Una Pareja Imposible

By Traductions_9_3_4

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Harry es un empata forzado a extremas medidas. - Está bien El ojiverde sonrió radiantemente y abrazó muy tími... More

1.- Una lechuza de Gringotts
2.- El ático olvidado
3.- Un poco de planes...
4.- En el Wizengamot
5.- Prince Hall
6.- Hogwarts, escuela de magia y hechicería
7.- Slytherin, Slytherin y Slytherin
8.- ¡¿Troll en las mazmorras?!
9.- Navidad en Hogwarts
10.- El monstruo del bosque prohibido
11.- El corazón del laberinto
12.- Marca de lealtad
13.- Un anuncio por palabras
14.- El guardián de la cámara
15.- De visita en Malfoy Manor
16.- Pim... Pam... Pum! ¡¿Ginny?!
17.- Rubio, rico y radiante
18.- El club de duelo
19.- Un asunto disciplinario
20.- Una jarrita de miel, un pastel y una botella de hidromiel
21.- La cámara de Slytherin
22.- Pesadilla de navidad
23.- El largo camino de regreso...
24.- Fantásticas bestias y donde encontrarlas
25.- ¿Luna de miel?
26.- El baile más esperado
27.- El patronus de Evans
28.- Orden y caos
29.- La dama gorda
30.- El grim, el lobo y la rata
31.- Navidades américanas
32.- El secreto mejor guardado de los Malfoy
34.- Jugando con fuego
35.- El veredicto del cáliz
36.- Y los segundos serán los primeros...
37.- Bajo las aguas
38.- El final del torneo
39.- Largo y cálido verano
40.- El ataque de la amenaza... rosa
41.- Runas escondidas
42.- La alta inquisidora de Hogwarts
43.- Cuento de Samhain
44.- ¿La caída de un ídolo de pies de barro?
45.- Nueva vida
46.- El fin y el principio

33.- El cáliz de fuego

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Aunque el territorio de su manada era el Bosque Prohibido, Fermo era un sanador mucho más experimentado que su nieto Firenze y la principal preocupación de Magorian era la salud de sus potrillos y de su compañero, así que Ronan se instaló temporalmente en los bosques de Prince Hall en cuanto el y los potrillos estuvieron en condiciones de soportar el viaje con trasladores.

En Bane recayó el papel de escolta permanente por si su pareja tenía que ausentarse en algun momento. El ceñudo centauro pertrechado con protecciones, bruñía sus mejores espadas como si fuera a ir a la guerra. Tras unos días y cuando el reciente "madre" estuvo lo bastante confortable como permitir visitas mas allá de las estrictamente necesarias por motivos de salud, Evans y Draco fueron introducidos a los dos mas jóvenes miembros de la manada del Bosque prohibido.

Los potrillos eran delicados, tímidos y auténticamente preciosos. Ambos tenían piel pálida y ojos avellana. Uno era un tobiano* negro con calzado alto, amplias manchas de un blanco nacarado de bordes suaves sobre la cruz, la parte trasera de la grupa y cola casi completamente blanca, y su cabello era negro salpicado con pequeños mechones blancos en la parte inferior y nuca. El otro era casi su opuesto, con cabello blanco plateado y unas pocas mechas negras desde la coronilla a la nuca, y de pelaje overo* negro con los flancos marcados en el mismo blanco nacarado de bordes irregulares y las patas negras. Tras mucha deliberación por parte de sus padres, les llamaron Kardegán* y Kartaján*. Los centauros murmuraban que los potrillos habían sido bendecidos doblemente por el unicornio y continuaban mirando una y otra vez las estrellas.

(NA: los pelajes *Tobiano y *Overo son manchas blancas siguiendo un determinado patrón vertical u horizantal sobre la capa base del caballo.

En la tradición astrológica árabe, la estrella Delta Monocerotis (unicornio en griego) es conocida con el nombre de Kardegán o Kartaján. Es un sistema binario de estrellas – dos estrellas muy juntas que giran mutuamente alrededor de un centro de masas común - de la constelación del Unicornio.)

Con ciertas condiciones (que no descuidara sus estudios y mantuviera un comportamiento intachable eran las mas importantes) sus padres permitieron que Draco pasara gran parte del resto del verano desplazándose intermitentemente entre Malfoy Manor y Prince Hall. El suyo no era un compromiso habitual, mas bien un cortejo muy prolongado y que podía o no derivar en una relación romántica. En todo caso, Draco debía aprender todo lo posible de la cultura de su pretendiente.

