Lost princess » [Sovieshu]

By Shiniu05

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"Aunque crecí llena de lujos me sentí como una ave enjaulada, pero aquí siento que al fin soy libre, aquí pue... More

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Preguntas y Respuestas
Special one: What if ...
Special Two: Brothers forever...

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By Shiniu05

— ¿Ir a la celebración de año nuevo? — Amira miró confundida a su salvador, el emperador.

— Así es, me encantaría tenerte allí, tu brazo ya ha sanado así que no tienes quejas — habló con una sonrisa el emperador.

— Pero... ¿Quién cuidaría de mi padre? — intentó excusarse la rubia, siendo sincera, muy pocas veces estuvo en fiestas, temía hacer el ridículo.

— Amira, tu padre va a estar siendo atendido por médicos y cuidado por guardias de mi confianza, ¿Hay algo más que te aflige? — preguntó el emperador con preocupación mientras ponía sus manos en los brazos de la joven y se inclinaba para ver mejor el rostro de la rubia.

— Yo... He ido muy pocas veces a celebraciones, mis padres no querían que asistiera a todas las festividades que nos invitaban — aquello confundió al emperador.

Las jóvenes damas cuando cumplían la edad adecuada eran llevadas a las celebraciones para ser presentadas y para que algún noble tuviera el placer de cortejarlas.

— Si temes cometer un error debes tener calma, fácilmente se puede atribuir a tu sentir después de lo que pasaste, y que ir a la celebración es una forma de distraer tu linda cabecita — el emperador habló mientras le dio un golpecito en la frente a la rubia, esta miró al emperador y asintió.

— Está bien, su majestad, iré — aceptó, el pelinegro sonrió felizmente, sin duda, disfrutaría de la celebración.

××××××

Amira caminaba por el jardin, siempre le gustó estar al aire libre, por ello cada que podía salía de su hogar cuando era pequeña, quien diría que hacer eso le salvaría la vida.

Ante esos recuerdos la rubia se detuvo, aún podía escuchar los gritos de su cuñada y los llantos desgarradores de su sobrino.

El terror se apoderó de ella, el miedo la cegó y debilitó, sus piernas flaquearon de tal forma que hubiera caído al suelo si no fuera porque unos brazos la sostuvieron.

Su cuerpo empezó a temblar y la persona que la sostenía la abrazó dándole calma, cuando Amira pareció calmarse miró a su acompañante.

Sus ojos violetas mostraron sorpresa al ver a un rubio del mismo color de ojos que ella, este pareció verla preocupado.

— ¿Se encuentra bien? — preguntó el chico, Amira asintió desanimada.

— Disculpe, me tengo que ir — se separó pero tambaleó y un dolor en su cabeza se hizo presente.

— No se ve bien ¿Le molesta si la acompaño? Quisiera asegurarme de su bienestar — preguntó el hombre, la rubia aceptó.

— ¿Quién es usted? — le preguntó Amira mientras empezaban a caminar al palacio.

— Soy el Príncipe Heinrey, del Reino de Occidente — se presentó, la rubia se sorprendió y se avergonzó, el principe la había visto en su momento más débil.

— Oh... Su majestad, lo siento, yo.. — detuvo su balbuceó al sentir la mano del príncipe en su cabeza.

— No te debes preocupar — le dijo Heinrey con una sonrisa, por un momento Amira sintió algo extraño en su ser, y no fue el único, también Heinrey lo sintió. — Supongo que usted es Amira Whitemore — comentó, la rubia asintió desconcertada.

— ¿Cómo...?

— Escuché que la hija del Conde Philips se hospedaba en el palacio, y hace poco me encontré con una dama, ella me dijo que había perdido a su señora y me dijo el nombre, antes de ir con usted, la mujer me aclaró quien era — explicó el rubio, dejando sorprendida a Amira.

— Debí dar lastima... — murmuró con tristeza, al ver eso Heinrey negó.

Durante el camino a la habitación Heinrey no pudo evitar sentirse cercano a la rubia, cada que ella hablaba él podía escuchar un tono similar al de su madre, no tenía pruebas, pero tampoco dudas, estaba seguro de que Amira Whitemore en realidad era Amira Lazlo.

×××××××

Amira miró con admiración a la mujer que estaba a unos metros de ella.

"Es hermosa" pensó fascinada.

Había ido a ver a su padre un rato, en ese momento iba de regreso a su habitación, pero se había topado con una linda mujer rubia de ojos verdes, esta no parecía darse cuenta de la presencia de la menor.

"Es divina, su cabello, su porte, todo" justo en ese momento la mayor la vió confundida, Amira al tener la mirada de la mujer decidió acercarse y presentarse apropiadamente.

