- Kagome, estás segura que esto no es demasiado... - Le preguntaba a su amiga mientras veía su atuendo en el espejo. - ¿Encuentras que me veo bien?
- Por supuesto que te ves bien, si la ropa la escogí yo...
- Jajaja háblame en serio por favor, ¿No es muy corta la falda?
- ¡No! Te ves hermosa y formal. Ya tienes que salir, Kohaku te está esperando, recuerda que no puedes llegar atrasada.
- Si, es verdad, ya, deséame suerte por favor, tengo miedo.
- Jajaja no seas ridícula, te va a ir muy bien. Confía en ti. - Le dijo despidiéndose de ella con un beso en la mejilla.
***
- Si las cosas siguen marchando bien, a finales de mes podríamos estar finalizando la alianza en china. Eso es todo por ahora. Koga, Bankotsu, aprovecho de avisarles que este año ustedes se harán cargo de dos de los estudiantes que llegarán hoy a hacer sus pasantías de verano. - Dijo Sesshomaru seriamente a los dos hombres que estaban sentados en una gran sala de reuniones, con grandes ventanales hacia el exterior y paredes de vidrio que permitían ver hacia el pasillo.
- Bueno, la verdad es que a mi no me vendría mal un poco de ayuda... - Dijo Koga.
- Sesshomaru, ¿Puedes asignarle mi estudiante a alguien más? El año pasado ese niño agotó mi paciencia. Además era de lo más aburrido... - Dijo Bankotsu, con sus manos apoyadas detrás de su cabeza, en una posición relajada.
- No te estoy pidiendo un favor Bankotsu, soy tu jefe y harás lo que te digo. Además, este año por primera vez va a llegar una mujer, así que por favor compórtense, no quiero denuncias por acoso.
- ¡Wow! Cambié de opinión... Si ella es la estudiante yo la quiero, por favor. - Dijo Bankotsu poniéndose de pie al ver que Kagura estaba parada afuera de la sala de reuniones, escoltando a 3 jóvenes; una bella castaña acompañada de otros dos estudiantes a los que no les prestó atención.
- Idiota, qué acabo de decir... - Dijo mientras se giraba para ver a quienes venían llegando y no pudo disimular su sorpresa al ver que la estudiante parada ahí afuera no era nada más ni nada menos que "ella."
¿Por qué de un momento a otro esa mujer empezó a salirle hasta en la sopa? Llegaba a ser molesto...
No, en realidad no.
¿Por qué tenía que ser tan jodidamente atractiva?
- Parece que Sesshomaru la quiere para él... - Le dijo Koga a Bankotsu en voz baja al ver que su jefe no despegaba la vista de la joven estudiante. En ese momento el hombre de los ojos dorados le dio una fría y aterradora mirada para hacerlo callar y le hizo una seña a Kagura para darle a entender que podían entrar a la sala de reuniones.
- ¿Tú otra vez? - Se dirigió seriamente a la avergonzada castaña que entraba por la puerta.
- Señor Sesshomaru, mi nombre es Kimura Rin, muchas gracias por permitirme realizar mi pasantía en su empresa. - Dijo con sus mejillas sonrojadas y haciendo una leve reverencia ante él. Él sólo la miró de reojo.
- Tomen asiento. Kagura, puedes retirarte. - Dijo fríamente, Kagura lo miró con desprecio.
Rin pudo notar claramente esa mirada y también recordó que esa era la misma mujer con la que lo había visto en el restaurante. Definitivamente ellos dos tenían una relación más que laboral.
- Si quieren permanecer aquí por los dos meses que dura su pasantía les aconsejo no llegar tarde y no hacerme perder el tiempo o mejor simplemente no vuelvan. Vinieron aquí a trabajar y espero que se dediquen a eso, que estén a la altura y no causen problemas, o les costarán a su prestigiosa universidad el convenio que tiene con esta empresa. ¿Quedó claro? - Los tres asintieron en silencio. - Koga, Bankotsu, ustedes se encargan de ellos dos. - Le dijo señalando a Ken y a Kohaku. Bankotsu puso cara de decepción. - Kimura, tú vienes conmigo.
