Classroom

By Andypgs

2.3K 674 2.5K

Un típico reencuentro de la preparatoria. Una clase de estudiantes lejos de ser inocentes. Cada uno oculta su... More

Sinopsis
Nota previa
Prologo
Personajes
Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo Tres
Capítulo Cuatro
Capitulo Cinco
Capitulo Seis
Capitulo Siete
Capitulo Ocho
Capítulo Nueve
Capitulo Diez
Capítulo Once
Capítulo Doce
Capítulo Trece
Capítulo Catorce
Capítulo Quince
Capítulo Dieciséis
Capítulo Diecisiete
Capítulo Dieciocho
Capítulo Diecinueve
Capítulo Veinte
Capitulo Veintiuno
Capítulo Veintitrés
Capítulo Veinticuatro
Capítulo Veinticinco
Capítulo Veintiséis
Capitulo Veintisiete
Capítulo Veintiocho

Capítulo Veintidós

15 10 52
By Andypgs

El impacto de las flechas contra las puertas me obligó a retroceder unos pasos. Con la mano en el pecho me di la vuelta para ver donde estaba. La luz era escasa pero alcanzaba a ver las grandes paredes que me rodeaban y separaban varios pasillos.

«¿Por qué siempre terminamos en alguna habitación pequeña y oscura?»

Aunque la situación parecía repetirse una y otra vez, en esta ocasión estaba sola. No tenía idea del paradero de mis compañeros, solo esperaba que todos estuvieran a salvo. Ya hemos perdido demasiado.

Cerré los ojos al recordar la escena de Cassey y Miriam. A pesar de mi renuencia, los recuerdos me forzaron a volver a la realidad. Con cuidado continué mi camino a través del pasillo más cercano. Había mucha más claridad a medida que avanzaba por lo que podía distinguir mejor donde estaba.

Las paredes eran de un material rocoso, se extendían hasta lo alto de la habitación, cada vez que cruzaba un corredor habían de tres a cuatro corredores más, sin puertas ni ventanas. Presentía que estaba caminando en círculos, sin encontrar una salida. Incluso dudando que existiera alguna.

Entonces lo comprendí. Estaba en un laberinto.

«¿Acaso esto era posible?», razoné.

De igual modo, mis preguntas no tenían importancia ahora. Necesitaba salir lo más pronto posible. No sabía lo que el maestro tenía planeado ahora, pero conociéndolo, no debía ser nada bueno.

No podía evitar preguntarme que había sido del resto. Es ridículo que solo yo hubiese salido ilesa de la última clase, debía seguir alguien con vida en alguna parte de este laberinto. Al menos eso esperaba, pensé en Mel y en el terror de su mirada; imaginé a Anya corriendo y llamando «zorrita» a las paredes; y a Keith, preocupado por todos como siempre. Sobre todo, pensaba en Brucer. No tuvimos tiempo de explicarle lo que sucedía, por lo que debía seguir un poco confundido.

Una idea vino a mi cabeza de la nada. El maestro nos había mantenido juntos hasta este momento, lo que significa que esta clase nos necesita a todos separados el uno del otro.

Debía encontrar a los demás lo más rápido posible, quizás estar juntos nos daría una ventaja esta vez.

Intenté recordar nuestras posiciones en los pilares: Brucer estaba a mi derecha y a su lado estaba Anya. Keith estuvo a mi izquierda y junto a él recordaba haber visto a Mel.

Me había alejado de mi lugar de origen unos metros hacia adelante, quizás si seguía uno de los lados podía encontrar alguno de ellos.

Giré en uno de los pasillos de la derecha y comencé a correr sin rumbo alguno, no era la mejor estrategia para salir de un laberinto pero con un poco de suerte hallaría a alguien.

Cuando estaba a punto de cruzar otro pasillo algo chocó contra mí. El golpe me tumbó hacia atrás, solté un gemido de dolor por la caída.

—¡Mierda eso dolió! —escuché la inconfundible voz de Anya muy cerca.

Me levanté lo más rápido que pude para verificar que estaba en lo cierto. Anya levantó su cabeza, su mueca de dolor fue reemplazada al reconocerme.

—¡¿Zorrita?! —Asentí por primera vez con entusiasmo—. No sabes la alegría que me da saber que estás viva. Por un momento pensé...

