Lost princess » [Sovieshu]

By Shiniu05

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"Aunque crecí llena de lujos me sentí como una ave enjaulada, pero aquí siento que al fin soy libre, aquí pue... More

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Preguntas y Respuestas
Special one: What if ...
Special Two: Brothers forever...

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By Shiniu05

— ¿Qué?

Amira miró con sorpresa al emperador, este pareció reaccionar, había pedido algo que no estaba en sus sentidos, mentiría si dijera que no la quería como su mujer, mentiría si dijera que no la deseaba, mentiría si dijera que no la amaba.

— Dios, hablé sin pesar, perdoname — acunó el rostro de la rubia entre sus manos — te amo, eso no lo puedo negar, y quiero tenerte a mi lado, quiero que seas mía en todos los sentidos posibles, pero no te obligaré a nada que tu no quieras, porque para mí, tu bienestar es mas importante que mi sentir — confesó.

El rostro de la menor se enrojeció, por más que quisiera negar su sentir, Sovieshu hacía algo que la enamoraba más, y así no podría olvidarlo jamás.

— Ser tu mujer me haría muy feliz — confesó la rubia mientras miraba los ojos oscuros de su amado, el cual se sorprendió y una felicidad se instaló en él — pero me temo que no es posible, no quisiera ser señalada como una concubina después de que la propia Emperatriz me tomó como su aprendiz — el hombre entendió a la menor, pues quedaría como una malagradecida hacia la mujer que le tendió la mano, que la apoyó.

— Entiendo perfectamente, aunque podríamos estar juntos sin que nadie lo sepa, algo así como una relación en secreto — propuso el emperador.

Sovieshu se regañó mentalmente, parecía como si estuviera desesperado, pero es que así se sentía, por más que quería que ella estuviera con alguien que le dé su lugar los celos siempre lo invadían, y sabía que era capaz de cometer alguna locura por ello.

De alguna manera la llegada de Amira lo había afectado de muchas maneras, y no sabria decir si era para el bien o para mal, desde que llegó ya no tenía problemas con Navier, y ya veía los errores que cometió cuando trajo a Rashta al palacio, como haber tratado mal a la Emperatriz en varias ocasiones y acusarla de cosas sin fundamentos.

— Escuchame antes de que pienses o digas algo — pidió — te amo más de lo que creí que podría amar, al inicio quería que estuvieras con alguien que te dé tu lugar, pero el solo imaginarte en los brazos de alguien más hace que la sangre me hierva, él que alguien mas pruebe tus labios me hace sentir como si me muriera, y eso nunca lo sentí antes, quiero ser el único en haberlos besados, quiero ser el único al que ames — confesó — dejaré a Rashta, solucionaré sus problemas y la dejaré libre, haré que haga su vida como plebeya — explicó — si tú aceptas ser mi mujer, te prometo, que si un día dejas de sentirte cómoda conmigo, si dejas de quererme, o si sientes que no te soy suficiente, te dejaré ir sin rechistar, porque tú felicidad es lo más importante para mí.

Amira acarició el rostro de su amado, ella en verdad quería ser suya, pero no sé sentía del todo cómoda siendo una amante.

— Amado mío, déjame pensarlo, quiero analizar las cosas, porque por más que te ame, hay muchos obstáculos — la imagen de Heinrey con una mirada amenazante apareció en la mente de los dos.

"Más bien uno muy grande" pensaron.

— Te daré todo el tiempo del mundo — respondió el emperador.

Sovieshu se despidió con un corto beso en los labios, su plan era ver a la princesa para ir a cabalgar, pero sus planes había cambiado después de que lo que ocurrió y lo que dijo.

Salió de la habitación para después suspirar y apoyarse en la puerta, ahora que había vuelto a probar esos delicados y dulces labios de Amira le iba a ser imposible dejarlos, ahora se habían vuelto en su adicción, por lo cual le sería difícil no besarla cada que la viera.

"Haré lo posible para que ella sea mi esposa, y lo haré sin dañar a Navier, buscaré una manera para que ella también pueda ser feliz"

××××××

— ¿Rumores hacia mi madrina? — preguntó Amira mientras le servía un poco de té a la emperatriz.

— Así es, se está reviviendo el rumor de que su primer hijo podría ser de su cuñado por haber nacido prematuramente — explicó la mayor mientras agarraba la taza.

— Mi pobre madrina debe estar teniendo problemas con el Duque, recientemente eso ya es muy común porque ella capta la atención de los hombres — comentó la princesa, para ella la Duquesa no tenía la culpa, era muy hermosa, por lo cual era común captar ese tipode atención, pero el Duque era muy celoso, y sus reproches siempre iban hacia la mujer.