- Suerte. - Le susurró Kohaku a Rin. Ella asintió y salió siguiendo a Sesshomaru por la puerta.
Caminó tras él hasta entrar en la que asumió era su oficina. La recorrió rápidamente con su mirada; era muy grande, había una biblioteca con muchos libros y un gran escritorio. También tenía grandes ventanales hacia el exterior que al estar en un piso tan alto, le permitían ver prácticamente toda la ciudad, y a diferencia de la sala de reuniones, las paredes que daban hacia los pasillos no eran de vidrio, por lo que no dejaban ver nada de lo que ocurría ahí dentro.
- Señor Sesshomaru, antes que nada, quería disculparme con usted... sé que no nos conocimos en las mejores circunstancias, pero espero que eso no afecte su percepción hacia mi desempeño laboral, realmente espero poder ser de ayuda para usted...
- Bueno. - Respondió fríamente, evitando cruzar su mirada con la de ella.
"¿Bueno?" ¿Realmente eso era todo lo que iba a decir?
Él sacó una gigante ruma de hojas que tenía en uno de los cajones de su escritorio y las dejó sobre el mesón.
- Necesito que revises que todos estos documentos estén en orden y una vez que veas eso, voy a quererlos digitalizados para mañana.
Rin tragó pesado al ver la cantidad de papeles sobre el escritorio. Se acercó y los tomó en sus manos.
- Bueno... ¿Dónde puedo trabajar?
- Al final del pasillo a la derecha está tu cubículo y el de tus compañeros.
- Gracias, con permiso. - Dijo retirándose de la oficina, pero cuando se acercó a la puerta no pudo abrirla al tener sus manos ocupadas con toda esa cantidad de papeles. Puso cara de afligida y miró a su alrededor. Sesshomaru suspiró y se acercó a abrirle la puerta. En ese momento, al estar tan cerca de ella, llegó a él ese agradable olor nuevamente. Definitivamente tenerla cerca iba a complicarle las cosas aún más.
- Gracias, lo siento. - Se disculpó y finalmente salió de la oficina.
Pensó que por lo menos cuando no haga bien su trabajo o no lo entregue a tiempo, la molestia que iba a sentir sería más grande que todas las demás sensaciones que esa niña le estaba causando y finalmente podría sacarla de su cabeza.
***
- Tenías razón, el señor complicado es bastante aterrador. - Le dijo Kohaku a su amiga al verla llegar.
- Pff, ni me digas.
- ¿Qué es todo eso? - Le dijo refiriéndose a la ruma de papeles.
- Trabajo... - Dijo suspirando cansada de sólo ver todo lo que le esperaba.
***
Sin darse cuenta había llegado el fin de su jornada laboral y sus compañeros se despedían de ella.
- Rin, Koga y bankotsu nos invitaron a beber algo a un bar cerca de aquí, me dijeron que te avisara. - Le dijo Kohaku.
- Quizás en otro momento, pero por ahora no tengo mucho tiempo.
- Les dije que dirías eso... ¿No te irás aún?
- Creo que me iré un poco más tarde.
- Bueno, suerte...
- ¡Kohaku! - Lo llamó antes de que se fuera.
- ¿Si?
- Pórtate bien... y no te conviertas en uno de esos "idiotas"... - Le dijo sonriendo. - Sabes a qué me refiero.
- Si, lo sé... tranquila. Y tú no te vayas tan tarde a casa. - Ella asintió y se despidió.
Y así pasaron algunas horas más. Cuando al fin tenía su trabajo listo, arreglaba sus cosas para retirarse cuando alguien la interrumpió.
- ¿Qué haces aún aquí? - Le preguntó una grave voz detrás de ella que la hizo saltar del susto.
