconocido, mientras que el macho voló hasta la habitación que pertenecía a la Emperatriz.

— ¿Un ave? — una voz masculina asustó al animal de plumas amarillas, la mirada del hombre recayó en la patita del ave, pues allí había un pequeño papel atado.

"Si Heinrey puede hacerlo, yo también" pensó el animal mientras extendía su patita.

Inicialmente se había puesto allí para poder buscar al Emperador, le daba curiosidad el como reaccionaria ante la correspondencia de una persona desconocida, quería hacer lo mismo que su amado hermano hacía con la Emperatriz Navier.

"Si mi ave se acercó a ti significa que le agradas, si la lastimas te mato, si la acaricias volverá a ti" leyó el Emperador.

El ave releyó su carta y se entristeció, le había salido muy mal, no entendía como es que el príncipe logró captar la atención de la emperatriz.

— Que extraño — murmuró él hombre para después desechar la nota.

— ¡Pío! — se quejó el ave mientras veía con enojó a la persona frente a ella.

Este se sorprendió pero sonrió divertido, llevó su mano a la cabeza del animal para después acariciarla.

— Le responderé solo porque me caíste bien, ave extraña — Comentó.

El pelinegro agarró papel y pluma para después escribir algo que el ave no pudo leer, luego agarró con cuidado la patigal del animal y así poder amarrar la nota.

Cuando la ave de plumas amarillas se aseguró de tenerla bien atada emprendió vuelo, primero dio una vuelta alrededor del hombre para después irse al bosque.

Durante el camino un ave más grande se unió, ambos se vieron por un momento para después volar más rápido como si de una competencia se tratara.

La primera en aterrizar fue la más pequeña, estaba en medio de un montón de árboles con telas extendidas que hacían de cortinas.

Una pequeña nube de humo se hizo presente para después aparecer una linda rubia de ojos morados, su cuerpo estaba completamente desnudo dejando como únicos accesorios un pequeño papel atado en uno de sus dedos junto con varias cicatrices.

Se puso la bata que estaba allí para después agarrar la nota de su dedo.

"Su ave es muy especial, nunca vi a una enojarse por simplemente desechar su correspondencia como lo hizo esta, ¿Tiene nombre?"

La rubia sonrió encantada, su idea era conocerlo, de alguna manera tenía que evitar estar aburrida en el tiempo que iban a estar en Oriente.

— ¿Te hizo algo el Emperador? — preguntó una voz masculina del otro lado de las cortinas.

— No, todo estuvo bien, me gustaría conocerlo mejor en la celebración de año nuevo — confesó la menor mientras caminaba al exterior — ¿Cómo te fue con la Emperatriz? — le preguntó.

— Bien, parece ser que ya no ha tenido conflictos con el Emperador — respondió.

— ¿Crees que haya entrado en razón como para dejar de tratar mal a su esposa? — Preguntó la joven mientras miraba a su hermano.

— Puede ser... ¿Me ayudarás a qué ella sea mi reina? — le preguntó, la rubia sonrió con complicidad.

— ¿Cuando no te e ayudado? — le preguntó cómo respuesta — Solo no hagas una guerra — bromeó.

El mayor se tensó pero hizo una sonrisa — ¡Eres la mejor hermana, Amira!

"No puedo involucrarla en eso, no a ella, no a mi hermana"

××××××

— ¡El príncipe Heinrey y la princesa Amira de Occidente! — presentaron.

Un rubio fue el primero en salir de carruaje, para después extender su mano al interior del vehículo para ayudar a su hermana en salir.

Todos los presentes se sorprendieron al verlos, los rumores sobre la belleza que los príncipes compartían se quedaban muy cortos.

La princesa era tan hermosa que incluso llegaba a sorprender que aún estuviera soltera, aunque debían de suponer que tenía muchos pretendientes.

Cuando el mayor de fue directo a la Emperatriz la joven decidió ir con el Emperador, le prometió a su hermano que lo ayudaría, nunca dijo cómo, debía encontrar la forma de hacerlo sin interferir en el matrimonio y sin dañar a nadie.

— Es un placer conocerlo, Su majestad — dijo mientras hacia una reverencia perfecta, segundos después miró a los ojos al mayor dando anonadado a este.

El color, el brillo, la forma, la expresión, todo en los ojos de la princesa encantaron al emperador como si de un hechizo se tratase.

— El placer es mío, espero y que su estadía en el palacio sea de su agrado — comentó el Emperador con toda la formalidad que pudo retener después de haberse encantado con la mirada de la menor.

— Así será, tenga eso por seguro — le sonrió para después mirar a la emperatriz.

