Decídete, Margarita [Saga Mar...

By Nozomi7

2.2M 47.2K 7.4K

Tras su reciente divorcio, una mujer de veintiocho años se reencuentra con un joven de dieciocho, quien le co... More

✿ Decídete, Margarita ✿
✿ Sinopsis ✿
✿ Dedicatoria ✿
✿ Epígrafe ✿
✿ Capítulo 1 ✿
✿ Capítulo 2 ✿
✿ Capítulo 3 ✿
✿ Capítulo 4 ✿
✿ Capítulo 5 ✿
✿ Capítulo 6 ✿
✿ Capítulo 7 ✿
✿ Capítulo 8 ✿
✿ Capítulo 9 ✿
✿ Capítulo 10 ✿
✿ Capítulo 11 ✿
✿ Capítulo 12 ✿
✿ Capítulo 13 ✿
✿ Capítulo 14 ✿
✿ Capítulo 15 ✿
✿ Capítulo 17 ✿
✿ Capítulo 18 ✿
✿ Capítulo 19 ✿
✿ Capítulo 20 ✿
✿ Capítulo 21 ✿
✿ Capítulo 22 ✿
✿ Capítulo 23 ✿
✿ Capítulo 24 ✿
✿ Capítulo 25 ✿
✿ Capítulo 26 ✿
✿ Capítulo 27 ✿ [CAPÍTULO FINAL]
✿ Epílogo ✿
Anotaciones finales
El secreto de Margarita [Saga Margarita 2]

✿ Capítulo 16 ✿

38.9K 1.3K 218
By Nozomi7

Luis

Desde mi pelea y luego reconciliación con Margarita, hablamos largo y tendido en su departamento esa mañana. Me confesó todas sus dudas y temores acerca del porqué había pensado terminar conmigo. Una vez más, tuve que ser comprensible con ella. Traté de ponerme en sus zapatos.

No solo era tan pegada a las normas, a lo que el resto opinara de ella y al temor respecto a nuestra diferencia de edad; tenía miedo de volver a fracasar en otra relación amorosa. Me contó que sus padres aún le reprochaban sobre su reciente divorcio. Y si a eso le sumábamos lo que le habían inculcado, que un hombre y una mujer que habían concebido a un hijo antes del matrimonio debían casarse para siempre —¡Estupideces de su religión!—, pues había estado muy cerca de mandar todo al diablo, incluyéndome a mí.

A pesar de todas sus dudas y temores respecto a lo que teníamos, se sinceró y me confesó que no deseaba separarme de mí. Me dijo ‹‹Te quiero tanto››, con varias lágrimas en los ojos, lo cual solo hizo que me conmoviera ante ella y la llenara de besos y de abrazos.

En ese instante sonaba en la radio la canción de un grupo mexicano, OV7. Como siempre, empecé a cantarle a Margarita, como a ella tanto le gustaba:

No hay otra mujer mejor que tú para mí...

Luego de que acabó la canción, retomé mi conversación inicial.

—Te lo dije. ¡Te mueres por mí! —señalé mientras le cogía el mentón y le daba un gran beso a modo de recompensa.

—¡Hey! ¡No te creas tanto, querido! —dijo cogiéndome las manos con las suyas.

—Sí, claro, ahora hazte la desentendida —mencioné separándome de ella y cruzando mis brazos. Me apoyé en la pared de su sala, queriendo parecer un modelo sexy de portada—. ¿Quién me acaba de decir ‹‹Te quiero tanto››? —hablé con mi voz más gruesa, volteando el rostro hacia otro lado, queriendo destilar mi aura más sensual e ignorarla. ¡Ansiaba fastidiarla!

—No empieces, ¡vamos! —Me dio un leve codazo en mi pecho y sonrió.

—Auchhh. ¡Me has roto la costilla! —fingí e hice como si me hubieran dado un balazo al corazón.

—¡Zonzo!

