Decídete, Margarita [Saga Mar...

By Nozomi7

2.2M 47.2K 7.4K

Tras su reciente divorcio, una mujer de veintiocho años se reencuentra con un joven de dieciocho, quien le co... More

✿ Decídete, Margarita ✿
✿ Sinopsis ✿
✿ Dedicatoria ✿
✿ Epígrafe ✿
✿ Capítulo 1 ✿
✿ Capítulo 2 ✿
✿ Capítulo 3 ✿
✿ Capítulo 4 ✿
✿ Capítulo 5 ✿
✿ Capítulo 6 ✿
✿ Capítulo 7 ✿
✿ Capítulo 8 ✿
✿ Capítulo 9 ✿
✿ Capítulo 10 ✿
✿ Capítulo 11 ✿
✿ Capítulo 12 ✿
✿ Capítulo 13 ✿
✿ Capítulo 15 ✿
✿ Capítulo 16 ✿
✿ Capítulo 17 ✿
✿ Capítulo 18 ✿
✿ Capítulo 19 ✿
✿ Capítulo 20 ✿
✿ Capítulo 21 ✿
✿ Capítulo 22 ✿
✿ Capítulo 23 ✿
✿ Capítulo 24 ✿
✿ Capítulo 25 ✿
✿ Capítulo 26 ✿
✿ Capítulo 27 ✿ [CAPÍTULO FINAL]
✿ Epílogo ✿
Anotaciones finales
El secreto de Margarita [Saga Margarita 2]

✿ Capítulo 14 ✿

35.8K 1.5K 291
By Nozomi7

Margarita

Al escuchar las palabras de Luis me quedé estupefacta.

‹‹Está esperando un hijo mío››.

‹‹Está esperando un hijo mío››.

‹‹Está esperando un hijo mío››.

Rápidamente, me libré de su abrazo y me quedé observando el vacío. No sabía cómo reaccionar. ¿Qué decir ante la noticia que acababa de caerme como un balde de agua fría? ¡Dios santo!

Debieron de pasar pocos segundos hasta que sentí que las lágrimas estaban cayendo de nuevo por mis mejillas. El frío de la noche, que entraba a través de la ventana entreabierta del conductor, golpeó muy fuerte sobre mi piel, enfriando el líquido que corría por mi rostro. Sentí que Luis enjuagaba mis lágrimas con sus manos, lo cual me sacó de mi estado de estupor.

—¡Tonto! ¡Tonto!

Comencé a chillar y a insultarlo. Aparté muy rápido su mano de mi mejilla. Empecé a darle pequeños golpes en el pecho, como respuesta a todo el daño y la rabia que estaba sintiendo por él.

—¿Por qué me haces esto? ¿POR QUÉ?

No estaba en mis cabales. Estaba herida, decepcionada y, sobre todo, ¡traicionada!

Si todo lo que me había contado era cierto, él tenía un deber que cumplir con Diana. Un hijo era un lazo que unía a una persona a otra para toda la vida, y yo ahí ya no tenía nada que hacer...

Me habían inculcado que un matrimonio era para toda la vida. En mi caso me había costado mucho tomar la decisión de divorciarme de César, ya que me era muy difícil ir en contra de las enseñanzas católicas de mi familia. Y cuando la había tomado, había sido objeto de reproches por parte de mis padres y de varios conocidos.

Siempre había pensado que un niño debía crecer al lado de sus padres. En mi caso, al no tener ningún hijo con César, esto me ayudó mucho en no declinar en mi decisión de divorciarme.

Él y yo habíamos planificado tener hijos hacía dos años atrás. No obstante, esto nunca se concretó por mucho que lo intentáramos durante bastante tiempo. En un momento determinado, le planteé que, ante nuestros esfuerzos infructuosos, decidiéramos visitar a un especialista, pero se negó rotundamente. Machista como era, decía que no estaba dispuesto a someterse a pruebas invasivas que solo dañarían su pudor; en tal caso, que yo sola me sometiera a aquellas y que, lo más probable, era que la culpa de nuestra falta de concepción fuera solo mía. Ese tipo de actitudes de su parte era una de las tantas que hicieron que me desencantara de él, y que el amor que sentía por mi aún esposo fuera desapareciendo de a poco.

Demás no está decir que no me sometí a alguna prueba de fertilidad. Si César no estaba dispuesto a hacérselas, yo tampoco me las haría; aparte de que, estos exámenes médicos no eran baratos y mi seguro médico no los cubría. No quería correr sola con dichos gastos, ya que era algo que nos implicaba a los dos, no solo a mí.