Un brillo especial apareció en el rostro de la princesa al ver a la mujer que gobernaba el Imperio, siempre la admiró, era conocida como la emperatriz perfecta, era hermosa y cumplía con sus deberes, a decir verdad, adoraba más a la gobernante de Oriente que a la reina de Occidente, y eso que era su cuñada.

"Mi ídola está frente a mi... No debo comportarme mal ante ella"

××××××

Cuando el Emperador Sovieshu respondió la primera carta anónima no esperó que el ave volviera con la respuesta a su pregunta.

"Céline, mi ave se llama Céline...
Quisiera saber de usted, ¿Asistirá a la celebración de año nuevo?"

El hombre miró a la ave, la cual estaba bebiendo en un plato que él le dió para que pudiera hidratarse.

No podía decir que en realidad era el anfitrión porque se sentiría muy extraño que la persona atrás de esas cartas lo descubriera tan rápido, y más si era un hombre.

"Así es, asistiré a la celebración, ¿Usted es uno de los invitados distinguidos?" Apuntó.

Mentiría si dijera que no sentía curiosidad sobre quién era la persona que le escribía.

Amarró la nota en la patita de la ave para después acariciar la cabeza del animal, esta cerró sus ojitos dejándose mimar para después despedirse sacudiendo una de sus alas y así eprender vuelvo dejando a un desconcertado Emperador.

— Eso fue... Raro

××××××

"No pierde el tiempo" pensó Amira mientras veía por una ventana el como es que su hermano caminaba junto a la emperatriz.

— ... Es muy hermosa... — murmuró la princesa mientras veía a la Emperatriz caminar con un reluciente vestido rojo.

— ¿Quien? — Preguntó una voz masculina atrás de ella.

La menor se sobresaltó, por instinto iba a golpear a la persona que la asustó pero al darse vuelta reconoció al emperador.

— Me asustó, Su Majestad — suspiró la rubia mientras llevamos una mano a su pecho.

Toda su vida estuvo alerta, siempre tuvo la idea de que en algún momento sería atacada, y eso varias veces le salvó la vida, por ese miedo constante aprendió a usar la espada, aprendió a pelear... aprendió a matar.

Por primera en toda su vida se distraía de tal forma que dejó de prestar atención a todo lo que la rodeaba, pero eso solo había causado que casi golpeara al hombre más importante de todo Oriente.

— Me disculpo, mi intención no era esa, solo me causó curiosidad — confesó el hombre para después mirar por la ventana.

La sorpresa lo invadió al notar como es que su esposa caminaba con el príncipe Heinrey, y esa sensación creció cuando la vio reír.

No estaba enojado, claro que no, porque él no tenía derecho de hacerlo, amaba a su esposa, si, pero era un amor de amigos, nada más, y ya la había lastimado cuando trajo a Rashta al palacio, no podía enfadarse por la simple acción de que ella le sonriera a otro hombre.

— ¿Te referías a la Emperatriz? — Preguntó Sovieshu repentinamente — Tienes razón, es hermosa — comentó con una sonrisa.

La menor lo miró sorprendida, pues parecía querer a la mujer, pero, ¿Por qué la hizo sufrir si la quiere?

— Su majestad, quisiera conocerlo, tanto usted cómo la Emperatriz me dan curiosidad, y siendo sincera, quisiera ser amiga de ustedes — confesó la princesa con una sonrisa que dejó encantado al hombre.

— ¿Quieres pasear?, Así podremos conocernos mejor — ofreció.

La joven ni lo pensó dos veces, pues rápidamente se puso a un lado del Emperador y enredó si brazo con el del mayor.

Sovieshu posó su mano libre en la de ella y caminó a su lado mientras conversaban de cosas triviales.

A lo lejos, una joven de cabellos albinos vio la escena con enojo, sabía que la rubia era una princesa, la Vizcondesa Verdi se lo había dicho, pero eso no significaba que pudiera estar tan cerca de su amante, no quería.

La chica de ojos morados era hermosa, no podía mentir y decir que no era así, no cuando todo el mundo hablaba de la gran belleza que esta tenía, pero eso solo le daba miedo, temía que conquistara al emperador y así toda la comodidad que este le brindó desaparezca, debía de haber una manera de no perder nada.

"Por él momento solo debo evitar que la princesa se acerque de más a Su majestad"

××××××

La celebración de año nuevo había llegado, y con ello varios invitados.

Amira bebía una copa de vino junto a su primo, McKenna, quien estaba cuidándola de cualquier cosa, pues la conocía tan bien como para saber que las grandes multitudes la tenían tensa, nunca le habían gustado, quizás por el hecho de que podrían haber asesinos infiltrados.

— ¿Crees que mi hermano pueda curarse? — Preguntó la princesa en un murmuro mientras movía su copa y veía el líquido moverse.