Navier miró el té mientras pensaba, ella creía en quien podría estar atras de esos rumores.

Al ver la mirada baja de la menor se preocupó, pues desde que había llegado se encontraba desanimada — Desde que llegaste has estado decaída, ¿Sucede algo? — Preguntó.

Amira alzó la mirada para después apretar la falda de su vestido, no quería engañar a la mujer que la apoyó tanto, si iba a hacer algo tenía que hacerlo sin mentirle a su maestra.

— Yo.... El emperador me pidió ser su amante en secreto — dijo con rapidez la menor mientras se ponía de pie e inclinaba la cabeza.

Navier parpadeó incrédula, le costó entender por un momento a la princesa pero lo hizo, por un momento quiso reír, le resultaba divertido todo el drama que la joven se armaba en su mente, al igual que le enternecia el hecho de que Amira se preocupara tanto por lo que ella sintiera.

La emperatriz mantuvo su compustura, y eso solo preocupó más la menor, pues el rostro que tenía la mayor era indecifrable.

"Que no se enoje, no quiero perder mi relación con ella" rogó la princesa internamente.

— ¿Aceptaste? — se limitó a preguntar la mayor.

— No... bueno, le dije que lo pensaría — respondió la menor mientras sentía sus manos sudar.

Navier llevó una mano a su mentón mientras pensaba en lo que pasaría.

Era bien sabido que para mantener una alianza entre reinos e imperios se mandaban mujeres de linaje importante para que se convirtieran en concubinas del emperador o rey.

Si en algún momento después de que Amira fuera reconocida y coronada como princesa, podría volverse concubina oficial de Sovieshu, y así Occidente y Oriente podrían tener una alianza, claramente todo dependería del bienestar de la menor, pues Heinrey adoraba a su hermana más que a cualquier otra cosa.

"¿En qué ando pensando? Amira no puede ser usada para estás cosas" se regañó mentalmente la emperatriz.

— Levanta la cabeza, ¿Que te dije?, Sin importar qué, ve siempre con la cabeza en alto — se puso de pie y caminó hasta quedar enfrente de su aprendiz, con cuidado levantó su rostro y la abrazó. — no te puedo decir que decisión tomar, porque es de mi marido de quién estamos hablando, pero ten en cuenta, tomes la decisión que tomes, tú y yo siempre seremos amigas — le sonrió.

— ¿En serio? ¿Aún si acepto? — Preguntó esperanzada mientras se separaba lentamente.

— Si es secreto seguirás siendo públicamente mi aprendiz, pero si llegas a ser su concubina oficial nuestras clases serán en secreto — explicó la emperatriz.

Amira entendió, si ella se volvía en la amante oficial del emperador y seguía como aprendiz de la emperatriz todos creerian que la mayor era una mujer ridícula.

"Mejor me niego" pensó desanimada la princesa, aceptar causaría muchos problemas "aunque de alguna manera podría ayudar para la felicidad de mi hermano Heinrey y de la propia Emperatriz" analizó.

— Iré a Wilwol, una joven a la que apoyo logró entrar a la escuela de magia, y me gustaría felicitarla personalmente, ¿No te molestará atrasar tus clases? — Preguntó la emperatriz mientras volvía a su asiento.

— Para nada, tome su tiempo, yo me dedicaré a leer algunos temas — respondió con una sonrisa, ya se sentia un poco más animada.

— Me parece bien — asintió confome la mayor — por hoy es todo, tengo que hacer unas cosas antes de partir, ¿Querras algún recuerdo? — Preguntó pero la menor se negó.

— Con que usted llegue a salvo soy feliz — informó — me retiro para que usted pueda trabajar en paz — hizo una reverencia para después salir.

Navier al verla irse sonrió, Amira era una joven con mucho talento, era inteligente, aprendía demasiado rápido, era comprensible, honesta, justa, y tenía un aura increíble.

"Le falta mucho por avanzar, pero sería un gran líder"

• • •

Heinrey miró por la ventana con aburrimiento, no sabía que hacer, su hermana estaba con la emperatriz, y esta estaba trabajando.

"Si reina fuera mi esposa no me despegaria de ella" pensó mientras dejaba salir el aire de sus pulmones.

De pronto, una ave amarilla voló en su dirección, el príncipe al reconocerla se hizo a un lado y buscó la bata azúl que tenía específicamente para su hermana.