Fermo, Luca, y Firenze incluso Magorian, Ronan y Bane comenzaron a instruirle en sus costumbres. Lecce, el tío de Firenze, hizo una breve visita para conocerle retornando a los territorios de la manada antes de retomar su viaje exploratorio por las manadas europeas. Fermo le contó que en el albor de los tiempos, una tribu nómada y guerrera, comenzó a expandirse combatiendo sobre sus inseparables caballos. Se volvieron codiciosos, y arrasaban pueblos tomando egoístamente cuanto querían. Hasta que los maldijeron... fusionándolos con sus corceles.

Si fueron los dioses o un mago o magos muy poderosos era aun tema de debate entre los filósofos de su pueblo. Lo que si sabían es que la gran mayoría no sobrevivió más que breve y transitoriamente al duro castigo. Pero unos pocos, inesperadamente, y de entre aquellos que tenían magia en la tribu... se convirtieron en los antepasados de los primeros centauros. Aprendió de primera mano un detallito de la biología de los centauros que no figuraba en los libros: todos, o virtualmente todos (Lucca había comentado que en la generación de sus abuelos se había dado el caso de un centauro exclusivamente varón y en sus tradiciones orales se mencionaban otros casos como altamente excepcionales) eran auténticos hermafroditas.

Ver al imponente Magorian amantando a los potrillos había sido una tremenda sorpresa. Al principio pensó que sus ojos estaban jugándole una mala pasada, pero no. Incluso desde la prudente distancia a la que estaba para no molestar ni a los pequeños ni a su padre... era imposible confundirse. Pero cuando Bane e incluso su Firenze se sumó, Draco no pudo evitar cierta curiosidad. Lo de Bane, aunque chocante, hasta cierto punto era entendible... después de todo eran sus sobrinos

Desde luego, era una ventaja, porque ambos padres podían dar de mamar a las crías; desencadenándose la producción de leche incluso en otros individuos cercanos simplemente por el estímulo de la presencia de los potrillos y un par de sesiones de succión. Firenze le dejó observar el proceso un poco más de cerca. Las ubres de una yegua son bastante pequeñas y poco visibles... las de los centauros aun lo eran más, apenas un pequeño engrosamiento detrás de los pezones. Alimentar a un potrillo era algo que requería la colaboración de ambos padres, y mucha ayuda de la manada.

Con entre diez y quince tomas diarias por potrillo, era una tarea realmente interminable; mucho más con dos bocas que alimentar. Auxiliar en el sustento de un potrillo se consideraba un honor y un privilegio, y era visto como el más profundo gesto de confianza entre centauros. Aunque no era exactamente lo mismo, que a Severus y Evans les permitieran administrarles pociones y suplementos les ponía al mismo nivel. Ronan y Magorian estaban poniendo en sus manos la salud y cuidados de sus pequeños.

Hasta Severus parecía sucumbir al natural encanto de los tiernos potrillos, dulcificando gesto y voz en su presencia y Evans tenia una aspecto tan natural dándoles un biberón de leche de cabra enriquecida con un complejo vitamínico nutritivo... cuando Ronan le tendió a Draco un biberón con pociones, Firenze pareció hincharse de orgullo. No podía estar mas ufano y encantado e ignoraba con total naturalidad la presencia de la escolta que les seguía a todos lados... aunque Draco les dedicaba de rato a rato miradas de autentica frustración. Cuando no estaba demasiado ocupado sonrojándose hasta las orejas, claro. Ronan insistió en añadir al biberón la leche de Firenze... y en que él la ordeñara en directo.

HP&SS

Luna Lovegood estudió pensativa la formal y elegante invitación al mundial, y finalmente convenció a su padre de la ventaja de enviar reseñas de los partidos y de disponer de fotos originales. No era un artículo sobre los Snorlacks de cuernos arrugados o los Blibers, pero era buen negocio. Tras un nutrido intercambio de cartas, y mucha y desinteresada ayuda, Colin y ella se acreditaron como reporteros oficiales del Quisquilloso, con acceso a lugares restringidos al público en general.