Pero, para dicha época, la actitud de César hacia mí cambió de forma radical: llegaba muy tarde a casa, se justificaba con que había ido a reuniones sociales del trabajo y demás excusas baratas —descubriendo más tarde que la causa de aquellas eran sus infidelidades— y nuestra vida sexual se había vuelto un cero a la izquierda.

Al saber que me era desleal con otras mujeres, a mí me daba hasta cierto temor el tener intimidad con César. No sabía si usaba protección con aquellas, así que procuraba, en lo posible, de no tener sexo con él. ¿Quién sabría lo que podría contagiarme?

De aquella manera, nuestras intenciones iniciales de tener hijos nunca se vieron concretadas, y mejor para mí y mi vida futura sin él. Ya luego, cuando se fue de la casa, me hice varias pruebas médicas. Quitando que tuve una infección vaginal, que después me traté, todo estaba correcto en mí. Él no me había contagiado de nada, ¡felizmente!

—Margarita...

Las palabras de Luis seguían resonando en mis oídos, pero yo aún no reaccionaba. Estaba ahí, a su lado, llena de dolor y gritándole de rabia.

—Margarita, por favor...

Sentí que me volvió a abrazar y me daba masajes en el cuello. Yo seguía llorando y temblando.

—Un hijo no significa nada para mí, ¿sí?

—¡Tonto! ¡Tonto!

Yo te amo, Margarita.

Al escucharlo decir las últimas palabras, volví en mí. ¿Luis estaba hablando en serio?

—¿Cómo? —señalé, liberándome de su abrazo y observándolo de manera fija.

—Uhm...

No dijo nada más.

¡Dios mío! Sabía que él me quería, sí. Me lo había confesado antes, pero no pensé que pronunciara esas palabras tan pronto.

Luis no era muy expresivo en sus sentimientos que digamos. Después de su confesión el día que nos reencontramos, creo que solo había vuelto a decirme ‹‹Te quiero›› en un par de ocasiones aparte de hoy, pero nunca pensé que me diría ‹‹Te amo››.

Lo seguí mirando y le asentí con la cabeza, como una señal de que continuara lo que me había confesado. Me obedeció.

—Bien, te lo he dicho, y no es algo que ande soltando así por así. Eres la primera mujer a la que le digo esto y es la verdad.

Estaba sintiendo una mezcla de emociones que me eran muy difíciles de asimilar: dolor, rabia, impotencia y ahora conmoción.

¡Dios mío! Luis me amaba... ¡ME AMABA!

—Y si confesándote lo que verdaderamente siento por ti, logro que me escuches, he conseguido mi objetivo.

—No lo sabía —acoté, aún incrédula.

—Pues es cierto. Y por esto mismo no quiero separarme de ti, aun con lo que te he contado de Diana.

No sabía qué responderle. Quería mucho a Luis, cierto, pero no estaba segura de que si lo que sentía por él era lo suficientemente fuerte como para decirle ‹‹Te amo››. A su vez, no estaba muy convencida de que él quisiera que continuáramos nuestra relación, a pesar de lo de Diana. ¿En qué estaba pensando?

—No sé qué responderte...

—¿No te es suficiente lo que te he dicho? Lo que siento por ti, ¿no te importa acaso?

—Claro que me importa. Y me conmueve mucho que me lo hayas dicho, pero...

—¿Pero?

—¿Qué va a pasar con Diana y con tu hijo?

—Deberé trabajar para tener que cumplir con mis obligaciones. Quizá dejar la universidad y el grupo de rap —habló con mucho pesar en sus ojos.

Yo más que nadie conocía de sus sueños con la música. Cuando me contaba de sus proyectos con su grupo de rap, sus ojos pícaros se le iluminaban con un gran brillo, como un niño pequeño a quien le hubieran regalado un nuevo juguete. Su gran pasión por su arte y la hermosa voz que poseía eran el complemento ideal para un aspirante a cantante como él.

Sin embargo, con la llegada de su hijo, todo cambiaba. Si ya de por sí sus proyectos a futuro habían sido aplazados por la falta de apoyo de su padre, aquellos se complicaban más con la noticia que Diana le había dado. También, su decisión de hacerse cargo de sus responsabilidades me sorprendió. Él, con tan solo dieciocho años, estaba asumiendo las consecuencias de sus actos sin chistar, mucho más de lo que hacían otros hombres mayores que él ante situaciones similares.

—Pues es una buena decisión. Traer un hijo al mundo ya es una gran responsabilidad. Y me alegra que lo asumas así.