Cuando encauzamos el tema más serio de nuestra conversación, le confirmé lo que había dicho antes: buscaría un trabajo para tener el dinero suficiente para cumplir con Diana y con mi hijo, pero yo seguiría con mi relación con ella.

No tenía la más mínima intención de volver con mi ex, menos casarme como decía Margarita que en su religión le inculcaban que debía hacer una pareja si tenía un hijo.

—¿En serio les enseñan esas tonterías en la iglesia? —pregunté, incrédulo, sentado en uno de los sofás de su sala—. ¿Que dos personas se casen, aunque no haya un amor mutuo?

—Bueno, mi guía espiritual me inculcó desde pequeña que... —dijo parada a mi costado.

—¡Pues desde ahora yo seré tu guía espiritual! —la interrumpí, cargándola con mis brazos y llenándola de besos de nuevo, llevándola al sofá más grande para estar más cómodos los dos.

Con el transcurso de los minutos, los besos y abrazos dieron paso a algo más.

Recordando lo que había ocurrido en ese sillón hacía dos noches, me percaté de que nuestra relación estaba desarrollándose a un siguiente nivel. Ya no pensaba con mucha claridad, solo me dejaba llevar.

Mis caricias hacia ella llegaron a un punto en que no se podían contener. Sin embargo, esta vez Margarita no opuso resistencia alguna como antes. Todo entre los dos transcurrió con ternura, con suavidad y con sensualidad.

Cuando llegó un momento en el que el fuego del ambiente ya no daba más, la frialdad volvió a mi cabeza. Fui directo al grano:

—¿Tienes protección?

Sus ojos se abrieron como platos. Lentamente, se separó de mí y se sentó a mi costado.

—No, no tengo —dijo con un gran rubor en su rostro, observando de manera fija a una de las macetas de margaritas que adornaban el centro de la mesa de su sala.

—No quiero presionarte ni nada —alegué mientras le acariciaba el pelo y le quitaba algunos mechones de su rostro. Estaba un poco despeinada producto de la ‹‹acción›› anterior—. Solo que... Bueno, no sé, pensé que como estábamos así...

—Estás...

—¿Sí? —la animé a continuar.

—¿Estás seguro de que quieres dar el siguiente paso? —habló muy rápido y con una gota de sudor recorriendo su frente.

—¿Cómo? —dije sorprendido.

—Bueno, ‹‹eso›› —indicó evidentemente sonrojada y con una mirada hacia un costado.

Era obvio que para ella tratar sobre estos temas era algo difícil. Después de todo, con la educación tan católica y rígida que había recibido, caí en la cuenta de que hablar sobre el sexo no era algo usual en Margarita.

Suspiré. Luego de eso solté una sonrisa.

—Mira, no lo sé. Si te confieso, creo que últimamente me he vuelto muy impulsivo contigo. Si te has sentido incómoda por esto, lo siento.

—Bueno... —indicó, aún algo apenada.

Iba a contestarle, pero algo me interrumpió. Era una llamada.

Abrí mi celular para ver quién era: ¡Diana! Pero como no quería atenderla, apagué mi teléfono para que se diera cuenta de que no quería hablarle.

—¿No crees que es un poco descortés de tu parte?

—A ella no le va a faltar nada económico, pero no voy a permitirle que ande llamándome a cada rato para controlarme

—¿Por qué lo dices?

—Ya hablé con ella ayer y le dejé las cosas bien claras, pero se empecinó en que quiere volver conmigo. ¡Y la conozco! Una llamada suya a estas horas —miré mi reloj que me indicaba las 08:12 am— es para decirme ‹‹Buenos días, mi amor, ¿quieres tomar desayuno conmigo?›› —dije tratando de imitarla.

Se rio.

—Bueno... hablando de desayuno, ¿quieres que te sirva algo para comer? —dijo ya más relajada y con su semblante de antes.

—¡Por supuesto! ¡Tengo un gran apetito!

Se esmeró en servirme tres panes con huevo frito, un jugo de naranja, leche chocolatada en una gran taza —que parecía un mini balde y estuve picándole todo el rato con eso, diciéndole que me estaba equiparando a Napoleón— y un par de plátanos.