En esa capacidad, no necesitaban una entrada propiamente dicha, y Luna preguntó si Lord Malfoy aceptaría invitar en su lugar a alguien más. Lucius alzó una ceja, pero asintió de buen grado. Neville Longbottom casi se cae de la silla cuando abrió el sobre con la invitación formal al Mundial. Su abuela, por supuesto, murmuró que tenían que adelantar todas las compras y le dejó ir. Hubiera sido de muy mal gusto rechazar semejante invitación. Colin y Dennis Creevey estaban pasando el resto del verano con los Malfoy, con tiempo suficiente para que la dama pudiera llevarlos a hacer todas sus compras previas... incluida la compra de la primera varita de un asombradísimo, hiperactivo pero tímido y angelical Dennis. El Sr. Creevey y su esposa (que ya andaban con bastante tensión entre ellos por las inesperadas cualidades de su primogénito) parecían haber tenido una enorme discusión cuando la segunda carta de Hogwarts llegó, y Colin había enviado discretamente una nota a Evans con la misma lechuza de la escuela.

Las protecciones de Prince Hall no podía ser abiertas alegremente a los extraños, pero el Refugio de Caza de Malfoy Manor era perfecto para sacar a los hermanos de un ambiente que se estaba volviendo potencialmente peligroso. Narcisa aceptó inmediatamente. Con Draco ausentándose tan frecuentemente, era para ella una distracción ocuparse de los tres chiquillos... porque de alguna manera Luna se había sumado a ellos. Narcisa estaba encantada de tener "¡por fin!" una niña a la que vestir y peinar a su antojo.

La comidilla social del Mundial de Quidditch fue la presencia en uno de los palcos especiales de la familia Malfoy, los Black y el matrimonio Prince-Peverell. Algunos de sus invitados también despertaron curiosidad (los Fogu, y la madura pareja formada por el sanador Seldom y la enfermera Pomfrey, Luna, Neville y los Creevey especialmente) pero el gran público se quedó sin ver al centauro de que tanto hablaban todas las revistas de sociedad.

Lucius disfrutó especialmente viendo destacar su alojamiento temporal entre las estrafalarias tiendas... a ninguno de los otros magos se les había ocurrido utilizar un enorme autobús de dos plantas como casa rodante... muy muggle en apariencia, pero completa y sutilmente mejorado. Severus condujo la rugiente belleza mecánica pintada en color verde esmeralda y plata para situarla en la parcela asignada. Detrás de ellos Sirius hacia sonar la estruendosa bocina de su monstruoso camión tráiler extra ancho de color rojo con llamas doradas... haciendo salir por los tubos dorados de este auténticas llamaradas.

Desde luego, despertaron muchas envidias y aun más rumores. En vez de disfrutar del espectáculo de la gran final entre Irlanda y Bulgaria a la que había sido invitada, Pansy asaeteaba con la mirada a la soñadora Ravenclaw, que estaba preciosa envuelta en un elegante brial de color celeste. Alternando entre esto y dedicar mohines de despecho a los hiper-excitados Creevey que se sentaban en las butacas de la primera fila del palco privado con Draco, Evans, Neville, Luna, Millicent, las hermanas Greengrass y algunos desconocidos extraños.

Lord y Lady Malfoy estaban en el lugar de honor, en el centro de la fila más amplia, con Andrómeda Black y su familia a la izquierda, Lord Prince a la derecha. El anciano Lord Rosier cabeceaba junto a Andrómeda y su esposo. Había algunos espacios libres en los divanes, sofás y algunos sillones que junto con mesitas, cojines y escabeles para los pies componían el mobiliario de la fila de honor.

El resto de la zona "familiar" lo ocupaba un hiper-excitado y jubiloso Sirius Black, que sentado cerca de la esquina saltaba en su lugar y comentaba continuamente con el gigante de largo y sedoso pelo negro que se sentaba en el último sofá. Ubicado entre ellos y un casi estoico Severus, un mucho más calmado Remus Lupin tomaba un sorbo del té que los elfos habían servido en las diminutas mesitas.

Detrás se sentaban algunos extranjeros y miembros prominentes de la sociedad. Relegada a sentarse en la última fila de atrás, Pansy maldecía entre dientes, a todos los que tenían un trato preferente; sobre todo a las chicas y especialmente Millicent, que no separaba la vista del juego y parecía a punto de dejar marcas en su butaca con las uñas.