- Señor Sesshomaru... me asustó. - Dijo llevando una mano a su corazón. - Terminaba lo que me pidió... ¿Quiere revisarlo?
- Es tarde.
- Si, pero me dijo que lo necesitaba para mañana.
- Pensé que no lo terminarías.
Rin lo miró extrañada por ese comentario.
- ¿Si pensó que no lo terminaría, entonces por qué me lo pidió?
Sesshomaru suspiró.
- No importa... ven, muéstrame. - Le dijo llamándola a su oficina. La joven lo siguió con su laptop en sus manos.
Él se sentó en su escritorio y ella dejó su computador frente a él.
- Todos los documentos que me entregó están revisados y digitalizados en esta carpeta. Están separados por meses y ordenados por orden alfabético según el nombre del inversionista.
- ¿Ahí están todos los documentos que te entregué?
- Si, todos, y aquí hay un programa para la próxima vez que necesite esta información pueda tenerla inmediatamente digitalizada y no tenga que guardar esa cantidad de papeles... Le hace mal al medio ambiente, ¿sabe? - Sesshomaru arqueó una ceja ante ese comentario. - Bueno, este programa revisa automáticamente si existe alguna irregularidad con algún documento y le ahorrará mucho tiempo.
"Mierda" pensó. No pudo evitar mirarla de pies a cabeza. Al parecer esto iba a ser más difícil de lo que parecía.
Rin se empezó a sentir nerviosa ante su inquebrantable silencio.
- ¿Está todo bien? - Le preguntó la castaña.
- Si... gracias.
¿Le había agradecido? ¿Él? No pudo evitar sonreír.
- No tiene por qué agradecerme, es mi trabajo... - Le dijo sonriendo. - Además... Espero estar a la altura, no me gustaría costarle este convenio a mi prestigiosa universidad... - Dijo imitando el serio tono que él había usado en la mañana cuando les dijo eso.
Él la miró de reojo. ¿Acaso lo estaba imitando? Qué imprudente. Una sonrisa casi imperceptible se pudo ver en su cara.
- Y yo pensé que usted no sonreía. - Le dijo Rin, divertida.Tenía que admitirlo, esa leve sonrisa de lado lo hacía ver realmente guapo.
Justo en ese momento su celular que estaba sobre el escritorio comenzó a vibrar con una llamada entrante: "Kagura" Rin lo alcanzó a ver. Él tomó su celular y cortó la llamada.
- No se preocupe por mí, puede contestar, yo ya me voy. - Le dijo tomando sus cosas para salir.
- No importa. Vamos, te llevo a casa.
- No se preocupe por favor, no me sentiría bien dejando que me lleve hasta mi casa otra vez. No quiero hacerlo perder su tiempo.
- Entonces no me hagas insistir. Ya es de noche.
La joven asintió y caminaron juntos hasta el estacionamiento, él le abrió la puerta para entrar en el auto y viajaron en silencio, hasta que él se animó a hablar.
- ¿No vas tarde a tu otro trabajo? - Le preguntó seriamente, pero con más suavidad de lo normal en sus palabras.
- ¿Se refiere a mi trabajo en el restaurante del parque? - El asintió. - Cambié mis turnos para los fines de semana. Supuse que esto me tomaría más tiempo...
- Comprendo. - Dijo mientras se estacionaba en frente de su edificio. - ¿Vives sola aquí?
- No, comparto el departamento con una amiga, estudiante de enfermería. Muchas gracias por traerme, señor Sesshomaru, de verdad, lamento si causé algún inconveniente...
- No te preocupes, no fue así. Nos vemos mañana, Rin.
Ella se despidió con una sonrisa y él nuevamente la miró caminar hasta que ella entró en su edificio.
Nunca fue de los que admiraran deslumbrados la belleza de una mujer, pero había algo especial en ella, algo que llamaba en exceso su atención.
Algo que lo hacía sentir como un verdadero idiota.