Luego de comer y antes de retirarme, ambos hicimos una promesa: que, pasara lo que pasara, estaríamos juntos.

Ya le había confesado mis sentimientos una vez más y ella hizo lo propio conmigo. Así que decidimos seguir con lo nuestro, a pesar de lo que se pusiera en medio.

No obstante, cuando le pregunté si estaba lista para dejar de esconderse de nuestra relación, estuvo aún dubitativa: me pidió tiempo. Una vez más, tuve que ser comprensivo y hacer uso de la paciencia que tanto me caracterizaba respecto a ella. Decidí no insistirle más con el tema.

De este modo, me despedí de ella y seguimos viéndonos como antes, pero con la seguridad de saber que Margarita me quería, tanto como yo a ella.

✿ ✿ ✿ ✿ ✿ ✿ ✿ 

Luego de hablar con mi novia, quedaba pendiente decirle a mi familia lo que pasaba con mi ex.

A mi mamá la idea le sentó muy mal. No tragaba a Diana para nada, ya que siempre la había considerado muy engreída y soberbia. Se horrorizó de que hubiéramos tenido relaciones sexuales antes de casarnos. ¡Mi madre, como siempre, en la época de las cavernas! Pero acepté sin chistar sus sermones; no me encontraba en posición de refutarle nada.

La reacción de Ada fue similar. Sin la presencia de mi madre, se la pasó regañándome al decirme cómo se me pudo haber olvidado usar un condón aquella noche con Diana. Yo solo me excusé de que, por culpa de la cerveza, no me acordaba de nada.

Mi hermana y yo, a pesar de la diferencia de diez años que nos llevábamos, teníamos la suficiente confianza como para contarnos nuestras intimidades, por ejemplo, nuestras relaciones con nuestras parejas. Cuando yo era adolescente y tenía dudas sobre temas sexuales, no tuve reparo en preguntarle. Ella era la única persona con la cual me sentía cómodo para hablar de eso.

Mi padre —tan machista, anticuado y autoritario con sus hijos— no era una persona con la que se pudiera hablar de estos temas, menos mi madre —tan religiosa y quien siempre le hacía caso en todo a él—.

Ada y yo compartíamos algo más en común respecto a nuestra relación con ellos dos: ambos nos habíamos rebelado a la manera en que nuestros padres, sobre todo mi papá, querían que encamináramos nuestras vidas.

Antes de que Diana y yo tuviésemos nuestro primer encuentro sexual, le pregunté cuál método anticonceptivo era el más seguro. Ella me informó que no había uno 100% efectivo, pero me recomendó el preservativo, ya que este también protegía de las enfermedades de transmisión sexual, cosa que otros métodos anticonceptivos no.

Por toda esta confianza entre ambos, su llamada de atención hacia mí fue más severa. Más aún, cuando le informé que pensaba abandonar mis proyectos musicales para trabajar y mantener a mi hijo, la expresión en su rostro fue de gran decepción.

—Oye, ¿quieres decir que vas a tirar al agua todo por lo que has luchado? —me increpó en mi cuarto, mientras me lanzaba una almohada en mi cara—. ¿Por una simple noche vas a abandonar tus sueños de tantos años, enano?

—¿Enano? ¡Soy más alto que tú por diez centímetros, bruja! —dije devolviéndole otro almohadazo.

—¡Deja de cambiar de tema de conversación! Y ya, hablemos en serio —me indicó sentándose a mi lado, en mi cama.

—¿Y qué voy a hacer? ¡Dime! ¿Qué harías tú en mi lugar?

—Uhm...

Se puso muy pensativa. Finalmente, como siempre, se convirtió en mi ángel de la guarda dándome consejos y demás.

—¿Estás seguro de que está embarazada? Porque yo la he visto igual, con su típica cara de ‹‹Ay, me apesta todo››.

Me reí.

—Nunca la has tragado, ¿no?