—No creas que estoy muy entusiasmado con la idea, ¿eh? —me dijo con gran agobio.

Su mirada se perdió en el vacío de la ventana del coche.

En ese momento comenzó a lloviznar. El invierno, que aún no quería dejarnos, se asomaba de nuevo esa noche, sintiéndose un aire gélido en el ambiente, acorde con el tema tan delicado que estábamos tratando.

—¿Y qué piensas al respecto? —me preguntó.

—¿Cómo?

—Pues eso, lo que te dije antes. A pesar de que Diana está esperando un hijo mío, yo quiero seguir contigo. ¿Qué piensas tú de ello?

No supe qué responderle.

¡Madre mía! ¡Un hijo de Luis y de Diana!

Tenía la cabeza en ese instante llena de tantas culpas, de pensamientos, de emociones... que me era difícil saber qué contestarle. Finalmente, dije lo primero que se me vino a la cabeza, sin meditarlo mucho siquiera:

—No sé. Quizá debas regresar con ella... Yo...

—¡¿CÓMO?! ¡¿Quieres terminar conmigo por esto?! —dijo con los ojos llenos de angustia y cogiéndome las manos con desesperación.

Estaba ya a mi límite. Había experimentado tantas cosas este día que me era imposible pensar con claridad.

—Luis, no sé... Yo... —señalé con los ojos llenos de lágrimas, las cuales volvían a traicionarme de nuevo.

—¡Que te quede clara una cosa, Margarita! —me interrumpió—. No soy de la idea de que una pareja se case o esté junta porque tengan un hijo, ¿bien? Lo que debe unir a dos personas es el sentimiento que ambas tengan, no un niño de por medio. Y lo que yo siento por ti es suficiente como para querer seguir esta relación, ¿me entiendes?

—Es que...

Sentí que una gran tristeza volvía a oprimir mi pecho. El corazón quería salirse de su lugar. Mis ojos se volvieron nublosos en un instante. Experimenté que yo ya no tenía más ganas de nada... ¡de nada!

—Por favor, no llores, Margarita.

Seguía hablándome, pero ya no lo escuchaba, simplemente seguía llorando.

Tantos eran mis sollozos, que mi voz estaba entrecortada. Mis gemidos eran tan fuertes que se mezclaban con las palabras que Luis me decía en ese instante, impidiéndome oírlo con claridad.

Empezó a secar mis lágrimas con sus manos. Estas, al contacto con mi rostro, eran tan cálidas, que comencé a sentir algo que me dejó muy apenada.

A pesar de tenerlo a centímetros de mí, empecé a extrañarlo, a echar de menos la sensación del contacto con su piel, de sus palabras, de sus besos, de escuchar su voz... Y fue ahí que resolví lo que debía de hacer: tenía que tomar una difícil decisión, por mucho que me costara asimilarla luego.

Respiré profundo para tratar de calmarme. Luis me abrazó con mucha intensidad. Comenzó a besarme en el pelo y la frente. Me daba masajes en la espalda para tranquilizarme, mientras escuchaba que me decía al oído ‹‹Cálmate, por favor, ya no llores››.

Finalmente, solté lo que tenía que decir y con esto sentí que, con mis propias palabras, me provocaba a mí misma la más grande de las tristezas que había experimentado en mis veintiocho años de vida:

—Lo siento, Luis. No creo que pueda seguir contigo. 

✿ ✿ ✿ ✿ ✿ ✿ ✿

Anotaciones Finales

Me gustaría saber sus teorías: ¿Creen que Margarita dejará a Luis? ¿Continuarán su relación? Y de ser así, ¿cómo afrontará ella el embarazo de Diana? Me gusta siempre leer sus teorías en los comentarios, así que los animo a dejarlas ;)

Continue Reading

You'll Also Like

2.6M 153K 36
(Changes #1) La tímida, dulce e inocente Savannah aunque ya no tan tímida y mucho menos inocente... #17 en Novela Juvenil 30/12/2015 NOVELA TERMINA...
76K 6K 29
Temo hace poco tiempo conto que era gay, y casi todo el mundo se le vino abajo, la mayoria en la escuela lo molestaba, de no ser por el apoyo que le...
27.9K 1.6K 24
El peor día de tú vida, quizás, sólo quizás, pueda ser el mejor. Jamás dejar el teléfono en algún lugar había sido tan romántico. Quizás estamos en l...
2.6K 145 18
Dicen que los que se pelean se desean , está podría ser la típica historia Enemies To Lovers , pero el caso es que es LA HISTORIA ENEMIES TO LOVERS...