Cuando los dos buscadores se lanzaron de nuevo en picado, Lynch acabó estrellado... otra vez. Krum se alzó de la brutal maniobra con la snitch entre los dedos, las pantallas gigantes del estadio mostrando su rostro ensangrentado y Millicent casi rasgó el pañuelo entre las manos. El delgado y moreno jugador tenía la nariz visiblemente rota, pero no aterrizó junto a los medimagos o sus compañeros. Entre los atronadores rugidos de la multitud y la amplificada, desconcertada voz de Ludo Bagman anunciando:

– ¡IRLANDA HA GANADO! ¡KRUM HA COGIDO LA SNITCH, PERO IRLANDA HA GANADO! ¡Dios Santo, no creo que nadie se lo esperara! – Enfiló su escoba hacia las filas del público... directamente hacia el palco que ocupaban los Malfoy y sus invitados. Flotando delante justo de ellos, el eterno gesto hosco del joven se suavizó y tendió la mano en que la snitch agitaba fútilmente sus diminutas alas. Millicent (que se había levantado y aproximado a la barrera en el momento en que Krum aceleró hacia ellos) cogió la pequeña pelota dorada, dejando entre los fuertes dedos del buscador su pañuelo... con una levísima sonrisa el joven buscador búlgaro giró su escoba mientras la imagen de Millicent sujetando la aleteante snitch contra su pecho llenaba las pantallas. Pansy rechinó los dientes, cruzando los brazos y dedicando una mirada de odio puro a su compañera.

El número especial de El Quisquilloso con todas las novedades del Mundial tuvo tal demanda que Xeno tuvo que hacer dos reimpresiones... y eso que ya había duplicado la tirada habitual. La idea de Luna de hacer un ejemplar a color, en gran formato y papel couche tuvo resultados espectaculares. Colin había introducido una idea muggle... fotos del público como souvenir. Con un un par de stands de cámaras semiautomáticas fijas colocadas en puntos clave, tuvieron fotos de muchos espectadores para entregar por correo... o para personalizar la contra portada de ejemplares especiales sobre encuadernados en tapa dura.

HP&SS

Pero el verano llegó a su fin, y de nuevo el tren llevó su carga de niños a Hogwarts. Con una escolta de Aurores esta vez. Albus llevaba todo el verano agitado y enfurruñado... muy ocupado y trapisondeando de aquí para allá. Ni siquiera se había molestado mucho en buscar nuevos profesores para cubrir los puestos. Volvían a tener departamentos para todas las asignaturas básicas... con el cambio de la antigua Defensa contra las Artes Oscuras a la más amplia Magia Defensiva y Ofensiva, y de Historia de la Magia a Historia. Astronomía y Adivinación tenían un único departamento. Pociones se fusionaba en un solo departamento con Alquimia y se había añadido una nueva asignatura básica y obligatoria Cultura y Tradiciones Mágicas y Mundanas Comparadas que estaba dentro del departamento de Historia, Cultura, Literatura, Arte y Música.

Hasta nivel TIMO los niños también debían recibir clases básicas de matemáticas, biología, física, química, lengua y literatura. Un departamento de Duelo, Danza y Deporte incluido Vuelo y Quidditch, otro de Idiomas englobando inglés, latín, griego y Runas Antiguas, uno para Estudios de Criaturas Mágicas (Bestias, Seres y Espíritus), Estudios Antiguos, Aritmancia y Matemáticas. Incluso un departamento de Artes Curativas.

Así que tenían muchas caras nuevas y la mesa de profesores estaba abarrotada. Sirius era el nuevo profesor de Duelo y Combate, Remus por supuesto continuaba en su renombrado puesto. Albus parecía mortalmente ofendido por los nuevos miembros de Slytherin y les miraba con rencor mal disimulado si uno sabia que observar.

Minerva estaba regresando de recoger el sombrero seleccionador cuando Hagrid abrió parcialmente las puertas del comedor y dio paso con tosco gesto a su acompañante. Inicialmente; y por el tabardo con capucha de alguna clase de piel de pelaje rojizo y corto que llevaba bien calada; uno no podía decir si la elástica figura que avanzaba entre nuevos murmullos y susurros era la de un hombre o la de una mujer.