—Arghhhh.

Hizo una cara de asco y el ademán de ahorcarse a sí misma.

A ella nunca le había caído bien Diana. Decía que solo era una niña engreída y que miraba por encima del hombro a muchas personas en Arequipa, siendo racista con la propia gente de su ciudad y solo por tener rasgos indígenas. Si lo analizaba en profundidad, se podría decir que estaba en lo cierto.

Cuando estudiábamos en Arequipa, era usual que en nuestra clase hubiera chicos con rasgos indígenas, cuyos padres tenían el dinero suficiente como para pagar la matrícula en un colegio privado y caro. En la fiesta de graduación de la secundaria, por un desplante que Diana le hizo a una chica de la clase por ese tema, me di cuenta del racismo asolapado que tenía. Pero, como estaba enamorado de ella en ese tiempo, pasé por alto ese detalle.

Ahora, como se podría decir que el solo hablarme de Diana me provocaba fastidio, sus defectos resaltaban más de la cuenta.

—Bueno, retomando nuestra conversación inicial, no creo que ella esté jugando con ese tema, ¡mierda! Un hijo es algo muy serio como para que me esté mintiendo.

—Ay, callejero, tú que te la das de un hombre que ha vivido mucho y no eres más que un niño... —dijo observando hacia el techo y dándome un codazo levemente.

Cuando me decía que era un niño, la rabia me carcomía por dentro; porque eso era un indicativo de que yo no había crecido lo suficiente como para estar a la altura de Margarita, por mucho de que ella me hubiera dicho horas antes que me quería.

—Voy a cumplir diecinueve años en poco tiempo, por si no lo recuerdas.

—Huy, sí. ¡Mira qué grande eres! —señaló volviéndome a lanzar una almohada.

—¡No empieces, bruja! —Le devolví su ataque. Me esquivó moviendo su cabeza para un costado—. ¡¿Quieres dejar de molestar y seguir con lo que me estabas diciendo?! —exclamé muy fastidiado.

—Disculpas. Eh, bueno... A lo que iba, ¿cómo sabes que la tipa está de verdad embarazada?

Le conté que mi ex me enseñó una prueba de un análisis de embarazo. Y ahí el examen no mentía. Con el nombre de ella y con fecha de hacía un mes, un ginecólogo certificaba de que Diana Aponte estaba embarazada con dos meses de embarazo, ahora tres.

Releí el examen de embarazo una y otra vez, fijándome si podía tener algo falsificado, pero no era así. Parecía ser una prueba hecha de manera legítima.

Si alguna otra duda tenía, Diana me enseñó su estómago. Aunque yo no sabía de embarazos ni de nada parecido, podría afirmar que su vientre se veía ligeramente más hinchado que de costumbre. Hasta quiso que pusiera mi mano sobre su barriga para sentir cómo crecía mi hijo o hija, aunque no sentí nada de nada al hacerlo.

—¡Caray! Entonces no creo que la tipa esté mintiendo...

—Hermanita, ¿no crees que sería el primero en dudar respecto a todo esto? ¿Quién es la niña ahora?

—¡No molestes! —Dio un fuerte suspiro de resignación—. Ni modo, voy a tener que verle la cara de apestada de ahora en adelante, y diciéndome ‹‹cuñadita››. Arghhh. ¡Qué asco! —dijo con otra mueca de disgusto.

—¿Y tú crees que me hace ilusión? ¡Quería sacarla de mi vida para siempre! ¡Mierda! Más ahora que me interesa otra persona...

La cara que puso en ese instante fue de una auténtica interrogante.

—¿Estás de novio con otra chica?

—Bueno, se puede decir que recién estamos conociéndonos, aunque en el poco tiempo que tenemos nos hemos vuelto inseparables.

Después de todo, no mentía. Margarita y yo recién llevábamos poco tiempo de relación como pareja. Y en el poco menos de un mes que teníamos juntos, las cosas entre nosotros habían avanzado a pasos agigantados, no habiendo pasado ni un solo día en el que no hubiéramos dejado de vernos.