— Usted debe ser la hija del Conde Philips — la de ojos violetas asintió ante lo dicho por la rubia mayor.

— Así es, supongo que usted es la emperatriz Navier — la rubia mayor asintió, la menor sonrió, Liliane le había descrito como era la líder del imperio — me presento formalmente, mi nombre es Amira Whitemore, un placer conocerla — dijo con una reverencia un poco mal hecha porque su brazo aún le dolía un poco.

— El placer es mío, el emperador me a informado de su situación y la de su padre, espero su pronta recuperación — Amira agradeció aquellas palabras, la emperatriz había sonado tan sincera.

Luego de esa leve plática la emperatriz se despidió y retiró, Amira sonrió emocionada y corrió a su habitación, nunca esperó conocer a la emperatriz, y al hacerlo solo pudo emocionarse, la mujer parecía ser alguien buena, sincera, y amable.

Con una sonrisa plasmada en su rostro fue a su habitación, allí la esperaba Liliane, quien tenía en su poder varios vestidos mandados por el emperador.

— Su majestad, el emperador, se toma muchas molestias con usted — opinó la castaña mientras veia deslumbrada un vestido azul rey.

— Su majestad es muy amable — opinó la rubia.

Durante esa tarde Amira estuvo midiendose cada vestido, cada que ella salía con uno nuevo su dama de compañía solo podía pensar en una cosa.

"Se perecia a una princesa"

××××××

Amira llevó su mano a su brazo, lo toco y un leve escalofrío corrió por su cuerpo, suspiró.

"Tendré que esperar" pensó.

Unos leves picoteos en la ventana la asustó, al mirar se sorprendió al ver una hermosa ave de plumas amarillas, la reconoció al instante.

— ¡Pajarito! — exclamó, se acercó y abrió la ventana — ¿Eres como yo? — aquello confundió a la ave.

Unos toques en la puerta hizo que la ave se asustara y se fuera volando, aquello decepcionó a la rubia.

— Adelante — habló, se acomodó mejor su bata de dormir y esperó a ver quién la buscaba.

Sonrió casi de inmediato al ver qué el emperador ingresaba, entre sus manos iba una caja pequeña, y en su rostro tenía una sonrisa resplandeciente.

— Su majestad, que placer verlo — se acercó, el emperador al ver cómo la rubia vestía tragó duro, ella no debía dejar entrar a alguien cuando usaba esa delgada bata.

— Eh... Quise darte algo — confesó — hoy es la primera noche de celebración, así que quise darte algo único — le tendió la caja, la mujer se sorprendió y aceptó el obsequio.

Tras abrirlo, sus ojos se iluminaron, su boca se abrió y un brillo en su rostro se formó, cosa que enterneció al emperador.

— Es increíble — murmuró, dentro de la caja había un collar, este tenía una piedra de zafiro en forma de corazón, quizás se veía simple, pero era hermoso.

— ¿Te gustó? — preguntó el emperador.

— Me ha encantado, lo usaré hoy, no hay dudas — el emperador sonrió complacido ante lo escuchado, ese collar era único por el hecho de que era mágica.

Durante toda la mañana el emperador no se alejó de la rubia, esta hablaba con él como si lo conociera de toda la vida.

Amira por primera vez se sentía cómoda hablando con alguien que no fuera de su familia, por primera vez se sentía acompañada, por primera vez se sentía libre.

Cuando llegó la tarde, el emperador se retiró para que Amira pudiera ser arreglada.

Cuando Liliane llegó a la habitación se preguntó el porque de la sonrisa de la rubia, pues desde que había llegado al palacio sonreía pocas veces, cuando estaba sola siempre se hundía en la tristeza, cosa que extrañamente para ella, esa vez no ocurrió.

— ¿Quiere que le ponga algún collar? — le preguntó Liliane después de peinar a la rubia, la cual asintió.

Señaló un buró, Liliane confundida se acercó, cuando abrió la caja donde estaba el collar su rostro se llenó de sorpresa, aquel collar era hermoso.

Con cuidado se lo puso a Amira, esta no podía quitar la sonrisa de su rostro, cuando estuvo lista se miró al espejo.

"Me siento hermosa"

— ¡Se ve hermosa! — halagó la castaña. — Debe tener cuidado de no golpear su brazo, aún está un poco delicado — comentó, Amira asintió.

— Lo haré, gracias — unos toques en la puerta la confundieron, Liliane fue atender y se llevó la sorpresa de ver al príncipe Heinrey.