—Lo sé. También yo.

Ambas nos sonreímos aliviadas.

—Sé que puede ser una pregunta tonta, pero ¿has visto a alguien más? —Reprimí el impulso de soltar un comentario sarcástico y me dediqué a solo negar con la cabeza—. Tampoco yo. Cuando se cerraron las puertas seguía tan asustada que comencé a correr esperando encontrar la salida. Pero supongo que las cosas no podían ser así de fáciles ¿alguna idea de que hacer ahora?

—Lo único que se me ocurre es que debemos seguir unidos, esperaba encontrarme con... —Lo cierto es que quería encontrar a Brucer, pero decidí no terminar la frase—... alguien.

De nuevo, Anya entrecerró los ojos con una sonrisa de medio lado. Odiaba que hiciera eso, es como si supiera leer a través de mis mentiras.

—Entiendo. Bueno aquí la perspicaz eres tú, así que será mejor que sigamos buscando a los demás.

El camino fue silencioso después de eso, caminábamos un tramo y luego corríamos otro. Anya tuvo que esperarme en muchas ocasiones ya que ella se le daba muy bien correr y a mí se me daba fatal.

Terminamos descansando en algún punto, y cuando digo «terminamos» me refiero a mí misma, ya que ella parecía que estaba lista para ganar un maratón y yo apenas podía mantener mis pulmones dentro de mi cuerpo.

Nos sentamos en el piso mientras yo recuperaba el aliento, ella tenía la mirada perdida en el techo, parecía meditar sobre algo.

—¿Pasa algo? —Me atreví a preguntar después de que el silencio fuera algo incómodo.

—Nada, solo sigo recordando lo que pasó en la última clase —no dije nada, lo último que quería era recordar esas muertes—. Entiendo lo de Cassey, pero por más que lo pienso no entiendo porque esa máquina le disparó a Miriam. Ella confesó.

Suspiré antes de responder.

—No creo que haya confesado.

—¿Qué? Pero la escuchamos.

—Creo que ella mintió. Vi la cara de Brucer cuando ella dijo que ambos se habían liado, estaba tan confundido como el resto. Es probable que no tomara muy en serio las amenazas del maestro y creyera que él no conocía nuestros secretos.

—Pero los conoce. Todos.

Asentí débilmente.

—Aunque... —añadí y Anya volvió a prestarme atención—... también es posible que ella conociera los riesgos de mentirle pero aun así se atreviera a desafiar las reglas.

—¿Por qué haría algo así?

Me encogí de hombros.

—Quizás su secreto era muy importante y prefirió arriesgarse que confesarlo. —Anya desvió su atención con nerviosismo—. Como Cassey.

Anya carraspeó su garganta y se levantó incomoda.

—Es gracioso que digas que entiendes más a Cassey que a Miriam porque de las dos el caso de Cassey me parece mucho más extraño. —Anya se dio la vuelta en un intento de ignorarme—. Ella ni siquiera dudó cuando la ruleta apuntó, me atrevería a decir que siempre supo que no sería capaz de confesar, a pesar de que ya dos personas sabían su secreto. Amber y tú.

Anya giró sorprendida para enfrentarme.

—¿Cómo lo supiste?

—En la pelea que tuvieron en los baños dijiste algo que la afectó como nunca la había visto. Cassey te detestaba, pero a pesar de eso siempre evitaba confrontarte. Y luego pasó lo de la ruleta, en un momento ella dejó de mirar la ballesta, incluso a Amber, para mirarte a ti. Tú sabes su secreto.

Anya se mordió el labio y comenzó a reír. Fruncí el ceño a verla.

—Ni siquiera era gran cosa. No hizo nada que yo no hubiese hecho. —soltó incrédula—. En nuestro penúltimo año, Cassey se enteró que iba a tener un bebé de Scott.

Inhalé profundamente.

—¿Iba?

—La familia de Cassey es de esas donde todo es culpa de la mujer, incluso si es responsabilidad del hombre. Engaños, infidelidades y por supuesto embarazos. Ella no sabía cómo decirle a sus padres y era obvio que el imbécil de Scott no la ayudaría.

»Un día llegué a mi habitación y Cassey y Amber estaban esperándome en la puerta, prácticamente me rogaron que las ayudara.

—¿Tú? ¿Cómo?