Tras avanzar con unos pasos firmes, el recién llegado se bajó la capucha y se quitó la prenda de abrigo. Con un gesto, recolocó un sombrero de cuero de ala ancha con banda adornada por lo que parecían algún tipo de dientes y garras. Escapando de los confines de la copa del sombrero una desfilada melena rebelde de cabello rubio oscuro, llena de mechones muy blanqueados. Tenia una piel muy dorada por el sol, e intensos ojos de un azul verdoso oscuro, como el mar. Vestía una ajustada camisa y pantalón de gamuza, y llevaba las piernas embutidas en unas altas botas de cocodrilo, y se cubría el torso con una chaqueta de igual material. En torno al cuello, unos dientes engarzados en un cordón de cuero y un pendiente a juego completaban un aire feral y exótico.

Albus (excepcionalmente vestido con cierta discreción en una túnica azul noche con una agrupación de cinco estrellas blancas en la espalda; cuya única excentricidad era el estampado Unión Jack en la parte superior de sus mangas, con una estrella solitaria adornando sus bocamangas) sonrió deleitado de oreja a oreja; y exclamó completamente alborozado; bajando a estrechar a febrilmente y a dos manos, cual colegial emocionado, la mano de la recién llegada:

(NA: el estampado de la túnica de Albus, piensen... ¿les recuerda algo?)

– Y recién llegada de Australia, permitidme presentaros nuestra nueva profesora de Cuidado de Criaturas Mágicas, la Señorita Jane Alice Springs!

Albus aun aferraba con cara de pulpo enamorado la mano de la joven, cuando Hagrid terminó de entrar al comedor y se acercó llevando en la mano la punta de la correa de una traía de dos impresionantes bestias de pelaje pardo amarillento y rayado que avanzaban olisqueando a todos lados con pasos desgarbados y rígidas colas. Desprendiéndose con cierta dificultad de un casi petrificado Albus, Jane dedico una media sonrisa complaciente a un evidentemente ilusionado Hagrid y acarició las cabezotas de los lobos de Tasmania que la saludaban efusivamente. Ignorando al Director, la joven murmuró dirigiéndose al entusiasmado guardabosque:

– Mis pequeñines se instalarán conmigo, pero necesitarán un gran corral protegido para poder correr y ejercitarse a sus anchas. No están acostumbrados a este horrible tiempo ingles y mucho menos a este maldito frio.

Albus contempló con cierta cautela el impresionante bostezo que se prolongó y prolongó; hasta dar la impresión de que el maxilar estaba antinaturalmente desencajado, y que enseñó todos y cada uno de los 46 dientes de uno de los ejemplares, reprimiendo un escalofrió de revulsión. El otro animal gruñó y su compañero emitió un grave siseo de descontento tras volver a cerrar las impresionantes mandíbulas. Cuando contactó con la joven, esta había inquirido por la política de la escuela respecto a las mascotas, y sobre los trámites para introducir en el Reino Unido fauna australiana; por supuesto se apresuró a facilitar las gestiones pertinentes cobrándose un par de favores.

Los murmullos y el nerviosismo de los alumnos comenzaban a ser demasiado. Uno de los ejemplares se alzó sobre sus patas traseras, mirando a su alrededor como una extraña especie de canguro, siseando de nuevo, y el otro dio un saltito y gruñó, bostezando en un nuevo despliegue de advertencia que hizo encogerse y dar un respingo o un chillido a mas de un alumno en sus bancos. Con la cantidad de animalillos adorables que tenia para elegir... cualquier clase de bandicutt, quill, possum, un koala, hasta un canguro, ¡inclusive un ornitorrinco!, habrían sido perfectamente aceptables, pero nunca se le pasó por la mente que se estuviera refiriendo a... bestias como estas. Escudado tras una fachada de pizpireta jovialidad y calma, maldiciéndose por haber enviado los formularios previamente firmados por él en blanco, Albus murmuró aun aferrándose a la débil esperanza de que se tratase de algún rarísimo tipo de canguro:

– Ah, si... por supuesto, por supuesto querida mía. Umh... disculpa mi ignorancia, pero... ¿Qué son exactamente?

Alzando una dorada ceja, la joven contestó con cierto desparpajo:

– Creo que es evidente, son lobos de Tasmania.

Los murmullos se extendieron como reguero de pólvora entre los alumnos. Hagrid se sonó ruidosamente en su pañuelo de cuadros, los ojos llenos de lagrimitas de emoción. Y la profesora Gruby-Plank pareció altamente sorprendida. Pero fue Severus el que puso en palabras lo que todos susurraban entre dientes:

– Tenia entendido que se habían declarado extintos a principios del siglo XX...

