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Su corazón retumbaba debajo de su pecho, mientras terminaba de vendar los nudillos de sus manos y en sus oídos escuchaba el eco de los gritos de las personas del otro lado de esa habitación. Estaba acostumbrado a todo eso, pero esta vez era diferente.

Había algo en el ambiente que lo hacía sentir un escalofrío por su columna y a su estómago revolverse. Como si dentro suyo, supiera que algo iba a salir mal. Puede que se debiera a que se había prometido a sí mismo alejarse por completo de este lugar luego de la última vez que puso un pie aquí, o quizá por saber que le estaba mintiendo a la persona que más quería, y traicionando su confianza. Pero, como sea, ese mal presentimiento no se iba, y solo lo hacía sentir peor.

No quería hacer esto. Nunca quiso hacerlo, desde un comienzo. Antes, solo fue una salida, que usó como último recurso para poder recuperar algo del control que nunca creyó tener de su propia vida. Luego, se volvió una adicción, algo prácticamente indispensable en su vida si es que quería mantener la poca cordura que le quedaba. Ahora, solo era un mal recuerdo, que intentaba mantener en lo más profundo de su caza y hacer que no volvería a ver la luz.

Porque, su vida era buena. Por primera vez, tenía esa motivación que nunca tuvo antes para salir de la cama y empezar el día con algo de esperanza. Una pequeña chispa que podía sentir debajo de su pecho y se reflejaba en su mirada (como varias personas que conocía le habían dicho). Era como si ese vacío que sintió que tuvo por un largo tiempo, ya no existiera, y hubiera sido llenado con algo. O, puede que con alguien.

Estaba esa persona, la que única que pudo llenar ese espacio que faltaba. Pero, no solo fue eso. Fue alguien que no solo se encargó de llenar su cabeza con palabra lindas y promesas, sino quien le también estuvo a ayudarlo, y no rendirse sin importar cuantas veces pudo haberle fallado. Era alguien en quien pudo apoyar todo ese peso que estuvo cargando sobre sus hombros por todos esos años, y se encargo de guiarlo hacia la ayuda que verdaderamente necesitaba. La persona que tenía su corazón, aunque no solo se lo hubiera dicho con palabras.

Podía sentir un nudo en la garganta con el simple pensamiento de que algo malo le pudiera pasar a la Luke, que su vida estuviera en peligro por su propia culpa, y un pasado que no pudo quedar tan atrás como creyó que ya lo estaba. Hacía esto por él, porque no podía pensar en otra opción cuando su mente corría a toda velocidad y lo único que quería su corazón era proteger a la persona que amaba. Estaba entre la espada y pared, y no le importaba si esta tenía que atravesarlo si eso significaba que mantendría seguro a la persona que se encargó de hacer lo mismo consigo cuando lo necesitó.

Porque, eso significaba amar a alguien, dar todo por alguien más, sin esperar algo a cambio, solo querer proteger a esa otra persona de todo y de todos. Era compartir una conexión, que hacía que lograras compartir más que un solo sentimiento. Era poder compartir felicidad, triste, dolor, cualquier emoción. Si la persona que amaba sufría, entonces también lo haría. Y, si esta estaba en peligro, entonces haría todo lo posible para mantenerla a salvo, sin importar lo que costara.

Esperaba que Luke lo entendiera. Solo esperaba poder volver a ver su rostro y no sentirse culpable luego de lo que pasara esta noche. Lo único que quería era volver a estar rodeado por sus brazos, en su cama, ese pequeño espacio donde se sentía indestructible, envuelto en otro cuerpo y escuchando los latidos del corazón de la persona que amaba contra su oído.

Pasó saliva, intentando pasar el nudo que subía por su garganta, para luego ponerse de pie. Golpeó sus puños entre ellos, asegurándose que el vendaje fuera lo suficientemente fuerte para resistir un golpe, y finalmente se dirigió hacia el ring, el lugar donde todo comenzó.

Un hombre lo acompañó, grande y musculoso, tomándolo del hombro para dirigirlo entre la multitud de personas gritando y animando con toda su voz. En el medio ya se encontraba ese chico, mirándolo con una perfecta sonrisa en el rostro y sus ojos llenos de emoción. Se preguntaba si esa era la mirada que tenía antes, cuando estaba en ese lugar, listo para vencer a su siguiente contrincante sin importarle lo adormecidas que se sintieran sus manos o lo cansado que se sintiera su espíritu. Tal vez, era la misma. Pero, por primera vez, alegraba ya no sentir eso.

Fight So Dirty But Your Love So Sweet [muke]Onde histórias criam vida. Descubra agora