El ave se puso atrás de un vestidor para después de unos segundos una mano femenina salir de allí, el rubio pasó la bata y poco tiempo después Amira salió con una sonrisa.

— ¡Hermano! — exclamó mientras se lanzaba a los brazos del mayor.

Cuando Heinrey recibió a la menor en sus brazos se sintió completamente feliz, durante muchos años soñó con eso, desde niño se imaginaba a su hermana saltar a él cada que se vieran, pero todo eso no pasó, por ello aprovecharía todo el tiempo que tuviera en compensa del que perdieron.

— Heinrey ya fui con... Hola prima — saludó McKenna al ver a la rubia, esta se separó de su hermano y corrió a abrazar al peliazul.

El príncipe se cruzó de brazos mientras veía mal a su primo, este rió nervioso e intentó alejar a la princesa, pues al parecer el rubio era muy celoso con respecto a la atención de la menor.

— Dentro de una o dos semanas nos iremos — informó Heinrey.

— ¿Volveremos? — preguntó Amira mientras se separaba del peliazul.

— Por supuesto, tengo que conquistar a Reina — respondió mientras inflaba el pecho, la menor rió levemente ante eso.

— La amas mucho, ¿No es así?, ¿Serías muy feliz si ella está contigo? — preguntó la princesa mientras se acercaba a su hermano, este asintió confundido ante las preguntas.

— Mi felicidad depende de ti y de ella, porque ahora ustedes dos se volvieron en lo más importante de mi vida — confesó el rubio mientras ponía su mano en la cabeza de la menor para después revolver aquella cabellera tan suave.

La princesa sonrió levemente, quizás estaba pensando mucho, pero quería que Heinrey fuera feliz, al igual que Navier, esta prácticamente le había dicho que empezaba a sentir cosas por él, sabía que él no le haria daño.

— ¿Te ayudo? — Preguntó en un murmuro.

Mckenna se sorprendió y empezó a negar, ya tenía suficiente con un Heinrey embobado con la Emperatriz como para que Amira se uniera.

— ¿A conquistar a Reina? — Preguntó ilusionado el príncipe.

— Si — afirmó la princesa mientras reía al sentir como el mayor daba vuelta con ella en brazos.

— ¡Eres la mejor hermana del mundo! — exclamó mientras la bajaba y la abrazaba con fuerza.

— Hago lo que puedo — contestó mientras se encojia de hombros — la Emperatriz irá a Wilwol, eso es lo que te puedo decir — comentó.

— ¡Mckenna! ¡Haremos un viaje a Wilwol! — exclamó el rubio.

El mencionado suspiró derrotado, ahora le tocaba hacer un viaje un poco largo para que su primo se viera con la mujer que lo traía loco.

Amira rió y se lanzó a la cama de su hermano, no tenía mucho que hacer, por lo cual decidió aprovechar su tiempo para pasarla con Heinrey y McKenna, pues estos le enseñaban algunas cosas de la cultura de Occidente para que cuando fuera no cometiera errores.

El príncipe se acostó en su cama y apoyó su cabeza en el regazo de su hermana para que esta lo mimara.

"El hermano Heinrey parece un niño pequeño"

××××××

Amira bajó la mano cuando vió el carruaje desaparecer, estaba sola, su hermano y la emperatriz habían partido.

No quería ver a Sovieshu por aún no estár un cien porciento convencida de su respuesta, y tampoco quería ver a Ergi porque este pasaba mucho tiempo con Rashta, así que si lo buscaba habían altas probabilidades de encontrarla, y era algo que no quería.

— Mi lady, ¿Que piensa hacer? — Preguntó Liliane mientras se inclinaba.

— Iré a ver a mi padre, si quieres ve a descansar — respondió la rubia mientras se daba la vuelta y entraba al palacio nuevamente.

— Mejor iré a su habitación a esperarla — dijo la castaña con una sonrisa — tómese su tiempo mi lady, yo aprovecharé para leer un poco — y con una reverencia se despidió de su señora.

Amira sonrió para después seguir su camino.

Un castaño al verla sonrió feliz, con rapidez caminó hasta ella para después tapar los ojos de la menor.

— ¿Quién soy? — dijo el de ojos verdes mientras cambiaba su tono de voz.

La princesa rió divertida — Ergi — respondió mientras hacía bajar las manos del hombre.

— Angelito, quería preguntarte algo, ¿Que color te gusta? — Preguntó, la rubia se señaló a si misma como respuesta.

— ¿Aún no lo deduces? — Preguntó divertida mientras señalaba su vestido azul, su collar y aretes del mismo color.