— Me temo que la respuesta no le gustará — respondió el peliazul desanimando a la menor. — Su alteza, si no es indiscreción, ¿Usted comparte cartas con alguien?, Varias veces que e ido a su habitación por órdenes de su hermano no la encuentro — expresó su duda sin contar el hecho de que una vez pudo encontrar una pequeña notita.

— Si, el Emperador es mi amigo por correspondencia, pero no es algo que se sepa, se podría decir que es la misma situación que el hermano Heinrey — respondió Amira sin intención de mentir.

McKenna asintió levemente pero eso no evitó que sintiera temor, le preocupaba que sus primos se enamoraran de los gobernantes.

Su miedo se hizo más grande cuando vio como es que el Emperador al bajar miraba a la princesa, mientras que esta le dedicaba una sonrisa.

"Espero y que ella no quiera estar con el Emperador, ya tengo suficiente con Heinrey y su interés a la Emperatriz"

×××××

El Emperador miró sorprendido a su secretario, las celebraciones de año nuevo estaban por culminar, pero la noticia que el Marqués Karl le había dicho lo hizo sorprenderse.

"La princesa Amira y el príncipe Heinrey tienen amigos secretos" pensó Sovieshu, pronto el recuedo de una nota llegó a su mente.

"¿Saber quién soy? Bien, soy una mujer de gran importancia, llegué al palacio hace varios días" recordó.

Ante algunos mensajes que le recordaban a varias cosas que sucedieron en las fiestas él le preguntó quien era, como respuesta solo hubo que era mujer.

— Entonces es ella.... — susurró.

Una sonrisa cómplice se dibujó en su rostro, claro que estaba más que satisfecho con eso.

Durante esos días que trató a la princesa simplemente lo hizo darse cuenta que cierto sentimiento empezó a nacer en su corazón, pero decidió resguardarlo en lo más profundo de su ser.

No quería romper la tan bella amistad que ambos estaban forjando, al igual que no podría darle una vida digna porque ya estaba casado.

Eso sin contar que no quería lastimar a Navier, ya no más, ya había arreglado sus cosas con ella como para que la volviera a herir por la intención de estar con otra mujer.

Le agradecía enormemente al príncipe Heinrey por estar apoyando a Navier en todo momento, pues aunque no era muy evidente podía notar que su esposa tenía un poco de confianza en el rubio, prueba de ello era la libertad que empezaba a tener con él.

Desde el momento en que supo que lo que sentía por Amira era más que amistad se prometió que haría lo posible por qué las dos mujeres más importante de su vida fueran felices, y esas eran la Emperatriz de Oriente y la princesa de Occidente.

Si bien apreciaba a Rashta, se arrepentía de haberla convertido en su amante, planeaba divoriarse de ella pero para que no fuera una burla esperaría, y ya después la ayudaría con el tema de esclavitud.

Quería solucionar todos los daños que causó, quería ser una mejor persona, un mejor esposo y un mejor amigo, y para ello debía de olvidar sus sentimientos por Amira.

"No diré que soy su amigo secreto, no puedo, eso solo le hará pensar a los demás que puede haber algo entre ella y yo, cuando no puede ser así.... No debe ser así"

××××××

Estaba enojado, muy enojado.

Un hombre de blanca y ojos azules bailaba con la princesa de Occidente ante la excusa de que él era el amigo secreto.

Para el Emperador no pasó desapercibido que la joven rubia no estaba cómoda, incluso se podía notar tensa, de vez en cuando miraba al príncipe Heinrey como si ambos se comunicaran mentalmente.

— Usted no es mi amigo secreto, le preguntaré solo una vez, ¿Quien eres y que buscas? — le preguntó la rubia con una sonrisa falsa mientras caminaba a su lado hacia el exterior del castillo.

— Mi señora quiere conocerla — respondió el peliblanco con una sonrisa igual de falsa.

La menor se sorprendió así que quiso evitar salir, pero fue demasiado tarde, ya estaba cerca de la puerta que la sacaba del salón, y si ella salía nadie escucharía si gritaba, el hombre la agarró del brazo y la obligó a salir.

Solo dos personas se dieron cuenta de ello, solo dos hombre vieron como el albino trató a la princesa.

El Emperador dejó a las personas con las que estaba para ir a ayudar a la princesa.

Cuando salió del salón buscó por el pasillo para ver por dónde pusieron haber ido, estaba asustado, no quería que algo le pasara a la joven.

El sonido de algo cayendo hizo que él corriera al lugar con la esperanza de que Amira estuviera allí, sana y salva.

Grande fue su sorpresa que al llegar pudo ver cómo el hombre yacía desmayado mientras Amira se apoyaba en una pared intentando controlar su respiración.

— Amira... — la llamó preocupado.

La joven alzó la mirada y sin importarle nada corrió a abrazarlo, como no había nadie cerca nadie podía ver cómo es que él la ferraba a su cuerpo.