Por un momento creyó ver similitud entre el príncipe y la dama dentro de la habitación.

— Es su majestad, el príncipe Heinrey — avisó Liliane a Amira.

— ¿Uh?... Dile que pase — ordenó Amira, Liliane obedeció y dejó entrar al rubio. — ¿Que lo trae por aquí? — preguntó.

— Quisiera escoltarla al salón — Contestó el mayor con una sonrisa encantadora.

Amira lo pensó, se sentiría extraña ir sola, y el emperador de seguro estaba con la emperatriz, o eso creía, miró al príncipe, le agradaba, era comodo estar con él, con una sonrisa leve aceptó su propuesta.

— Está bien, vamos — el príncipe le extendió el codo para que ella pudiera abrazarlo con su brazo, ella rió levemente y aceptó.

Durante el camino al salón, Heinrey le hizo plática evitando a toda costa el tema de la familia de la chica, algo que ella agradecía.

La verdad es que Heinrey encontraba demasiadas similitudes con su abuela,  la conoció muy poco tiempo, pero los gestos que hacía Amira eran similares a los que hacía la difunta Reina, eso lo hacía pensar que la rubia era su hermana perdida, las edades concordaban.

La princesa de Occidente desapareció la noche siguiente a su nacimiento, el cual fue veinte años atrás, y estaba seguro que la joven a su lado tenía la misma edad, aparte de que había algo que aún rondaba su mente desde esa mañana.

"¿Eres igual que yo? .... ¿Que habrá querido decir? ¿Es por lo de transformarse en ave? " Se preguntaba el rubio.

Cuando entraron al salón todos los nobles miraron con sorpresa a los recién llegados, pues tenían algunas similitudes, cómo los ojos, y el cabello, pues este era de un rubio pálido.

La Duquesa de Tuania al ver a Amira se sorprendió y se acercó a ella, la conocía desde que ella era una niña, pues fue amiga de la Condesa, la madre de Amira, gracias a esa cercanía la Condesa le confesó algo, algo que le preocupaba, pues la Duquesa consideraba que la joven debía estar enterada de su condición.

— Lady Amira — llamó la Duquesa, Heinrey saludó a la mujer y se despidió de la rubia, pues había visto a McKenna y tenía que hablar con él.

— Duquesa — saludó la rubia.

— Te ves hermosa, me alegra el saber que estés bien, sabes que puedes contar conmigo para todo — informó, la rubia sonrió agradecida.

La Duquesa de Tuania era una mujer muy social, se hizo amiga de la familia Whitemore en poco tiempo, o eso es lo que siempre le dijeron, pues mientras crecía al Duquesa siempre estuvo allí, era la única noble que la veía y cuidaba, incluso jugaba con ella, la Duquesa de Tuania era como su segunda madre.

— Muchas gracias, se lo agradezco mucho — la mujer le sonrió y la llevo con más nobles para que ella socializara.

— ¡Hola! — una albina interrumpió el camino — ¡Soy Rashta, la amante del emperador! — la rubia se sorprendió, no pensó que el emperador tuviera una amante.

"¿Amante?" Sonrió cordialmente la rubia.

— Oh... Un placer conocerla, soy Amira Whitemore — y sin decir más, la Duquesa se llevó a la rubia con excusa de que alguien las llamaba, vil mentira.

— No creí que el emperador tuviera una amante — le murmuró la rubia a la Duquesa.

— En la alta sociedad es normal que en un matrimonio por conveniencia hayan amantes, creo que debí enseñarte eso en las clases de etiquetas — le dijo la Duquesa, Amira suspiró, quizás le sorprendió la noticia, pero eso no quitaba su admiración y agradecimiento que sentía hacia él. — ¿Cómo es que conociste al príncipe? — le preguntó.

— Él... Me vio en mi momento más débil — confesó, la mayor se sorprendió.

No pudo decir nada porque las puerta se abrieron y se hizo la presentación de los emperadores.

Cuando Amira los vio no pudo evitar quedar maravillada, la emperatriz se veía hermosa, y el emperador muy guapo.

La mirada del emperador se detuvo en el cuerpo de Amira, ante sus ojos era el ser más hermoso y quizo ir hacia ella, pero no podía dejar mal a la emperatriz y dejarla a mitad del camino.

Cuando bajaron se despidió de la emperatriz dándole una ligera sonrisa, pues iba a ir con Amira, pero fue interceptado por Rashta por lo cual no le quedó de otra que estar con ella.

— Mi Lady — un chico de cabello azul se presentó ante Amira — ¿Podemos hablar?

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¿Que les pareció? Intento no dejar tan mal a Sovieshu.

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