— Oh, eso explica porque te veo con vestidos azules — asintió pensativo — ¿Animal favorito? — Preguntó.

— El perro, ¿Por? — miró confundida a su amigo.

— Estoy buscando tu regalo — respondió el Duque con una sonrisa — ¿Te gustan los Husky? — Preguntó, la rubia asintió confundida — perfecto.

— ¿Regalo para qué? — Preguntó, no habían fechas importantes para ella, su cumpleaños ya había pasado.

— Para cuándo seas coronada princesa, los nobles intentarán darte regalos por ser la princesa perdida y así poder ganar tu favor — explicó el mayor.

— Soy consiente de ello, los nobles siempre buscan lo que más les favorecerá — comentó la menor mientras alzaba los brazos.

— Bueno, mi bello angelito, me tengo que ir — informó mientras besaba la mano de la rubia — pero debes tener cuidado con Rashta, ella está enojada contigo debido a los rumores — cuando dijo eso sintió la mirada fría de la dama.

Se sentía culpable, no lo podía negar, pero su intención nunca fue dañar a la princesa, por ello haría lo posible para protegerla y ayudarla en todo lo que pudiera.

— Ergi, no te preocupes — dijo mientras ponía su mano en el hombro del mayor — no dejaré que me vuelva a poner la mano encima — tranquilizó.

A lo lejos, una albina miraba con furia como es que la rubia interactuaba con el castaño, no podía oir que decían pero podía notar la cercanía que tenían, podía notar que eran amigos, y eso no le gustó.

Cuando Ergi se fue, Rashta aprovechó para acercarse, sin medir sus acciones obligó a Amira a darse la vuelta después de haber agarrado con fuerza su mano hasta dejarle los dedos marcados.

— ¿Que te pasa? ¡Sueltame! — exclamó mientras se soltaba del agarré, miró su muñeca y fruncio el seño al ver la dedos marcados.

Si bien sabia que desaparecerían en unos minutos no pudo evitar enojarse ante tal brusco comportamiento de la albina.

— ¡Usted vino a quitarme todo! — reclamó.

— Te estás confundiendo, yo no te he quitado nada — contradijo la menor mientras se cruzaba de brazos.

La acción de la princesa hizo que Rashta se enojara más, pues parecía tan tranquila, como si lo que le dijera no le importara.

— ¡Me estás quitando la atención de su majestad y la de él Duque! — reclamó mientras apretaba con ira sus puños.

— Oh, entiendo, no debes enojarte por eso, Ergi es mi amigo desde antes de que yo supiera que era el tuyo, no tengo la necesidad de quitarte algo — comentó Amira para después sonreírle, tenía la intención de no molestarla, por ello evitó el tema del Emperador.

Cuando el primer golpe en su mejilla se hizo presente una extraña sensación apareció en la rubia, cuando Rashta intentó volver a golpear el rostro de la princesa esta detuvo el golpe y apretó la muñeca de tal forma que se hizo un ematoma.

— No vuelvas a levantarme la mano, o te arrepentirás — advirtió mientras soltaba con brusquedad la mano de la chica, la cual tenía los ojos llorosos. — Te aguante lo suficiente, aún cuando me advirtieron decidí ayudarte con lo que ocurrió en el banquete, te ayudé a dormir, me aleje de ti después de recibir la primera bofetada, pero te has equivocado en ofenderme, yo no soy alguien que se deje humillar.

No la golpearía, por mas que quisiera no lo haria, no caería tan bajo como para ponerse a pelear con una mujer que por cualquier cosa se enojaba.

— No intentes ponerme la mano encima nuevamente, porque creeme, te arrepentirás, puedo llegar a pensar en los demás antes que en mi, pero jamás permitiré dejarme humillar y maltratar, las que alguna vez se atrevieron a hacerlo terminaron muy mal — sonrió sinica.

No era mentira, la primera prometida del menor de sus hermanos adoptivos la golpeó dos veces porque decía que era una inútil, aparte de que la envidiaba por su belleza y por ello quería destruirla, al final la mujer terminó perdiendo todo.

Amira no habia estado atrás de eso, lo único que hizo fue llorar en su almohada porque no quería decirle a sus hermanos por miedo a que no le creyeran, pero luego el compromiso fue roto y sus hermanos, incluyendo a Levana, estuvieron muy misteriosos, aunque no le costó deducir que había pasado.

— ¡Le diré a Su majestad que me amenazó! — exclamó Rashta.