Jane volvió la mirada hacia la mesa de profesores, y sus ojos encontraron a Severus, refulgiendo con un alegre brillo de reconocimiento. Ignorando a Albus, avanzó a largos trancos y murmuró ofreciendo la mano muy masculinamente:

– Solo en el mundo muggle Maestro de Pociones Snape, solo en el mundo muggle.

Severus, que se había levantado y rodeado la mesa caballerosamente, hizo ademán de llevarse a los labios el dorso de la mano ofrecida. Rodando levemente los ojos, la joven le estrechó la mano con firmeza, coartando su gesto galante y añadió:

>> Su fama como el más joven Maestro de Pociones de los últimos siglos alcanza incluso a mi lejano país.

Severus tan solo alzó apenas una ceja, y Jane procedió a dedicarle una sonrisa franca y radiante. Con cortesía, Severus hizo un gesto de invitación hacia la mesa alta. Con aire despreocupado, la mujer se instaló con total aplomo en la silla que acababa de desocupar Evans, que se había levantado al igual que Severus. Mirando por un instante con ojos desconcertados a la mujer que usurpaba su lugar, Evans volvió la mirada a Severus, cuyos ojos por un instante parecieron igualmente sorprendidos. Claramente, su concepto de lo que era socialmente aceptable era muy diferente. Dejando colgar el sombrero de cuero del respaldo de la silla, la recién llegada australiana parecía examinar con curiosidad las fuentes de comida disponibles.

Con un carraspeo, Severus murmuró aun de pie junto a su propia silla:

– Prince... mi apellido es actualmente Prince, Srta. Springs.

Jane agitó la mano en un gesto de vaga indiferencia murmurando:

– Distinto collar para el mismo perro – Severus contuvo el aliento un instante, frunciendo apenas el ceño. Ese comentario era... políticamente muy incorrecto. Y ocupar la silla de otro... eso era casi grosero. Añadió elevando un poco el tono de su voz:

– Permítame presentarle a mi esposo Harald Evans Jacob Peverell.

Jane recorrió con una escrutadora mirada de arriba abajo a un envarado Evans, una hierática sonrisa plástica estirando sus labios. Apenas estrechó con centelleante rapidez la mano de este, para proceder a ignorarle totalmente girándose de nuevo a Severus con aire curioso:

– A su lado tan solo soy una ferviente aficionada, pero me encantaría discutir las posibilidades que los ingredientes nativos de mi tierra pueden aportar.

Evans se sintió como un pasmarote. Desde luego, el concepto de cortesía y etiqueta de la mujer eran cuando menos cuestionables. Y el desdén rayano en desprecio que había sentido dirigido hacia él, le transportaron violentamente a cosas que creía haber dejado atrás, en tiempos pasados. Severus vaciló un segundo, tentado de responder con igual descortesía... antes de recordar sus propios tropiezos interculturales. De momento, le concedía el beneficio de la duda.

Así que inclinó apenas la cabeza y ofreció calmadamente su silla a un pálido Evans, dando un discreto apretón a su brazo antes de trasladarse al extremo más cercano de la mesa, dos lugares mas allá de Sinistra. La Srta. Springs pareció altamente decepcionada. Apenas ocupó una silla y se sentó, un servicio de mesa completo apareció ante él. Evans se sirvió un poco de rosbif y verdura, y comenzó a colocar y recolocar lentamente la comida en el plato. Su apetito estaba virtualmente arruinado, y una de sus jaquecas anunciaba persistentemente su visita.

Muchos de sus colegas preguntaban y con sorprendente facilidad, la señorita Alice Springs les hizo un resumen de su vida.

No tenia ni idea de quienes eran sus padres biológicos. Un grupo de cazadores pitjantjara la había encontrado cuando apenas tenía dos años en una cacería... sucia y mugrosa, pero felizmente refugiada en el marsupio de una hembra de canguro rojo que se quedó mansamente quieta ante la presencia de los hombres. Ante el portento, los Anangu abandonaron la caza y la llevaron ante el más renombrado chaman de la tribu, que tras examinarla, dictaminó que los Anangu debían criarla y la bautizó como Jannali (Nombre de origen australiano que significa "la luna"). Hasta que no cumplió los seis años, vivió nomadeando con Lounstak (N. de org. Australiano: halo, corona de luz), el chaman de chamanes de su pueblo y su familia.