—Digamos que yo ya tenía experiencia en esa área. —Me quedé en silencio entendiendo lo que quería decirme—. En fin, las contacté con un laboratorio que sería muy discreto por el precio adecuado y fin de la historia.

—Eso no explica porque prefirió ocultarlo.

La expresión de Anya se tornó seria esta vez.

—¿Recuerdas que te dije que a pesar de todas las cosas no me arrepentía de nada? —Tomó mi silencio de mi parte como un si—. Bueno, Cassey si se arrepentía. Ella quería quedarse con su bebé, creo que en el fondo sentía ilusión de convertirse en madre, pero el miedo a su familia pudo más. Nunca pudo perdonarse eso, después se volvió mucho más amargada y cruel. No toleraba a nadie cerca, mucho menos si era una chica. Supongo sentía que las demás teníamos una oportunidad que ella no.

Recordé todas las humillaciones y burlas que Cassey regalaba a los demás, en especial a las chicas y sentí pena por ella. Nada de lo que hizo la justificaba, pero ahora todo tenía sentido. Todo ese odio solo era dolor, porque todos teníamos derecho a tomar nuestras propias decisiones. Nunca pude juzgar a Anya; era su vida, su cuerpo, su elección y Cassey tenía el mismo derecho. Nunca debió sentirse presionada hacer algo que ella no quería solo por las represalias de sus padres.

«Yo duermo como un bebe», eso le había dicho Anya y esas simples palabras pudieron descomponerla. Era obvio que le afectaba tanto que no podía decirlo en voz alta.

—Él lo sabía. —murmuré—. El maestro sabía que ellas no podían confesar y se aprovechó de eso.

—Todos tenemos un secreto oscuro, Grecia.

De pronto, nuestra conversación fue interrumpida por ruidos en algún lugar cercano. Ambas nos acercamos al pasillo donde creímos que provenían los sonidos.

«Quizás es alguno de los chicos»— pensé.

La expresión de Anya me decía que pensaba lo mismo. Comenzamos a correr lo más rápido que podíamos, el sonido cesó y no encontramos nada. Me detuve para respirar pero Anya seguía lista para continuar.

—Espera, Anya.

—No podemos detenernos, zorrita. Si alguien está ahí lo perderemos entre tantos pasillos.

Sabía que tenía razón, pero no podía continuar. Las piernas me ardían y sentía que algo aplastaba mi pecho.

—Iré sola y volveré por ti. —dijo tajante.

—Es un laberinto, Anya. No podrás encontrar el camino de vuelta.

—¿Quién lo dice? Mis padres me enviaban a campamentos y excursiones como castigo cada vez que estallaba un rumor sobre mí. Ni te imaginas todo el senderismo que hice.

El ruido comenzó a sonar de nuevo y antes que pudiera reclamar Anya ya se había marchado con solo un «volveré, te lo prometo» como despedida.

Suspiré derrotada con las manos en mis caderas. Cuando volví a recuperar el aliento entendí que no podía hacer otra cosa más que esperar a Anya. No sabía por qué confiaba en que volvería, pero esa certeza me llevó a no moverme del lugar en donde estaba.

Sin embargo, unas sombras en el pasillo de al frente llamaron mi atención. Me acerqué con cautela hasta donde las había observado. En cuanto terminé de cruzar el pasillo sentí un tirón en mi brazo.

Una figura apareció y me estampó de espaldas a la pared con su mano en mi boca. Su voz llegó a mis oídos en un siseo feroz.

—Ni se te ocurra moverte. 

***

Maratón 3/?

Un capítulo mas y los dejo en paz... por hoy.

Continue Reading

You'll Also Like

91.5M 8.5M 65
El pueblo de Wilson es tranquilo, regido por sus costumbres y creencias religiosas muy estrictas, donde Leigh ha crecido, siguiendo cada regla y paut...
413K 23.9K 36
Te ví por primera vez en una fotografía, quien diría, quien diría Anastasia que me enamoraría tan perdidamente de tí, que asesinaría a todas esas per...
83.5K 9K 84
Vanesa Ramírez Malasaña se enfrenta al peor caso de su corta carrera como inspectora de policía. Aparecerá el cuerpo de una joven que llevaba seis me...
33.2K 1.7K 16
No hay entrada ni salida estoy perdido en mi propio infierno.