— Haré que pague, pensé que algo te pasaría, no me gustaría perderte — confesó Sovieshu mientras acariciaba la espalda de la joven.

— Estoy cansada, ya no quiero vivir con miedo, morir me importa poco, pero... Mis hermanos... No quisiera que ellos sufran si perezco — expresó, estaba casada de decir que todo estaba bien cuando no era así.

El Emperador se separó para después acunar el rostro de la menor entre sus manos.

— Yo te cuidaré, haré todo lo que esté en mis manos, te protegeré de todo y todos, seré yo quien muera antes de que tú, la mejor que amo, perezca — confesó Sovieshu.

El rostro de Amira se sonrojó, no esperó esa confesión, una lágrima cayó por su mejilla para después abrazarlo.

Con él se sentía bien, de sentía protegida, quizás, solo quizás, él podría hacera olvidar sus tormentos.

Sovieshu ahora tenía las cosas claras, no quería perderla, no importaba como, él haría lo que fuera necesario para estar con ella, pero para ello debía acabar con la persona que atormentaba a su amada.

Debia hacer todo lo necesario para siempre tenerla en sus brazos, pero lo haría sin herir a personas inocentes, entre ellos a Navier, no lastimaría a la mujer que lo acompañó toda su vida siendo otra mujer la razón, no lo haría, no otra vez.

A lo lejos dos rubios veían la escena.

Heinrey había ido atrás del Emperador, y Navier quien también vio a la princesa salir con un rostro tenso decidió ir, pero eso solo hizo que ambos vieran la confesión del gobernante.

— Reina... — susurró Heinrey al ver cómo esta bajaba la mirada.

El rubio no sabía que hacer, se sentía enojado por lo escuchado, pero también se sentía triste por su amada.

— Estoy bien — dijo Navier con una sonrisa.

Y en verdad lo estaba, quizás solo un poco incómoda por ver cómo su esposo le declaraba su amor a otra mujer, pero tampoco era como si lo amara, así que no le había dolido.

— Siento esto, le diré a mi hermana qué...

— No, hagamos como que no vimos nada, Amira es una mujer dulce y razonable, deja que ella sea quien tome una decisión — dijo la rubia mientras se daba la vuelta — ella sabrá que hacer — aseguró.

"Dije que no me metería en la relación, y así será, al menos que sea necesario, lo amo, pero aún no es libre"

💠💠💠💠💠💠

"

¿Habría el mismo resultado si yo era la princesa de Occidente desde que nací?"

Sovieshu acarició la espalda desnuda de su esposa, no sabía si habría el mismo resultado, pero lo que si sabía es que la amaría con todo su ser.

— Amira, te amo, y me conozco, se que buscaría la forma de estar contigo — Respondió el Emperador.

La rubia sonrió, no se iba a preocupar por algo como eso, su vida ya estaba hecha, ya estaba casada, y ya era madre, no debía preocuparse por algo que no pasó.

— Pero para empezar, ¿Me habrías amado como para querer estar conmigo? — Preguntó la menor mientras se subía al regazo de su esposo importandole poco su desnudez.

— Estaría loco si no quisiera eso, Amira, me enamoré desde la primera vez que te vi, y el tratarte más solo hizo que mis sentimientos crecieran, así que si, te hubiera amado de la misma forma en que lo hago ahora — confesó Sovieshu mientras colocaba sus manos en los muslos de su esposa.

Amira se sonrojó y sonrió, con lentitud se acercó al rostro de su amado para después darle un beso.

— Te amo

______________________________________

¡Feliz Navidad! 🎄🎄 Espero y de la hayan pasado bien con sus familia, de corazón les deseo felices fiestas💖

¿Que les pareció? Es mi primer especial diferente a la historia que hago así que perdonen si no salió muy bien.

Cómo veran, hay portada nueva, mi querida Connie_Harunola hizo, así que créditos a ella por esa belleza.

Sin mas que decir, nos leemos luego :3

واصل القراءة

ستعجبك أيضاً

557K 28.8K 77
Dani y Gavi son mejores amigos prácticamente desde que los dos tienen consciencia. Gavi la considera una hermana pequeña, Dani está enamorada de él. ...
175K 8.1K 41
Un día, dos chicas se encuentran en el metro. Violeta, que acaba de ser abandonada, se está recuperando de un corazón roto, y Chiara está lidiando co...
72K 8.2K 14
Tras la victoria de Max en los X-Games Bradley se encarga de ser el chico de las toallas del equipo de patinaje de Max, ambos se ven forzados a iner...
3.8M 416K 37
Kim TaeHyung le pide a Jeon JungKook que sea su novio. Aunque el pelinegro está catalogado como la peor pareja del Instituto, decide no rendirse. ...