—Uhm... ¿Y ella sabe de este tema? —preguntó, muy sorprendida.

—Todo —dije con seguridad.

—¿Y cómo lo ha tomado?

Obviando los detalles, como su nombre, su edad, la cercanía que tenía con ella —y demás datos que pudieran identificarla indefectiblemente— le relaté todo lo ocurrido con Margarita. Ada se sorprendió de que la mujer que tanto quería siguiera aún a mi lado.

—¡Vaya! Yo en su lugar me hubiera separado de ti de inmediato.

—Y estuve muy cerca de perderla. Pero, a pesar de todos sus temores e inseguridades, me ha dicho que me quiere y que no se quiere separar de mí.

—Pues sí que la admiro, Lucho.

—Y yo más —dije con mucho aplomo, apoyando mi espalda en la cabecera de mi cama, sobre una de las pocas almohadas que había sobrevivido a mi ‹‹guerra›› con mi hermana.

Se me quedó observando con curiosidad. Luego habló:

—Estás muy enamorado de ella, ¿verdad?

—¿Tanto se me nota? —pregunté, asombrado.

—Bueno, sí, los ojos te brillan mucho cuando hablas de esa chica.

Me sentí avergonzado y complacido a la vez. La verdad era que mi sentimiento hacia Margarita no era algo que quisiese esconder por mucho tiempo más.

—¡Tienes una cara de bobo que no puedes con ella! —gritó lanzándome otro almohadazo a mi cara.

—¡Idiota!

Le lancé otra almohada, la que tenía como apoyo de mi cabeza, y esta vez no pudo esquivar a mi ataque.

—¡Tarado!

—¡Tú empezaste, bruja! Pensé que habíamos hecho una tregua.

Soltó una carcajada.

Seguimos riéndonos. Me sentí tan relajado en esos instantes, como si lo que hubiera pasado horas antes con Diana y luego con Margarita no hubiera sido más que una pesadilla. Pero la pregunta que me hizo la bruja me hizo estar en alerta de nuevo:

—Y bueno, ¿cuándo voy a conocer a esa gran chica?

—¿Eh? ¿Quieres que te la presente? —pregunté, ligeramente aturdido.

¡Carajo! ¿Para qué abrí mi gran boca? Era evidente que, si le hablaba a mi hermana de mi novia, quisiera conocerla.

—Bueno, uno de estos días. Ya te avisaré.

—Bien, espero que no pase mucho tiempo para ello. Estaré encantada de conocer a esa chica que se ha robado el corazón de mi hermano.

—Bueno, sí —dije no muy convencido—, lo que pasa es que ella es muy tímida y...

Repentinamente, se levantó de la cama como si fuera a tomar una importante decisión.

—¡Ya lo sé! —exclamó.

Se me quedó observando de manera fija.

Me quedé mudo. ¿Había descubierto quién era la mujer de la que estaba yo enamorado? ¡Mierda! 

✿ ✿ ✿ ✿ ✿ ✿ ✿

Anotaciones finales

Solo puedo decir: ¡BOOM! xD

Continue Reading

You'll Also Like

68.3K 4.5K 27
*Destacada en ChickLitEs durante el bimestre mayo-junio 2020* *Destacada en Novela Juvenil en español. Noviembre/2018* Lissa Reed tenía un futuro pro...
1.7K 961 25
Audrey Green, chica londinense, con un futuro prometedor por delante en la universidad de sus sueños, pero que para poder lograrlo, necesita salir de...
1K 422 9
ㅤㅤㅤ૮ - ﻌ-ა . . pompompurin lovers ! ! ୧ portadas pre-hechas que puedes adoptar ୧ solo portadas de k-idols, soft & cute ୧ algunas portadas están insp...
34.1K 2.7K 53
| Libro 1º - SAGA ASTROS OSCUROS | Miles de oraciones son elevadas al cielo, en busca de ser cumplidas, en busca de que por fin alguien más allá de l...