Amira suspiró, se dio la vuelta y decidió ignorar a la mujer, nunca antes tuvo tantos problemas con alguien por la atención de un hombre, no le veía el sentido de discutir por eso.

Por más enamorada que estaba se Sovieshu jamás se pondría a discutir con otra mujer por él, conocía su lugar, si llegase a ser su amante sabría que la mujer con más preferencia sería la Emperatriz, y estaría bien, porque quien es la oficial es la líder del imperio, no ella.

— Adiós — se despidió mientras seguía su camino a la habitación de su padre.

Cuando ya no estuvo en el campo de visión de Rashta se detuvo, su piel era delicada, y quizás en su mejilla estaba la marca de la mano de la albina, desaparecería en un buen rato, y así no podría ver a su padre, no quería preocuparlo.

"Necesito volar, estaré mejor si lo hago" pensó la princesa mientras retomaba su caminata, pero esta vez a dirección de su habitación.

• • •

— ¡Su majestad! — Sovieshu dejó los documentos que tenía en la mano para poder prestarle atención a Rashta.

— ¿Sucede algo? — Preguntó.

— Lady Amira me amenazó — lloriqueo, el emperador frunció el seño, conocía a la rubia lo suficiente como para saber que ella no haría eso sin razones — solo quise ser su amiga, pero me lastimó — dijo mientras mostraba su muñeca.

— ¿Estás segura de lo que dices? — Preguntó Sovieshu, no le cuadraba, cuando Rashta asintió él se puso de pie — hablaré con ella — dijo mientras salía.

Cuando el emperador salió de la oficina Rashta sonrió con burla.

"Me ama, no hay duda, me ama"

• • •

Sovieshu sabía que había algo atras de lo que decía Rashta, conocía tan bien a Amira como para saber que ella no haría algo sin razones, anteriormente cometió un error con Navier de acusarla del sufrir de la albina, y no haría eso dos veces, ni cometería los mismos errores dos veces.

Cuando llegó a la puerta entró sin pedir permiso, allí Amira estaba con Liliane, la cual estaba por maquillar la mejilla de la menor.

— ¿Su majestad? — la castaña se vio desconcertada pero se puso enfrente de su señora para evitar que el emperador viera el rostro de la princesa.

— Déjanos solos — pidió Sovieshu, Liliane con nervios asintió, miró a la rubia pero esta asintió con tranquilidad.

— Con su permiso — dijo la dama antes de salir.

Cuando Amira miró a su dama irse suspiró, se dio la vuelta y se miró al espejo para maquillarse sola, no quería que nadie más viera esa marca.

— Amira, veme — ordenó Sovieshu, al inicio la joven se negó, el pelinegro sw acercó lentamente para después ser él quien hiciera que ella lo viera — ¿Quién te hizo eso? — Preguntó preocupado mientras acarciaba la mejilla dañada de la menor.

— Rashta — respondió, no iba a mentirle, no iba a cubrir lo que la mujer le había hecho — dijo que vine para quitarle todo, me vio con el Duque Ergi, y eso solo la enojó más, cuando iba a darme una bofetada más le detuve la mano, creo que me pase de fuerza pero no iba a dejar que alguien me golpeara cada que quisiera — explicó mientras se dejaba mimar por el hombre.

— Tu no le has quitado nada, es momento de que rompa todo lazo con ella, no dejaré que lastime a mi gente — informó mientras la abrazaba.

Amira se sorprendió, no iba a detenerlo, pero tampoco lo iba a apoyar, el único que podía decidir separarse de Rashta era él mismo.

El estar en los brazos del emperador la reconfortó, lo amaba demasiado, y era momento de ser un poco egoísta, casi toda su vida pensó en los demás, soportó humillaciones con tal de la felicidad de sus hermanos, aunque estos siempre se enteraban y terminaban prefiriendola a ella antes que otras mujeres, pero ahora su corazón le pedía que pensara en ella.

— Sovieshu — lo llamó en un susurro.

— dime amada mía

— Acepto ser tu amante secreta.

Ambos se separaron levemente para poder verse a los ojos, el emperador sonrió feliz, acarició la mejilla de su amada y con lentitud sellaron el trato con un beso dulce y lleno de sentimientos.

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¿Que les pareció? Siendo sincera yo hubiera reaccionado mal con los golpes, yo le hubiera pegado hasta cansarme xD

Ya Amira y Heinrey unieron fuerzas para que Navier sea feliz :3

Emm les invito a leer "Secret", es un fanfic por Ergi que está en mi perfil.

Sin más que decir, me despido, nos leemos en una semana.

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