El pulcro y encopetado trabajador de servicios sociales, que había acudido al llamado la escuela ante la presencia de una niña de raza caucásica entre los nuevos alumnos recién llegados de los territorios salvajes para ser escolarizados, apenas le dedicó un mirada y la registró como Jane Doe, Alice Springs. (NA: Jane / John Doe: Juana / Juan Nadie. Nombre usado para referirse a alguien de identidad desconocida. Alice Springs es una ciudad del territorio del Norte den Australia) Y la envió a un orfanato, iniciando una demanda por secuestro contra los Anangu.

Su caso tuvo una cierta relevancia mediática local. Una linda niña rubia y de ojos intensamente azules, criada por los indígenas. La mera coincidencia de color de pelo y ojos eran pistas demasiado vagas y las viejas denuncias de niñas desaparecidas no arrojaron ninguna luz cierta sobre su posible identidad. Durante casi un año, hasta que el caso llegó a la corte, Jane rehusó vestirse con los bonitos vestidos que las damas bienintencionadas le ofrecían. Algunas lloraban jurando que Jane era su nena perdida. Entre otras había disputas por el privilegio de adoptarla aunque el caso aun no estaba listo para ser juzgado. Y aunque hablaba razonablemente el inglés, se negaba a usarlo.

Finalmente, el tribunal determinó que Lounstak y los Anangu no la habían secuestrado. Unas viejas fotos en blanco y negro de la partida de caza sacadas "milagrosamente" por uno de los hijos de los cazadores fueron la prueba determinante. El acusador intentó entonces acusarles de maltrato infantil y de omisión del deber de socorro. Pero esos cargos también fueron rápidamente refutados, ya que siguiendo sus costumbres, los cazadores habían llevado a la niña ante la máxima autoridad de la región para ellos, que efectivamente, la había acogido y educado con sus propios hijos.

En un desesperado intento, el fiscal la llamó al estrado y le preguntó señalando a la multitud de encopetadas damas que se agolpaban en las primeras filas, si prefería vivir con alguna de ellas. Jane dedicó una mirada ceñuda al hombre y replicó: – No señor. Quiero irme a casa, con mi padre – Y señaló claramente a Lounstak. Después de eso, y pese a que regularmente cada vez que algún trabajador social nuevo se incorporaba, organizaba una entrevista con ella en la escuela para asegurarse de que seguía prefiriendo vivir con los Anangu en vez de con alguna buena familia; Jane desapareció de la memoria social poco a poco, una curiosa anécdota del pasado y dejó la escuela tan pronto acabó la educación obligatoria.

Cuando cumplió quince años, los trabajadores sociales dejaron de programar visitas con ella... y el expediente se perdió por completo en el polvoriento olvido del abandono en cuanto cumplió 18. Por supuesto, Lounstak y su familia eran magos, y aunque en Australia existían los equivalentes al Ministerio de Magia y el resto de instituciones, la mayoría de indígenas mantenía sus costumbres y su referente era el Consejo de Ancianos Sabios. Y habiéndose educado con ellos, Jane carecía de una instrucción mágica formalmente reglada, aunque igualmente reconocida

Severus escuchó con mediano interés el relato salpicado anécdotas. Su paso por el orfanato y la escuela pública, tan escuetamente mencionados... incluso sin usar legeremancia, había sombras oscuras en esa historia. Pero su verdadero foco era Evans. Severus podía notar la palidez de Evans desde su lugar y le vio juguetear con la comida en su plato sin apenas llevarse nada a la boca. El brillo apagado de sus ojos algo entrecerrados y la tensión general de su cuerpo eran síntomas delatores.

Y que la nueva profesora amontonase en su plato comida y lanzase a sus mascotas cada trozo apenas dado un mordisco por encima del hombro sin duda terminó de matar el apetito de Evans. Y de muchos otros más. Los lobos de Tasmania comían con un apetito realmente voraz (la comida no llegaba a tocar el suelo) y los crujidos y chasquidos de huesos eran cuando menos desagradables. Todavía no habían aparecido las fuentes con el postre, pero Evans murmuró una disculpa y se retiró discretamente. Severus sabia que Evans procuraba ser lo más amable y educado posible; pero en este caso mas le valía ser algo rudo, pero evitarles a todos el espectáculo de verle vomitar. Y salvar su orgullo de semejante vergüenza. Dedicando una ultima mirada sutilmente preocupada a su joven esposo, Severus continuó escuchando calladamente.

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